Identificar y manejar las propias emociones ayuda a tener
mejores relaciones con los demás y una mejor calidad de vida
¿Qué es una emoción?
Una emoción es un proceso fisiológico que nos prepara para adaptarnos y responder al entorno siendo su función principal la adaptación, es decir, la supervivencia. Cuando surge una emoción es porque el equilibrio que la mente mantiene se ha roto, por diversos motivos. Es una alarma interna que nos informa que este equilibrio se ha quebrado, siendo la mayoría de las veces por factores externos, muchos de ellos de nuestro día a día. Unos ejemplos: un camarero no nos atiende en un bar; un amigo/a hace algo que no es de nuestro agrado; un padre le regaña a su hijo; la muerte de un familiar…
Las emociones vienen siempre acompañadas por nuestros pensamientos. Estos son los que le dan el carácter positivo o negativo a las emociones, ya que éstas no son ni negativas ni positivas, ni buenas ni malas. Miedo, enfado, tristeza, sorpresa, asco y alegría son, según diferentes autores, las seis emociones que tiene el ser humano, y es de destacar que depende del pensamiento que se le asocie a cada emoción, lo que va a dar lugar a un sentimiento el cual va a determinar nuestro estado de ánimo. Esto nos lleva a pensar que una emoción al producirse por un proceso fisiológico no puede ser controlada, sin embargo, nuestro pensamiento sí que podemos gestionarlo, y generar el sentimiento que nosotros necesitemos en cada momento.
Por lo tanto, el gestionar nuestros pensamientos en diferentes situaciones de desequilibrio interno/externo, según la intensidad, el lugar y el contexto, es lo que conocemos como inteligencia emocional.
Inteligencia emocional
La inteligencia emocional es la habilidad de reconocer, regular y comprender las emociones, tanto en si mismo como en los demás. Una inteligencia emocional alta ayuda a conectar con otras personas, forjar relaciones empáticas, comunicar de manera efectiva, resolver conflictos y expresar sentimientos.
Se refiere a la capacidad de los individuos para reconocer sus propias emociones y las de los demás, diferenciar entre diferentes sentimientos y etiquetarlos apropiadamente, utilizar información emocional para guiar el pensamiento y la conducta, y administrar o ajustar las emociones para adaptarse al ambiente o conseguir objetivos. Es decir, saber manejar nuestras emociones.
Por tanto, esta habilidad puede significar la diferencia entre comportarse de una manera socialmente aceptable y estar fuera de lugar en una situación social determinada.
La inteligencia emocional nos ayuda a entender de qué manera podemos influir de un modo adaptativo e inteligente tanto sobre nuestras emociones, como en nuestra interpretación de los estados emocionales de los demás. Este aspecto de la dimensión psicológica humana tiene un papel fundamental en nuestra manera de socializar y en las estrategias de adaptación al medio que seguimos.
Historia de la inteligencia emocional
Los psicólogos han estudiado la inteligencia emocional desde que el concepto de inteligencia social fue introducido por Edward Thorndike en 1920. Luego, Howard Gardner se basó en esta teoría y agregó la idea de que más de un tipo de inteligencia contribuye a la habilidad cognitiva. En su libro de 1983 Estructuras de la mente: La teoría de las inteligencias múltiples, Gardner introdujo el concepto de inteligencia interpersonal e intrapersonal.
Sin embargo, el término “inteligencia emocional” no obtuvo popularidad sino hasta la publicación en 1995 del libro La inteligencia emocional, escrito por el periodista científico Daniel Goleman. En su libro, Goleman define la inteligencia emocional y establece la importancia del coeficiente emocional para el liderazgo.
Luego, en 2004, Peter Salovey y John Mayer ampliaron el alcance y comprensión de la inteligencia emocional. Ellos desarrollaron la teoría del rasgo para desarrollar y medir la inteligencia emocional. Esto derivó en la primera prueba de inteligencia emocional, el test de inteligencia emocional Mayer-Salovey-Caruso (MSCEIT).
Hoy en día, la inteligencia emocional es estudiada por una gran variedad de psicólogos que buscan entender las diferentes competencias emocionales, las habilidades interpersonales que contribuyen a la inteligencia emocional, y la diferencia entre el coeficiente emocional y el coeficiente intelectual. Aunque muchos psicólogos no estén de acuerdo en los detalles exactos de la inteligencia emocional, la mayoría coincide en que es una habilidad que puede desarrollarse con práctica y entrenamiento.
En contra de lo que pueda parecer, teniendo en cuenta que el término se ha incorporado al lenguaje general, no es sencillo alcanzarla ni conseguirla. No obstante, a nuestro favor existe el hecho de que somos seres emocionales que aprendimos a pensar, no máquinas pensantes que aprendimos a sentir.
