El estrés y la ansiedad de la madre pueden tener repercusiones significativas sobre la salud mental infantil
Según la Asociación Norteamericana del Embarazo, el 10 a 20 por ciento de todas las mujeres experimentan algún nivel de depresión durante el embarazo, que es un trastorno anímico (igual a la depresión sin estar embarazada) e implica cambios en la química del cerebro. Los cambios hormonales durante el embarazo pueden empeorar la depresión y de hecho, incluso pueden ser una causa de la depresión en sí para una mujer embarazada.
El estrés se genera
cuando la persona identifica que las demandas del medio ambiente exceden su
capacidad de adaptación, produciendo diversos cambios psicológicos y biológicos
que originan un intento de su organismo por re-establecer el equilibrio
homeoestático, es decir el balance interno que el cuerpo debe mantener para
asegurar su salud.
El bebé percibe desde el
interior de su madre las sensaciones que le vienen del mundo externo y diversos
estudios han revelado las consecuencias negativas que pueden ocasionar al niño
inconvenientes en el futuro y que tienen que ver con el primer periodo de
embarazo.
Muchas mamás, al
enterarse de su estado, pasan por diversas etapas debido a diversos factores,
ya sea la edad, la condición económica, la situación sentimental o el momento
personal por el que están pasando, o el simple nerviosismo de convertirse en
madre, y sufren grandes periodos de estrés que podrían afectar de manera directa
al feto.
Estudios sobre el efecto del estrés y la ansiedad en el embarazo
Los primeros estudios
sobre el efecto del estrés y la ansiedad en el embarazo se centraron en
observar las consecuencias del estrés en los resultados obstétricos. Las
mujeres con acontecimientos vitales estresantes durante el primer trimestre del
embarazo tienen un mayor riesgo de tener un aborto espontáneo o de que su hijo
tenga alteraciones congénitas por una alteración del desarrollo de la cresta
neural, como por ejemplo el labio leporino. Los efectos más conocidos del
estrés materno son el parto prematuro y bajo peso. En general, el hallazgo más
repetido es que la ansiedad materna prenatal favorece el parto prematuro.
Los principales estudios
prospectivos sobre el efecto de la ansiedad materna en la conducta infantil han
observado una asociación muy significativa entre la ansiedad materna en el
tercer trimestre y las alteraciones de conducta y problemas emocionales en la
primera infancia. Hay una relación directa entre el estado de ánimo materno y
la conducta fetal observada en ecografías a partir de la semana 27 o 28 de la
gestación. Más de catorce estudios prospectivos independientes han hallado una
relación entre la ansiedad materna prenatal y alteraciones cognitivas,
conductuales y emocionales en los hijos. Esta relación persiste tras controlar
el efecto de la depresión posparto y de otras variables del embarazo y
puerperio.
El
estudio ALSPAC (Avon
Longitudinal Study of Parents and Children), realizado en 2002, ha sido el
estudio de seguimiento más importante por su magnitud y que ha confirmado el
efecto duradero que tiene la ansiedad en el embarazo sobre el desarrollo
del niño. Se trata del seguimiento de una cohorte de embarazadas del condado
británico de Avon desde el año 1992.
Se verificó que la ansiedad materna en la semana 32 predecía problemas graves de
conducta en niños. En los niños la ansiedad materna prenatal se asoció con
hiperactividad y déficit de atención a los cuatro años. A los seis y siete años
los niños de madres que habían tenido ansiedad en el tercer trimestre seguían
mostrando más problemas de conducta y alteraciones emocionales después de
controlar el efecto de los aspectos obstétricos, psicosocial y ansiedad y
depresión posparto. El efecto a los 7 años era similar al observado a los 4
años, lo que concuerda con el efecto prolongado observado en los estudios de
animales.
Concluyen que hay
evidencia del efecto programación del estrés prenatal en el desarrollo del feto
que dura al menos hasta la mitad de la infancia. Además se observó que el
efecto de la ansiedad materna es diferente en distintos momentos del embarazo,
así niveles altos de ansiedad materna en la semana 18 se asocian con una mayor
incidencia de zurdos o problemas de lateralidad independientemente de otros
factores, lo que sugiere que probablemente haya diferentes mecanismos
patogenéticos en distintos momentos del embarazo. Esto es consistente con el
hallazgo de que en el feto humano el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HHS)
no comienza a funcionar hasta la mitad del embarazo.
En el estudio de Avon la
ansiedad prenatal predecía fuertemente problemas por igual en las tres áreas:
hiperactividad, problemas emocionales, trastornos de conducta, incrementándose
en un 60% el riesgo de problemas severos.
Programación
fetal
La hipótesis de la
programación fetal o hipótesis de Barker (el primer investigador en apuntar
este concepto) establece que la estructura y función de diversos órganos y
tejidos se “programan” o se ven alterados de forma permanente en respuesta a
ciertos estímulos o agresiones durante períodos críticos del desarrollo fetal.
