septiembre 20, 2018

Cómo Prevenir el Alzheimer





La enfermedad de Alzheimer es la causa más común de demencia. Se trata de una enfermedad neurodegenerativa progresiva e irreversible. Y es la primera causa de discapacidad neurológica, causante de grandes costes sociales y económicos en las sociedades modernas.

El Alzheimer es una alteración neurodegenerativa primaria que suele presentarse con mayor frecuencia en personas mayores de 65 años, aunque también puede ocurrir en menor porcentaje en personas de una edad más joven. Cuando una persona sufre de Alzheimer empieza a haber cambios microscópicos en el tejido de ciertas partes de su cerebro y pérdida constante de una sustancia química llamada acetilcolina, que es vital para el funcionamiento cerebral. Esta sustancia está relacionada con la comunicación de las células nerviosas y actividades mentales como el aprendizaje, la memoria y el pensamiento.

En todo el mundo, más de 45 millones de personas padecen Alzheimer u otras formas de demencia. A la enfermedad que sufren  las personas afectadas, hay que sumar, además, el desgaste emocional, de salud y económico que ésta supone para sus cuidadores.

Compromiso del cerebro

La enfermedad de Alzheimer se caracteriza por la aparición de lesiones muy específicas, que invaden progresivamente el cerebro y destruyen sus células, las neuronas. Las neuronas del hipocampo, la región que controla la memoria, son las primeras afectadas. Todavía no sabemos qué causa la aparición de estas lesiones.

Causas

Las causas de la enfermedad de Alzheimer no se conocen. En la gran mayoría de los casos, la enfermedad aparece debido a una combinación de factores de riesgo. El envejecimiento es el principal factor.

 Los factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares  hipertensión, colesterol alto, obesidad, diabetes, etc.  también parecen contribuir a su desarrollo.


Los factores genéticos también desempeñan un papel importante en el inicio de la enfermedad. Por lo tanto, algunos genes pueden aumentar el riesgo de ser afectados, aunque no sean directamente la causa de la enfermedad. Los investigadores encontraron que alrededor del 60% de las personas con la enfermedad de Alzheimer portan el gene apolipoproteína E4 o ApoE4. Otro gen, SORL1, también parece estar involucrado a menudo. Sin embargo, muchas personas portan estos genes y nunca tendrán la enfermedad y, a la inversa, algunas personas sin estos genes pueden desarrollar la enfermedad.

Es posible que las infecciones o la exposición a productos tóxicos desempeñen un papel en algunos casos, pero no se ha obtenido ninguna prueba formal.

También se estudian otros factores, como el estilo de vida sedentario, la falta de actividad intelectual, malos hábitos alimenticios, falta de sueño o interacciones sociales débiles.

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Investigación

Dieta mediterránea y deterioro cognitivo leve

Según un estudio realizado por investigadores del Departamento de Neurología del Columbia University Medical Center, Nueva York, publicado en Arch Neurol. 2009, la dieta mediterránea podría proteger a las personas que tienen un deterioro cognitivo leve contra la enfermedad de Alzheimer.

El estudio se realizó entre 1.393 sujetos sanos y 482 personas con deterioro cognitivo leve  pérdida de memoria o dificultad para concentrarse, por ejemplo . Los participantes, que tienen 77 años de edad en promedio, completaron un cuestionario sobre sus hábitos alimenticios en el último año.

Según los resultados, después de un seguimiento de cuatro años, las personas con deterioro cognitivo leve que siguieron moderadamente la dieta mediterránea vieron reducido su riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer en un 45% en comparación con aquellos con poco o ningún seguimiento.

Entre los que aplicaron la dieta de Creta con moderación y que no tenían un deterioro cognitivo leve, el riesgo fue del 17% y del 45% para la enfermedad de Alzheimer. Para aquellos que lo siguieron al pie de la letra, esta proporción fue del 28% para el deterioro cognitivo leve y del 48% para la enfermedad de Alzheimer.

Según los autores del estudio, es difícil de explicar cómo la dieta mediterránea, que se compone principalmente de frutas, verduras, pescado y aceite de oliva, puede ayudar al cerebro a mantenerse saludable. Sin embargo, señalan que esta dieta podría reducir algunos factores de riesgo, como el colesterol alto y azúcar, a menudo asociados con el deterioro cognitivo leve.


Le dieta mediterránea protegería el cerebro del deterioro cognitivo

Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de California, San Francisco, publicado en la Revista de la Sociedad Americana de Geriatría en abril 2017, la dieta mediterránea y una de sus variantes, el régimen Mind protegería a las personas de la tercera edad de los riesgos de pérdida de la memoria.

