febrero 29, 2024

La Música Retrasa el Envejecimiento Cerebral



Escuchar música, cantar o tocar un instrumento tiene múltiples 
beneficios para el funcionamiento cognitivo general del cerebro a todas las edades


La música transforma y sana el cerebro

L
a música influye en nuestro estado de ánimo. Por supuesto, una misma pieza musical no evocará las mismas emociones en todo el mundo. Pero en general, siempre que esté estructurada, no deja indiferente. Si el ritmo es lento, los latidos del corazón se ralentizan, al igual que la respiración. Esto se llama “sincronización cardiovascular”: la presión sanguínea se sincroniza con la velocidad de la música. Y los niveles de cortisol – la hormona del estrés – descienden.

A la inversa, aunque la música puede relajar, también puede estimular. Al correr, por ejemplo, escuchar una pieza musical ayuda a mantener el ritmo y prolongar el esfuerzo. También libera dopamina, el neurotransmisor del placer. Su efecto es tal que está prohibido escuchar música durante un maratón, pues de lo contrario sería dopaje.

El vínculo entre el cerebro y la música

La música es procesada por múltiples áreas del cerebro. El hipocampo es la zona del cerebro que almacena la memoria a corto plazo, y suele ser la primera en fallar en las personas con demencia. Con el tiempo, los recuerdos se consolidan y almacenan de forma descentralizada en la corteza cerebral.


Qué ocurre en el cerebro cuando escuchamos música

Decir que se produce una auténtica "sinfonía neuronal" no es ninguna exageración, porque escuchar música moviliza numerosas regiones del cerebro, incluso para alguien que no haya estudiado música. Las regiones auditivas – temporales – establecen un importante diálogo con las regiones motoras – prefrontales, pero también subcorticales, es decir, el córtex –, y por eso la música nos da tan fácilmente ganas de bailar.


Además, la música se evalúa continuamente en nuestro cerebro en función del placer o displacer que nos pueda producir, y en ello interviene una compleja red cerebral conocida como "circuito de recompensa". La actividad de estas regiones produce la liberación de sustancias como la dopamina cuando hay placer, lo que nos hace sentir bien.

Estimula las regiones auditivas e inmediatamente las regiones motoras, que están conectadas entre sí de forma natural en el cerebro. En otras palabras, la música se siente... en el cerebro. Lo que explica por qué la música pulsante nos hace querer movernos, o por qué un bebé se contonea aunque no sepa andar.



Resistencia de la memoria musical

Actividad cerebral para una tarea de memoria musical (en rojo)
y una tarea de memoria verbal (
en azul).
En amarillo, las regiones cerebrales comunes a la música y el
lenguaje

El análisis perceptivo de la música está asociado al trabajo de la memoria, en el que intervienen regiones cerebrales como el hipocampo, cruciales para la codificación y el recuerdo de la información. Los estudios de neuroimagen demuestran que la memoria musical exige más al cerebro que la memoria lingüística, lo que explica en parte por qué esta memoria es tan resistente a medida que el cerebro envejece. Sin embargo, las dos áreas comparten recursos cerebrales comunes, lo cual es interesante porque los clínicos, como los logopedas, confían en estas capacidades musicales para rehabilitar a pacientes con trastornos en la producción del lenguaje o para ayudar a los niños disléxicos a descomponer sílabas y frases con mayor eficacia.

De este modo, la música permite al cerebro reestructurarse más rápidamente tras traumas, trastornos o lesiones. Por ejemplo, tras un ictus. Utilizada al inicio de enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, favorece la plasticidad neuronal y, por tanto, retrasa el impacto en el deterioro de la memoria.

Practicar música puede proteger contra la aparición de enfermedades neurodegenerativas


Cada vez hay más pruebas científicas que lo corroboran. Por ejemplo, un estudio que analiza el historial sanitario de grandes poblaciones ha demostrado que en gemelos con un código genético idéntico, si uno de ellos es músico (estudios y práctica musical regular), tiene menos probabilidades de desarrollar una enfermedad de tipo Alzheimer.