Así, por ejemplo, el tamaño pequeño al nacer o en la infancia se asocia con una
mayor propensión a sufrir efectos adversos en la edad adulta (colesterol,
diabetes, hipertensión arterial, entre otros).
Cuando la madre tiene que
hacer frente a importantes peligros (que le producen estrés intenso), el bebé
es programado para nacer en un mundo lleno de peligros. El estado de
hipervigilancia, caracerizado por rápidos cambios en la atención del niño,
podría ser una respuesta adaptativa en un ambiente lleno de peligros.
Implicaciones de la teoría de la programación
Las investigaciones más
recientes demuestran que el estrés y la ansiedad de la madre pueden además
tener repercusiones significativas sobre la salud mental infantil. En concreto
parece probable que la ansiedad materna en la segunda mitad del embarazo puede
producir cambios persistentes en el sistema de adaptación al estrés del niño – a nivel del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal – cambios que lo harán más
vulnerable e incrementarán considerablemente el riesgo de que padezca
trastornos de conducta, emocionales o de hiperactividad. Este hallazgo por si
mismo confirma la necesidad de prevenir, diagnosticar y tratar precozmente los
trastornos de ansiedad en el embarazo.
El desarrollo del sistema
límbico y el cortex prefrontal también parecen ser afectados por la ansiedad
prenatal y el estrés. Todo esto parece apoyar la hipótesis de la programación
fetal, según la cual algunas estructuras cerebrales como el hipotálamo o la hipófisis
quedarían programadas para la vida adulta en algunas semanas críticas del
tercer trimestre del embarazo: el estrés materno en dichas semanas podría tener
consecuencias imborrables por lo tanto. La magnitud del efecto a largo plazo de
la ansiedad prenatal es sustancial. Por todo ello es necesario desarrollar
programas de intervención destinados a prevenir y disminuir el estrés y
ansiedad de las madres embarazadas así como a la detección y tratamiento precoz
de dichos cuadros.
Otro aspecto a tener en cuenta
es la evolución y la continuidad de los cuadros de ansiedad en el puerperio.
Las mujeres con ansiedad en el embarazo tienen tres veces más probabilidad de
tener síntomas depresivos intensos en el puerperio. Tener un trastorno de ansiedad
en el embarazo incrementa las posibilidades de tener una depresión posparto,
por lo cual conviene que estas madres reciban un seguimiento psicológico
estrecho en las primeras semanas del puerperio.
La otra implicación de la
teoría de la programación fetal tiene que ver con el modo de cuidado de los
recién nacidos prematuros. Si existe un período crítico en el que se “programa”
la adaptación futura del bebé en el tercer trimestre del embarazo resulta vital
acondicionar el cuidado de los prematuros de manera que sean atendidos con el
mínimo estrés posible. En este sentido los estudios realizados con el método
madre canguro son reveladores: los prematuros separados de sus madres presentan
niveles de glucocorticoides en la sangre hasta 10 veces mayores que si permanecen
piel con piel junto a sus madres.
Conociéndose los efectos altamente neurotóxicos para el bebé de las hormonas del estrés en el tercer trimestre del embarazo resulta urgente remodelar los servicios de neonatología para que en todos ellos se instaure la metodología madre canguro, tal y como recomienda la Organización Mundial de la Salud.
Conociéndose los efectos altamente neurotóxicos para el bebé de las hormonas del estrés en el tercer trimestre del embarazo resulta urgente remodelar los servicios de neonatología para que en todos ellos se instaure la metodología madre canguro, tal y como recomienda la Organización Mundial de la Salud.
Influencia del estrés materno
prenatal en el desarrollo psicofísico del bebé
Diversas investigaciones
sugieren un vínculo entre el estrés prenatal y el impacto en el temperamento,
desarrollo cognitivo y motor del niño.
La investigación fue
realizada por expertos de las universidades de Cardiff en el Reino Unido; de
Free, Radboud y Leiden, en los Países Bajos. Se trató de un estudio prospectivo
longitudinal cuyo objetivo era investigar la relación entre indicadores de
estrés prenatal materno, resultados de los niños al nacer y el temperamento
infantil.
El estudio de la
Universidad de Utrecht incluyó a 158 embarazadas del Departamento de
Obstetricia del Centro Médico Universitario de Utrecht en Holanda, entre enero
de 1999 y agosto del 2000, que fueron evaluadas desde las semana 15 del
embarazo en sucesivas ocasiones y a lo largo de los primeros meses de vida del
bebé.
En estas mujeres se
examinaron las asociaciones entre las concentraciones plasmáticas de cortisol,
índices de estrés y ansiedad maternos, cortisol en el líquido amniótico y el
temperamento infantil a los 3 meses de edad. Este ha sido uno de los pocos
estudios donde simultáneamente valoran el papel del cortisol materno y del
líquido amniótico en los resultados al nacer y el desarrollo emocional del
niño.
El cortisol es una hormona esteroidea, o glucocorticoide, producida por la glándula suprarrenal.