Los verdaderos espectadores empáticos pueden oír incluso lo que se dice en silencio. Lo más importante en la comunicación es oír lo que no se está diciendo.
Características de la inteligencia emocional
Conocerse a sí mismo, así como estar en capacidad para comprender sus estados de ánimos, las causas que los originaron y las consecuencias que estas sensaciones pueden tener sobre otras personas, es una de las claves esenciales de la inteligencia emocional.
Una de las bases para entender la importancia de la inteligencia emocional es que ésta ayuda a generar más empatía para estar en capacidad de ponerse en el lugar de lo que sienten las otras personas, entendiendo por qué se comportan de alguna manera en particular, pero sin que dichas circunstancias le afecten de una forma personal.
Esta característica es una de las que permite entender la importancia de la inteligencia emocional, debido a que hace alusión al propio control de las emociones, impulsos y la habilidad de poder pensar antes de actuar. Además, la misma implica la capacidad para ser asertivos, flexibles y recibir ideas nuevas.
Al respecto de la interrogante acerca de para qué sirve la inteligencia emocional, mediante ésta los seres humanos pueden auto-motivarse y buscar dentro de sí diferentes razones para seguir adelante en su vida sin la necesidad de que otros tengan que reconocerlas o premiarlas.
Habilidades sociales
Tener habilidades sociales es uno de los ejemplos de inteligencia emocional que se puede ver en aquellas personas que saben de qué modo gestionan sus habilidades sociales con la finalidad de poder estar en contacto con diversas clases de personas y generar confianza.
Las personas que poseen estas cualidades, suelen ser personas socialmente equilibradas, extrovertidas, alegres y que en lugar de preocuparse ven los problemas como oportunidad de crecimiento y mejora.
Aquellas personas que poseen un alto nivel de inteligencia emocional son más abiertas a trabajar y conocer mejor las emociones de los demás, tanto aquellas que tienen que ver con la alegría como con la tristeza. Este tipo de inteligencia no significa ser solamente expresivo respecto a las propias emociones sino saber cómo manejarlas para el beneficio propio y de los demás que a uno lo rodean.
Una buena relación con otras personas es necesario para nuestra felicidad personal e incluso para desempeñarnos como deseamos dentro de nuestros trabajos y en nuestras familias. El saber cómo relacionarse con las demás personas muestra inteligencia emocional, reconociendo el nivel de cercanía o incluso de utilidad.
Mantener relaciones con personas positivas siempre es lo más aconsejable y mantener una buena relación con personas poco positivas que se desarrollan en nuestro mismo entorno también es aconsejable.
Importancia de la inteligencia emocional
En la medida que los seres humanos puedan comprender la importancia de la inteligencia emocional, estarán en la capacidad para manejar sus diferentes sentimientos y emociones, sabiendo de qué forma dirigirlos con el propósito de establecer mejores relaciones consigo mismos y otras personas.
Una alta inteligencia emocional favorece el desarrollo de relaciones tanto con uno mismo como con los demás, además de aumentar el sentimiento de bienestar ya que permite que tomemos decisiones de la mejor forma posible.
La inteligencia emocional implica el desarrollo de habilidades sociales que nos permiten relacionarnos de la mejor forma posible tanto con personas con las que nos sentimos bien, ya sea por concordancia de gustos, aficiones, etc. como con personas con las que no conectamos tan fácilmente o por las que no sentimos simpatía.
No siempre vamos a encontrarnos con gente que sea acorde a nosotros, ni en el trabajo, ni en la familia, ni siquiera en un grupo grande de “amigos”. Saber llevar estas situaciones facilitan sentirse bien en situaciones en las que no se comparte ciertos puntos de vista con otras personas.
Las situaciones que implican una alta emocionalidad, ya sea en un estado de euforia como de tristeza, normalmente llevan a actuar o a tomar una decisión en base a un estado emocional. Si somos conscientes que esto ocurre, postergaremos la decisión a un momento en el que nos encontremos más calmados y podamos hacer una evaluación objetiva sobre lo que ocurre y, así, tomar el camino correcto hacia aquello que queremos conseguir.
Ventajas de una inteligencia emocional desarrollada
Según un estudio escrito por el psicólogo de la Universidad de New Hampshire John D. Mayer y publicado en el Annual Review of Psychology, la inteligencia emocional está relacionada con :
* Mejores relaciones interpersonales en niños y adolescentes y menor incidencia de comportamientos antisociales o desviación de la normativa social.
* Mejores relaciones en adultos, una mejor auto-percepción, mayor seguridad en las habilidades sociales y menor agresividad y problemas de inter-relación social y de pareja.