Del mismo modo, una publicación reciente muestra que las personas mayores con quejas de memoria (pero sin diagnóstico de enfermedad neurodegenerativa) a las que se ofrecen sesiones de meditación cantada o de escucha pasiva de música durante 3 o 6 meses muestran una mejora del funcionamiento cognitivo y del bienestar en ambos tipos de actividad.


Lo sorprendente es que simplemente escuchar música produce los mismos efectos, incluso a largo plazo, que una actividad de meditación mucho más activa. Nuevas actividades deportivas (caminar, nadar, etc.) producen resultados similares. Se trata de un mensaje positivo, porque demuestra que podemos mejorar la calidad de nuestro envejecimiento diversificando nuestras actividades de ocio y aumentando nuestro nivel de compromiso personal.

Numerosos estudios científicos han demostrado que el cuarto arte es mucho más que un deleite para los sentidos. También es un poderoso estimulante para nuestro cerebro, incluso cuando empieza a envejecer, como revela un nuevo estudio.



La práctica musical ralentiza el deterioro cognitivo en los ancianos



Un equipo de la Universidad de Ginebra (UNIGE), la Haute école de santé (HES-SO Genève) y la EPFL, en un estudio publicado en NeuroImage: Reports en abril de 2023, ha puesto de relieve los efectos beneficiosos de las actividades musicales para contrarrestar el envejecimiento normal del cerebro.

El envejecimiento normal va inevitablemente acompañado de un declive más o menos importante del rendimiento cognitivo. Pero podemos entrenar nuestro cerebro para ralentizar este proceso.

El equipo de investigadores ha descubierto que tocar y escuchar música de forma activa puede ralentizar el deterioro cognitivo en personas mayores sanas al estimular la producción de materia gris. Para llegar a estos resultados, los científicos siguieron durante seis meses a más de cien jubilados inscritos en clases de piano y sensibilización musical que nunca antes habían practicado. Estos resultados abren nuevos horizontes en el apoyo al envejecimiento neurocognitivo.

A lo largo de nuestra vida, nuestro cerebro se remodela. Su morfología y sus conexiones cambian en función de la experiencia y el entorno. Así ocurre, por ejemplo, cuando aprendemos cosas nuevas o superamos las secuelas de un ictus. A medida que envejecemos, esta plasticidad cerebral disminuye. El cerebro también pierde materia gris, el hogar de nuestras preciadas neuronas. Es lo que se conoce como "atrofia cerebral".

Poco a poco, aparece el deterioro cognitivo. Esto afecta especialmente a nuestra memoria de trabajo. Es la base de muchos procesos cognitivos. Por ejemplo, cuando retenemos información brevemente para alcanzar un objetivo, como recordar un número de teléfono el tiempo suficiente para escribirlo o traducir una frase de otro idioma. Practicar y escuchar música activamente favorece la plasticidad cerebral y, por lo tanto, aumenta el volumen de materia gris.

También se han medido efectos beneficiosos sobre la memoria de trabajo. En el estudio participaron 132 jubilados sanos de entre 62 y 78 años. Una de las condiciones de participación era que no hubieran tomado clases de música durante más de seis meses en su vida.

Práctica frente a escucha activa

Los investigadores querían personas cuyos cerebros aún no mostraran ningún rastro de plasticidad cerebral vinculada al aprendizaje musical. De hecho, incluso una breve experiencia de aprendizaje a lo largo de la vida puede dejar huellas en el cerebro, lo que habría distorsionado sus resultados.

Los participantes se dividieron aleatoriamente en dos grupos, independientemente de que estuvieran o no motivados para tocar un instrumento. El primer grupo recibió clases semanales de piano. El segundo grupo recibió clases de escucha activa, centradas sobre todo en el reconocimiento de instrumentos y el análisis de la estructura de obras de una amplia gama de estilos musicales. Las clases duraban una hora. Los participantes de ambos grupos debían trabajar en casa media hora al día.

