El cerebro es el órgano de las emociones:
da nacimiento a la alegría, la tristeza, el miedo o la ira
A medida del adelanto de los conocimientos sobre los mecanismos cognoscitivos y cerebrales implicados en la atención, la memoria, o incluso el raciocinio, neurocientíficos y psicólogos comprobaron progresivamente cómo pueden las emociones influir en los procesos cognoscitivos.
La emoción es un impulso que mueve a la persona a actuar, la raíz etimológica de la palabra viene de el latín “e-movere”, es decir, “ir hasta” que al final se resumen en: ataca, escapa o lucha.
Las emociones son reacciones inconscientes que la naturaleza ha ideado para garantizar la supervivencia y que, por nuestro propio beneficio, hemos de aprender a gestionar (no erradicar).
La emoción es una reacción que ocurre como resultado de un estímulo percibido por el individuo, que causará actividades sincronizadas en muchas partes del cuerpo, como en el sistema de procesamiento de información y los sistemas relacionados con el cuerpo.
Emociones como la alegría, la ira, el miedo, la vergüenza o el disgusto pueden generar cambios en el comportamiento tales como:
* Buenos o malos pensamientos
* Expresiones motoras (faciales, vocales, gestuales o posturales)
* Un cambio en la frecuencia cardíaca
* Un desencadenante de motivación
* Un sistema subjetivo
Las emociones varían a lo largo del tiempo, comprender sus variaciones, su dinámica y las regiones cerebrales implicadas en estos procesos necesita nuevos desarrollos desde un punto de vista terapéutico.
Hay que tener en cuenta que las variaciones emocionales son un factor
determinante en la aparición de enfermedades mentales como la depresión, el
estrés post-traumático e incluso los trastornos de personalidad graves.
Conocer lo que pasa dentro de nosotros cuando sentimos una emoción y
cómo esta emoción evoluciona a lo largo del tiempo, ha sido el campo de
investigación de una disciplina conocida como dinámica de las emociones.
Las emociones siguen una serie de patrones bien conocidos. Una emoción
puede surgir de pronto o progresivamente, por lo que se habla del grado
de explosividad de una emoción. Una vez planteada, surge la fase de
compensación de la emoción, es decir, su intensificación o atenuación a lo
largo del tiempo, evaluada por su grado de acumulación.
Las bases cerebrales de estas dos fases y sus eventuales variaciones a
lo largo del tiempo no son conocidas, aunque recientes investigaciones han
identificado a algunas regiones cerebrales implicadas en el surgimiento de las
emociones, como el córtex prefrontal medio, la amígdala o la ínsula.
Cerebro emocional y Cerebro racional
El cerebro racional o neocórtex abarca 2/3 de del cerebro humano. Es lo que nos otorga la cualidad de
humano y ser pensante. El neocórtex está
dividido en dos hemisferios; cada uno de ellos se encarga de realizar
diferentes procesos mentales.
El cerebro emocional o sistema límbico – situado por debajo de la corteza cerebral – está compuesto por el
tálamo, hipotálamo, amígdala cerebral e hipocampo.
* El hipotálamo es un órgano del sistema nervioso que interviene en la regulación de ciertos comportamientos como el estrés y la defensa. También regula la dieta y las funciones sexuales.
* El hipocampo desempeña un papel muy importante en la memoria y la interpretación de lo que percibimos. El hipocampo regula el estrés y la ansiedad y es responsable de nuestras capacidades de memorización.
* El tálamo permite la regulación del sueño, el estado de alerta y la conciencia. Esta región ordena la nueva información enviada por el cerebro y es capaz de producir las emociones transmitidas luego a la amígdala.
* El hipotálamo es un órgano del sistema nervioso que interviene en la regulación de ciertos comportamientos como el estrés y la defensa. También regula la dieta y las funciones sexuales.
* El hipocampo desempeña un papel muy importante en la memoria y la interpretación de lo que percibimos. El hipocampo regula el estrés y la ansiedad y es responsable de nuestras capacidades de memorización.
* El tálamo permite la regulación del sueño, el estado de alerta y la conciencia. Esta región ordena la nueva información enviada por el cerebro y es capaz de producir las emociones transmitidas luego a la amígdala.
* La amígdala cerebral desempeña un papel
fundamental, es quien envía los impulsos que
transmiten emociones y es el centro del control emocional, además de
influir directamente en el aprendizaje y la memoria.