El cortisol es una hormona esteroidea, o glucocorticoide, producida por la glándula suprarrenal.
Se encontró una relación
significativa entre el miedo al parto, el miedo a tener un hijo enfermo y el
estrés percibido con la disminución de la afectividad en los lactantes a los 3
y 8 meses.
Entre los resultados
aportados por este estudio se encuentra la relación del cortisol materno con el
cortisol amniótico, lo cual fue asociado con un bajo peso al nacer. El peso al
nacer predice en los niños miedo y estrés a los 3 meses de edad. El efecto
negativo del estrés materno durante el embarazo fue más visible a los 8 meses
de vida que a los 3. Es a esa edad cuando comienzan a mostrar interés en el
mundo que les rodea.
Teniendo en cuenta estos
resultados y los estudios previos, es importante profundizar sobre todos los
posibles efectos perjudiciales del estrés materno sobre el desarrollo
psicofísico del bebé recién nacido y las consecuencias en la infancia.
El estrés prenatal afecta
al patrón de sueño del futuro bebé
Un estudio realizado por
investigadores del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Rochester,
en Nueva York en 2009 muestra la posible
relación entre la depresión que puede sufrir la futura mamá y los patrones de
sueño del futuro bebé durante sus primeros años. Al parecer, estos
problemas afectan a los niños alterándoles el patrón de sueño y creándoles
problemas para conciliarlo.
Existe una relación entre
las hormonas resultantes de sufrir estrés, ansiedad, etc., con el desarrollo
del cerebro del futuro bebé, estas hormonas serían las responsables de que unos
bebés tengan más problemas que otros para dormir adecuadamente.
Los datos se recopilaron
a partir de una encuesta realizada sobre más de 14.000 mujeres que respondieron
un cuestionario sobre los síntomas de ansiedad y depresión durante y después
del embarazo y sobre los hábitos de sueño de sus bebés a los seis, a los 18 y a
los 30 meses de edad.
De las encuestas se
desprendió una clara relación entre los patrones de sueño más negativos de los
bebés y los problemas depresivos sufridos por las madres. Esta investigación
abre nuevas vías para esclarecer con más determinación por qué unos bebés
duermen mejor que otros.
Los investigadores lo
atribuyen al incremento de las hormonas del estrés, que pasan de la madre al
feto a través de la placenta, que pueden cambiar el desarrollo cerebral del
bebé, modificándoles los patrones de sueño los primeros meses. Los trastornos
del sueño en la infancia se asocian a un incremento del riesgo de problemas de
conducta en la adolescencia.
El estrés prenatal pone
en riesgo al bebé
Un estudio (2010) de la
Universidad Médica Anhui reveló
que el estrés prenatal pone en riesgo
al bebé cuando el embarazo ya se ha completado, y cabe la posibilidad de
que, en el momento de dar a luz, las madres reciban un bebé muy prematuro o con
bajo peso,
Según el análisis de los
profesionales a cargo del estudio, la clave estaría en el momento en el que se
registró el estrés durante el embarazo. Los riesgos de tener bebés prematuros
se duplicaron en las participantes que fueron expuestas a experiencias
estresantes en el primer y segundo trimestre de embarazo.
El equipo, dirigido por
el doctor Peng Zhu realizó un análisis sobre un total de 1800 mujeres
embarazadas durante el año 2008 que respondieron sobre su situación emocional,
económica, sentimental y vivencias traumáticas.
Al concluir las
gestaciones, se registraron 96 partos
prematuros y 55 bebés con bajo peso en el momento de
nacer, demostrando que aquellas mujeres que habían admitido haber estado bajo
situaciones de estrés en el periodo de embarazo dieron al mundo bebés con
inconvenientes. El parto prematuro fue más común en las mujeres que
habían sufrido estrés en el primer y segundo trimestre de gestación, pero no en
el tercero. Los bebés que nacieron con bajo peso recibieron estrés desde el
vientre materno en el primer trimestre de embarazo, en lugar de en el segundo o
el tercero.
Estrés
prenatal tendría efectos sobre las estructuras cerebrales del bebé
Según un estudio del Instituto
Universitario de Salud Douglas Mental y de la Universidad McGill, en Canadá,
publicado en Journal of American Academy
of Child and Adolescent Psychiatry, los hijos de mujeres expuestas a estrés
moderadamente grave en el embarazo sufrirían las consecuencias en su desarrollo
intelectual.
El estudio evaluó el
desarrollo intelectual y del lenguaje de 89 niños de 5 años, cuyas madres
habían estado embarazadas durante una tormenta de nieve en Quebec en enero 1998,
que dejó sin electricidad a millones de personas durante seis semanas. Los
autores hallaron que el desarrollo del lenguaje y el coeficiente intelectual
verbal tendían a ser más bajos en los hijos de las mujeres que más estrés
habían sufrido durante la tormenta, lo que equivalía a pasar más días sin
electricidad, tener que vivir en un refugio o, por ejemplo, haber perdido el
trabajo.