Los investigadores pidieron a 5907 personas mayores participantes en el Estudio de Salud y Jubilación completen un cuestionario sobre sus hábitos alimenticios. Luego se midieron sus funciones cognitivas, como memoria y capacidad de atención.

Los resultados muestran que los voluntarios que han adoptado una dieta mediterránea o Mind tienen funciones cerebrales significativamente mejores que aquellos con dietas que son menos buenas para su salud.


La ingesta calórica y el riesgo de la enfermedad de Alzheimer

En un estudio realizado por investigadores del Instituto Taub para la Investigación sobre la Enfermedad de Alzheimer y el Envejecimiento Cerebral de la Universidad de Columbia, publicado en Arch Neur. 2002, una mayor ingesta de las calorías y las grasas pueden estar asociadas con un mayor riesgo de enfermedad de Alzheimer en individuos portadores del alelo apolipoproteína E epsilon4.

En un estudio prospectivo de 4 años, los investigadores recolectaron datos sobre la ingesta dietética de 980 personas de 75 años, en promedio. Durante el estudio, 242 personas desarrollaron la enfermedad de Alzheimer.

En este estudio, las personas en riesgo son las personas con una forma defectuosa de una proteína (una proteína es un constituyente principal de las células) llamada apolipoproteína E. La apolipoproteína E (apoE abreviado) transporta los lípidos esenciales para la célula cerebral.

Los sujetos que consumieron la mayor cantidad de calorías y que tenían antecedentes genéticos que los predispusieran a esta enfermedad  portadores del gen ApoE4  fueron más afectados que aquellos que absorbieron menos calorías.

El trabajo paralelo en roedores con restricción calórica indica que sus cerebros son más resistentes al ataque (en comparación con los roedores con una dieta normal). La restricción calórica limitaría la producción de moléculas tóxicas  como los radicales libres  y, a la inversa, estimularía las moléculas protectoras  como el factor de crecimiento NGF  para el cerebro.


La restricción calórica tiene un efecto beneficioso sobre las neuronas

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Católica del Sagrado Corazón en Roma, publicado en PNAS en 2012, confirma que una restricción calórica tiene un efecto beneficioso no solo en la salud en general sino también en las neuronas, al proteger estas últimas de los efectos nefastos del envejecimiento.

Al privar a los ratones del 30% de los alimentos que suelen absorber, los investigadores italianos no solo han permitido prolongar la vida de estos roedores sino también mejorar su rendimiento cognitivo.

Según los autores del estudio, la restricción calórica permite la liberación de la molécula CREB1, que desempeña un papel esencial en el funcionamiento adecuado de las células cerebrales.

Este descubrimiento tiene implicaciones importantes para el desarrollo de nuevos fármacos para activar la molécula CREB1 sin reducir la ingesta calórica, y prevenir así el proceso de envejecimiento.


Menos calorías para reducir las enfermedades relacionadas con la edad

De acuerdo con los investigadores de Pennington Biomedical Research en los Estados Unidos, cuyos resultados fueron publicados en la revista médica Cell Metabolism en marzo 2018, la reducción de 15% en el consumo de calorías durante 2 años retrasaría el envejecimiento y protegería contra las enfermedades relacionadas con la edad.

Un estudio británico de la Universidad de Bath destacó un vínculo entre una dieta demasiado rica en azúcar y la enfermedad de Alzheimer. Esta nueva investigación habría identificado un vínculo entre la menor ingesta calórica y la reducción de las enfermedades relacionadas con la edad, como el Alzheimer y el Parkinson.

Los investigadores realizaron el estudio con 53 personas sanas, no obesas de entre 21 y 50 años que redujeron su ingesta calórica en un 15% durante dos años.

Los participantes en el grupo de restricción calórica perdieron un promedio de casi 9 kg y no se observó ningún efecto adverso, como anemia, pérdida ósea excesiva o trastornos menstruales. Por otro lado, este protocolo permitió mejorar el estado de ánimo y la calidad de vida.

La reducción calórica reduciría el estrés oxidativo. Los resultados del estudio mostraron que la restricción calórica disminuyó el estrés oxidativo sistémico relacionado con las enfermedades neurológicas relacionadas con la edad, como la enfermedad de Alzheimer, pero también el cáncer, la diabetes, la enfermedad de Parkinson u otras enfermedades.

Aunque el número de voluntarios fue relativamente bajo y la duración del experimento fue corta en el contexto de una vida humana, los biomarcadores del envejecimiento mejoraron en los participantes del estudio, concluyen los autores de el estudio.