La acción común y complementaria de dichas regiones constituye un sistema motor emocional. Las mismas estructuras que se ocupan de las señales emocionales participan en otras tareas, como la toma de decisiones racionales y los juicios morales.
La acción común y complementaria de dichas regiones constituye un sistema motor emocional. Las mismas estructuras que se ocupan de las señales emocionales participan en otras tareas, como la toma de decisiones racionales y los juicios morales.
Diferencias físicas entre cerebro racional y emocional
Según investigaciones se ha encontrado diferencias físicas entre los
cerebros de personas que responden emocionalmente a los sentimientos y los que
responden de forma más racional.
Las personas que tienen niveles altos de
empatía afectiva son las que a menudo sienten miedo cuando ven una película de
terror, o comienzan a llorar durante una escena triste. Por el contrario, los
que tienen alta empatía cognitiva son más racionales, por ejemplo, cuando un
psicólogo clínico aconseja a un paciente.
Funcionamiento en el cerebro
El tronco-encéfalo es la parte más primitiva del cerebro y la que regula las funciones
básicas como la respiración, el latido cardíaco o el metabolismo.
Inmediatamente por encima del tronco está el sistema límbico, sede de
las emociones, gracias a las que los primeros seres humanos pudieron
reaccionar para adaptarse a las exigencias de un entorno cambiante, y pudieron
desarrollar la capacidad de identificar los peligros y evitarlos.
El sistema límbico está relacionado con la memoria y el aprendizaje. En esta zona está la amígdala,
sede de los recuerdos emocionales
y que nos permite dar un sentido a
nuestras experiencias, al reconocer las cosas que ya hemos visto y darle
valor.
Por encima del sistema límbico se encuentra el neocórtex, que nos diferencia del resto de las especies,
porque nos permite tener sentimientos, lenguaje, comprensión de símbolos, arte,
cultura, civilización… Es decir, nos permite sobrevivir y darle un sentido a
nuestra vida.
La parte de nuestro cerebro dedicada a los
pensamientos se
desarrolló a partir de la región emocional. Estas zonas cerebrales
siguen estado muy vinculadas mediante circuitos
neuronales, lo que significa que hay una relación entre pensamientos, sentimientos y emociones.
El neocórtex nos permite leer,
interpretar y controlar nuestras emociones. Pero tener la capacidad de
controlar las emociones no significa ser racionales con nuestros sentimientos y
saber las causas de todos los comportamientos.
Ocurre que hay muchas emociones gestionadas desde el sistema límbico,
donde el cerebro termina tomando decisiones independientemente de los lóbulos
frontales, nuestro cerebro se adelanta dejándose llevar por la activación del
sistema límbico, impidiendo que el neocórtex haga su labor. Esto conlleva a
decir cosas que no queríamos decir, arrepintiéndonos de ellas.
Con el desarrollo de técnicas de neuroimagen no invasivas, junto con el desarrollo de metodologías experimentales en neurociencia cognitiva, el estudio de las estructuras del cerebro involucradas en la respuesta emocional se ha ganado el reconocimiento y es hoy un campo de investigación por derecho propio: la Neurociencia de los Afectos (Affective Neuroscience).
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InvestigaciónCon el desarrollo de técnicas de neuroimagen no invasivas, junto con el desarrollo de metodologías experimentales en neurociencia cognitiva, el estudio de las estructuras del cerebro involucradas en la respuesta emocional se ha ganado el reconocimiento y es hoy un campo de investigación por derecho propio: la Neurociencia de los Afectos (Affective Neuroscience).
Las emociones varían en función del tiempo
Investigadores del Instituto del Cerebro y de la Médula Espinal
(Francia), de la Universidad Ku Leuven (Bélgica) y de la Universidad de
Maastricht (Países Bajos) han identificado las regiones cerebrales implicadas
en las diferentes fases de los procesos emocionales y constatado que las bases
neuronales de las emociones varían en función del tiempo en el que se
desarrolla la emoción. Los resultados se publicaron en la revista Social Cognitive and Affective Neuroscience
(SCAN) en abril 2017.
Los investigadores realizaron un experimento en el que participaron 31
voluntarios. Pidieron a los participantes redactar algunos textos cortos sobre
temas personales, como sus sueños o aspiraciones. Estos textos fueron
analizados por expertos para deducir la personalidad de cada uno de ellos.
Lo importante del experimento es que todos los voluntarios recibieron
los mismos comentarios negativos o neutros sobre su personalidad, independientemente
de lo que habían escrito, con la finalidad de provocar una reacción emocional
que pudiera ser analizada.
