El Panel Intergubernamental sobre el Cambio
Climático de la ONU (IPCC) realizado en octubre 2018, dijo que sólo nos quedan
12 años para mantener el calentamiento global por debajo de los 1.5 grados
centígrados y así evitar toda una serie de efectos catastróficos que dañarán a
todas las naciones de mundo.
La advertencia es seria: se está acabando el
tiempo y las consecuencias son fuertes. Aumento de los niveles del mar,
inundaciones, incendios forestales, sequías y hambruna son sólo algunos de los
efectos que mencionan los expertos de más de 90 países que entregaron el
informe.
Existen muchos estudios sobre las consecuencias esperadas del cambio
climático en términos económicos, pero existe una brecha en las consecuencias
del cambio climático para el bienestar humano y la salud.
El calentamiento global es también una amenaza
para el cerebro
Según un estudio de investigadores de las Universidades Dalhousie, Ryerson y Toronto, publicado en la revista Ambio de setiembre 2019, para 2100, el
96% de la población mundial puede no tener acceso suficiente a un ácido graso
omega-3 esencial para el desarrollo del cerebro que se produce naturalmente.
El calentamiento global puede reducir la
disponibilidad de ácido docosahexaenoico (DHA), el ácido graso más abundante
que se encuentra en los cerebros de mamíferos, que tiene un papel crucial en
procesos como la neuroprotección, la supervivencia celular y la inflamación. A
pesar de que es necesario para el desarrollo neuronal y la salud, los humanos
no pueden producir suficiente DHA, por lo que dependen de obtener el nutriente
a través de una dieta de pescado y mariscos, y / o tomando suplementos.
Los investigadores desarrollaron un modelo
matemático para investigar la posible disminución del DHA disponible con
diferentes escenarios de calentamiento global. En la cadena alimentaria
acuática, el DHA es producido principalmente por algas y las reacciones
bioquímicas involucradas en el proceso son sensibles a ligeros cambios de
temperatura. Los autores descubrieron que si el calentamiento global continúa
sin cesar, la disminución de la producción de DHA combinada con el crecimiento
de la población podría llevar a que el 96% de la población mundial no tenga
acceso suficiente a DHA a partir de la producción pesquera nacional.
Las personas que viven en países con gran
producción pesquera y poblaciones relativamente bajas, como Groenlandia,
Noruega, Chile y Nueva Zelanda, aún podrían consumir la dosis recomendada de
100 mg por día. Por el contrario, los países más grandes de Asia oriental y
sudoriental (como China, Japón e Indonesia), junto con la mayoría de los países
de África, podrían pasar de producir un exceso de DHA a caer por debajo del
umbral de la dosis recomendada para 2100.
Según el modelo, el calentamiento global podría
provocar una pérdida del 10 al 58% de DHA disponible en todo el mundo en los
próximos 80 años. Una disminución en los niveles tendrá el mayor efecto en las
poblaciones vulnerables y en períodos de desarrollo humano, como fetos y niños,
y también puede afectar a los mamíferos depredadores, especialmente a los de
las regiones polares.
Para predecir la producción anual global de DHA
en cada una de las zonas de pesca de las Naciones Unidas, los autores
utilizaron datos de la base de datos del proyecto Sea Around Us, una iniciativa
que proporciona datos de pesca reconstruidos para respaldar las evaluaciones de
impacto de la pesca en los ecosistemas marinos. También utilizaron datos de las
Naciones Unidas para la captura mundial de la pesca continental y los datos de
producción acuícola.
Los aumentos de temperatura se predijeron
utilizando los escenarios de calentamiento global descritos en el Quinto
Informe de Evaluación (AR5) del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de
las Naciones Unidas (IPCC).
Los autores destacan que también es interesante
ver que las zonas de pesca de agua dulce mostraron mayores descensos en DHA que
las zonas marinas, debido a mayores aumentos de temperatura proyectados en agua
dulce que en los océanos. Por lo tanto, alertan que los cambios en la
disponibilidad de DHA pueden tener un mayor impacto en las poblaciones de
ciertas áreas del mundo, especialmente en África continental.
Cambio climático :
"Estrés adulto y ansiedad infantil"
Un estudio realizado por la Universidad Nacional de Australia, publicado
por el Instituto del Clima en mayo de 2019, "El estrés del adulto y la
ansiedad infantil": el cambio climático también podría tener un impacto en
la salud mental de las poblaciones.
