Actualización : abril 30, 2016
La
música es un lenguaje simbólico
que permite a los niños exteriorizar su mundo interno así como también
interpretar el mundo a su alrededor, facilitando la libre expresión de sus
sentimientos, sus sensaciones, sus fantasías y su realidad. Pero la música
también funciona como medio para
interactuar con los otros, como un lenguaje común y compartido que
favorece la comunicación y el desarrollo de las habilidades sociales.
Los
primeros tres años de la vida de un niño representan un periodo importante en
el futuro de todo individuo, ya que allí se establece esa relación especial
entre padres e hijos llamada “apego”, la música puede contribuir a fortalecer
este vínculo y lograr que se convierta en una relación sana y operativa. En
todo el mundo, cuando los padres le hablan a sus hijos pequeños, ajustan sus
voces para hacerlas más suaves, más rítmicas, más musicales.
La
música puede ser un vehículo para el desarrollo integral del niño que abarque
las áreas cognitiva, social, emocional, afectiva, motora, del lenguaje, así
como de la capacidad de lectura y escritura.
El
efecto “Tomatis”
A
mediados del siglo XX, un médico otorrinolaringólogo francés Alfred Tomatis,
inició una propuesta de rehabilitación dirigida a personas con dificultades
auditivas o de lenguaje.
Su
programa terapéutico consistía en la estimulación musical al escuchar piezas de
Mozart y otros compositores clásicos, obteniendo cambios positivos en la
rehabilitación del lenguaje y en el desarrollo del habla en niños y adultos
discapacitados. A este efecto se le ha denominado “efecto Tomatis”.
Asimismo,
este médico elaboró un nuevo modelo de crecimiento y desarrollo del oído humano
y reconoció que el feto escucha sonidos dentro del útero materno – tales como los movimientos de la digestión, los ritmos cardíacos y la respiración de la
madre –. Observó también que el recién nacido se relaja cuando oye la voz de la
madre.
Su
trabajo fue reconocido por la Academia de las Ciencias y Medicina de Francia, y
actualmente existen centros de tratamiento Tomatis en Estados Unidos, Europa y
América Latina.
El
efecto “Mozart”
La expresión
“Efecto Mozart” se refiere a los
efectos beneficiosos que puede producir a las personas escuchar las melodías
del compositor W. A. Mozart.
En
1993, Rauscher y colaboradores de la Universidad de California, publicaron los
resultados obtenidos en una investigación realizada con grupos de estudiantes
universitarios, a quienes se les expuso a escuchar durante 10 minutos una
sonata de Mozart, logrando puntuaciones altas en las pruebas de habilidades
visuo-espaciales y cognitivas en general, así como un incremento transitorio
del cociente intelectual.
Estudios
posteriores han demostrado que el escuchar música de Mozart desencadena cambios
de conducta – en relación a estados de alerta y calma –, afectividad – induce estados emotivos –, metabólicos – aumento
del contenido de calcio y dopamina en el cerebro –.
Los
beneficios de la música, en especial algunas piezas de Mozart, podrían deberse
a las pulsaciones por minuto que tiene, y a las frecuencias altas de los
instrumentos, ya que cambian el estado del cerebro – especialmente en aquellas zonas relacionadas con el hemisferio derecho, donde radican las funciones
espacio-temporales – y lo hacen más receptivo.
La
música de Mozart con respecto a la de otros compositores posee unas propiedades distintivas: los sonidos
de sus melodías son puros, precisos, son sonidos altamente armónicos y los
ritmos, las propias melodías, la métrica, el tono, el timbre y las frecuencias
de su música parece que estimulan el cerebro humano, activando las neuronas.
Aprender
música de niño ayuda al cerebro de adulto
Un
estudio presentado por investigadores de la Universidad de Northwestern en
Illinois, publicado en el Journal of
Neuroscience en 2014, se centra en analizar qué ocurre después de que los niños dejen de tocar un instrumento
musical si sólo lo han hecho durante unos pocos años.
Entre
los participantes del estudio estaban personas sin formación musical, otras que
tenían estudios que iban de uno a cinco años y otras que habían estudiado música
de seis a 11 años. Todos ellos
empezaron a tocar con nueve años y su edad, en el momento del estudio,
oscilaba entre los 18 y los 31 años.