Los autores precisaron
que los resultados sugieren que el estrés prenatal tendría efectos de largo
plazo sobre las estructuras cerebrales del bebé, en especial en las
relacionadas con el lenguaje y las habilidades verbales.
Se sospecha que la
exposición a altos niveles de estrés prenatal habría alterado el
neurodesarrollo fetal, lo que influiría en la manifestación de las habilidades
neuroconductuales de los niños en la niñez temprana. Los autores agregaron que
los desastres naturales más graves, como el huracán Katrina o el tsunami asiático
en el 2004, habrían afectado gravemente a las embarazadas y, potencialmente, a
sus hijos. Concluyeron que se necesitan más estudios para confirmar que ese
tipo de estrés prenatal puede "programar" el desarrollo del cerebro
fetal.
El estrés de las embarazadas
pasa a sus hijos a través de la placenta
En un estudio publicado
por investigadores de la Universidad de Pennsylvania en The Proceedings of the National Academy of Sciences en marzo 2013, sugieren que si una madre está expuesta al estrés durante el
embarazo, su placenta traslada esa experiencia a su feto lo que afecta el
desarrollo del cerebro masculino y femenino de manera diferente.
Según los investigadores,
si la madre sufre estrés durante el
embarazo, la placenta traslada su experiencia al feto mediante la alteración de
los niveles de una proteína que afecta al desarrollo del cerebro.
El equipo experimentó con
ratones hembras durante la primera semana de su embarazo buscando un
biomarcador que demostrara una diferencia en la expresión genética entre los
hijos de madres estresadas y sin tensión. Los analistas sometieron a un grupo
de esas ratas a tensiones moderadas, como el olor del zorro o ruidos poco
familiares, y el otro grupo de roedores preñados no fue expuesto a ningún
estímulo o alteración. Las ratas expuestas a tensiones durante el embarazo
dieron a luz a machos que habían aumentado las reacciones al estrés.
Se encontró en las
placentas un gen ligado al cromosoma X que codifica la enzima ligada a
O-N-acetilglucosamina transferasa (OGT), que podría ser el biomarcador que
señala al feto cuándo su madre se estresa.
Las placentas de hijos
varones tenían menores niveles de OGT que las de la descendencia femenina, y
también las placentas de las madres estresadas poseían niveles más bajos que
las de sus contrapartes no alteradas.
Los resultados sugieren
que la enzima OGT puede estar actuando para proteger el cerebro durante la
gestación, pero que los machos, que tienen menos de esta enzima protectora
desde el inicio, los pone en un mayor riesgo de desarrollo neurológico anormal
si la madre está estresada durante el embarazo.
Según
los autores de la investigación, la proteína identificada podría servir como
biomarcador para la detección precoz de problemas de desarrollo neurológico en
bebés de nuestra propia especie.
Estos hallazgos sugieren
que el estrés materno podría estar relacionado con enfermedades vinculadas al
desarrollo neuronal, como el autismo y la esquizofrenia, que afectan a los
varones con más frecuencia o más severamente que a las mujeres.
Si el estado de OGT como
un biomarcador de exposición a estrés prenatal y mayor riesgo de problemas de
desarrollo neurológico se confirma en humanos, podría ayudar a detectar de
forma temprana a las personas vulnerables.
Relación entre estrés
prenatal y asma en los niños
El asma es la enfermedad
crónica más frecuente en niños, casi uno de cada 10 lo sufre. Estas crisis
pueden ser causadas por efectos psicológicos o emocionales, sin embargo,
estudios recientes demuestran que también existe una estrecha relación
entre la ansiedad de las madres y el desarrollo temprano de sus sibilancias.
Investigadores del Departamento de Salud Medioambiental de la Universidad de Harvard, en un articulo publicado en
la revista American Journal of Respiratory and Critical Care en 2012, demostraron que cuando las
madres padecen estrés tanto en el embarazo como después del parto, los niños
tienen más problemas respiratorios, especialmente en aquellas madres que
no estaban sensibilizadas a ningún alérgeno durante el embarazo.
Los científicos se
centraron en evaluar el efecto del estrés desde antes del nacimiento del bebé. El
equipo de investigadores analizó a casi 6000 mujeres embarazadas o en periodo
de lactancia. A estas mujeres se les realizaron diferentes tests para evaluar
su grado de ansiedad, después de esto, fueron separadas en 4 grupos según su
grado.
Después de un seguimiento
se pudo comprobar que un 13% de los niños padecieron asma. Este porcentaje
aumenta a un 17% si la madre estuvo estresada a partir de la semana 32 de
embarazo y disminuye a un 14% en aquellas que lo estuvieron en las 18 semanas.
La relación entre el asma y el estrés aumenta aún más a mayor grado de
ansiedad.
