La enfermedad de Alzheimer es el tipo de demencia más común, un término general para denominar a las enfermedades que ocurren cuando el cerebro ya no funciona correctamente. La enfermedad de Alzheimer causa problemas de memoria, en el razonamiento y la conducta. En la etapa temprana, los síntomas de la demencia pueden ser mínimos, pero a medida que la enfermedad provoca más daño al cerebro, los síntomas empeoran. El índice de progresión de la enfermedad es diferente en cada persona, pero, como promedio, las personas con la enfermedad de Alzheimer viven unos ocho años desde que comienzan los síntomas.
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En el cerebro con Alzheimer hay menos sinapsis neuronales |
Hacia 2050 unas 150
millones de personas en el mundo estarán afectadas por alguna forma de demencia
senil. Y si bien se conocen maneras de reducir los riesgos coronarios o de
cáncer por medio de cambios en los hábitos de vida – como no fumar, cuidar una
alimentación saludable y hacer ejercicio –, existen pocas prevenciones probadas
para los trastornos degenerativos del cerebro, como el Alzheimer. No se puede
evitar cumplir años, y la edad es un factor determinante; no se pueden cambiar
los genes, y la herencia es otro.
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* *
Identifican una bacteria que podría tener un
papel clave en el desarrollo del Alzheimer
Un estudio, publicado
en la revista Science Advances de enero 2019, sugiere que una bacteria causante
de gingivitis y periodontitis crónica podría contribuir al desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. Un fármaco, diseñado por la compañía que financió la
investigación, Cortexyme, que ya está en fase de ensayo clínico, parece ayudar
a controlar los daños causados por la bacteria.
La bacteria Porphyromonas
gingivalis, uno de los
agentes causantes de la gingivitis y de la enfermedad periodontal crónica – una
forma de la enfermedad de las encías – podría estar desempeñando un papel clave
en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.
Los investigadores
observaron que era más frecuente la presencia de la bacteria en el cerebro de
personas fallecidas con enfermedad de Alzheimer.
Esencialmente, estos
fueron los principales hallazgos :
* Al analizar el tejido
cerebral de personas fallecidas con Alzheimer y personas fallecidas sin la
enfermedad en busca de dos proteínas tóxicas producidas por la Porphyromonas
gingivalis, las llamadas gingipaínas, éstas estaban presentes en el 91% y
el 96% de los enfermos de Alzheimer (cada una de las dos proteínas). En las
personas sin la enfermedad, las proteínas estaban presentes en el 39% y 52% de
los sujetos.
* A mayor nivel de
las dos proteínas tóxicas analizadas, mayor era la acumulación de otras dos proteínas
vinculadas al origen y progresión del Alzheimer.
* El análisis del
líquido cefalorraquídeo y de muestras de saliva de pacientes vivos con Alzheimer reveló también la presencia de la bacteria.
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En verde, la beta amiloide. En rojo, la gingipaína |
* En ratones a los
que se infectó por vía oral con gingivalis, a las seis semanas se pudo
constatar la presencia de la bacteria en el cerebro, daño neuronal y un aumento
anormal de beta amiloide, una de las proteínas que se acumula en el cerebro de
los enfermos de Alzheimer.
* Al tratar a ratones
que tenían infección cerebral de gingivalis con un fármaco que inhibía
la producción de gingipaínas, los investigadores observaron que disminuía la
carga bacterial, la acumulación de beta amiloide, la
neuroinflamación y la neurodegeneración resultante de esos mecanismos.
Para los autores del
estudio, los resultados sugieren que : Los inhibidores de la
gingipaína podrían ser valiosos para tratar la colonización cerebral de P.
gingivalis y la neurodegeneración en la enfermedad de Alzheimer.
Algunos expertos
no están de acuerdo con la interpretación de sus resultados
En un artículo
publicado por el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido (NHS) se hace notar
que el estudio sugiere que la infección puede ser parte del cuadro. Pero solo
muestra una asociación, todavía no prueba un vínculo causal. No todas las
personas con Alzheimer tenían P. gingivalis en el líquido
cefalorraquídeo – y no había ningún grupo de comparación sin Alzheimer. Las
personas sanas también podrían tener ADN de P. gingivalis en su LCR
(líquido céfalo-raquídeo).
Para otros
científicos que defienden la idea de un componente infeccioso en la enfermedad
de Alzheimer, más que una causa, la bacteria podría ser un factor más que
contribuye a la formación de placas amiloides y a la neuroinflamación.