Comparados
con aquellos sin formación musical, los participantes que habían estudiado de
uno a cinco años de música tenían
mejores respuestas cerebrales frente a sonidos complejos. Estas personas
eran más eficaces para extraer la frecuencia fundamental de la señal sonora, es
decir, la frecuencia más baja en el sonido que es clave en la percepción
musical y en el habla. Esta habilidad les permite reconocer sonidos en un
entorno complejo y ruidoso, también es importante para la expresión hablada y
para la memoria.
Estos
resultados, junto con los obtenidos en investigaciones previas por estos investigadores,
permiten señalar beneficios que van desde una mejor percepción auditiva, mayor función ejecutiva y un empleo más
eficaz de herramientas comunicativas. Todo ello sugiere que el
entrenamiento musical durante el desarrollo produce efectos positivos y a largo
plazo en el cerebro adulto.
La
música clásica favorece el desarrollo cerebral de los niños
Según
un estudio presentado por investigadores del Institute of Education de la
universidad de Londres en enero 2014, la
música clásica puede favorecer el desarrollo intelectual de las personas,
especialmente los niños.
Los
niños que estaban en las primeras etapas de primaria y escuchaban música
clásica, no desarrollaron ningún tipo de prejuicio y después de pasar unos
años, fueron capaces de apreciar distintos tipos de música, lo que aumentó su concentración y autodisciplina.
Los
niños fueron expuestos a diferentes tipos de música clásica. Las piezas fueron
variadas, aumentando su dificultad a medida que pasaban los días, mejorando su
capacidad de capturar los detalles, distinguir sonidos y responder a las ideas
sofisticadas. Por otra parte, también mostró que los niños pueden explorar sus
sentimientos y usar su imaginación.
Cantar favorece el desarrollo del cerebro
infantil
Según
un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Münster, Alemania,
jugar cantando favorece el desarrollo de los niños en el jardín de infancia en
las áreas física, mental y social, sobre todo en lo que respecta a su habla,
conducta social y control de la agresión. El libro “Singing in Childhood – An Empirical Study of Health and School
Readiness of Kindergarten Children and the Elementary Canto Concept for
Practical Implementation” fue publicado en diciembre 2010.
En
la investigación se analizaron los datos provenientes de 500 jardines de
infancia, se comprobó que un 88 por ciento de los niños que cantaban a menudo
estaban plenamente preparados para seguir la escolarización normal, mientras
que sólo estaban en las mismas condiciones de preparación el 44 por ciento de
aquellos pequeños que cantaban con menos frecuencia.
Según los investigadores de Münster, el estudio ofrece la primera evidencia práctica de que jugar cantando favorece -en una medida que hasta ahora se había infravalorado- el desarrollo de los niños en el jardín de infancia en las áreas física, mental y social, sobre todo en lo que respecta a su habla, conducta social y control de la agresión.
Según los investigadores de Münster, el estudio ofrece la primera evidencia práctica de que jugar cantando favorece -en una medida que hasta ahora se había infravalorado- el desarrollo de los niños en el jardín de infancia en las áreas física, mental y social, sobre todo en lo que respecta a su habla, conducta social y control de la agresión.
Los
expertos alemanes creen que este fenómeno se debe a que cantar hace que el
organismo humano produzca una mayor cantidad de las hormonas que desencadenan
la sensación de bienestar y a la vez disminuya la producción de otra serie de
compuestos hormonales asociados a los comportamientos agresivos, como han
demostrado diversos estudios neurobiológicos y fisiológicos previos.
La formación musical precoz podría mejorar la función ejecutiva
Un estudio llevado a cabo por investigadores del Boston Children’s
Hospital, publicado en la revista PLoS ONE en junio 2014, ha revelado un
posible vínculo biológico entre la
formación musical temprana y la mejora de la función ejecutiva en niños
y adultos.
La función ejecutiva
comprende aquellos procesos cognitivos de alto nivel que permiten a las
personas procesar y retener
información, regular sus conductas, tomar buenas decisiones, resolver
problemas, y planificar y adaptarse a las cambiantes y rápidas demandas
mentales.