Los científicos
explicaron que el estrés prenatal conduce a la interrupción del eje
hipotálamo-hipófisis – que controla las hormonas relacionadas con las funciones
del organismo – y el sistema inmunológico. Estos cambios llevan a una
inflamación en las vías respiratorias y una hiperactividad bronquial.
El estrés prenatal :
posible factor de riesgo para la obesidad de los hijos
Según un estudio,
publicado por investigadores de la Universidad de Navarra en la revista Stress
en abril de 2013, el estrés de la madre durante el embarazo, debido a causas
socioeconómicas o psicosociales, se asocia con el desarrollo de patologías
relacionadas con la obesidad en la edad adulta.
El ritmo acelerado que
caracteriza a la sociedad produce una elevación de la tasa de estrés en la
población y este aumento, paralelo a las tasas de obesidad, hace necesario el
análisis de la interacción entre estos dos factores, que no sólo afectan a la
edad adulta.
El objetivo del trabajo
fue determinar en ratas adultas el efecto de un estrés crónico moderado durante
la última semana del desarrollo embrionario en los cambios fenotípicos,
bioquímicos y hormonales.
La conclusión a la que
llegaron los científicos es que el estrés prenatal podría aumentar las
posibilidades de padecer de obesidad y otros padecimientos asociados, como la
diabetes. Es decir que, si estos animales tuvieran una dieta rica en calorías
en su adultez, su producción de grasa corporal sería mayor a la de un animal
que no padeció el estrés de su madre durante el embarazo.
Los resultados del
estudio indican que una vida saludable durante el embarazo no consiste
únicamente en una buena alimentación, en un buen aporte de vitaminas y
minerales, sino también en tener una vida tranquila, sin estrés.
El estrés prenatal
predispone a los trastornos psiquiátricos
Un estudio realizado en
ratones por investigadores de la Universidad de Yale en abril 2014, ha comprobado que la exposición a factores de estrés
ambientales durante el embarazo, como un acontecimiento traumático, una
enfermedad, o el abuso de alcohol o drogas, afecta a los embriones en
desarrollo, que son más propensos a sufrir trastornos psiquiátricos a lo largo
de su vida.
Esto se debe a que las
vivencias estresantes de la embarazada pueden activar un mecanismo molecular en
las células del cerebro del feto, que originan desde patologías como la
esquizofrenia o el trastorno bipolar, hasta ciertas formas de autismo o el
trastorno de estrés postraumático.
El grupo de científicos
descubrió que en los embriones de ratón que habían sido expuestos a alcohol,
metilmercurio o traumas maternos, se activaba un gen – HSF1 o factor de choque térmico –, que actúa como protector, permitiendo que algunas células del
cerebro sobrevivan al ataque prenatal. Sin embargo, los animales que no tenían
dicho gen, presentaban anomalías estructurales en el cerebro y eran más
susceptibles a tener problemas tras el nacimiento, incluso aunque hubieran sido
expuestos a niveles de toxinas muy bajos.
Distintos factores de
estrés ambientales pueden causar el mismo trastorno si ocurren en la misma
etapa del desarrollo prenatal, mientras que un mismo factor podría desencadenar
diversas patologías dependiendo del momento del embarazo en que se produzca la
exposición.
El estrés materno prenatal podría influir en la microbiota intestinal del bebé
Un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto de ciencias del comportamiento de la Universidad Radboud de Nimega, en los Países Bajos, publicado en la revista Psychoneuroendrocrinology en marzo 2015, parece arrojar cierta luz sobre esta relación entre el estrés de las mujeres embarazadas y la microbiota de sus bebés.
Las madres gestantes que sufren un alto grado de ansiedad durante largos periodos tienen más probabilidades de padecer trastornos de índole intestinal o reacciones alérgicas.
Para llegar a esta conclusión, los científicos tuvieron que reclutar a 56 mujeres encintas y medir sus niveles de estrés mediante un cuestionario y muestras de saliva en las que analizaron la concentración de cortisol. Los investigadores examinaron más adelante la microbiota del intestino de los bebés mediante muestras de heces que se recogieron desde los 7 días a los 4 meses a partir de su nacimiento.
Según este grupo de expertos, existe una relación entre las mujeres embarazadas sometidas a altos niveles de estrés y la composición de la microbiota intestinal de sus hijos. Estos bebés tenían una relativa mayor concentración de bacterias del grupo de las Proteobacterias, las cuales son conocidas por contener más agentes patógenos (Escherichia, Serratia y Enterobacter) y menores cantidades de bacterias lácticas como Lactobacillus, Lactococcus, Aerococcus y Bifidobacterium.
La acumulación de todos estos factores está relacionada con un mayor riesgo de inflamación. Este patrón atípico de colonización bacteriana ha sido también relacionado con una mayor presencia de síntomas gastrointestinales y alergias. También observaron que, desafortunadamente, la lactancia materna, tan eficaz para el desarrollo de microbios beneficiosos en los intestinos gracias al contenido prebiótico de la leche, no era suficiente para proteger al bebé de los efectos negativos del estrés de su madre.
