La depresión infantil afecta a todos los aspectos de la vida cotidiana de un niño y conlleva
cambios importantes en su forma de sentir, de pensar y de comportarse, así como cambios físicos.
cambios importantes en su forma de sentir, de pensar y de comportarse, así como cambios físicos.
Todos
los padres se preguntan, en algún momento de la infancia de sus hijos, si el
niño puede estar pasando una depresión. Sí, los niños pueden deprimirse, pero sus síntomas son diferentes de los de los adultos: rabietas, agresividad,
alegría exagerada, enuresis...
A los
padres interesados en el desarrollo de los hijos, les inquietan las conductas
de irritabilidad, la agresividad, el bajo rendimiento académico, el
aislamiento, el llanto, etc, de sus hijos, sin embargo no saben qué
hacer, y sumado a esto está la poca capacidad de los niños y adolescentes
para expresar sus necesidades emocionales, lo cual hace la tarea mucho más
difícil.
El
trastorno depresivo infantil es un trastorno del humor capaz de comprometer el
desarrollo del niño o del adolescente e interferir en su proceso natural
psicosocial.
Son diferentes las manifestaciones de la depresión infantil y la de los adultos, posiblemente debido al proceso de desarrollo que existe en la niñez y la adolescencia.
Son diferentes las manifestaciones de la depresión infantil y la de los adultos, posiblemente debido al proceso de desarrollo que existe en la niñez y la adolescencia.
La competitividad
y las exigencias del mundo actual están afectando incluso a los más pequeñitos,
causando depresión.
Poder evitarla depende, en gran medida, de la relación que los niños tienen con sus padres.
Poder evitarla depende, en gran medida, de la relación que los niños tienen con sus padres.
Todos
los niños lloran, a veces desobedecen, se enojan o tienen problemas
conductuales menores. Pero cuando algunos de estos aspectos son prolongados en
el tiempo y hay cambios significativos en el comportamiento habitual, no hay
que dejarlo pasar, ya que puede tratarse de un caso de depresión infantil.
Durante
mucho tiempo se sostuvo que en menores no existía la depresión, pero hace 40 años fue
aceptada por la comunidad científica y desde entonces es un problema que no se
puede desconocer.

Investigadores
norteamericanos constataron a través de una investigación realizada en el año
1991, una incidencia de depresión infantil en diferentes grupos de niños
escolarizados: 0,9% en pre-escolares, 1,9% en alumnos de escuela primaria y el
4,7% en adolescentes de escuela secundaria.
Posteriormente, a fines de la década de los noventa, según un informe publicado por José Luis Pedreira Massa, se constató en España que los trastornos depresivos podrían llegar al 9% en la población general infantil menor de 12 años, cifras que pueden superar a las obtenidas en adolescentes.
Posteriormente, a fines de la década de los noventa, según un informe publicado por José Luis Pedreira Massa, se constató en España que los trastornos depresivos podrían llegar al 9% en la población general infantil menor de 12 años, cifras que pueden superar a las obtenidas en adolescentes.
Según
un informe del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la
Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión representa uno de los
trastornos psiquiátricos de mayor prevalencia, afectando alrededor de 340
millones de personas en todo el mundo.
¿ Por
qué se deprimen los niños ?
Las
posibles causas de la depresión infantil son muchas, pero en todas ellas el
denominador común es un sentimiento de abandono, ya sea real o no: muerte de un
progenitor o allegado, grave conflicto entre los padres, separaciones
prolongadas, educación severa o distante...
Las causas de la depresión infantil están asociadas a factores como:
* Pérdidas o separación
* Una organización familiar disgregada
* Problemas de vinculación con los padres
* Falta de contacto afectivo
* Competitividad en el colegio
* Mala relación con pares
* Cambios de casa o de colegio y depresión de los padres.
Además, puede haber causas genéticas o bioquímicas.
Síntomas
de depresión infantil
La
depresión no se manifiesta, sobre todo en los niños más pequeños, con los
mismos síntomas que en los adultos. Es raro que un niño tenga conciencia de
estar triste y se lamente directamente de ello.
Los
niños pequeños tienen dificultad para trasmitir su verdadero estado emocional,
por su escasa capacidad de comunicación con los adultos de su entorno familiar.
Son
muchos los signos que pueden alertar sobre la presencia de problemas depresivos
en los niños, por ejemplo los llantos y rabietas excesivos.
Existen
ciertos aspectos en algunos niños que deben ser evaluados si se pretende llegar
al diagnóstico de depresión infantil.
