abril 21, 2013

Internet modifica el Cerebro




Las nuevas tecnologías están cambiando las formas de procesamiento del cerebro

Hace una década la vida de los jóvenes era muy diferente: las tareas se hacían con base en libros y se investigaban en la biblioteca; el tiempo libre se pasaba en reuniones con amigos o afuera en los parques; y las relaciones con la familia, las amistades y los conocidos se alimentaban del contacto directo, telefónico o, en su defecto, de las cartas…

Hoy todo ha cambiado; Internet ha transformado la mayor parte de las costumbres de los seres humanos y ha creado no solamente soluciones y herramientas, sino también necesidades y dependencia.

El desarrollo cerebral se caracteriza por avanzar de las zonas posteriores a las anteriores. Lo último en madurar es el lóbulo frontal, que es el que da la capacidad de juicio, de análisis y reflexión. El desarrollo se completa a los 18 o 20 años.

Hoy en día, los chicos entre 10 y 14 años prefieren utilizar la computadora de forma frecuente, bien navegando por Internet o a través del teléfono móvil. Prefieren las nuevas pantallas, porque delante de la televisión son sujetos pasivos, mientras que las formas de ocio digital son pura actividad y les permiten convertirse en protagonistas.

Un nuevo estudio del University College of London llamado “The Virtual Revolution – Homo Interneticus” (La revolución virtual – Homo Interneticus) afirma que la red no sólo cambia los comportamientos de las personas, sino también sus pensamientos, debido a que modifica el cerebro.

La investigación, que fue parte de un documental transmitido por BBC2, fue dirigida por el profesor David Nicholas y se centró en el estudio y análisis de las habilidades de 100 voluntarios mientras respondían unas preguntas navegando en Internet.

Los datos descubiertos durante esta investigación sugieren que Internet lleva a que los niños y adolescentes puedan realizar varias tareas diferentes de manera simultánea, pero que, al mismo tiempo, hace que éstos pierdan su capacidad de concentración y de poner atención, así como la de leer y escribir textos largos.


Por ejemplo, al analizar el comportamiento de los jóvenes voluntarios de entre 12 y 18 años, el Profesor Nicholas encontró que éstos que han crecido con Internet son mucho mejores a la hora de hacer varias tareas y de llevar varios procesos mentales a la vez, pero, también, que gastan mucho menos tiempo buscando información para dar respuesta a una pregunta. En promedio, descubrió el estudio, los jóvenes visitan la mitad de los sitios web y se gastan una sexta parte del tiempo observando la información que encuentran, en comparación con personas mayores que ellos.

Por otra parte, los nacidos después de 1993 tienden a buscar las respuestas que necesitan a través de sus amigos, en vez de remitirse a fuentes de información más confiables, y se la pasan brincando de una página web a otra sin que el regresar a una ya visitada sea un hábito común en ellos.

Nicholas explicó que “Ellos saltaban entre los sitios web, mirando una o dos páginas, yéndose a otro sitio, mirando de nuevo una o dos páginas, y después continuaban así. Nadie parecía quedarse en ningún lugar por mucho tiempo”.

El estudio aviva aún más el debate sobre si Internet es una herramienta que puede facilitar el acceso y enriquecer el conocimiento de los jóvenes o si, por el contrario, hace que ellos dejen de lado los libros y no busquen información bien seleccionada y confiable, sino que se queden con lo primero y lo más superficial.

Mientras que algunos expertos opinan que no existen evidencias de que la red modifique el cerebro y que, además, los jóvenes siempre han tenido problemas para concentrarse, hay otros que sí creen que el modelo que plantea Internet de saltar de una página a otra está impidiendo que los niños y adolescentes sean capaces de aprender a través de métodos tradicionales más lineales, como leer un libro completo sobre un tema.


El doctor Aleks Krotoski, presentador del documental y sicólogo social, afirma que “parece bastante claro que, para bien o para mal, la generación más joven está siendo remodelada por la red”. Otras opiniones de profesores de universidades como Cambridge y Oxford opinan que ahora los jóvenes protestan y se quejan cuando tienen que leer un libro, y que Internet los está desconectando de la realidad.