También destacan que esta hormona del estrés podría ser capaz de traspasar la placenta e incrementar los niveles de cortisol del feto, afectando así al desarrollo de su tracto gastrointestinal.
Los resultados obtenidos sugieren que existe con toda probabilidad un mecanismo por el que el estrés prenatal materno influye sobre el desarrollo del feto. No obstante, la forma en que se establece este vínculo sigue siendo desconocida y requiere investigaciones en más profundidad. El estudio podría abrir una nueva vía para las intervenciones bacterianas a fin de mejorar la salud y el desarrollo de los recién nacidos de madres con estrés.
Un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto de ciencias del comportamiento de la Universidad Radboud de Nimega, en los Países Bajos, publicado en la revista Psychoneuroendrocrinology en marzo 2015, parece arrojar cierta luz sobre esta relación entre el estrés de las mujeres embarazadas y la microbiota de sus bebés.
Las madres gestantes que sufren un alto grado de ansiedad durante largos periodos tienen más probabilidades de padecer trastornos de índole intestinal o reacciones alérgicas.
Para llegar a esta conclusión, los científicos tuvieron que reclutar a 56 mujeres encintas y medir sus niveles de estrés mediante un cuestionario y muestras de saliva en las que analizaron la concentración de cortisol. Los investigadores examinaron más adelante la microbiota del intestino de los bebés mediante muestras de heces que se recogieron desde los 7 días a los 4 meses a partir de su nacimiento.
Según este grupo de expertos, existe una relación entre las mujeres embarazadas sometidas a altos niveles de estrés y la composición de la microbiota intestinal de sus hijos. Estos bebés tenían una relativa mayor concentración de bacterias del grupo de las Proteobacterias, las cuales son conocidas por contener más agentes patógenos (Escherichia, Serratia y Enterobacter) y menores cantidades de bacterias lácticas como Lactobacillus, Lactococcus, Aerococcus y Bifidobacterium.
La acumulación de todos estos factores está relacionada con un mayor riesgo de inflamación. Este patrón atípico de colonización bacteriana ha sido también relacionado con una mayor presencia de síntomas gastrointestinales y alergias. También observaron que, desafortunadamente, la lactancia materna, tan eficaz para el desarrollo de microbios beneficiosos en los intestinos gracias al contenido prebiótico de la leche, no era suficiente para proteger al bebé de los efectos negativos del estrés de su madre.
También destacan que esta hormona del estrés podría ser capaz de traspasar la placenta e incrementar los niveles de cortisol del feto, afectando así al desarrollo de su tracto gastrointestinal.
Los resultados obtenidos sugieren que existe con toda probabilidad un mecanismo por el que el estrés prenatal materno influye sobre el desarrollo del feto. No obstante, la forma en que se establece este vínculo sigue siendo desconocida y requiere investigaciones en más profundidad. El estudio podría abrir una nueva vía para las intervenciones bacterianas a fin de mejorar la salud y el desarrollo de los recién nacidos de madres con estrés.
El feto siente el estrés
de la madre
Investigadores de las universidades Durham y Lancaster, en Reino Unido, en un estudio, publicado
en la revista Laterality: Asymmetries of
Body, Brain and Cognition, en junio 2014, revelaron que los niños en el
vientre pueden sentir el estrés de sus madres, e incluso pueden expresar este
malestar físicamente, moviendo su mano izquierda hacia el rostro.
El estudio no sugiere que
el estrés materno lleve a un niño a volverse zurdo tras el nacimiento, sino que
la investigación sí sugiere que un feto puede detectar cuándo una madre está
estresada y que él responde a este estrés.
Para realizar la
investigación, los científicos británicos utilizaron ecografías en 4D, con las
que observaron a 15 bebés y grabaron 342 ocasiones en las que se tocaron el
rostro.
Las imágenes fueron
captadas en cuatro etapas diferentes del embarazo, entre las semanas 24 y 36.
Causas
de estrés en el embarazo
Factores biológicos de estrés en el embarazo
La primera causa son los factores hormonales. Durante el
embarazo se suceden unos cambios en los niveles hormonales de la mujer que la
hacen más susceptible a padecer
determinadas alteraciones emocionales. Estos cambios pueden agudizarse por el
malestar físico que algunas mujeres pueden experimentar a lo largo del
embarazo, o por complicaciones que pudieran derivarse del mismo. Existen
factores que pueden modular estas reacciones, como es el caso de la capacidad de
control emocional previa de la mujer embarazada, o la posible existencia de
psicopatología previa al embarazo.
Factores externos de estrés en el embarazo
Son muchos los cambios
que se suceden en el mundo de la embarazada en los próximos meses. Los cambios
por sí solos producen cierta dosis de estrés que, dependiendo de cómo los
valore la mujer, pueden hacer que la situación se convierta en una experiencia
completamente aversiva o, por el contrario, una experiencia desafiante. En
muchas ocasiones, le faltan fuerzas físicas para hacer frente a estos cambios.