Efectos positivos en ambos grupos

Al cabo de seis meses, los científicos observaron efectos comunes a ambas intervenciones. Las neuroimágenes revelaron, en todos los participantes, un aumento de la materia gris en cuatro regiones cerebrales implicadas en el funcionamiento cognitivo de alto nivel, en particular en zonas del cerebelo relacionadas con la memoria de trabajo. Su rendimiento aumentó un 6%, y este resultado se correlacionó directamente con la plasticidad del cerebelo. Los científicos también descubrieron que la calidad del sueño, el número de clases y el entrenamiento diario influían en el grado de mejora del rendimiento.

Sin embargo, los investigadores observaron una diferencia entre los dos grupos: el volumen de materia gris se mantuvo estable en el córtex auditivo primario derecho de los pianistas – una región especializada en el procesamiento de sonidos –, mientras que disminuyó en el grupo de escucha activa. En todos los casos, continuó un proceso general de atrofia en todos los participantes. Por tanto, las intervenciones musicales no pueden rejuvenecer el cerebro, sino sólo ralentizar el envejecimiento de algunas de sus regiones.

Estos resultados demuestran que tocar y escuchar música favorece la plasticidad cerebral y la reserva cognitiva. Los autores del estudio creen que estas intervenciones lúdicas y accesibles deberían convertirse en una prioridad política de primer orden para favorecer un envejecimiento saludable. Para el equipo, el próximo paso será evaluar el potencial de estas intervenciones en personas afectadas por un deterioro neurocognitivo leve, una etapa intermedia entre el envejecimiento normal y la demencia.

Mantener las neuronas en funcionamiento a cualquier edad

Incluso a una edad avanzada, la plasticidad cerebral se mantiene, lo que significa que siempre podemos aprender. Nunca es demasiado tarde. Las personas mayores que se jubilan y dejan de estimular su cerebro sufren un rápido deterioro cognitivo. El cerebro es como un músculo. Si no se usa, se ablanda. Más científicamente: pierde su capacidad.

Si parece obvio que seguir aprendiendo cosas nuevas, sobre todo en la vejez, es beneficioso, ¿por qué la música sería un estimulante cerebral mejor que hacer deporte o aprender un idioma extranjero? La música es más estimulante porque es multimodal e implica no sólo el oído, sino también los demás sentidos y el movimiento. Además, activa prácticamente todas las capacidades cognitivas. Tras un año de práctica, el grupo que tocaba el piano mostró mejores conexiones entre todas las partes del cerebro implicadas en la motricidad fina. Sin embargo, no hay que descuidar el aprendizaje de un arte o una actividad física. Lo más importante es hacer algo que apasione y que se va practicar con intensidad a largo plazo. Así se desarrollará la capacidad cerebral. Progresar es lo más importante que se puede hacer para ralentizar el deterioro cognitivo natural asociado a la edad.

Un desinhibidor para el Parkinson y los trastornos del lenguaje




La musicoterapia
es de gran interés en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson. Hacer que los pacientes escuchen una pieza rítmica les ayuda a caminar con más fluidez y desinhibe su coordinación motora. También la utilizan los logopedas para las personas que sufren afasia – pérdida total o parcial de la capacidad de hablar – ya que libera la producción del lenguaje. De hecho, las personas que tartamudean suelen hablar con fluidez en cuanto cantan.




Alivio del dolor

Además de proporcionar placer, la música también reduce la percepción del dolor al desviarlo de nuestra conciencia y liberar dopamina y endorfina. Su efecto es tal que se utiliza para el dolor crónico y los cuidados dolorosos, en los servicios de urgencia, cirugía y cuidados intensivos. También se utiliza en cuidados paliativos, por dentistas, en salas de maternidad, etc.