Esas manifestaciones no siempre son debidamente
valorizadas por familiares y pediatras, lo cual dificulta el diagnóstico de
depresión infantil.

En el
área del comportamiento, se puede observar en los niños afectados un deterioro
en las relaciones con los demás integrantes de su familia, amigos y compañeros
de escuela, perdiendo el interés por ellas y tendiendo al aislamiento.
Las alteraciones cognitivas que pueden ocurrir en estos niños, principalmente se observa en el nivel de atención, el razonamiento y la memoria, que interfieren en el rendimiento y el aprendizaje escolar. Muchas veces la depresión infantil es el origen del fracaso escolar.
Las alteraciones cognitivas que pueden ocurrir en estos niños, principalmente se observa en el nivel de atención, el razonamiento y la memoria, que interfieren en el rendimiento y el aprendizaje escolar. Muchas veces la depresión infantil es el origen del fracaso escolar.
Pero
aún más preocupante es la situación de niños demasiado callados, quietos,
exageradamente «buenos».
La depresión infantil se enmascara a veces como una «huida
hacia adelante»: muchos niños inestables, agresivos, demasiado inquietos, y
también de una alegría exagerada y llamativa, con demasiada tendencia a hacer
el «payaso», pueden estar reaccionando así por tener una fuerte depresión.
Síntomas físicos. Muchas
enuresis (hacerse pis por la noche pasados los cinco años), encopresis
(incontinencia de las heces), insomnios, problemas con la comida, asma,
eczemas... Los niños
somatizan más fácilmente que los adultos.
Señales
y síntomas más frecuentes :
• Significativos cambios en el humor
• Disminución de la actividad psicofísica y del
interés por cosas placenteras
• Pérdida de la atención en las clases
escolares con bajo rendimiento.
• Alteraciones del sueño
• Baja autoestima
• Disminución de la energía psicofísica
• Síntomas de padecimiento somático
• Fobia escolar
• Pérdida o aumento del peso corporal
• Cansancio matinal
• Hipersensibilidad (irritación y crisis de
llanto sin motivo)
• Actitud de negativismo y/o pesimismo
• Ideas mórbidas sobre la vida
• Enuresis (micciones nocturnas durante el
sueño)
• Conductas ansiosas y síntomas hipocondríacos
No es
necesario para un diagnóstico correcto, que se encuentre toda esta constelación
de síntomas, sólo basta con que el niño presente algunos de ellos para
sospechar que se trata de una depresión infantil y por lo tanto, debe estar
bajo tratamiento con médicos especializados.
Las manifestaciones de depresión en niños y adolescentes van a depender de la etapa de desarrollo en que estén
* En lactantes. Se refleja en la
alimentación y trastornos del sueño.

* Escolares (6 a 11 años). Inhibición,
disminución del rendimiento escolar, baja concentración, agresividad,
irritabilidad por un tiempo prolongado, manifestaciones ansiosas, desgano,
desánimo, falta de motivación a actividades placenteras, quejas somáticas
(gastrointestinales, respiratorias, neurológicas como cefaleas, etc.).
* Adolescentes (12 a 18 años). Se asemeja
más a la depresión de personas mayores, pero en el contexto y características
de la etapa evolutiva de la adolescencia. Hay mayor impulsividad que en el niño
y en el adulto. Es posible la ideación e intento suicida; suele existir la
sensación de que la vida no tiene sentido, que no hay salida a los problemas y
que están atrapados por sus conflictos.
Los niños deprimidos en edad preescolar sufren cambios cerebrales
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Washington, en St. Louis, publicado en julio 2013 en la revista Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry, muestra que la región cerebral que procesa las emociones funciona de forma distinta en los niños en edad preescolar con depresión que en los que no sufren de ese trastorno de salud mental.
Los investigadores usaron IRM funcional para examinar la actividad cerebral de 54 niños de 4 a 6 años de edad, incluyendo a 23 a los que se había diagnosticado depresión. Ninguno de los niños del estudio había tomado antidepresivos.
Los niños con depresión presentaban un nivel alto de actividad en la amígdala, la parte del cerebro que procesa las emociones. Mientras estaban en la máquina de IRMF, se mostró a los niños fotos de personas con una expresión facial de felicidad, tristeza, miedo y neutral.
La región de la amígdala mostró un nivel elevado de actividad cuando los niños deprimidos veían las fotos de las caras de las personas, independientemente del tipo de caras que se les mostraba. Así que no se trataba de que reaccionaran solo a las caras tristes o a las felices, sino que cada cara que vieron aumentó la actividad de la amígdala.