Su nueva situación de
embarazada le puede exigir que tenga ausencias en el trabajo al tener
que acudir a las revisiones médicas. El trabajo no realizado en esas ausencias
tendrá que hacerlo después, y ¿cómo lo hace si está cansada?
La embarazada debe, junto
a su pareja, preparar la casa y organizar su agenda para la
llegada del nuevo bebé: ¿en qué momento va a hacerlo si está cansada?
Si además suceden situaciones
estresantes a su alrededor, en las que no le queda otra posibilidad que
involucrarse, por ejemplo la muerte de un ser querido, averías domésticas,
problemas familiares o de pareja, etcétera, ¿cómo cumplir su mínimo de ocho
horas de reposo diarias?
Y el caso de aquellas
mamás que tienen a otros hijos pequeños a su cargo.
Algunos estudios
sostienen que el nivel de cansancio de
una embarazada, cuando se unen las causas físicas y emocionales de su
nueva condición, se asemeja al de un corredor que prepara una maratón. Sin
embargo, muchas embarazadas no perciben que estén estresadas, ya que la
valoración que ellas mismas hacen sobre su capacidad de afrontamiento ante esta
situación es tan positiva, que el embarazo les causa una enorme sensación de
bienestar que lamentan perder una vez que dan a luz.
Aliviar el estrés
prenatal
Aunque el embarazo no está asociado a un mayor riesgo de sufrir trastornos por ansiedad o depresión, muchas mujeres lo viven como un periodo estresante que, de no solucionarse, puede acarrear ciertos problemas de desarrollo y comportamiento en el niño.
El embarazo es un periodo
vital muy importante que muchas mujeres viven con un alto índice de estrés y,
por este motivo, cualquier intervención que mejore los síntomas es bienvenida.
Durante el embarazo, las
madres pueden reducir su riesgo de desarrollar depresión y reducir su estrés
haciendo ejercicio regularmente, comiendo una dieta equilibrada y descansando
con regularidad. Incluso durante un día agotador, largo en el trabajo, una
madre todavía puede tomar 10 minutos más o menos cada dos horas para sentarse,
descansar y relajarse. Si una madre puede intentar tomar siestas regulares o
simplemente simplemente acostarse una vez durante la mitad del día por unos 30
minutos, puede reducir grandemente los niveles de estrés y el riesgo de
desarrollar depresión.
Escuchar música relajante
Un estudio realizado en
la Universidad Medicina de Kaohsiung, en Taiwán, y publicado en la revista Journal of Clinical Nursing, sugiere que
utilizar música tranquila como herramienta para ayudar a la relajación, que
apacigüe el estrés y la tensión y, a su vez, que libre del insomnio, ayudaría a
las mujeres embarazadas a calmar el estrés prenatal y a aliviar los efectos que
éste provoca a los recién nacidos.
Escuchar música relajante
30 minutos al día ayudaría a las gestantes a reducir el estrés prenatal. El
trabajo fue realizado con una muestra de 236 embarazadas a las que se indicó al
azar que escuchasen música o continuasen con los cuidados prenatales estándares
habituales. Las que optaron por escuchar música lo hicieron media hora diaria
durante 15 días. La música incluía piezas clásicas, canciones de cuna, sonidos
de la naturaleza y música infantil.
Tanto al inicio como al
final del estudio las gestantes contestaron unos cuestionarios sobre ítems
relacionados con estrés, ansiedad y depresión. A las dos semanas, y según los
resultados del estudio, los niveles de estrés, ansiedad y depresión de las
mujeres que habían escuchado música disminuyeron, según una escala estándar,
mientras que el grupo control no presentaba ningún cambio. La razón es que la
música proporciona, según los expertos, "información sensorial" que
influye sobre los sistemas nervioso y hormonal para calmar la respuesta
fisiológica al estrés diario.
Apoyándose en terapeutas sonoros, sumergiéndose en un arduo estudio de diversas teorías del sonido, y aprovechando su innegable talento para tejer atmósferas con sintetizadores, el trío británico Marconi Union de Manchester creó Weightless, la cual ha sido considerada como la música “perfecta” para relajarse.
Los 8:16 minutos que dura la música resultan en una disminución del ritmo cardiaco, la presión sanguínea, y la presencia de la hormona cortisol. Durante un estudio científico en el que participaron cuarenta mujeres, los investigadores concluyeron que Weightless es, por lo menos, 11% más relajante que cualquier otra pieza musical – neutraliza el 65% de la presencia de ansiedad y relaja un 35% más a las personas que en su estado habitual de descanso –. Durante la prueba se evaluaron los ritmos cardiaco y sanguíneo, la respiración, y la actividad cerebral.
Weightless – https://www.youtube.com/watch?v=qYnA9wWFHLI
“Weightless” – La pieza musical más relajante
Apoyándose en terapeutas sonoros, sumergiéndose en un arduo estudio de diversas teorías del sonido, y aprovechando su innegable talento para tejer atmósferas con sintetizadores, el trío británico Marconi Union de Manchester creó Weightless, la cual ha sido considerada como la música “perfecta” para relajarse.