Prevención de la enfermedad de Alzheimer a través del deporte

Según un estudio realizado por investigadores de la UC Irvine's College of Medicine, publicado en Trends of Neurosciences en 2002, el ejercicio físico regular influiría en la expresión génica en un área importante del cerebro para la memoria y el mantenimiento de la salud de las células nerviosas y esto ayudaría a preservar de la enfermedad de Alzheimer.

El estudio ha demostrado, en la rata, un aumento en la expresión de ciertos genes y una disminución en la expresión de otros genes después de un período de tres semanas de actividad consistente en correr. Muchos de los genes cuya expresión ha sido estimulada ayudan al cerebro a responder al estrés, a aprender y a hacer frente a una amplia gama de influencias externas. El ejercicio parece ser un potente regulador de la actividad cerebral.

Este cambio en la expresión génica en ratas se produjo en un área del cerebro llamada hipocampo, un área generalmente asociada con funciones cognitivas como la memoria, el aprendizaje y el pensamiento. Los investigadores no esperaban experimentar una concentración de actividad en esta área del cerebro. Pensaron que el ejercicio afectaría principalmente a las áreas relacionadas con las funciones motoras.

Los estudios ya habían revelado el efecto beneficioso del ejercicio en la prevención de la enfermedad de Alzheimer. Pero ninguno había mostrado cómo y por qué el ejercicio físico ayudó al cerebro a prevenir el daño celular que conduce a esta enfermedad. Los resultados obtenidos podrían indicar la cantidad y el tipo de ejercicio que contribuye a reducir el riesgo de deterioro cognitivo y la enfermedad de Alzheimer.


El estudio de las monjas (Nun Study)

Una de las referencias en la investigación de reserva cognitiva fue un experimento bien conocido llevado a cabo por el neurocientífico David Snowdon de la Universidad de Kentucky en 1986, al que llamó “el estudio de las monjas”. El experimento consistió en estudiar a un grupo de monjas en un convento y observar la evolución de sus funciones cognitivas, como la memoria.

Tomó como grupo de investigación un grupo de 678 monjas católicas de la orden de School Sisters of Notre Dame, una comunidad donde la edad promedio es de 85 años y donde muchas hermanas tienen más de 90 años.

Su reserva cognitiva ha sido monitoreada durante 17 años. Durante este período, las pruebas se llevaron a cabo con regularidad, genética, intelectual o psicológica. Todas aceptaron que al momento de su muerte, su cerebro fuera estudiado para completar la información del experimento.

Lo más sorprendente fue el caso de la hermana Bernadette. Esta monja murió a los 85 años. Su cerebro fue estudiado y se detectó entonces que padecía de la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, nunca durante su vida ella había mostrado síntomas de padecerla. Los investigadores concluyeron que la reserva cognitiva de la monja había compensado claramente sus deficiencias.

Los investigadores lograron verificar otro hecho interesante. Las monjas con un vocabulario más rico han mostrado un menor deterioro cognitivo a lo largo de los años. Y ese vocabulario, a su vez, surgió del hecho de que habían sido buenas lectoras durante su infancia. Esta experiencia es una de las pruebas más convincentes para el ejercicio intelectual, social y físico como un medio valioso para retrasar el declive natural de nuestras funciones cognitivas.

La conclusión más importante del estudio de las monjas fue que la enfermedad de Alzheimer no es una consecuencia inevitable de la vejez. Por el contrario, la existencia de una reserva cognitiva sólida protege contra esta enfermedad tan devastadora.

En estas monjas, que llevan una vida sana, tienen una buena dieta y poco estrés, la tasa de la enfermedad de Alzheimer es significativamente menor que la de la población general. Significativamente, muchas de ellas son altamente educadas y llevan a cabo actividades intelectuales que son muy exigentes para su edad.

Siguiendo los resultados de este estudio, otras investigaciones han demostrado que realizar actividades intelectuales exigentes puede mitigar los efectos del daño cerebral causado por la enfermedad de Alzheimer y promover la plasticidad cerebral.


Una investigación sobre los factores del estilo de vida que pueden reducir la enfermedad de Alzheimer

Un informe  Dementia prevention, intervention and care  por Livingston G et al. del Departamento de Psiquiatría de University College London, publicado en línea en la revista británica Lancet en julio 2017, ha descubierto factores clave que pueden reducir el riesgo de desarrollar demencia en general, incluida la enfermedad de Alzheimer.

Investigando la posible prevención, expertos de 23 laboratorios internacionales llevaron a cabo un meta-análisis amplio de los estudios existentes. Esto hizo posible proponer un nuevo modelo cuantificado de factores de riesgo a lo largo de la vida.