En la siguiente fase del experimento, se pidió a los participantes
leer y reflexionar sobre los comentarios de los expertos relativos a su personalidad
durante 90 segundos, y señalar los cambios emocionales que habían notado en ese
tiempo.
Mientras pasaba todo esto, la actividad cerebral de los participantes
era observada mediante imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf), que
permite registrar en tiempo real la activación de las diferentes regiones
cerebrales.
De esta forma, los investigadores pudieron estudiar las regiones del
cerebro implicadas en la explosividad y la acumulación de respuestas
emocionales como consecuencia de una experiencia social negativa – los comentarios
sobre su personalidad –. Este tipo de experiencias es conocida por generar
respuestas emocionales que duran un tiempo y que permiten por ello diferenciar
sus dos fases.
Reacción cerebral dinámica. Los resultados del experimento ponen de manifiesto que las fases de
inicio y de compensación de las emociones son los dos factores más importantes
en los cambios emocionales que ocurren a lo largo del tiempo, y que están
asociados a diferentes regiones del cerebro.
El nivel de la explosividad y surgimiento de la emoción está
relacionado con la actividad en el córtex prefrontal medio. Esta región se cree
que está implicada en la percepción que uno tiene de sí mismo. Su activación
podría reflejar la diferencia entre la evaluación de la personalidad realizada
por los expertos y la idea de sí mismo que tiene cada uno de los participantes.
El nivel de compensación de la emoción, que mide su intensificación o
atenuación a lo largo del tiempo, está relacionado, a su vez, con la activación
de la parte posterior de la ínsula, una región del cerebro conocida por desempeñar
un papel importante en la integración de las señales emocionales.
Según explican los investigadores este estudio es el primero que
demuestra que la actividad de las regiones cerebrales orquesta la respuesta
emocional y su dinámica a lo largo del tiempo. Subraya además la importancia de
tener en cuenta esta dimensión temporal para comprender las bases cerebrales de
la evolución de las emociones, desde que se inician hasta que se atenúan, como
consecuencia de un proceso de exclusión social. Estos resultados pueden ayudar
en consecuencia a un mejor tratamiento de los trastornos relacionados con la
salud mental.
Lo que ha pretendido esta investigación es avanzar en este campo y
determinar cómo varía la actividad de las diferentes regiones cerebrales a lo
largo de las diferentes fases de una experiencia emocional.
La flora intestinal afecta a los pensamientos y las emociones
Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de California, publicado en Psychosomatic Medicine: Journal of
Behavioral Medicine en junio 2017, la flora intestinal influye tanto en
nuestra salud física como en nuestro estado emocional. Su composición está
relacionada con la densidad de ciertas áreas cerebrales y con el comportamiento
humano.
La microbiota está compuesta por bacterias,
beneficiosas en su mayoría, que habitan en el intestino. Los investigadores han
hallado relación entre estas bacterias beneficiosas y las que no lo son tanto
con su influencia en algunas respuestas emocionales.
El estudio se realizó mediante el análisis
de las heces de 40 mujeres en un rango de edad entre los 18 y 55 años y los
resultados se dividieron en dos grupos dependiendo de la composición de su
flora intestinal. En el primer grupo, se mostró mayor abundancia de la bacteria
Bacteroides mientras que en el otro
grupo prevalecía la bacteria conocida como Prevotella.
Tras esta primera conclusión, los
investigadores escanearon el cerebro mediante resonancia magnética, mientras
les mostraban imágenes que pretendían inducir alguna reacción emocional. A
través de este proceso, descubrieron que las personas cuya flora intestinal se
compone mayoritariamente por Bacteroides
mostraban un hipocampo más voluminoso, la zona cerebral implicada en la
memoria. Asimismo, estas personas mostraban materia gris de mayor densidad
tanto en las zonas insulares como en el cortex frontal, estas partes del
cerebro son las encargadas de lidiar con el tratamiento de informaciones complejas.
En el segundo grupo, cuya composición
bacteriana intestinal se basaba principalmente de Prevotella, tenían menos desarrolladas las áreas cerebrales antes
mencionadas, lo que podría confirmar la relación entre las regiones
emocionales, las sensoriales y las encargadas de la atención que poseemos en
nuestro cerebro y la composición de nuestra flora intestinal.
En el caso de las imágenes de estímulo
negativas, este segundo grupo de personas mostraban menor actividad en el
hipocampo y también mostraban mayores niveles de ansiedad, estrés e
irritabilidad.