El daño causado por el cambio climático no es solo físico. El pasado
reciente ha demostrado que los fenómenos meteorológicos extremos también
presentan graves riesgos para la salud pública, incluida la salud mental y el
bienestar de la comunidad.
Frente a los eventos climáticos (sequía, inundaciones) experimentados en
los últimos años por partes de Australia, el estudio encuentra que la agitación
y el sufrimiento causados por un evento extremo pueden persistir durante
años.
Una parte importante de las comunidades afectadas por tales episodios, hasta
uno de cada cinco, sufrirán los efectos del estrés, las lesiones emocionales y
la desesperanza.
Según la organización, el abuso del alcohol puede seguir los fenómenos
meteorológicos extremos y algunos estudios vinculan las olas de calor y las
sequías con índices más altos de suicidio.
Los niños parecen ser particularmente vulnerables a la ansiedad y la
inseguridad generadas por la incapacidad de los adultos para luchar contra el
cambio climático.
Este estudio nos ayudará a entender el "rostro humano" del cambio
climático.
Depresión, ansiedad ... ¿El
cambio climático afecta nuestra salud mental?
Los científicos de la Universidad de Berkeley y Stanford en un artículo,
publicado en la revista Science en
2013, establecieron la conexión entre los cambios de temperatura y el aumento
de la violencia.
Los científicos recopilaron datos de 60 estudios diferentes. Según ellos,
el cambio climático podría amplificar significativamente el conflicto humano.
Cuando el calor se desvía un grado de la normal estacional, la frecuencia de
violencia entre las personas aumenta en un 4% y la de los grupos aumenta en un
14%.
Una posible explicación es que las temperaturas inusuales interrumpen el
sueño. Tenemos un sistema de termo-regulación en el cerebro. Está bien
comprobado que cuanto más alta es la temperatura nocturna, la persona duerme menos bien. Ella estará menos descansada y por lo tanto más irritable. Existe un
vínculo entre el cambio climático y la salud mental. Un tema aún no tomado en
cuenta en las políticas de prevención. Sin embargo, los eventos naturales
extremos, que probablemente aumentarán en el futuro, no solo tienen
consecuencias físicas.
Impacto negativo en la
salud mental
Un estudio realizado por investigadores del Instituto
de Tecnología de Massachusetts, publicado en la revista científica Proceedings
of the National Academy of Sciences
de octubre 2018, ofreció nueva y abundante evidencia sobre el
impacto negativo en la salud mental de los cambios en el clima.
Estudios anteriores ya habían demostrado que el
aumento de las temperaturas puede alterar los patrones de sueño, empeorar los estados de ánimo y aumentar
el riesgo de suicidio.
Los científicos quisieron comprobar si las
temperaturas extremas también podían causar problemas de salud mental como el
estrés, la depresión o la ansiedad.
Analizaron datos sobre la salud mental de unos dos millones de personas
en Estados Unidos, recopilados por el Centro para el Control y Prevención de
Enfermedades entre 2002 y 2012.
Y el equipo comparó los datos de salud mental con los registros meteorológicos
durante el mismo período para analizar si había una relación entre los
fenómenos meteorológicos extremos y la salud mental de los participantes.
Podría describirse como la encuesta de
monitoreo de salud pública más grande del mundo. Recopilaron datos de unos dos
millones de personas durante una década.
El equipo de investigación analizó los datos de
tres maneras:
Las temperaturas más altas y las mayores tasas de precipitación coincidieron con los periodos de peor salud mental |
A continuación el equipo analizó los informes
meteorológicos y de salud mental durante cinco años en distintas ciudades, y
descubrieron que una subida de las
temperaturas de 1 grado estaba relacionado con un 2% de aumento de problemas de
salud mental.
Por último, el equipo examinó los informes de
salud mental de las personas afectadas por el huracán Katrina y los comparó con
los informes de personas en ciudades similares que no habían sido afectados por
el huracán. Las personas afectadas por Katrina tenían un 4 por ciento más de probabilidades de sufrir problemas mentales.
La gran pregunta que ahora queda por resolver es
el por qué de esta correlación. Esto
es muy importante, ya que la respuesta a estos problemas será muy distinta si
los efectos negativos de los aumentos de temperatura se deben a interrupciones del sueño o si las
temperaturas también influyen en la salud mental y el estado de ánimo por otros
medios.
Estar expuesto a condiciones meteorológicas
extremas puede producir estrés, y a esto a su vez conduce a una mala salud
mental. O puede que las altas temperaturas lleven a reducir comportamientos saludables como hacer ejercicio y dormir
bien, y esto sea lo que precipite los problemas mentales.