Muchos elementos
sugieren un origen multicausal del Alzheimer; tal vez no haya una única causa,
sino que decenas de factores podrían precipitar la aparición de la enfermedad.
Mientras la
investigación científica continúa, el cepillo y el hilo dental son nuestros
mejores aliados contra la enfermedad periodontal.
Un análisis de sangre permite detectar el daño
cerebral del Alzheimer más de 10 años antes de sus primeros síntomas
Según un estudio de investigadores alemanes y
estadounidenses del Centro Alemán para Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE),
del Instituto Hertie para la Investigación Clínica del Cerebro (HIH) y de la
Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis (Misuri), publicado
en Nature Medicine de enero 2019, la prueba que desarrollaron se fija en
el neurofilamento, una proteína estructural que forma parte del esqueleto
interno de las neuronas.
Un simple análisis de
sangre permite detectar el daño cerebral causado por el Alzheimer mucho antes
de que aparezcan los primeros síntomas clínicos de la enfermedad, entre ellos la pérdida de memoria.
El hecho de que
todavía no haya un tratamiento eficaz para la enfermedad de Alzheimer se debe
en parte a que las terapias actuales comienzan demasiado tarde. Los investigadores adoptaron un enfoque diferente al de otros
trabajos para poder observar "la
muerte de las neuronas". Cuando las neuronas cerebrales se dañan o
mueren, el neurofilamento se filtra
hacia el líquido cefalorraquídeo que baña el cerebro y la médula espinal,
y de ahí pasa al torrente sanguíneo.
Así, analizaron
datos y muestras de más de 400 individuos que forman parte de la población de
estudio de la llamada Red de Alzheimer de Herencia Dominante (DIAN),
liderada por la Universidad de Washington y que engloba a un grupo de familias
en las que la enfermedad se presenta a una edad temprana debido a ciertas
variantes genéticas.
De los participantes, 247 tenían la variante genética de inicio temprano y 162 eran familiares
no afectados por la enfermedad.

Hubo cambios notables
en la sangre hasta 16 años antes del inicio calculado de los síntomas del
Alzheimer.
Los investigadores pudieron predecir la pérdida de masa cerebral y los
cambios cognitivos que ocurrieron años después, a través de escáneres cerebrales y pruebas cognitivas
que revelaron que aquellos con aumentos en sus niveles de neurofilamento tenían
más probabilidades de mostrar signos de la enfermedad.
Además, los niveles altos de esta proteína en sangre pueden ser un signo de otras
enfermedades o lesiones neurológicas, por lo que los hallazgos de este
estudio quizá puedan aplicarse en el
futuro para identificar el daño cerebral en personas con afecciones
neurodegenerativas, de acuerdo con sus autores.
De momento, antes de que la prueba pueda usarse
en pacientes con Alzheimer u otra afección neurodegenerativa, los investigadores deben determinar qué nivel
de neurofilamento en sangre es demasiado alto y con qué rapidez tiene
que aumentar para convertirse en motivo de preocupación.
La hormona que segrega el ejercicio podría
prevenir la pérdida de memoria relacionada con el Alzheimer
Según una investigación realizada por
científicos de la Universidad Federal de Río de Janeiro (Brasil) y la
Universidad de Columbia (Estados Unidos), publicada en la revista Nature Medicine de enero 2019, la hormona irisina, que el cuerpo segrega
en mayores cantidades durante la práctica de ejercicio físico, podría prevenir
la pérdida de memoria relacionada con el Alzheimer.
Cuando el cuerpo se
ejercita, el tejido muscular libera la hormona irisina, que entra en circulación en el organismo y es
capaz de mejorar la capacidad cognitiva.
Los científicos demostraron que el aumento de la irisina, así como de su proteína
precursora FNDC5, reducía el déficit de memoria y aprendizaje en
roedores con Alzheimer.
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La actividad física regular tiene un gran efecto protector cerebral |
Los científicos señalaron que si bien se sabe
que el ejercicio mejora las capacidades cognitivas y retrasa la progresión de
los trastornos neurodegenerativos, se requieren estudios adicionales para
comprender mejor cómo la irisina entra en acción e interactúa con el cerebro.
Además, indicaron que se requiere un mayor
conocimiento para evaluar si la proteína tiene un efecto cognitivo beneficioso
similar en los humanos.
No obstante, destacaron que el reciente hallazgo puede allanar el camino hacia nuevas
estrategias terapéuticas que sirvan para mitigar el deterioro cognitivo
en pacientes con Alzheimer, una enfermedad para la que no existe cura.