Incluso una empresa francesa ha desarrollado un programa: Music Care, una aplicación pionera para tratar el dolor a través de la música, como complemento al tratamiento farmacológico.

***

Casi nadie es inmune al poder de la música. Las preferencias pueden variar, pero el cuarto arte nos llega al corazón... y al cerebro. Por eso la comunidad médica recomienda cada vez más escuchar y practicar música.

Estudios científicos anteriores han llegado a la conclusión de que el cuarto arte estimula casi todas las formas de memoria, incluso en los enfermos de Alzheimer.

Pero, ¿puede afirmarse que la música protege contra el envejecimiento cerebral? Los investigadores siguen siendo prudentes sobre esta cuestión. Pero son unánimes en un punto: escuchar música, cantar o tocar un instrumento tiene múltiples beneficios para el funcionamiento cognitivo general del cerebro, incluso a todas las edades. Razón de más para fomentar el aprendizaje y la práctica de la música desde una edad temprana.


Los beneficios de la música para las personas mayores




La música es buena para la moral a cualquier edad. Entre las personas mayores, se utiliza especialmente en terapias para pacientes con demencia... Y debería formar parte de la vida cotidiana de todas las personas mayores por sus beneficios.

Una cosa es segura: cuanto más se practica un instrumento, más se aprovechan sus efectos. Pero escuchar música también puede aportar muchos beneficios.


Regulación del estado de ánimo

La neurociencia cognitiva afirma que la música proporciona una sensación de placer al activar nuestro circuito de recompensa. Este sistema, creado por la selección natural para regular nuestros deseos y emociones, aumenta la liberación de dopamina, la famosa "hormona de la felicidad". Tanto es así que la música se utiliza actualmente como herramienta terapéutica en instituciones asistenciales.

Estimular: ¡la música es vida!

¿Ha vivido alguna vez uno de esos momentos especialmente intensos, en los que toda la emoción cristaliza en la canción que está sonando en ese momento? La música tiene esa extraordinaria capacidad de transmitir recuerdos, alegres o tristes. Una persona puede haber olvidado lo que hizo durante el día, pero ser capaz de cantar de memoria una melodía de su infancia... La música estimula nuestro cerebro porque reactiva las capacidades neuronales, trayendo de vuelta recuerdos enterrados. Tener que recordar la letra también ayuda a entrenar la memoria, y tocar o bailar al compás es excelente para la coordinación y la concentración. Probablemente por eso son tan populares los coros y los talleres de bailes de salón... Por no hablar de que mantienen a la gente unida y sociable.

Frenar ciertas enfermedades: tratarse con notas

La música es muy utilizada por las personas que padecen enfermedades neuro-degenerativas. Tanto si la escuchan como si la practican, activa muchas áreas del cerebro: memoria, creatividad, concentración, coordinación, pero también comunicación, para poder seguir el ritmo de otros cantantes, bailarines o instrumentistas. También ayuda a mejorar la salud moral y psicológica, y así combatir la depresión.

Expresarse cantando

Cantar o escuchar música juntos puede ser una base para las personas con dificultades de comunicación. Les permite hablar de su pasado y expresar su personalidad: ya no se ven reducidas a su enfermedad o edad, y pueden hablar de sus gustos. También facilita los intercambios, sobre todo entre generaciones: una abuela cantando canciones infantiles y de cuna a sus nietos, ¿no es uno de los momentos más bonitos que comparte una familia?

Relajante: bienestar y serenidad

El simple hecho de escuchar música clásica puede ser muy relajante, tranquilizante y favorecer el sueño. Sus virtudes son reconocidas para calmar a las personas que sufren trastornos neurológicos (demencia, Parkinson, Alzheimer...). Puede convertirse en un auténtico ritual.


Menos deterioro cognitivo, mejor memoria, mejor audición y mayor destreza manual son
 algunos de los beneficios observados entre las personas mayores que se han aficionado a la música




Ver también…