De acuerdo con estos cálculos, el 35% de los casos de demencia podrían evitarse teóricamente. Porque si nadie puede modificar su patrimonio genético, cada uno puede poner en cambio otros triunfos en su manga, y esto desde la escuela.

Según el meta-análisis una escolarización prolongada más allá de la edad de 12 años disminuiría 8% del riesgo de demencia en la adultez. Los estudios a largo plazo confieren protección al favorecer la constitución y el mantenimiento de una reserva cognitiva  suma de neuronas y sus conexiones  que permite resistir a las patologías neurodegenerativas.

Sin embargo, varias observaciones recientes indican que la enfermedad de Alzheimer no es una consecuencia inevitable del envejecimiento y que muchos aspectos del estilo de vida también pueden influir enormemente en su progresión. Esta es una excelente noticia porque significa que es posible reducir en gran medida el riesgo de padecer esta enfermedad al cambiar los hábitos de vida.

El análisis riguroso de los estudios acumulados hasta el momento lleva a los autores a sugerir que cambiar los factores de riesgo clave puede reducir significativamente la incidencia de estas enfermedades.

Factores de riesgo

Evitar el cigarrillo.  Fumar tiene un efecto catastrófico en la salud cardiovascular, porque causa una disminución en el suministro de oxígeno al cerebro y daña las neuronas. Algunas neurotoxinas contenidas en el tabaco también contribuyen a este daño.

Realizar alguna actividad física. La actividad física ejerce una acción neuro-protectora debido a la mejora de la circulación sanguínea en el cerebro y al estimular el crecimiento de las neuronas involucradas en los procesos de la memoria.

Mantener un peso saludable. Varios estudios muestran que las personas obesas tienen un mayor riesgo de demencia, una consecuencia del impacto negativo del sobrepeso en la inflamación crónica y el estrés oxidativo que afecta todo el cuerpo, incluido el cerebro.

Controlar la presión sanguínea. La hipertensión crea estrés mecánico en los vasos sanguíneos, lo que aumenta el riesgo de neuro-degeneración y, en consecuencia, de demencia.

Controlar el nivel de azúcar en la sangre. Las personas con diabetes tienen un mayor riesgo de demencia porque la hiperglucemia crónica es muy tóxica para las células, incluidas las neuronas.

Aprender a controlar el estrés. La depresión afecta a los niveles de varias hormonas del estrés y la estructura de ciertas partes del cerebro (hipocampo), lo que podría acelerar el desarrollo de demencias.

Mantener una red social. El aislamiento social y la soledad son factores de riesgo importantes para la hipertensión, las enfermedades cardiovasculares y la depresión, tres condiciones que se han asociado con el desarrollo de la demencia.

Continuar aprendiendo. La educación crea lo que se llama una 'reserva cognitiva' que mantiene la función cerebral a pesar del deterioro de las neuronas. Aprender un nuevo idioma aumenta las conexiones neuronales y fortalece el hipocampo.

Asegurarse de escuchar bien. Esto puede parecer sorprendente, pero varios estudios han demostrado que existe una fuerte correlación entre la sordera y el riesgo de demencia. Los mecanismos involucrados siguen siendo poco conocidos, pero es probable que la audición estimule las funciones intelectuales y, por lo tanto, retrase el deterioro de las neuronas. Según los investigadores, el uso de audífonos por personas que no oyen bien podría ayudar a reducir este riesgo.

Seguir un régimen de alimentación balanceado y nutritivo. Para ello se recomienda incluir alimentos ricos en antioxidantes y vitaminas de los grupos C, D y E, así como aquellos altos en ácidos grasos omega 3. Es muy importante controlar la ingesta de azúcares, ya que algunos estudios han revelado que niveles altos de glucosa en sangre y de insulina pueden ocasionar daños cerebrales y conducir al desarrollo del Alzheimer.

Varios estudios de población más recientes sugieren que el consumo de ciertos alimentos como la cúrcuma, el vino tinto, el cacao, el aceite de coco o el té verde está asociado con una reducción aún mayor en el riesgo de deterioro cognitivo y la inclusión de estos alimentos en los hábitos alimentarios podrían aumentar aún más nuestra protección contra la demencia, como la enfermedad de Alzheimer.


Aceite de coco contra el Alzheimer

Un estudio realizado por varios investigadores de la Universidad Católica Valencia, la Universidad Europea de Valencia, el Hospital Universitario Morales Meseguer y la Universidad de Valencia  titulado “Aceite de coco: tratamiento alternativo no farmacológico frente a la enfermedad de Alzheimer”  y publicado por la revista Española Nutrición Hospitalaria en diciembre 2015, demuestra la influencia positiva del aceite de coco a nivel cognitivo en los pacientes con Alzheimer.