La preocupación por el cambio climático en sí
mismo, especialmente en aquellos que viven en zonas costeras, también podría
afectar el bienestar de las personas.
Los investigadores concluyen que no saben
exactamente por qué las altas temperaturas producen problemas de salud mental, pero
lo que está claro es que es un problema que afectará a cada vez más personas en el futuro.
La alteración del clima causa efectos más allá
del medio ambiente
Según un informe de la Asociación Americana de
Psicología y ecoAmerica, titulado “Salud Mental y Nuestro Clima Cambiante:
Impactos, Implicaciones y Orientación” y publicado en abril 2017, el cambio
climático también tiene un impacto
significativo en la salud mental.
El clima severo inducido por el cambio
climático y otros desastres naturales tiene los efectos más inmediatos sobre la
salud mental en forma de trauma y
conmoción debido a lesiones personales, pérdida de un ser querido, daño
o pérdida de bienes personales o incluso pérdida de sustento, según el informe.
El terror, la ira, la conmoción y otras emociones negativas intensas que pueden
dominar la respuesta inicial de las personas pueden eventualmente desaparecer,
solo para ser reemplazadas por el trastorno de estrés postraumático.
Los cambios climáticos afectan a la
agricultura, la infraestructura y la habitabilidad, lo que a su vez afecta a
las ocupaciones y a la calidad de vida y puede obligar a las personas a
emigrar. Estos efectos pueden llevar a la pérdida de la identidad personal y profesional, de estructuras de
apoyo social, de un sentido de control y autonomía y otros impactos en la salud
mental, como sentimientos de impotencia, miedo y fatalismo.
Los altos niveles de estrés y ansiedad también
están relacionados con efectos en la salud física, como un sistema inmunológico debilitado. La
preocupación por los impactos reales o potenciales del cambio climático puede
llevar al estrés que se puede acumular con el tiempo y eventualmente conducir a
problemas relacionados con el estrés, como el abuso de sustancias, trastornos
de ansiedad y depresión, según una investigación revisada en el informe.
El cambio climático también tiene repercusiones
en la salud mental a nivel comunitario.
Tanto los cambios agudos como los de largo plazo han demostrado elevar la
hostilidad y la agresión interpersonal e intergrupal, y contribuir a la pérdida
de la identidad social y la cohesión, según este documento. Algunas comunidades
desfavorecidas, como las comunidades indígenas, los niños y las comunidades que
dependen del entorno natural pueden experimentar impactos desproporcionados en
la salud mental.
La clave para combatir los posibles efectos
psicológicos negativos del cambio climático, según los autores del informe, es la construcción de resiliencia.
Incluye una sección dedicada a ofrecer orientación para ayudar a los
profesionales en el apoyo y la promoción de la salud mental de las personas y
las comunidades y respaldarlas para formar resistencia psicológica. Una
recomendación es guiar a las personas a apoyar y mantener sus redes sociales. La
capacidad personal de los individuos para soportar el trauma aumenta cuando
están conectados a sus redes 'off line' y 'on line'.
Los investigadores han encontrado que los
niveles más altos de apoyo social
durante y en las secuelas de un desastre están asociados con menores tasas de angustia psicológica.
El informe también enfatizó que la adopción de políticas respetuosas con el medio ambiente
y las opciones de estilo de vida pueden tener un efecto positivo en la salud
mental. Por ejemplo, la elección de ir en bicicleta o caminando al trabajo se
ha asociado con menores niveles de estrés. Si caminar o ir en bicicleta al
trabajo es poco práctico o inseguro, el uso del transporte público se ha
vinculado con un aumento en la cohesión de la comunidad y una reducción de los
síntomas de depresión y estrés, según el informe.
Además, la mayor accesibilidad a los parques y otros espacios verdes
podría beneficiar a la salud mental, ya que se ha demostrado que el pasar más
tiempo en la naturaleza reduce los niveles de estrés y disminuye las
enfermedades relacionadas con el estrés, independientemente del estatus
socioeconómico, la edad o el sexo.
El aire contaminado cuadruplica las
posibilidades de desarrollar depresión en adolescentes
Según un estudio realizado por científicos del King's College de Londres,
publicado en la revista Psychiatry
Research en febrero de 2019, los niños de 12 años expuestos al aire rico en
partículas finas y dióxido de nitrógeno tendrían de 3 a 4 veces más riesgo de
desarrollar depresión a los 18 años.