El trabajo ha examinado mediante imágenes por resonancia magnética
las áreas del cerebro asociadas con la función ejecutiva, y ha ajustado los
resultados en base a posibles factores socioeconómicos.
Según los investigadores, la
función ejecutiva es un fuerte predictor de rendimiento académico,
incluso más importante que el coeficiente intelectual.
Los investigadores compararon 15 niños musicalmente entrenados, de
9 a 12 años, con un grupo control de 12 niños no entrenados de la misma edad.
Los niños entrenados tenían que haber tocado un instrumento durante al menos 2
años en clases de música regulares y privadas. De media, estos niños habían
practicado durante 5,2 años 3,7 horas por semana, y habían comenzado con una
media de 5,9 años. Del mismo modo, los investigadores compararon de forma
similar a 15 adultos que eran músicos profesionales activos con 15 no músicos.
Ambos grupos de control no tenían ninguna formación musical más allá de los
requisitos generales de la escuela.
Dado que los factores demográficos familiares pueden influir en si
un niño recibe clases particulares de música, los investigadores también
compararon los grupos no músicos/músicos a partir de la educación de los
padres, el estado laboral paterno y particular (para los adultos) y el nivel de
ingresos familiar. Los grupos, también emparejados por el coeficiente
intelectual, se sometieron a una batería de pruebas cognitivas, y a los niños
también se les sometió a resonancia magnética durante la prueba.
En las pruebas cognitivas, los
músicos adultos y niños musicalmente entrenados mostraron una mejora del
rendimiento en varios aspectos de la función ejecutiva. En las imágenes
cerebrales, los niños con formación musical mostraron una mayor activación de
áreas específicas de la corteza prefrontal relacionadas con la función
ejecutiva durante una prueba a través de la cual se les hizo cambiar entre
diferentes tareas mentales.
La función ejecutiva no sólo es útil académicamente. Cada día, permite asimilar y retener información rápidamente, ajustar su conducta al contexto o incluso tomar las decisiones correctas. En algunas personas y en determinadas patologías, como la hiperactividad, esto plantea un problema. Los resultados también pueden tener significado para los niños y adultos que sufren de trastornos de la función ejecutiva, como los niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad o los ancianos.
La función ejecutiva no sólo es útil académicamente. Cada día, permite asimilar y retener información rápidamente, ajustar su conducta al contexto o incluso tomar las decisiones correctas. En algunas personas y en determinadas patologías, como la hiperactividad, esto plantea un problema. Los resultados también pueden tener significado para los niños y adultos que sufren de trastornos de la función ejecutiva, como los niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad o los ancianos.
Tocar un instrumento
antes de los 7 años mejora el cerebro
Según un estudio de las Universidades de Concordia y McGill en Canadá, publicado
en el Journal of Neuroscience en
febrero 2013, las clases de música antes de los siete años podrían ayudar a
establecer fuertes conexiones entre las regiones motoras del cerebro, aquellas
que ayudan a planificar y llevar a cabo los movimientos.
La investigación proporciona una fuerte evidencia de que entre los
seis y ocho años la formación musical interactúa con el desarrollo normal del
cerebro a la hora de producir cambios duraderos en las habilidades motoras y la
estructura del cerebro.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores observaron a
36 músicos adultos mientras tocaban algún instrumento y escanearon sus
cerebros. La mitad de ellos empezaron su formación musical antes de los siete
años, mientras que la otra mitad se inició a una edad más avanzada, aunque los
dos grupos tenían el mismo número de años de experiencia. Estos dos grupos se
compararon también con individuos que habían recibido poca o ninguna formación
musical.
Al comparar una habilidad motora entre los dos grupos, los músicos
que comenzaron antes de los siete años eran más precisos, incluso después de
dos días de práctica. Al comparar la estructura del cerebro, los músicos que
comenzaron temprano tenían la sustancia blanca reforzada en un haz de fibras
nerviosas que conecta las regiones motoras izquierda y derecha del cerebro. No
obstante, los escáneres cerebrales revelaron que no había ninguna diferencia
entre los que no tocaban ningún instrumento y los que comenzaron su formación
musical más tarde, lo que sugiere que la evolución del cerebro puede ocurrir temprano
o puede no darse.