Los videojuegos


Los pediatras Ari Brown y Dimitri Christakis, analizan cómo los bebés y niños pequeños reaccionan a los medios de comunicación y cómo el contenido de un video influye en el desarrollo temprano del cerebro. Christakis dijo que "acelerados videos con ritmo surrealista pueden estimular en exceso el desarrollo del cerebro de un infante y dar lugar a problemas de atención más tarde". Brown apuntó que "los niños menores de dos años aprenden mejor al interactuar con la gente y jugar con objetos reales, es importante que puedan tener ese momento de juego no estructurado.

En la conducta violenta, influyen más los videojuegos que la televisión. Los videojuegos son uno de los negocios de mayor proyección, producen un volumen de facturación de miles de millones dólares. Se ha comprobado que promueven a corto y largo plazo comportamientos violentos, debido a sus características. Los videojuegos captan la atención total del niño, tienen un refuerzo positivo – sube en la medida que va ganando – y el niño deja de ser un simple espectador para convertirse en protagonista. Sin embargo, como herramienta pedagógica los videojuegos podrían ser muy buenos.


Existen numerosos artículos que denuncian la cantidad de hechos violentos que se ven “cotidianamente” en la televisión, en el cine, y no debemos olvidar la impresionante carga de violencia que tienen los videojuegos. Es un hecho tristemente constatado y aceptado. El grupo más afectado, según los estudios, está constituido por la población ubicada entre los 15 y los 25 años; sin embargo, viene incrementándose de manera alarmante por el formado entre los que están entre los 12 y los 15 años. Es decir, el pre adolescente es el principal actor en cuanto a agente de la violencia y en cuanto a víctima de ella.

Jugar durante 20 horas para terminar un juego puede parecer una actividad de fin de semana típica para algunas personas, pero cuando el juego comienza a evitar que la gente concurra a la escuela y a su trabajo, se convierte en una preocupación. Dos horas de juego es similar a hacer una raya de cocaína debido a la excitación que se produce en el cerebro. Ha habido casos de personas que murieron en la computadora o consola, porque se olvidaron de comer o hidratarse durante su maratón de juegos.

Con el desarrollo de la medicina ha sido posible observar in vivo a través de la Resonancia Nuclear Magnética Funcional la potente activación de áreas relacionadas con la conducta violenta, como la amígdala y el cortex cingulado anterior dorsal, mientras se juegan videojuegos violentos.

Mientras que los juegos tienen algunos beneficios positivos, incluyendo el incremento del ejercicio y la mejora en el comportamiento de los pacientes diagnosticados con TDAH, demasiado de algo bueno siempre es malo - incluso cuando parece una diversión inocua.


Las Redes Sociales y los Niños

Los pediatras están añadiendo otra pregunta  a su lista de preguntas para las visitas con los pacientes en edad escolar y adolescentes: ¿Estás en Facebook? Reconociendo la importancia cada vez mayor de todo tipo de redes sociales en las vidas de sus pacientes jóvenes, los pediatras a menudo escuchan de los padres que están preocupados por la participación de sus hijos con las redes sociales.

Para ayudar a enfrentar los muchos efectos, tanto positivos como negativos, que las  redes sociales tienen sobre los jóvenes y sus familias, la Academia Americana de Pediatría (AAP) ha emitido un nuevo informe clínico, “El Impacto del uso de las redes sociales  en niños, adolescentes y familias “en la edición de abril 2012 de Pediatrics. El informe ofrece antecedentes sobre las últimas investigaciones en esta área, y recomendaciones sobre cómo los pediatras, los padres y los jóvenes pueden navegar con éxito este nuevo modo de comunicación.

“Para algunos adolescentes y preadolescentes, los medios de comunicación social es la principal forma en que interactúan socialmente, en vez de ir al centro comercial o la casa de un amigo,” dijo Gwenn O’Keeffe, MD, FAAP, co-autor del informe clínico. “Una gran parte del desarrollo social y emocional de esta generación está ocurriendo al mismo tiempo en Internet y en teléfonos celulares". Los padres necesitan entender estas tecnologías para que puedan relacionarse con el mundo de sus hijos en línea – y se sientan cómodos en ese mundo”.