Ensayo clínico AMBAR abre una nueva esperanza para frenar la
evolución del Alzheimer
El laboratorio español Grifols, en el marco de
la Conferencia Europea sobre Alzheimer que se celebró en Barcelona en octubre
2018, presentó los resultados del estudio clínico Ambar, que concluyó que el
tratamiento basado en las propiedades terapéuticas del plasma consigue
ralentizar – en el 61% de los casos – la enfermedad de Alzheimer en pacientes
en estadio moderado.
El estudio clínico Ambar (Alzheimer
Management By Albumin Replacement) le demandó a la farmacéutica catalana
Grifols más de una década de investigación. Se trata de uno de los principales
laboratorios del mundo en utilizar proteínas plasmáticas para elaborar
tratamientos de enfermedades auto inmunes, infecciosas, respiratorias y de la
sangre. Y hace tiempo que estudia un abordaje innovador para que el plasma
sirva también para la cura del Alzheimer.
Ambar fue iniciado en el 2013, y ya llegó a
fase IIB en Estados Unidos y III en Europa, es el ensayo clínico más ambicioso
realizado por Grifols; forma parte de la estrategia que inició en el 2004
contra el Alzheimer y en la que ha invertido más de 150 millones de euros entre
el 2004 y el 2017.
El estudio Ambar se basa en demostrar que se puede estabilizar el progreso de la
enfermedad neurodegenerativa – Alzheimer – mediante un recambio plasmático o
plasmaféresis.
La plasmaféresis es una técnica médica con varias décadas de experiencia en enfermedades nefrológicas, neurológicas y hematológicas.
La plasmaféresis es una técnica médica con varias décadas de experiencia en enfermedades nefrológicas, neurológicas y hematológicas.
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Recambio plasmático o plasmaféresis |
En este proceso, se sustituye la mayoría de la beta-amiloide, una de las proteínas que se acumula en el cerebro de las personas con Alzheimer, por la albúmina, que es una proteína plasmática que tiene propiedades terapéuticas.
Ambar es un ensayo clínico internacional,
multicéntrico y doble ciego – los pacientes no saben si han recibido tratamiento
o placebo – en el que han participado cerca de medio millón de enfermos de
Alzheimer en estado leve y moderado, de entre 55 y 85 años, en 41 hospitales
europeos y estadounidenses.
¿ Es el virus del herpes una causa del
Alzhéimer ?
Investigadores de la Universidad de Manchester
(EE.UU.) en un artículo publicado en Frontiers
in Aging Neuroscience de octubre 2018, presentan toda una serie de pruebas
que sugieren que el virus del herpes, responsable del herpes labial, también
puede ser una causa de la enfermedad de Alzheimer.
Los virus del herpes permanecen de por vida en
nuestras neuronas y células inmunes, reactivándose y reapareciendo en úlceras
características cuando estamos agotados por el estrés o la enfermedad. La
mayoría de las personas se infectan con Herpes
Simplex Virus 1 (HSV1) cuando llegan a la vejez. El HSV1 podría ser la
causa del 50% o más de los casos de enfermedad de Alzheimer.
Estudio en Taiwan
En 2017-2018, se publicaron tres estudios que
describían datos taiwaneses sobre el desarrollo de la demencia senil, de los
cuales el Alzheimer es la causa principal, y el tratamiento de pacientes con
signos evidentes de infección por el herpesvirus o el virus de la varicela.
Los sorprendentes resultados incluyen
evidencias de que el riesgo de demencia senil es mucho mayor en aquellos que
están infectados con el herpesvirus; además, mostraban que el tratamiento antiviral
anti-herpes causa una disminución dramática en el número de sujetos gravemente
afectados por herpesvirus que luego desarrollan demencia.
Encontraron que el herpesvirus causa depósitos
de proteínas característicos de la enfermedad de Alzheimer: “placas” entre las
neuronas y “ovillos” dentro de ellas.
El ADN viral se encuentra específicamente
dentro de las placas en el tejido cerebral post-mortem de los enfermos de
Alzheimer. Las proteínas principales de ambas placas y ovillos también se
acumulan en cultivos de células infectadas con herpesvirus y los medicamentos
antivirales pueden prevenir este proceso.
Los resultados de estos estudios taiwaneses se
aplican solo a infecciones graves por el herpesvirus o el de la varicela que
son poco frecuentes.
Se necesita más trabajo para confirmar y
definir un vínculo causal entre la infección por HSV1 y la enfermedad de
Alzheimer.
Dormir mal, ¿señal de alerta de Alzheimer?