Este estudio es importante a la hora de demostrar que la capacitación es más eficaz en edades tempranas ya que ciertos aspectos de la anatomía del cerebro son más sensibles a los cambios en esos momentos.
Este estudio es importante a la hora de demostrar que la capacitación es más eficaz en edades tempranas ya que ciertos aspectos de la anatomía del cerebro son más sensibles a los cambios en esos momentos.
¿ Cómo
influye la formación musical en el desarrollo del cerebro del adolescente ?
Un
estudio de la Universidad Northwestern y publicado en la revista PNAS en julio
2015, sugiere que la instrucción musical escolar ayuda a mejorar las respuestas del cerebro adolescente al sonido y
agudizar el oído y las habilidades de lenguaje.
Para
llegar a esta conclusión, los investigadores contaron con la participación de
40 estudiantes de primer año de secundaria de la ciudad de Chicago que
asistieron a colegios ubicados en barrios de bajos ingresos económicos. El estudio comenzó poco antes del inicio de
clases y duró tres años, hasta su último año de secundaria.
Casi
la mitad de los estudiantes se inscribieron en clases de música dictadas dentro
de sus respectivas escuelas, de dos a tres horas semanales. El resto asistió al
entrenamiento del Cuerpo de Oficiales de Reserva Junior, que hacía hincapié en
el entrenamiento deportivo. Ambos grupos asistieron a sus respectivos talleres
por un periodo de tiempo similar.
Luego
de tres años y tras haber analizado la información recopilada, se reveló que el grupo de música mostró una maduración más
rápida de la respuesta del cerebro al sonido y una sensibilidad cerebral
prolongada y aumentada a los detalles del sonido.
Los
autores creen que el aprendizaje de música en la secundaria, cada vez más
desfavorecido debido a la escasez de fondos, podría compensar esa influencia
negativa en el procesamiento de sonido, mejorando sus habilidades lingüísticas.
La música ayuda a los niños a desarrollar el lenguaje
De acuerdo con un estudio realizado por investigadores de la
universidad Northwestern, publicado en la revista Journal of Neuroscience
en setiembre 2014, un programa de
música para niños fue fundamental para su desarrollo y función cerebral,
un proceso asociado a las habilidades
de lenguaje y lectura.
El equipo científico estudió un grupo de 44 niños de edades
comprendidas entre seis y nueve años durante dos años. El estudio incluyó a
niños de 6 a 9 años matriculados en el Proyecto Harmony, que ofrece clases
gratuitas de música para niños desfavorecidos en Los Ángeles.
Querían observar la influencia de las clases de música en el
desarrollo de su dominio del lenguaje y la comunicación. Los niños estudiados
eran de zonas desfavorecidas de alto riesgo de fracaso escolar y de problemas
sociales. Estos niños participaron en un programa que ofrece cursos de música
libre.
En esta investigación, los neurólogos aplicaron electrodos en el
cuero cabelludo de los niños, mientras aún estaban en lista de espera para
integrar las lecciones de música. Después de un año, no se observaron
diferencias significativas entre los niños que asistieron a clases de música, y
los otros.
Pero después de dos años, la situación cambió. Después de escuchar
una pieza de Mozart, el cerebro de los niños que estudian música emiten ondas.
Una vez que estas ondas fueron captadas y amplificadas mediante
electroencefalograma, los investigadores se dieron cuenta de que estas ondas
eran una reminiscencia de la señal captada por los oídos. En pocas palabras, el
cerebro de los músicos jóvenes aprendices fue capaz de reproducir la canción
más rápido y con mayor precisión que los otros.
Asimismo, observaron que tomó
dos años de instrucción en música para que esta mejora ocurriera, pues
un año de formación musical no fue suficiente para provocar cambios en el
cerebro.
Esta investigación demuestra que los programas de música en la comunidad pueden literalmente ‘remodelar’ el cerebro de los niños de una manera que mejora el procesamiento de sonido, lo que podría conducir a mejores habilidades de aprendizaje y del lenguaje.