De acuerdo con un sondeo a partir de agosto de 2009, el 22 por ciento de los adolescentes se conectan a su red social favorita más de 10 veces al día y más de la mitad de los adolescentes se conecta a una red social más de una vez al día. Setenta y cinco por ciento de los adolescentes tienen su propio teléfono móvil, y 25 por ciento lo utiliza para redes sociales, el 54 por ciento para enviar mensajes de texto y 24 por ciento para la mensajería instantánea.

Los padres de familia no deben prohibir a sus hijos que revisen o que participen de las innovaciones virtuales, pero es mejor ofrecer alternativas familiares como salir de paseo, practicar un deporte, reuniones con los amigos, actividades en las cuales las personas encuentren diversión y gratificación al igual que en la computadora.

Las nuevas directrices de la AAP incluyen recomendaciones para los pediatras para ayudar a las familias a navegar en el panorama de las redes sociales, incluyendo:

* Informar a los padres a hablar con los niños, niñas y adolescentes sobre su uso en línea y las cuestiones específicas que los niños en línea de hoy se enfrentan, tales como el acoso cibernético, “sexting”, y la dificultad de la gestión de su tiempo.

* Informar a los padres a trabajar en su participación en sus casas al mantenerse mejor informados  acerca de las muchas tecnologías que sus hijos están usando.

* Hablar con las familias respecto a la necesidad de un plan familiar para el uso de Internet, con un énfasis en la ciudadanía y el comportamiento saludable.

* Hablar con los padres sobre la importancia de supervisar las actividades en línea a través de la participación activa y la comunicación, no sólo a través de software de monitoreo.

El informe de la AAP describe los efectos positivos de las redes sociales. La participación en las redes sociales y las comunidades en línea pueden mejorar la comunicación, facilitar la interacción social y contribuir al desarrollo de habilidades técnicas. Estos pueden ayudar a los preadolescentes y adolescentes descubrir oportunidades de participar en la comunidad como voluntarios, y pueden ayudar a los jóvenes a formar su sentido de identidad. Estas herramientas también pueden ser complementos útiles (y en algunos casos sustituyendo a  los métodos de aprendizaje tradicionales) en el aula.





Pero debido a que los preadolescentes y los adolescentes tienen una capacidad limitada para la auto-regulación y son susceptibles a la presión de los compañeros, están en cierto riesgo, conforme  participan y experimentan con las redes sociales, según el informe. Pueden encontrarse en  sitios y  situaciones que no son apropiados para la edad, y la investigación sugiere que el contenido de algunos sitios de redes sociales puede influir en los jóvenes a participar en comportamientos riesgosos, además de  proporcionar espacios para el acoso cibernético y “sexting”, entre otros peligros.

“Algunos jóvenes encuentran el señuelo de las redes sociales difícil de resistir, lo cual puede interferir con la tarea, el sueño y la actividad física”, dijo el doctor O’Keeffe. “Los padres necesitan entender cómo su hijo está usando las redes sociales para que puedan establecer los límites adecuados.”



Los adolescentes y la “Depresión Facebook”


Se ha llamado “depresión Facebook” a los posibles daños vinculados con los medios de comunicación social, advierte un grupo de médicos, en referencia a una condición que puede afectar a adolescentes  que se obsesionan con el sitio en línea.

Los investigadores discrepan sobre si es simplemente una extensión de la depresión o es una condición distinta que no está vinculada con el uso del sitio en línea.

Existen aspectos únicos de Facebook que podrían convertirlo en un ambiente de socialización particularmente difícil de transitar para adolescentes con problemas de autoestima, dijo la doctora Gwenn O’Keeffe, pediatra de la zona de Boston y principal autora de las nuevas orientaciones para las redes de socialización que emitió la Academia de Pediatría de Estados Unidos.

Las causas. Facebook ofrece una visión sesgada de lo que realmente está pasando. En línea, no hay manera de ver las expresiones faciales o el lenguaje corporal que proporcionan un contexto. Las páginas de Facebook pueden hacer que los chicos se sientan incluso peor si éstos creen que no están a al altura de sus amigos debido al número de visitas, mensajes actualizados y fotos de personas felices que la están pasando muy bien.

Podría ser más doloroso que sentarse solo en una cafetería llena de personas en una escuela o que otros encuentros de la vida real que pueden hacer sentir mal a los adolescentes, dijo O’Keeffe, debido a que Facebook provee una visión distorsionada de lo que en verdad está ocurriendo.