Se trata de un prometedor estudio que demuestra de manera inequívoca los efectos beneficiosos que produce el consumo de aceite de coco extra virgen en la lucha contra la demencia en el Alzheimer. El objetivo concreto del estudio era evaluar el impacto que tiene el aceite de coco en la evolución de la demencia tipo Alzheimer, en cualquier grado de demencia. Asimismo, determinar si existe influencia en dicha mejora, de variables como el sexo y padecer o no diabetes mellitus tipo II.

La metodología utilizada en el análisis fue el estudio prospectivo realizado en pacientes con demencia tipo Alzheimer, con un grupo control y un grupo de intervención al que se le administró 40 ml/día de aceite de coco extra virgen.

En palabras de los investigadores, se observó en los sujetos que tomaban el producto un aumento estadísticamente significativo de la puntuación del test MEC-LOBO y, por consiguiente, una mejoría del estado cognitivo, mejorando sobre todo las mujeres, los que no tenían diabetes mellitus tipo II y los pacientes graves.

La conclusión inequívoca de la investigación, es que este estudio, aunque preliminar, demuestra la influencia positiva del aceite de coco a nivel cognitivo en los pacientes con Alzheimer, siendo esta mejoría dependiente del sexo, de la existencia o no de diabetes y del grado de demencia.

Analizando el estudio con cierto detalle, resulta evidente que éste se ha llevado a cabo en las condiciones más difíciles posibles para que el aceite de coco extra virgen saliese bien parado, y sin embargo, incluso con estas condiciones, los datos son muy prometedores. Para el estudio, la media de edad de los pacientes evaluados se situó en 79 años, una edad muy avanzada sin duda, y más del 80% de las pacientes eran mujeres.

El estudio, llevado a cabo con un grupo de control al que se le suministró un placebo además del grupo tratado con aceite de coco extra virgen, evaluó los resultados de los test efectuados por ambos grupos de pacientes antes del tratamiento y después. Los pacientes que tomaron un placebo durante el tratamiento mejoraron sus puntuaciones, de media, un 2,86% los hombres y un 0,85% las mujeres, o sea, datos nada significativos.

Sin embargo, los pacientes de Alzheimer tratados con aceite de coco extra virgen mejoraron los resultados en sus pruebas, un 36,99% los hombres y un apabullante 39,70% las mujeres. Es importante resaltar que eso no significa que sólo el 36,99% y el 39,70% de los hombres y las mujeres tratados con aceite de coco extra virgen mejorasen. Al contrario, indica que la función cognitiva de los pacientes de Alzheimer tratados con aceite de coco extra virgen mejoró respectivamente un 36,99% y un 39,70%, datos realmente prometedores en la lucha contra la demencia.

Este estudio viene a refutar la teoría de que el Alzheimer es la diabetes del cerebro y de que el aceite de coco puede prevenir esta enfermedad y mejorar el estado de los pacientes. En esta línea está el Dr. Bruce Fife, quien en su libro ALTO AL ALZHEIMER defiende que los alimentos procesados y los carbohidratos refinados son los principales causantes de ésta y otras muchas enfermedades, proponiendo su sustitución por alimentos naturales  vegetales, proteínas y grasas saludables  a los que añade el aceite de coco.


El aceite de coco retrasaría la enfermedad de Alzheimer

Investigadores del Centro Sherbrooke de Investigación sobre el Envejecimiento (Quebec), según un estudio sobre el proyecto "Benefic" publicado en Journal of Alzheimer's Disease de junio 2018,  están cerca de concluir que el aceite de coco purificado puede retrasar la aparición del Alzheimer en personas con riesgo de desarrollar la enfermedad.

Con la edad, muchas personas, especialmente aquellas con la enfermedad de Alzheimer, tienen dificultad para usar la glucosa de manera efectiva, la cual actúa como un combustible para el cerebro. Desde 2015, el equipo descubrió que un simple suplemento dietético hecho de aceite de coco purificado logró reducir el déficit de glucosa.



Durante seis meses, 50 personas de 65 años o más con un ligero problema de memoria tuvieron que beber un líquido, por la mañana y por la noche. Veinticinco de ellos bebieron una emulsión de leche con aceite de coco purificado. Esta fórmula fue elegida para evitar los efectos secundarios. La otra mitad del grupo, sin saberlo, estaba consumiendo un líquido sin el aceite.