* Las personas con mayor inteligencia emocional son percibidas positivamente por los otros. Son personas más agradables, con mayores habilidades sociales y empáticas.
* Mejor capacidad de negociación y habilidades relacionales en el trabajo. Dinámicas sociales más productivas y positivas.
* Mayor salud mental. Mayor satisfacción con la propia vida, mejor autoestima, menor grado de inseguridad y menores tasas de depresión. Se le relaciona, además, con menos tendencia a comportamientos riesgosos, abuso de sustancias y mayor cuidado personal.
* Mayor capacidad de adaptación a las circunstancias actuales.
Falta de Inteligencia Emocional
Las situaciones de estrés son las mejores para identificar si se carece de inteligencia emocional presentando comportamientos como :
Estresarse con facilidad. El estrés, la ansiedad y la tensión puede acumularse y dificultar la toma de decisiones y no identificar a tiempo situaciones agobiantes para tratarlas a tiempo.
Vocabulario emocional limitado. Comúnmente cuando suelen preguntar nuestro estado de ánimo las respuestas suelen ser bien o mal, sin embargo; cuando se es inteligente emocionalmente es posible identificar el sentimiento y obteniendo repuestas como frustrado, irritable, temeroso, entre otras.
Rencor. Es mejor soltar que vivir con ello, se ha comprobado que guardar rencor no solo afecta emocionalmente, sino también físicamente ya que contribuye a padecer enfermedades del corazón y presión alta.
Enojo mal empleado. No es que se tenga que estar siempre contento, sino mostrase enojado en las situaciones correctas evitando culpar a otros por lo que hacen sentir, además de tener la capacidad de identificar los detonantes.
No saber decir no. Con frecuencia pasa esta situación en todos los ámbitos ocasionando que se termine haciendo actividades no deseadas.
Desarrollar la inteligencia emocional
Mejorar la empatía
La empatía es la habilidad de conectar con los demás. Es la piedra angular del desarrollo de la inteligencia emocional.
Entender a los demás. La empatía consiste a conectarse con las emociones de otras personas. Para comenzar, concentrarnos en desarrollar la forma en que entendemos a los demás. Si toman una decisión que no hubiéramos tomado, nos apoyamos en la curiosidad y la empatía para entender por qué lo hicieron.
No juzgar. Todos tenemos una pequeña voz en nuestra mente que realiza suposiciones y juicios automáticamente. El hecho de no juzgar no se trata tan solo de dejar de hacer esas suposiciones inmediatas, sino de aprender a ignorarlas a favor del pensamiento a largo plazo.
Ponerse en el lugar de la otra persona. Dado que la empatía consiste a conectarse, una buena manera de crear conexiones es ponerse en el lugar de otra persona. A veces, puede que tomen una decisión que no nos guste o con la que estamos en desacuerdo, pero en vez de reaccionar, intentemos imaginar la situación desde su punto de vista.
Practicar la escucha activa
La escucha activa es la práctica de escuchar para entender. En lugar de pensar en lo que se dirá a continuación, llevar toda la atención a lo que la otra persona está diciendo.
La escucha activa sirve para desarrollar la empatía, la conexión y la confianza entre yo y otra persona.
Otro elemento clave de la escucha activa es la comunicación no verbal y el lenguaje corporal. Tomar nota de lo que se está haciendo cuando otra persona está hablando. Incluso si se está interesado, cruzar sus brazos o mirar a lo lejos hace parecer que no lo está. Intentar mantener el contacto visual y una expresión facial cortés e interesada para demostrar que se está prestando atención.
Consejos para mejorar la inteligencia emocional
* Observar las propias reacciones en diversas circunstancias y frente a diferentes personas. ¿Escucho? ¿Me guío por estereotipos? ¿Prejuzgo? ¿Quiero llamar la atención?
* Aceptarse honestamente con las propias fortalezas y debilidades. Todo es susceptible de mejoría.
* Observarse en las situaciones estresantes. ¿Cómo reacciono? ¿Por qué reacciono? ¿Mis reacciones ayudan a mejorar la situación o la empeoran?
* Dejar de culpar a los demás y responsabilizarse de sí mismo. Se trata de evitar las auto-excusas y las justificaciones, aceptar nuestra parte de responsabilidad en lo que ocurre y enmendar aquello que hemos hecho mal.
* Observar cómo los propios comportamientos y palabras afectan a los demás. ¿Positivamente? ¿Negativamente? Pensar cómo se sentiría uno mismo en esa situación.
* Aprender de los errores. Porque de cualquier situación, por dura o negativa que sea, lo mejor que se puede extraer es experiencia. Aprender de uno mismo evita caer una y otra vez en los mismos comportamientos.