Sería necesario que los pediatras alienten a los padres al diálogo con sus hijos adolescentes sobre el uso de internet y que les adviertan sobre la depresión que puede causar Facebook, además de la existencia de la llamada ciberintimidación, los mensajes de contenido sexual y otros peligros de Internet.

Daños psicológicos. El hostigamiento por Internet “puede tener resultados psicológicos profundos”, entre ellos el suicidio.

La doctora Megan Moreno, de la Universidad de Wisconsin y especialista en Medicina para adolescentes, que ha estudiado la creación de redes sociales en línea entre los estudiantes universitarios, comenta que la utilización de Facebook puede mejorar la percepción de la conexión social entre los jóvenes equilibrados y tener el efecto contrario entre aquellos propensos a la depresión.

Es importante estar atentos a las manifestaciones presentadas cuando las redes interfieren en la vida cotidiana, como cambios en el humor, alteración en la percepción del tiempo, insomnio, mala alimentación, agresividad, sudor, temblor cuando no se ha visitado las redes o cuando se encuentran privados del servicio de Internet (similar la abstinencia de cualquier droga); interrupciones familiares como en una comida, reuniones; pérdida de habilidades sociales; problemas en el medio laboral al no cumplir con las actividades propuestas; aislamiento social y dolores físicos, de la cabeza, espalda y ojos.

Los padres también deben educar a sus hijos acerca de las maneras en que las redes sociales  pueden capturar información personal sobre los usuarios, el Dr. O’Keefe, dijo. Los jóvenes pueden dañar su reputación y la seguridad mediante la publicación de información personal e inapropiada. E información sobre los sitios que visita puede ser capturada y utilizada para mandarle publicidad.

El problema no es dejar de usar estas tecnologías, sino hacer un buen uso de las mismas. Es justo afirmar que la humanidad atraviesa una Revolución de la Información, porque hoy se imponen nuevas formas de rutina para el hombre, que le permiten manejar un flujo de información en cantidades, y con facilidades de acceso, antes inimaginables. Sino fuera por las supercomputadoras que procesan millones de datos en un segundo no hubiera sido posible la aventura espacial o investigaciones biotecnológicas que han cambiado por su tecnología las posibilidades del ser humano.


El cerebro se adapta a Internet

Las nuevas tecnologías están cambiando las formas de procesamiento del cerebro. Los cerebros de los niños, por su relación con las nuevas tecnologías y por la evolución propia del hombre, tienen diferencias respecto de los cerebros de las generaciones anteriores. Uno de esos cambios en el funcionamiento cerebral observados se denomina Efecto Google. Los motores de búsqueda tienen un impacto fundamental en el funcionamiento del cerebro. 

Efecto Google es el fenómeno por el cual la población ha comenzado a utilizar Internet como su banco de datos. De esta manera, las computadoras y los buscadores se han convertido en una especie de sistema de memoria externa del cerebro al que puede accederse a voluntad del usuario y al que la memoria humana se está adaptando. 


En este sentido, el cerebro está dejando de almacenar datos, consciente de que siempre los tendrá disponibles en Google. El cerebro ha “liberado espacio” gracias al Efecto Google, aprovechando ese espacio sobrante para orientarlo en otros procesos. Si descarga parte de la memoria en Internet para poder usar las capacidades para interactuar y procesar diversas informaciones, entonces el efecto es positivo. Antes se tenía una capacidad mucho más limitada para ubicar y manejar información. Ahora se tiene más acceso y mayor capacidad para procesar y relacionar mucha información. 

No es que el cerebro deja de trabajar, sino que lo hace de otra manera. El Efecto Google, si bien puede verse como detrimento para el ejercicio de la memoria, desarrolla otras áreas del cerebro. Se ha demostrado que este efecto favorece la creatividad y asociación rápida, así como la posibilidad de realizar lecturas simultáneas.

El acceso instantáneo a la información variada permite la comparación, la asociación de ideas, y estimula la flexibilidad cognitiva mediante la utilización de juegos y programas informáticos. El cerebro tiene muchas funciones, una es la memoria. Si bien ésta es la que parece descansar en el nuevo escenario, otras como la rapidez visual y motora, la deducción, la concentración y la atención utilizadas en Internet son propiciadas como una forma de gimnasia cerebral.