Investigadores del Centro de Medicina del Sueño
de la Universidad de Washington en St. Louis (EE.UU.) en un artículo, publicado
en Science Translational Medicine de
enero 2019, revelan que dormir mal es un sello distintivo de la enfermedad de
Alzheimer. Las personas con la patología tienden a despertarse cansadas y sus
noches se vuelven menos refrescantes a medida que empeoran la pérdida de
memoria y otros síntomas.
Detectaron que las personas mayores que tienen
menos sueño de ondas lentas – el sueño profundo que se necesita para consolidar
los recuerdos y despertarse sintiéndote renovado – poseen niveles más altos de proteína cerebral
tau. Tener tau elevado es un signo de la enfermedad de Alzheimer y se ha
relacionado con daño cerebral y deterioro cognitivo.
Los hallazgos, sugieren que el sueño de mala
calidad podría ser una señal de alerta para el deterioro de la salud cerebral.
Los investigadores vieron esta relación inversa entre la disminución del sueño
de ondas lentas y más proteína tau en personas cognitivamente normales o con
deterioro muy leve, lo que significa que la reducción de la actividad de ondas
lentas puede ser un marcador para la
transición entre lo normal y lo deficiente.
Medir cómo duermen las personas puede ser una
forma no invasiva de detectar la enfermedad de Alzheimer antes o simplemente
cuando las personas comienzan a desarrollar problemas con la memoria y el
pensamiento. Los cambios cerebrales que conducen a la enfermedad de Alzheimer, comienzan lenta y silenciosamente.
Hasta dos décadas antes de que aparezcan los
síntomas característicos de pérdida de memoria y confusión, la proteína beta
amiloide comienza a acumularse en placas en el cerebro. Más tarde aparecen
enredos de tau, seguidos de atrofia de áreas clave del cerebro. Sólo entonces
las personas comienzan a mostrar signos inequívocos de deterioro cognitivo.
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Las estructuras amarillas son placas amiloides que dañan las neuronas. Las células violetas son células de microglia que fagocitan y degradan una neurona enferma |
Monitorizaron el sueño de los participantes en
casa durante el transcurso de una semana normal. Los participantes recibieron
un monitor de EEG portátil que se ajustaba en la frente para medir sus ondas
cerebrales mientras dormían, así como un sensor similar a un reloj de pulsera
que rastrea el movimiento del cuerpo. También llevaron registros de sueño,
donde anotaron tanto las sesiones de sueño nocturnas como las siestas diurnas. Cada participante produjo al menos datos de
dos noches; aunque algunos tenían hasta seis.
Los investigadores también midieron los niveles
de beta amiloide y tau en el cerebro y en el líquido cefalorraquídeo que baña
el cerebro y la médula espinal. Un total de 38 personas se sometieron a
exploraciones PET para las dos proteínas, y 104 personas se sometieron a
punciones en la columna vertebral para proporcionar líquido cefalorraquídeo
para el análisis. Un total de 27 tuvieron ambos.
Después de controlar factores como el sexo, la
edad y los movimientos mientras dormían, los investigadores encontraron que la
disminución del sueño de ondas lentas coincidía con niveles más altos de tau en
el cerebro y una mayor proporción de tau frente a amiloide en el líquido
cefalorraquídeo.
La clave es que no fue la cantidad total de
sueño lo que se vinculó con tau, fue el
sueño de onda lenta, que refleja la calidad del sueño. Las personas con
un aumento de la patología tau en realidad dormían más por la noche y echaban
más siestas en el día, pero no tenían
sueño de buena calidad.
Según los autores, si las investigaciones
futuras confirman sus hallazgos, la monitorización del sueño podría ser una
forma fácil y asequible de detectar
antes la enfermedad de Alzheimer. La siesta diurna sola se asoció
significativamente con altos niveles de tau.
No esperan que la monitorización del sueño
reemplace los escáneres cerebrales o el análisis del líquido cefalorraquídeo
para identificar los primeros signos de la enfermedad de Alzheimer, pero podría
complementarlos. Es algo que podría seguirse fácilmente con el tiempo, y si los
hábitos de sueño de alguien comienzan a cambiar, eso podría ser una señal para
que los médicos observen más de cerca lo que podría estar pasando en sus
cerebros.
Nuevo estudio sobre Alzheimer sugiere cambios
en el estilo de vida para prevenir la demencia
El estudio SPRINT-MIND realizado por
el Instituto Nacional de Salud fue
presentado en la Conferencia Internacional de la Asociación de Alzheimer, realizada en Chicago en julio 2018.