Los 8:16 minutos que dura la música resultan en una disminución del ritmo cardiaco, la presión sanguínea, y la presencia de la hormona cortisol. Durante un estudio científico en el que participaron cuarenta mujeres, los investigadores concluyeron que Weightless es, por lo menos, 11% más relajante que cualquier otra pieza musical – neutraliza el 65% de la presencia de ansiedad y relaja un 35% más a las personas que en su estado habitual de descanso –. Durante la prueba se evaluaron los ritmos cardiaco y sanguíneo, la respiración, y la actividad cerebral.
Weightless – https://www.youtube.com/watch?v=qYnA9wWFHLI
Sofrología prenatal
La sofrología es
una técnica que unifica los conocimientos científicos occidentales con las
técnicas de meditación y relajación procedentes de la cultura oriental como el
yoga o el zen.
Es el estudio de la
conciencia en equilibrio y se compone de dos líneas de trabajo: la relajación dinámica, que se dirige
a un trabajo interior, y técnicas específicas para trabajar contenidos
puntuales.
La sofrología prenatal
está dirigida a controlar la respiración durante las contracciones y disminuir
la ansiedad en el momento del parto. Con este método se busca que la respiración controlada ayude a controlar
el dolor de las contracciones uterinas, relajando el cuerpo y mejorando la
recuperación entre una contracción y otra. Llegado el momento del
expulsivo ayuda a empujar de forma
adecuada.
Ventajas de la
sofrología :
* Gestionar el estrés y
los temores propios del embarazo.
* Apreciar la presencia
intrauterina del bebé reforzando la comunicación materno-filial.
* Aprender a controlar el
dolor durante las contracciones.
* Vivir un parto sereno.
* Potenciar las emociones
positivas durante el embarazo, el parto y el postparto.
* Facilitar una
convivencia positiva durante los primeros meses tras el parto.
Los ejercicios se
realizan con los ojos cerrados y con la mente y el cuerpo relajados, respirando
con tranquilidad e intensidad, hasta alcanzar una calma que dejar el cuerpo y
la mente en un estado entre la vigilia y el sueño.
Con esta técnica se
adquieren habilidades de visualización
de las diferentes etapas del embarazo hasta el momento del parto y el
nacimiento del bebé, lo que ofrece la posibilidad a la gestante
de anticiparse a los momentos de mayor intensidad y poder controlar sus
emociones, evitando el pánico o la inseguridad ante lo desconocido.
Durante las sesiones de
sofrología se realizan también ejercicios de estimulación muscular,
concentración y trabajo de conciencia del propio cuerpo para poder actuar sobre
él de forma localizada.
Consejos para evitar el estrés prenatal
Durante los nueve meses
del embarazo se aconseja a la futura mamá que lleve una alimentación
equilibrada, descanse la cantidad de horas adecuadas y realice actividad física
controlada. Sin embargo, no debe olvidarse que durante todo ese tiempo la parte
psíquica también desempeña un papel fundamental y debe cuidarse de la misma
forma que el resto del cuerpo.
Tratar en lo posible de
no estar estresada y relajarse es parte del cuidado que una futura madre debe
tener en cuenta para llevar un embarazo saludable en todo sentido y por ello,
dejar la prisa de lado es fundamental.
Esto no debe traducirse
como un cambio completo de vida, sino hacer pequeñas modificaciones para no
permitir que el trabajo o los quehaceres diarios la lleven a un estrés difícil
de controlar. Reducir el ritmo es necesario, lo mismo que aprender a relajarse.
Muchos especialistas
recomiendan asistir a las clases
pre-parto, que preparan a la mujer para ese momento con variadas técnicas de relajación y respiración
que resultan de suma utilidad.
La actividad física también cumple un rol
importante para el cuerpo y para la mente, siendo la mejor forma de liberar
tensiones y ansiedad. Dentro de los tipos de gimnasia más recomendados se
encuentran Pilates y yoga
existiendo otras que son diseñadas especialmente para embarazadas. La actividad
física nunca debe ser demasiado intensa sino más bien controlada y puede
comenzar a practicarse a partir del tercer mes de embarazo siempre con la
aprobación del médico.
Tomarse momentos para
escuchar música relajante, le hará bien a la madre y al bebé. Ir a un spa y
realizar alguno de los tratamientos especiales para embarazadas no solo es una
forma perfecta para relajarse sino que renueva el ánimo y el espíritu.
Siempre reponer fuerzas
por medio de snacks saludables
como frutas, gelatinas, nueces y no saltar ninguna comida, ya que este mal
hábito solo le traerá fatiga y cansancio además de mal humor.
Un baño de inmersión relajante, con
hierbas aromáticas de romero o sales especiales es excelente para tener un buen
descanso por la noche.
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