Al final del proyecto, las cetonas, utilizadas como fuente de energía cuando las reservas de azúcar eran insuficientes, se habían duplicado en los participantes que bebieron el suplemento con aceite de coco purificado. Ellos también aumentaron su atención, su memoria y su velocidad de procesamiento de la información.

El proyecto ahora está entrando en una segunda fase, con el doble de participantes, para sacar conclusiones firmes.

Los investigadores esperan retrasar con éxito la aparición de la enfermedad de Alzheimer entre las personas en riesgo con un simple suplemento dietético. También quieren ayudar a que las facultades de los afectados disminuyan con menor rapidez.

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Prevención

Actualmente, no existe una manera claramente efectiva de prevenir la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, algunas medidas parecen ayudar a preservar las capacidades cognitivas y reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad.

Medidas generales

Es posible reducir el riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer al intervenir médicamente, prestando atención a los hábitos de estilo de vida  alimentación saludable, ejercicio físico, etc.  y evitar ciertos factores de riesgo, como presión arterial alta, diabetes, colesterol alto y fumar.

La terapia de reemplazo hormonal en mujeres en edad de menopausia o tomar medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (como la aspirina y el ibuprofeno) pueden proporcionar cierta protección contra la enfermedad de Alzheimer, según los estudios población, pero los estudios prospectivos han sido negativos.

Alimentación – La dieta mediterránea

Se llevaron a cabo varios estudios para determinar si una dieta particular podría prevenir la enfermedad de Alzheimer al retrasar el envejecimiento.

Este tipo de dieta típica de los países ribereños del mar Mediterráneo protege contra las enfermedades cardiovasculares y mejora la esperanza de vida. Se distingue, en particular, por un gran consumo de aceite de oliva, frutas, verduras y pescado y por una ingesta moderada de vino tinto.

Restricción calórica

La restricción calórica retrasa la senescencia del cerebro y previene la neuro-degeneración. Una dieta baja en calorías retrasa el envejecimiento y aumenta la esperanza de vida.

La restricción calórica limitaría la producción de moléculas tóxicas  como los radicales libres  y, a la inversa, estimularía la de las moléculas protectoras  como el factor de crecimiento NGF  para el cerebro.

La ingesta energética baja de y una dieta baja en grasas reducen la probabilidad de tener demencia de tipo Alzheimer.

Los estudios en animales sugieren que la restricción calórica aumenta la resistencia neuronal cerebral a la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson y el accidente cerebrovascular. También ayuda a limitar la pérdida neuronal normal asociada con la edad.

Una dieta rica en antioxidantes. Muchos estudios confirman que los antioxidantes reducen los efectos dañinos de los radicales libres en las neuronas. Deben preferirse algunos alimentos ricos en antioxidantes, ácido fólico, vitamina B6 y vitamina B12.

Actividad física

El beneficio de la actividad física regular para la prevención de la demencia y el deterioro cognitivo ha sido demostrado por varios estudios epidemiológicos y ensayos clínicos recientes. Uno de ellos mostró que un programa de entrenamiento físico moderado en el hogar  3 sesiones de 50 minutos por semana, o 20 minutos de caminata al día, durante 24 semanas , permitió mejorar el rendimiento cognitivo de personas con problemas de memoria. Por otro lado, los adultos que hacen ejercicio regularmente parecen estar menos afectados por la enfermedad de Alzheimer.

Entrenamiento mental

Varios estudios prospectivos recientes han demostrado que las personas que participan en actividades mentales estimulantes de forma regular (lectura, aprendizaje, juegos de memoria, etc.), independientemente de su edad, tienen menos probabilidades de padecer demencia.

En efecto, tener una mente activa durante toda la vida promueve el mantenimiento y el crecimiento de las conexiones entre las neuronas, lo que retrasaría la demencia. Además, se cree que un alto nivel de educación ayuda a que sea más fácil pasar las pruebas cognitivas utilizadas para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer. Esto permitiría compensar por más tiempo los efectos de la enfermedad.

Varios ensayos en curso intentan evaluar los efectos del entrenamiento mental regular en personas con la aparición de la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, parece que los efectos de este tipo de ejercicio son menos marcados cuando ya ha empezado el deterioro cognitivo.


Mejorar la reserva cognitiva para retrasar los síntomas

Se ha demostrado que la enfermedad de Alzheimer progresa más lentamente en personas con niveles más altos de educación superior y entre quienes mantienen la actividad intelectual a lo largo de sus vidas, incluidos juegos de crucigramas y bridge, lectura, aprendizaje de idiomas, memorización de canciones o poemas, etc. Este efecto protector probablemente se relaciona con el hecho de que estas personas logran compensar mejor las dificultades intelectuales causadas por la enfermedad.