* Dejar el pasado atrás. Los errores son grandes maestros.
* Aprender y trabajar sobre las emociones para ser adultos con capacidad de enfrentar las dificultades, los retos y reinventarse de ser necesario.
* Aprender a ser asertivos, expresar las propias emociones con criterio. Se tiene el derecho de decir lo que se siente, pero se tiene el deber de reconocer si es el momento apropiado para el otro.
* Saber decir “no”, poner límites y hacerse valer cuando la situación lo requiera.
* Pasar tiempo con personas no tóxicas. Esto oxigena y permite crecer.
***
El aprendizaje emocional es la base del desarrollo de la empatía
Nuestros primeros contactos emocionales nos enseñan qué ver y qué no ver en el mundo de los sentimientos y de las emociones. Así, nuestro aprendizaje empático conforma en sí mismo varias premisas:
El primer aprendizaje empático se basa en que tenemos que poner empeño en lograr percibir las emociones de los demás. Es decir, tenemos que sintonizar con los sentimientos y emociones ajenos para favorecer la comprensión de su mundo interior.
El segundo aprendizaje mantiene que actuar empáticamente no implica en absoluto adoptar la perspectiva ajena sino ver el mundo con otros ojos, lo cual nos ayuda a comprender por qué una persona actúa de cierta manera.
La comprensión empática contiene en sí misma una respuesta emocional hacia la persona en cuestión que trata de comprender los motivos que le llevan a ciertos sentimientos y acciones.
Además de eso tenemos que entender que no es suficiente percibir y comprender lo que otro siente, sino que debemos saber transmitirle que está siendo comprendido, de manera que se cierre el circuito y que los beneficios de ser empáticos se hagan patentes.
O sea que se trata de coordinar actuaciones a nivel cognitivo, conductual y sentimental.
Empatía – Lectura emocional dentro de nuestro cerebro
No es fácil dibujar un mapa en el que aparezcan correctamente identificadas las emociones propias y las ajenas, pero el esfuerzo por conseguirlo merece la pena. Si lo logramos tendremos una estupenda referencia que influirá de manera positiva en el tipo de vínculos que establecemos, en la mano que somos capaces de tender y en la alegría que seamos capaces de experimentar a partir de la generosidad.
Porque lograr ponernos el traje de la tristeza de otra persona, por ejemplo, es una maravillosa destreza que nos ayuda a movernos por el mundo acompañados de una valiosa e inteligente capacidad emocional.
Con buena disposición podemos alcanzar el clima emocional que nos permite alcanzar esta sintonía y descifrar deseos, anhelos, mensajes profundamente enterrados, necesidades, etc. Todo este proceso maravilloso que a veces puede parecer casi mágico se desarrolla en nuestro cerebro, el cual realiza hábilmente una intensa lectura emocional.
La siguiente cuestión a responder es, inevitablemente, cómo lo hace. La ciencia va obteniendo respuestas y está consiguiendo localizar numerosas zonas en las que reside nuestra capacidad emocional.
Uno de los más hallazgos más importantes de la neurociencia ha sido el de las neuronas espejo, las cuales se encuentran presentes en nuestros circuitos emocionales. Éstas son unas células cerebrales que cumplen la misión de reflejar en nuestro cerebro aquello que estamos observando.
Los hemisferios cerebrales. En términos generales podemos afirmar que nuestro hemisferio izquierdo domina la capacidad para reflexionar sobre las emociones mientras que en el hemisferio derecho el sistema límbico tiene más peso.
Aunque a nivel individual las diferencias cerebrales pueden llegar a ser abismales, se ha encontrado que en los hombres predomina una actividad cerebral ejecutiva en cuanto a las emociones, mientras que en las mujeres el sistema límbico ha adquirido más importancia.
Esto nos ayuda a apoyar la creencia popular de que el mundo femenino tiende a ser más emocional, entendiéndose así que las mujeres suelen tener mayor capacidad empática.
Sea como sea, la empatía puede ser desarrollada tanto por hombres como por mujeres de la misma manera. Es importante, por lo tanto, que alfabeticemos nuestro cerebro emocional y que nos esforcemos por mirar el mundo desde los ojos ajenos.
La importancia de la inteligencia emocional en todos los ámbitos de la vida es clave para que las personas
puedan tener una mejor relación consigo mismos y quienes les rodean, debido a que tendrán mayor
capacidad de comprender sus sentimientos y emociones, pudiendo aplicar la alteridad. Entendemos
la alteridad como el principio filosófico de "alternar" o cambiar la propia perspectiva por la del "otro".
Ver :