Los hallazgos ponen de relieve que estos niños están sufriendo de un trastorno muy real que requiere tratamiento. Se podría identificar y tratar a los niños con depresión en una etapa más temprana de la enfermedad, y prevenir así potencialmente problemas más adelante en la vida.
Los niños deprimidos en edad preescolar sufren cambios cerebrales
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Washington, en St. Louis, publicado en julio 2013 en la revista Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry, muestra que la región cerebral que procesa las emociones funciona de forma distinta en los niños en edad preescolar con depresión que en los que no sufren de ese trastorno de salud mental.
Los investigadores usaron IRM funcional para examinar la actividad cerebral de 54 niños de 4 a 6 años de edad, incluyendo a 23 a los que se había diagnosticado depresión. Ninguno de los niños del estudio había tomado antidepresivos.
Los niños con depresión presentaban un nivel alto de actividad en la amígdala, la parte del cerebro que procesa las emociones. Mientras estaban en la máquina de IRMF, se mostró a los niños fotos de personas con una expresión facial de felicidad, tristeza, miedo y neutral.
La región de la amígdala mostró un nivel elevado de actividad cuando los niños deprimidos veían las fotos de las caras de las personas, independientemente del tipo de caras que se les mostraba. Así que no se trataba de que reaccionaran solo a las caras tristes o a las felices, sino que cada cara que vieron aumentó la actividad de la amígdala.
Los hallazgos ponen de relieve que estos niños están sufriendo de un trastorno muy real que requiere tratamiento. Se podría identificar y tratar a los niños con depresión en una etapa más temprana de la enfermedad, y prevenir así potencialmente problemas más adelante en la vida.
Diagnóstico

Es muy importante que estas manifestaciones no sean temporales, sino que perduren en el tiempo, para efectuar un diagnóstico correcto de un trastorno depresivo o si simplemente son parte de los cambios emocionales normales que se encuentran en las diferentes etapas del desarrollo de la personalidad en la niñez.
Por ello es necesario realizar una evaluación de la situación familiar, existencial, su nivel de madurez emocional y principalmente su autoestima. El profesional que lo asiste, no sólo tendrá en cuenta los cambios conductuales y lo que refiere el niño sino también la información que aportan sus padres, maestra y hasta la opinión de profesionales de otras disciplinas. Finalmente el profesional llegará al diagnóstico teniendo en cuenta las bases clínicas, muchas veces utilizando los mismos criterios que se usan para la depresión en el adulto, a pesar que el cuadro es diferente en lo niños, mucho más diferente cuando menos sean los años de edad.
Tratamiento
Si estos
síntomas se observan en un periodo mayor a 15 días, es aconsejable consultar a
un especialista. Sin embargo, el diagnóstico de depresión se hace con el
antecedente de un mes de manifestación de síntomas, pero la consulta precoz es
importante en el pronóstico, principalmente si hay antecedentes familiares de
depresión o si hay sospecha o certeza de idea suicida.
Lo más
importante es reconocer y tratar esta enfermedad, especialmente antes de los
cinco años, ya que en esta etapa la persona organiza su modo de vinculación con
otros, sienta las bases de su personalidad futura y en gran medida sella su
adultez.
Debe
estar a cargo de un médico especializado en Psiquiatría Infantil, a través de
la psicoterapéutica, acompañado o no de tratamiento farmacológico.
Sin
embargo, el tratamiento debe adaptarse a cada caso en particular y a la fase
del desarrollo en que se encuentra el niño. Es frecuente que los lactantes
puedan tener estas manifestaciones cuando sus madres están depresivas (por
ejemplo, cuando hay depresión post parto).
En
preescolares, puede ser necesario el uso de fármacos y es fundamental realizar
terapia con los padres. En adolescentes, se puede requerir un tratamiento con
medicamentos y psicoterapia individual y/o familiar.
Ver
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Antidepresivos y depresión infantil |
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Depresión en adolescentes |
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Ansiedad y estrés en la niñez |
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El maltrato y la violencia familiar afectan el desarrollo cerebral |
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El maltrato infantil causa daño permanente en estructuras del cerebro |
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Desarrollo cerebral en la primera infancia |
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Trastorno por déficit de atención e hiperactividad en niños |
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Trastornos y problemas del aprendizaje |
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Inteligencia emocional en el niño |
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El ADN materno influye en la formación del cerebro del feto importancia de la serotonina |
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Investigación sobre las mutaciones genéticas causantes de trastornos cerebrales |
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Trastornos en la conducta alimentaria |
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