La actividad intelectual ayudaría a mantener muchas conexiones entre las neuronas, creando una 'reserva cognitiva' a la que los pacientes pueden recurrir cuando se sienten los primeros síntomas  de la enfermedad de Alzheimer.

Numerosos estudios determinan que estas actividades son un ejercicio para las funciones cerebrales y la memoria, por lo que podrían ser claves en la prevención del alzhéimer.

Entre las actividades recomendadas por los expertos:

* Hablar varios idiomas.
* Tocar instrumentos musicales.
* Leer con frecuencia.
* Estudiar una carrera.
* Tener más actividad social.
* Retarse con juegos intelectuales como ajedrez, crucigramas, rompecabezas, sudokus y todo tipo de juegos para pensar.

La dieta “MIND”


La prevención de enfermedad por la alimentación. En septiembre de 2015, un equipo de investigadores de los Estados Unidos publicó un estudio sobre una nueva dieta que reduciría significativamente el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer: MIND Diet Associated with Reduced Incidence of Alzheimer’s Disease. Alzheimer’s & Dementia, publicado en The Journal of the Alzheimer's Association. Esta es la dieta MIND.

Los investigadores se divirtieron haciendo un juego de palabras con el nombre de esta dieta ('mind' es 'mente' en inglés). De hecho, MIND significa Mediterranean-Dash Intervention for Neurodegenerative Delay.

Les principios básicos de la dieta MIND

Las recomendaciones de la dieta MIND se reducen a favorecer a ciertos alimentos y evitar, o reducir el consumo de otros. Aquí no se trata de restricciones draconianas o una dieta imposible de seguir. Más bien, es el sentido común el que se aplica y se demuestra mediante estudios científicos.

Además, la Dieta MIND está clasificada por expertos en nutrición y medicina entre las mejores dietas y entre las que son más fáciles de seguir.

Alimentos incluidos en la dieta MIND

* Aceite de oliva: todos los días

* Vegetales de hoja verde (col, espinacas y ensalada verde): al menos 1 porción/día

* Las demás hortalizas: al menos 1 porción/día

* Cereales integrales, al menos 3 porciones/día

* Frutos secos (nueces, almendras…): al menos 5 porciones/semana

* Legumbres secas (menestras) al menos 3 porciones/semana

* Frutillas (fresas, arándanos, frambuesas…): al menos 2 porciones/semana

* Aves de corral (pollo, pavo): al menos 2 porciones/semana

* Pescado: al menos 1 porción/semana.

Alimentos a evitar

* Carne roja: Máximo 4 porciones/semana

* Mantequilla y margarina: Máximo 1 cucharada/día

* Queso: Máximo 1x/semana

* Dulces y pasteles: Máximo 5x/semana

* Comida rápida (alimentos fritos, pizza…): Máximo 1x/semana.

Las frutas tienen un lugar completo en la dieta mediterránea. Solas, como ensalada o compota, son una fuente de vitaminas y minerales que previenen la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, algunas son más protectoras que otras como la granada, fresa y uva negra.

La granada contiene una molécula llamada elagitanina, la cual, a través de la flora intestinal se convertiría en urolitinas con un efecto neuroprotector y anti-inflamatorio. La fresa es rica en fisetina, un flavonoide que ayuda a limitar la pérdida de memoria. En cuanto a las uvas, contienen un antioxidante llamado resveratrol que previene los síntomas de la enfermedad.

Se recomienda consumir las bayas dos veces por semana para prevenir la enfermedad de Alzheimer gracias a sus altos niveles de vitaminas y minerales.

En resumen, se debe: Comer alimentos reales, poco o nada procesados, variados, especialmente frutas y verduras coloridas, nueces, legumbres y cereales integrales, con el objetivo de placer y saciedad. Sazonar con buenos aceites de oliva y canola. Comer también pescado graso y carnes magras (especialmente aves de corral).


El aceite de coco podría prevenir o tratar la enfermedad de Alzheimer 

El Alzheimer es una enfermedad neuro-degenerativa caracterizada por la incapacidad del cerebro para metabolizar la glucosa en la sangre, lo cual conduce gradualmente a la destrucción de sus neuronas. Las células nerviosas en el cerebro de las personas que padecen la enfermedad de Alzheimer no pueden usar la glucosa para producir energía.

Según estudios recientes, la insulina no solo es producida por el páncreas, sino también por el cerebro, que produce su propia insulina, lo que permite que las neuronas absorban la glucosa.