Según los investigadores, como el hipocampo ayuda a regular las
emociones, cuando el cerebro tiene un hipocampo más pequeño, vinculado a la
composición de la flora intestinal, las imágenes negativas pueden provocar
reacciones emocionales más intensas.
Aunque las personas participantes en este estudio estaban sanas, estos
resultados señalan que los perfiles obtenidos de la estructura de la flora
intestinal constituyen un factor de vulnerabilidad para estas personas, ante
posibles trastornos psiquiátricos.
Esta investigación ha identificado relaciones entre dos tipos de flora
y su incidencia sobre algunas respuestas emocionales en los seres humanos.
Según los autores de este estudio, se trata de la primera demostración empírica
de la relación entre diferentes comportamientos humanos y la composición
microbiana de seres humanos sanos.
Hasta ahora, la mayoría de las investigaciones sobre la influencia de
los organismos intestinales sobre las emociones se han efectuado en animales.
Se ha comprobado por ejemplo que la flora intestinal de los roedores puede
modificar su comportamiento.
Para los autores de este estudio estas
modificaciones emocionales pueden implicar algún déficit en determinados
trastornos mentales como la depresión, el síndrome de estrés post traumático y
trastornos de personalidad.
Aunque se deban llevar a cabo más
investigaciones que ahonden en estos resultados y puedan concretar más esta
conexión, estas investigaciones podrían ayudan a comprender el funcionamiento
de nuestro organismo y la importancia de la población bacteriana que lo compone
tiene en nuestro bienestar.
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El cero emocional
Este concepto define el punto en el que se han formado los circuitos
neuronales que determinarán cómo afrontará las situaciones cualquier niño o
niña desde el punto de vista emocional a lo largo de toda su vida. De esta forma
queda el circuito cerrado y aunque la expresión y el control de las emociones
se puede aprender a posteriori, siempre tendrá que partir de la base neuronal
que se forma hasta la edad de dos años.
La clave para propiciar el desarrollo emocional en el niño estará en
las relaciones de intersubjetividad que se establecen entre el pequeño y las
personas con las que se relaciona.
La conexión física y emocional entres los padres y sus niños es muy
importante. Este es el fundamento del desarrollo emocional del niño. Cuando el
niño se siente seguro con su medio ambiente, el autoestima del niño se
fortalece. El niño se sentirá seguro y pondrá atención al medio ambiente y
empezará a explorar y a aprender. Cuando los niños no reciben amor en casa,
pierden el autoestima y esto trae problemas sociales y emocionales en el
futuro.
En la Figura: Activación
de distintas regiones cerebrales, en un contexto emocional positivo, que
facilitan la memoria. Son los giros derechos: lingual (GL), hipocampo posterior
(pGH), hipocampo anterior (aGH) y fusiforme (GF).
La neurociencia ha demostrado que las emociones mantienen la
curiosidad, nos sirven para comunicarnos y son imprescindibles en los procesos
de razonamiento y toma de decisiones, es decir, los procesos emocionales y los
cognitivos son inseparables. Además, las emociones positivas facilitan la
memoria y el aprendizaje, mientras que en el estrés crónico la amígdala – una
de las regiones cerebrales clave del sistema límbico o “cerebro emocional” – dificulta el paso de información del hipocampo a la corteza prefrontal, sede de
las funciones ejecutivas.
Los neurocientíficos definen la empatía como una capacidad socio-emocional que permite
percibir, compartir y comprender los estados afectivos de los demás.
Aprender a conocer las emociones
Las emociones están muy
presentes en la vida del individuo, por eso es importante aprender a conocerlas y saber cómo
gestionarlas, porque las emociones afectan a otras habilidades humanas,
como pensar, solucionar problemas o tomar decisiones. De modo que si estamos
llenos de emociones positivas,
será más fácil obtener algo positivo
como consecuencia de nuestros comportamientos. Por ejemplo, dos personas
con las mismas habilidades pueden tener diferentes niveles de éxitos y eso
depende de la emoción que cada uno de ellos lleva cuando actúa.
Si no gestionamos bien las emociones, sobre todo las negativas, no podremos conseguir nuestras tareas cotidianas, como
concentrarse, recordar, aprender y tomar decisiones.