La mente que nos caracterizaba hasta hace unos años era calmada y concentrada, sin distracciones Ahora, en cambio, la mente lineal está siendo desplazada por una nueva clase de mente que quiere y necesita recibir y diseminar información en estallidos cortos, descoordenados, frecuentemente solapados, cuanto más rápido, mejor.

La zona del cerebro que más cambios podría experimentar gracias al uso de la tecnología es la corteza prefrontal. Esta parte está relacionada con procesos complejos como la toma de decisiones, la planeación y la inhibición de conductas inapropiadas.

Los expertos aseguran que al ritmo al que avanzan las tecnologías parece imposible prever cómo funcionará nuestro cerebro en sólo 20 años.

Internet modifica las capacidades intelectuales y sociales

El entorno y los estímulos externos modifican el cerebro de los niños al menos hasta los seis años. Más recientemente se ha descubierto que este fenómeno, conocido como plasticidad neuronal, se produce también en la edad adulta, aunque en menor medida. Para explicarlo en términos informáticos es como si hasta los seis años los estímulos externos condicionaran la estructura del “hardware” cerebral, de los seis años en adelante básicamente se mejora el “software” en la cabeza, el hardware sigue evolucionando también durante toda la vida aunque más despacio.

Internet está modificando la forma de leer y procesar la información de niños y adolescentes

La web ha convertido a las personas en productoras de información, y no sólo en meras consumidoras. Blogs, redes sociales, webs temáticas, foros, etc., están permitiendo que cualquier ser humano con una conexión a internet pueda comunicar algo al resto del mundo con posibilidad de ser accesible para unos 2.500 millones de usuarios. 

El acceso a la información hoy en día es digital: menos del 0,1% de la información generada en la actualidad está en papel. El 99,9% de la información se encuentra disponible sólo en formato digital.

La forma en que se adquiere la información influye en la forma de percibirla y de transmitirla. El tipo de actividad mental que se desarrolla configura el cerebro y la distribución de las neuronas. El cerebro se modifica a sí mismo gracias a la plasticidad neuronal. No es estático ni rígido. Las neuronas establecen nuevos caminos, ponen en marcha nuevos circuitos neuronales y abandonan otros que quedan obsoletos. Algunas neuronas son descartadas, pero otras muchas pasan a engrosar y reforzar los nuevos caminos. La economía del reciclaje manda en el cerebro.

Los usuarios de internet no realizan una lectura lineal, sino que “escanean” la pantalla. Los usuarios realizan una “lectura en F”. Leen las dos primeras líneas, y bajando por la izquierda vuelven a detenerse en el centro. Después abandonaban de nuevo la lectura lineal y bajan hacia la parte inferior izquierda. internet disminuye la capacidad de concentración, así como la capacidad de los jóvenes para leer y escribir textos largos.

La lectura en internet y la lectura lineal de libros son dos formas de lectura muy distintas, utilizadas siempre en función de las circunstancias. Se realiza una lectura lineal, reflexiva y en profundidad, cuando se lee un libro o un artículo que interesa. La lectura en “F” es necesaria y fundamental ante la cantidad ingente de información que circula por internet.


Ambas formas de lectura responden a necesidades distintas y son absolutamente compatibles y necesarias.

Existe el riesgo de que en los más pequeños, que no tienen años de experiencia en la lectura lineal y reflexiva, terminen adoptando y afianzando una forma de lectura en “escaneo”, que no permite profundizar en los contenidos, con una necesidad constante de cambiar de tarea para recibir nuevos estímulos, y muy dada a la distracción.

Es necesario reforzar la lectura lineal y reflexiva que permite profundizar, asimilar y afianzar información, datos y conceptos. Es vital que los niños y adolescentes de hoy lean libros enteros, profundicen y reflexionen sin distracciones.


Sería absurdo afirmar que Internet no es una fuente infinita de conocimiento que, bien seleccionada y manejada, puede convertirse en una excelente forma de aprender. Pero también es necesario que la sociedad del conocimiento replantee sus estrategias de enseñanza y aprendizaje, y empiece a actuar ahora para que las nuevas generaciones avancen en vez de retroceder.


Es importante manejar Internet como una herramienta de investigación y
diversión, y no para que las relaciones sociales giren en torno a ésta.


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