La principal fuente de energía del cerebro es la glucosa. En caso de resistencia a la insulina en el cerebro, la glucosa ya no se absorbe. Como las neuronas ya no funcionan, estas células finalmente se apagan y las conexiones que las conectan se deterioran con el tiempo.

No obstante, existe un combustible alternativo. Nuestro cuerpo produce cetonas  moléculas derivadas de la descomposición de la grasa corporal  cuando transforma la grasa en energía. Pero nuestro hígado también es capaz de producir cetonas a partir de ciertas grasas alimenticias, los triglicéridos de cadena media (MCT).

Estudios recientes sugieren que algunos alimentos y productos orgánicos pueden prevenir estados de demencia como el Alzheimer. Entre los productos alimenticios naturales, el aceite de coco es el más rico en MTC y, por lo tanto, es el alimento con mayor probabilidad de producir suficientes cetonas y suficiente energía para alimentar el cerebro.

Las cetonas pueden ayudar a compensar la deficiencia del cerebro para fabricar su energía. Pueden cruzar fácilmente las paredes de los vasos y liberarse en el torrente sanguíneo para ser transportadas directamente al cerebro. Entonces pueden unirse a las neuronas, donde entran sin la necesidad de insulina. Luego se pueden quemar en lugar de glucosa para producir la energía celular.

Los pacientes que padecen la enfermedad de Alzheimer tienen una resistencia muy característica a la insulina, y es aquí que el aceite de coco ofrece una solución alternativa muy interesante. Dos tercios de las personas que han probado este método han visto mejoras en su memoria y comportamiento. Los efectos no son los mismos en todos los individuos, el nivel de tolerancia al aceite de coco varía de un individuo a otro.


Consejos para una cura con aceite de coco

Para obtener mejores resultados, los expertos sugieren aceite de coco extra virgen, no hidrogenado, prensado en frío.

Un tratamiento de aceite de coco o MTC debe comenzar con dosis bajas y tomarlo sistemáticamente durante las comidas para facilitar su digestión. Tomará varias semanas antes de alcanzar el consumo recomendado de 4 cucharadas a seis cucharadas por día, dependiendo del tamaño de la persona, de 40 a 60 gramos de triglicéridos de cadena media distribuidos en dos a cuatro comidas.


Se recomienda la absorción por la mañana por razones digestivas, ya que toma un mínimo de tres horas para que el aceite se convierta en cetonas y llegue al cerebro.

El aceite de coco puede causar trastornos digestivos (diarrea) en las personas que no están acostumbradas a ello. Se debe comenzar con pequeñas cantidades, siempre mezcladas con alimentos, durante la comida, y aumentar gradualmente las dosis.

Un estudio reciente de la Universidad de Oxford sugirió que, aunque los beneficios del aceite de coco pueden ser temporales, los pacientes con Alzheimer y demencia han visto beneficios a corto plazo luego de utilizarlo. Esta investigación apoya la teoría de las cetonas de la Dra. Mary Newport.

El aceite de coco no puede curar la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, podría ayudar a prevenirla. No obstante, ya se ha verificado que el aceite de coco mejora los procesos cognitivos de las personas con demencia. Cabe señalar, sin embargo, que sus efectos son a corto plazo.


La esperanza de un diagnóstico temprano

Muchas investigaciones están en marcha en todo el mundo para crear herramientas para diagnosticar la enfermedad en una etapa más temprana, cuando la pérdida de memoria es leve o incluso antes de la aparición de los síntomas. De hecho, la enfermedad se establece insidiosamente antes de que aparezcan los síntomas de la demencia. Varias pruebas, todavía experimentales, muestran que es posible obtener un diagnóstico temprano: pruebas de memoria, pruebas de imágenes cerebrales o análisis de sangre o del líquido cefalorraquídeo.


Advertencia. No es porque uno olvide sus llaves, una cita o el nombre de una persona, se tiene la enfermedad de Alzheimer. Estos olvidos ocasionales son normales a cualquier edad y generalmente están relacionados con la falta de atención. Si son frecuentes, pueden enmascarar un estado depresivo o ansioso. Solo las pruebas realizadas por un médico pueden determinar si uno padece un real trastorno de la memoria. A menudo, son los miembros de la familia quienes se preocupan por sus seres queridos y piden una consulta.


Dado que hay predisposiciones genéticas a la enfermedad de Alzheimer, algunas personas 
desean retrasar el inicio de la enfermedad. Es muy posible que al retrasar este inicio, un 
individuo pueda vivir totalmente el resto de su vida sin sufrir los síntomas que causa esta enfermedad.




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