SPRINT-MIND son las siglas del Ensayo para Intervenir la Presión Sistólica y
el sub-ensayo Memoria y Procesos
Cognitivos en la Hipertensión Reducida.
La investigación principal incluyó a 9.361 adultos de 50 años o más con una
presión sistólica (o alta) desde 130
milímetros de mercurio (mm Hg) y algún otro factor de riesgo, como enfermedad
renal.
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Reducir la presión arterial es una forma de cerrarle la puerta a la deficiencia cognitiva |
En poco más de tres años, 147 personas a las
que se trató para que tuvieran una presión más baja recibieron un diagnóstico
de demencia, contra 175 en el grupo de control. Pero la diferencia
significativa fue otra.
En el grupo estándar y en el grupo intensivo, respectivamente,
348 y 285 personas recibieron un
diagnóstico de deficiencia cognitiva leve, una diferencia del 19%,
indicó el análisis. La incidencia de
demencia probable o deficiencia cognitiva leve fue 15% menor en el grupo
de tratamiento intensivo, también algo importante. Se trata de personas que en
principio se consideró que sufrían deficiencia cognitiva leve y en un
control posterior se diagnosticó con demencia.
Es una de las primeras demostraciones reales de
que un cambio en los hábitos de vida
afecta los procesos cognitivos en la vejez. Con el tiempo, la presión
alta puede dañar las paredes de las arterias más frágiles que llevan sangre al
cerebro y otros órganos. Y eso puede producir algunos efectos asociados a la demencia: inflamación y
pequeños derrames.
Aunque se necesita más investigación dado que
se trata de enfermedades que se desarrollan a lo largo del tiempo, se comprobó que
controlar la presión sanguínea no sólo
es bueno para el corazón sino también para el cerebro.
Descubren cómo se inicia el Alzheimer en el
cerebro
Científicos del Centro de Alzheimer y
Enfermedades Neurodegenerativas de University of Texas Southwestern en un estudio,
publicado en la revista eLife de julio 2018, afirman haber descubierto el
momento en el que la proteína tau se vuelve tóxica, antes de que pueda empezar
a dañar las neuronas. Lo consideran como el 'Big Bang' de la patología tau.
Investigaciones anteriores habían determinado
que el Alzheimer se produce por la acumulación de dos proteínas anormales: beta
amiloide y, especialmente, la tau. Esta última proteína, abundante en el
sistema nervioso central y periférico, es la que destruye las células
nerviosas, provocando la pérdida de la memoria y de otras funciones cognitivas.

Los científicos hicieron el descubrimiento
después de extraer proteínas tau de cerebros humanos y aislarlas como moléculas
individuales. Descubrieron que cuando la proteína tau se vuelve tóxica, una
parte de ella se adhiere a otras proteínas tau, formando así las marañas que
luego terminan matando las neuronas.

Su investigación más reciente indica que una
única forma patológica de proteína tau puede tener múltiples formas posibles,
cada una asociada con una forma diferente de demencia.
El nuevo estudio proporciona una nueva
comprensión de la naturaleza cambiante de forma de una molécula tau, justo
antes de que empiece a adherirse a sí misma para formar agregados más grandes.
El hallazgo permite pensar en una nueva
estrategia para detectar la enfermedad de Alzheimer antes de que arraigue y
permitirá desarrollar tratamientos que estabilicen las proteínas tau antes de
que cambien de forma y desencadenen la destrucción de neuronas.
* *
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La OMS ha elaborado un Plan de Acción Global
(2017-2025) con el objetivo de mejorar
la calidad de vida de las personas afectadas por el Alzheimer pero
también de sus cuidadores y las personas de su entorno. Las áreas de acción de
este plan son muy diversas, desde el trabajo en salud pública, hasta la
investigación e innovación en demencia, pasando por estrategias de prevención,
diagnóstico y tratamiento adecuados y cambio de percepción de la enfermedad.
El Alzheimer es una enfermedad neurológica progresiva, que al día de hoy no tiene
curación, y que provoca que tanto pacientes como cuidadores vean muy disminuida
su calidad de vida. Y para mejorar estos aspectos el plan de la OMS establece
que en 2025 se hayan creado políticas nacionales que deben tener en cuenta la
igualdad, dignidad y derechos humanos de las personas con demencia y apoyar las
necesidades de los cuidadores.
Ver :
¿El cerebro envejece? Las neuronas continúan generándose
El ejercicio físico mejora el funcionamiento del cerebro
El ejercicio físico mejora el funcionamiento del cerebro
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