La contaminación del aire puede causar una reacción inflamatoria en el
cerebro, que se desarrolla a esta edad, lo que más tarde provocaría trastornos
mentales.
Los científicos dijeron que sus hallazgos son
particularmente significativos porque el 75% de los problemas de salud mental
comienzan en la infancia o la adolescencia, cuando el cerebro está creciendo
rápidamente. Su investigación también sugiere un vínculo entre el aire tóxico y
el comportamiento antisocial.
El estudio combina el seguimiento de un grupo
de niños en Londres con datos muy avanzados sobre los niveles de contaminación
del aire. De los 284 niños estudiados, los que vivían en el 25% de las áreas
más contaminadas a los 12 años informaron de tres a cuatro veces más depresión
a los 18 años, en comparación con los que vivían en el 25% de la mayoría menos
contaminado. En comparación, trabajos anteriores han demostrado que los niños
que sufren abuso físico tienen una vez y media más probabilidades de
desarrollar trastornos depresivos.
Los contaminantes del aire pasan al cerebro y causan
inflamación. Las
partículas contaminantes son lo suficientemente pequeñas como para atravesar la
barrera hematoencefálica y existen grandes conexiones entre la inflamación en
el cerebro y el desarrollo de síntomas depresivos. Los niños y Los adolescentes
son particularmente vulnerables. Sus cerebros se están desarrollando, las
hormonas están cambiando tremendamente y están expuestos a muchas cosas
estresantes, como formar su relación con el mundo, así como los exámenes y la
búsqueda de empleo.
Comportamiento antisocial de los adolescentes
multiplicado por cinco. El aumento en el riesgo de comportamiento antisocial fue de tres a cinco
veces mayor entre los niños que crecieron en la mayor contaminación del aire. Los
investigadores tomaron en cuenta otros factores que podrían afectar la salud
mental, como los antecedentes familiares de enfermedades mentales, el nivel de
ingresos, la intimidación y los hábitos de fumar. También observaron los
niveles de ansiedad y TDAH, pero no encontraron ningún vínculo con la
contaminación del aire.
* *
*
Calor y cerebro
La temperatura corporal
Los seres humanos somos homeotermos. Para que nuestro cuerpo
funcione bien, necesitamos que mantenga su temperatura constante independientemente de la temperatura
exterior. Y teniendo en cuenta que el ser humano habita todo el planeta, de los
polos al ecuador, las variaciones a las que se somete son muy importantes.
En condiciones de salud y con una actividad
moderada, la temperatura interna del cuerpo varía menos de 0’6°C al día, entre 36’7 y 37°C en mayoría de las
personas. Mientras que la temperatura ambiental puede variar muchos grados.
Sin un sistema aislante eficaz, nuestro cuerpo perdería calor hasta igualar su temperatura a la del exterior y no podría funcionar correctamente. La piel, el tejido subcutáneo, pero sobre todo la grasa garantizan este aislamiento: por cada milímetro de grosor de grasa podemos “resistir” 1’5°C menos de temperatura exterior. Con nuestro “traje natural”, desnudos, podemos conservar el calor interior del cuerpo (36’7-37°C) y la piel a temperatura muy similar a la del exterior. En una persona sana, el funcionamiento normal del cuerpo genera calor.
Esquema del metabolismo humano |
Sin un sistema aislante eficaz, nuestro cuerpo perdería calor hasta igualar su temperatura a la del exterior y no podría funcionar correctamente. La piel, el tejido subcutáneo, pero sobre todo la grasa garantizan este aislamiento: por cada milímetro de grosor de grasa podemos “resistir” 1’5°C menos de temperatura exterior. Con nuestro “traje natural”, desnudos, podemos conservar el calor interior del cuerpo (36’7-37°C) y la piel a temperatura muy similar a la del exterior. En una persona sana, el funcionamiento normal del cuerpo genera calor.
El metabolismo,
proceso muy complejo de reacciones químicas por el que transformamos los
alimentos en estructuras corporales y energía para funcionar, produce calor de forma continua.
Durante el crecimiento, con el ejercicio, si
padecemos una enfermedad inflamatoria o estamos nerviosos, el metabolismo se
acelera y aumenta la producción de calor.
Regulación de la temperatura corporal
Por suerte, estamos dotados de mecanismos
eficaces para liberar este calor.
La radiación es el más importante. El 60% del enfriamiento corporal diario
corre a cargo de la radiación. La sangre fluye desde lo más profundo de nuestro
cuerpo a la piel, y lleva – conduce – el calor con ella. Cuanto más rápido
circule la sangre por la piel, más calor perdemos porque lo irradiamos.