Cerebro emocional : Alimentación, Sistema
inmune, Sueño y Estrés
El microbioma está relacionado
con nuestras emociones. El nombre científico del eje que las vincula
se llama eje
microbiota-intestino-cerebro. Se trata de un maravilloso, complejo e
intrincado sistema arriba-abajo y abajo-arriba, de conexiones recíprocas desde
cerebro hasta intestino y desde intestino hasta cerebro a través de hormonas,
sistema inmunitario, sistema nervioso simpático y nervio vago.
El sistema entérico es una red de varios millones de neuronas que regulan la peristalsis – el tránsito intestinal – y que funcionan gracias a varios neurotransmisores,
pero fundamentalmente a la serotonina (el 90% de la serotonina corporal se
encuentra en la zona abdominal, no en el cerebro). Este neurotransmisor está
muy implicado en las emociones y el
sueño. Cuando dormimos bien y nos sentimos felices es expresión de la
serotonina.
El sistema microbiota-intestino-cerebro es lo que nos hace sentir las emociones a través del cuerpo.
Todo está conectado, vísceras y cerebro, y esta conexión puede ir en dos
direcciones: cerebro-intestino o intestino-cerebro. Los micro-organismos
indirectamente pueden llegar a alterar la homeostasis cerebral.
Cuando estamos en una situación
de estrés, tenemos un nivel alto de cortisol, la barrera impermeable de bacterias se deteriora y si
hay contacto con la sangre, puede ser el origen de varias enfermedades auto-inmunes.
Para prevenir eso, es fundamental la alimentación mediterránea, el deporte y una buena gestión del
estrés a través de la inteligencia emocional – gestión de nuestras emociones –.
La ansiedad y la depresión, entre otras patologías tienen su origen en un
porcentaje nada desdeñable en el “segundo cerebro” y en la microbiota.
Fruta, verdura, lácteos fermentados (yogures o kéfir), entre otros,
son los alimentos pre y probióticos que ayudan a crear una barrera impermeable
de bacterias que recubre nuestro intestino grueso y delgado.
El estrés, y su principal hormona vinculada, el cortisol, así como el
alcohol, los antibióticos, el tabaco y el exceso de azúcar (entre otros
factores) ayudan a destruir esa barrera, haciendo que algunos microorganismos
patógenos pasen al torrente sanguíneo provocando una respuesta inmunitaria
inflamatoria – citokinas – que llegará hasta el cerebro, modificando in
extremis la cantidad de serotonina que producimos en el núcleo del rafe
dorsal y ventral del tronco-encéfalo. De ahí la relación entre el “segundo cerebro” presente en nuestros
intestinos, la microbiota y las emociones.
La flora o microbiota intestinal está integrada por el conjunto de bacterias que viven en el intestino, desempeñando la mayoría de ellas un papel beneficioso para la salud, ya que ayudan a la absorción de nutrientes y son imprescindibles para la síntesis de determinados compuestos, como la vitamina K y otras del complejo B.
Se calcula que el ser humano tiene unas 2.000 especies bacterianas diferentes, de las cuales solamente 100 pueden llegar a ser perjudiciales. La flora aglutina a todas las bacterias del sistema gastrointestinal y constituye la mayor reserva de microbiota de todo el organismo humano.
Se calcula que el ser humano tiene unas 2.000 especies bacterianas diferentes, de las cuales solamente 100 pueden llegar a ser perjudiciales. La flora aglutina a todas las bacterias del sistema gastrointestinal y constituye la mayor reserva de microbiota de todo el organismo humano.
Los investigadores han deducido que a pesar de las diferentes psicologías entre individuos,
los patrones de activación cerebral permanecen sustancialmente iguales y las
emociones tienen una firma característica que se puede leer en diferentes áreas del cerebro.
Ver:
Importancia de las emociones en el aprendizaje
¿En qué parte del cerebro se toman las decisiones?
Efectos de los colores sobre el cerebro
Bases neurológicas de la inteligencia humana
Implicación genética en el desarrollo de la inteligencia humana: descubrimiento del gen NOTCH2NL – Identificación de 40 nuevos genes
Inteligencia fluida e inteligencia cristalizada
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Neurociencia de la felicidad y el bienestar – el cerebro feliz
Cerebro social – el cerebro necesita amistades para funcionar bien
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Inteligencia emocional en el niño
Neurociencia de la empatía
Aspergirl: el síndrome de Asperger en las chicas
El aislamiento social en la infancia causa disfunciones cognitivas y de comportamiento
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Estrés y ansiedad en el adulto
Importancia de la risa en el ser humano
Importancia de la siesta
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Trastorno afectivo estacional
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El confinamiento afecta a nuestro cerebro
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