Para regular el paso de la sangre hacia la
piel, y con ello la pérdida de menos o más calor, los vasos se contraen – conducen
menos calor – o se dilatan – permiten pasar más calor –. Los receptores de
temperatura de la piel informan al cerebro de la temperatura exterior. La
información se analiza en una zona específica del hipotálamo que actúa a modo
de “termostato” y, a través del sistema nervioso simpático, manda a los vasos
sanguíneos que se contraigan o se dilaten.
La conducción contribuye mucho menos en
nuestro “enfriamiento”. Solo un 3%
del calor se libera por contacto directo de la piel con los objetos. Al
pasarles nuestro calor los calentamos hasta igualar la temperatura con ellos, convirtiéndolos
así en un aislante más que deja de enfriar enseguida.
La convección es una forma especial de
conducción. Si el aire (“objeto” gaseoso) está más frío que la piel, se
calienta de forma inmediata e iguala nuestra temperatura. Pero si hay
corriente, el aire se mueve a nuestro alrededor y se “renueva”, estaremos
pasándole calor de forma continua. De esta manera podemos llegar a perder hasta
el 12% del calor corporal. Cuando
la conducción se produce en el agua es mucho más intensa, y la pérdida de calor
es mayor.
La evaporación nos permite eliminar
hasta el 20% del calor sobrante.
La evaporación es la pérdida de agua, en forma de vapor, a través de la piel y
los pulmones. No nos damos ni cuenta, pero de esta manera se pierden unos 600 ml
de agua al día, aproximadamente 384 calorías, hagamos lo que hagamos, no se puede
regular.
La sudoración se añade a esta forma
insensible de pérdida de calor, una forma especial de evaporación que sí puede
regularse. Y aquí interviene de nuevo el hipotálamo y el sistema simpático. Al
sudar, la piel queda cubierta de agua que al evaporarse la enfría. Pero si la
temperatura y la humedad del ambiente son elevadas, el sudor no se evapora y el
calor en vez de disminuir aumenta, por eso soportamos mejor los climas de calor
seco.
Cómo nos afecta el calor excesivo
En circunstancias normales las personas sanas
tienen un excelente mecanismo de regulación de la temperatura corporal. Pero
cuando hace mucho calor nos afecta y hay riesgo de que nuestra termo-regulación
se vea desbordada.
Estamos más cansados
Por un lado aparece insomnio. El hipotálamo
regula los ciclos de sueño y de vigilia, para ello se guía por estímulos
externos, como la luz y la temperatura, que indican al cerebro cuando debe
inducirse el sueño.
El calor excesivo altera esta regulación normal
del sueño. Nos cuesta dormirnos y
nos despertamos muchas veces a lo largo de la noche – sueño fragmentado –, así que nuestro cerebro ve interrumpidas las funciones
que debe realizar durante la noche y no puede completarlas. Por el día sufrimos
las consecuencias del mal descanso nocturno, disminuye nuestro rendimiento y
empeora la calidad de vida.
Por otro lado, el calor disminuye la propagación del impulso nervioso y la contracción de
los músculos genera más calor corporal. Así que el cerebro recibe señales de
fatiga que nos producen esa sensación de cansancio y falta de ganas tan
característica en verano.
A todo lo anterior se suma la pérdida de agua. Por la evaporación
cutánea y respiratoria, y por supuesto por la sudoración. Incrementando la
somnolencia, la fatiga muscular y favoreciendo la acumulación de toxinas en el
organismo.
Golpe de calor
Cuando las condiciones climáticas son extremas,
altas temperaturas con elevado porcentaje de humedad, los mecanismos que
mantienen la temperatura corporal pueden verse desbordados, aún en personas
sanas.
Si la temperatura interna alcanza los 40°C los tejidos se lesionan y sufren daños irreversibles, lo que se conoce como golpe de calor. El hipotálamo pierde su capacidad reguladora, disminuye la vasodilatación y la sudoración, y el cuerpo no puede liberar el exceso de calor manteniendo una temperatura peligrosamente elevada.
Se alteran las funciones cerebrales, aparecen
dolores de cabeza, la persona está confusa y aletargada, siente nauseas,
vértigo y calambres musculares. Los tejidos se lesionan por aparición de
hemorragias locales en el cerebro, los riñones y el hígado. Las secuelas suelen
ser irreversibles. Si no se hace
nada la temperatura corporal sigue aumentando y causa la muerte.
Salud mental y bienestar
Es importante tener en cuenta el daño colateral
que provoca el cambio climático en la salud mental. Los efectos van desde un
estrés mínimo – aceptable – y síntomas de distrés – cuando el estrés empieza a
ser nocivo – a los desórdenes clínicos, como ansiedad, depresión, estrés
post-traumático y tendencias suicidas.
Dichos efectos raramente se dan solos, sino que
se combinan con otros estresores ambientales y sociales. La interacción y
efecto acumulativo son factores críticos para la salud mental. Algunos
individuos se recuperan, pero otros entran en una espiral de disfunción
psicológica crónica, especialmente si viven en zonas donde se hace más palpable
el efecto del cambio climático o sus episodios puntuales en forma de desastres
naturales.
El tratamiento farmacológico de ciertas
dolencias mentales aumenta la vulnerabilidad de los pacientes al estrés térmico
(algunas medicaciones inhiben la función de termo-regulación corporal).
Algunos de los contaminantes como el plomo y el
mercurio, así como las partículas finas en suspensión, afectan al cerebro.
Eco-Ansiedad. Una especie de depresión climática, esta
nueva categoría de trastorno mental ha sido conceptualizada por la
investigadora belga-canadiense Véronique Lapaige. Todos los problemas de
evolución conducen al temor de no ser adaptados, crea ansiedades masivas. Este
blues parece más presente en los jóvenes.
Recomendación sanitaria. Una es la prevención primaria, ir
a la raíz del problema: reducir las emisiones de carbono. Y tenemos que
prepararnos para adaptarnos a un entorno diferente. Incluso si mañana cerramos
el grifo de las emisiones de gases de efecto invernadero, las temperaturas
subirán y el patrón de lluvias cambiará.
Por ahora, la literatura científica muestra que
las personas mayores, los niños, las mujeres embarazadas y las personas que ya
padecen problemas de salud se encuentran entre las más vulnerables. La
ubicación geográfica y las desigualdades socioeconómicas también influyen.
Existe una falta relativa de estudios a largo
plazo y una dificultad para comparar los grupos afectados con los grupos de
"control" para evaluar otros factores involucrados.
Cambio climático: Qué se puede hacer para
evitar el calentamiento global
Utilizar el transporte público
* Caminar o andar en bicicleta o usar el
transporte público, en lugar del auto reducirá las emisiones de carbono.Y,
también lo mantendrá en forma.
* Usar
un vehículo eléctrico y elegir el tren en lugar del avión para los viajes.
* Cancelar un viaje de negocios y utilizar, en
cambio, las videoconferencias.
Ahorrar energía
* Poner la ropa húmeda al sol en lugar de
utilizar secadoras y tratar de ahorrar al máximo electricidad.
* Usar temperaturas más altas para enfriar las
habitaciones o más bajas para calentarlas.
* Aislar el techo de la casa para evitar la
pérdida de calor durante los inviernos.
* Apagar y desenchufar los aparatos
electrodomésticos cuando no estén en uso.
* Adoptar una fuente de energía renovable para
algunas de las necesidades del hogar, como los calentadores solares de agua.
Tratar de consumir menos carne
La producción de carne roja lleva a un número
significativamente mayor de emisiones de gases de efecto invernadero que la de
pollo, frutas, verduras y cereales.
* Comer menos carne y
tratar de consumir más verduras y frutas.
* Reducir el consumo de productos lácteos ya
que conllevan emisiones de efecto invernadero como resultado de la producción y
el transporte.
* Comprar más alimentos de temporada de origen
local.
Reducir y reutilizar... incluso el agua
Nos han hablado de los beneficios del reciclaje
una y otra vez a lo largo de nuestras vidas. Pero lo cierto es que el
transporte y procesamiento de los materiales para el reciclaje también conlleva
la emisión de dióxido de carbono.
* Reducir los desechos y tratar de reutilizar
los materiales ya usados, puede marcar un cambio.
* Lo mismo ocurre con el agua. Una alternativa
es la recolección de agua de lluvia.
Informar y educar a los demás
* Reunirnos con nuestros vecinos para compartir
alternativas y educarnos mutuamente en cómo establecer una vida comunitaria
sostenible.
* Crear "redes compartidas" que
puedan ayudar a agrupar recursos, como cortadoras de césped o herramientas de
jardín, y lograr así un nivel de vida más ecológico.
Todos estos cambios, cuando son practicados
todos los días por miles de millones
de personas, permitirán un desarrollo
sostenible casi sin impacto en su bienestar
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