Esta investigación demuestra que los programas de música en la comunidad pueden literalmente ‘remodelar’ el cerebro de los niños de una manera que mejora el procesamiento de sonido, lo que podría conducir a mejores habilidades de aprendizaje y del lenguaje.
Aprender
música desarrolla la madurez emocional
Según un estudio realizado por investigadores de
la Universidad de Vermont, publicado en
la revista de la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente en diciembre 2014, el entrenamiento musical puede ayudar a los niños a controlar sus
emociones, reducir su ansiedad, y centrar su atención.
Su
investigación, hasta el momento, es la investigación más grande de la
asociación entre la formación musical y el desarrollo del cerebro, que tiene
232 participantes.
El
equipo analizó las imágenes por resonancia magnética de los cerebros de los
niños de seis a 18 años, prestando atención a los cambios en el espesor de la
capa exterior –área cortical – del cerebro.
El estudio
tuvo como objetivo conocer si la formación musical, una actividad positiva,
influiría en estos indicadores corticales. Los investigadores encontraron
evidencia de que la reproducción de música, lo que requiere el control motor y
la coordinación, podría alterar las áreas motoras del cerebro e influir en los
cambios en las zonas del cerebro relacionadas con el comportamiento de
regulación.
La
práctica de la música aumentó el espesor en el área de la corteza que controla
el funcionamiento ejecutivo – memoria de trabajo, control de atención –, la
organización y la capacidad de planificación. También parece afectar a las
áreas del cerebro que desempeñan un papel en el control inhibitorio y el
procesamiento de las emociones. Los autores creen que tocar el violín, por
ejemplo, puede ayudar a un niño a combatir los trastornos psicológicos como la
ansiedad y la depresión mejor que las píldoras de prescripción.
Un lugar para la música en el cerebro
Investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en un estudio publicado en la revista Neuron en diciembre 2015, han identificado sendas neuronales que reaccionan casi exclusivamente al sonido de la música.
Los investigadores mostraron que su protocolo analítico había detectado una segunda senda neural en el cerebro de la cual los científicos ya tenían evidencia y está sintonizada con los sonidos que genera el habla. también demostró que los circuitos del habla y la música están en partes diferentes de la extensa corteza auditiva del cerebro, donde se interpretan todos los sonidos y que cada una es en gran medida sorda a las pautas de la otra. Cuando se trata de responder a las canciones con letra hay una cierta superposición.
Para identificar los sonidos o elementos sonoros tan esenciales, que el cerebro asigna una parte de la materia gris a la tarea de detectarlos, obtuvieron un conjunto de 165 fragmentos de sonido distintivos y fácilmente identificables de dos segundos cada uno. Luego escanearon los cerebros de 10 voluntarios (ninguno de ellos músico) mientras escuchaban dichos fragmentos sonoros.
Se enfocaron en la región auditiva del cerebro, ubicada en los lóbulos temporales justo por encima de las orejas; analizaron matemáticamente los vóxeles (píxeles tridimensionales) de las imágenes para detectar patrones de excitación o calma neuronal.
Generaron seis patrones de respuesta básicos, seis formas en que el cerebro catalogaba los ruidos entrantes.
Al emparejar los fragmentos de sonido con los patrones de activación, los investigadores determinaron que cuatro de los patrones estaban vinculados a propiedades físicas generales del sonido como tono y frecuencia.
El quinto seguía la percepción del habla del cerebro, y para el sexto los datos se volvieron operativos al revelar un sitio específico neuronal en el surco de la corteza auditiva que reaccionó a todos los fragmentos musicales que los investigadores habían reproducido.
Un lugar para la música en el cerebro
Investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en un estudio publicado en la revista Neuron en diciembre 2015, han identificado sendas neuronales que reaccionan casi exclusivamente al sonido de la música.
Los investigadores mostraron que su protocolo analítico había detectado una segunda senda neural en el cerebro de la cual los científicos ya tenían evidencia y está sintonizada con los sonidos que genera el habla. también demostró que los circuitos del habla y la música están en partes diferentes de la extensa corteza auditiva del cerebro, donde se interpretan todos los sonidos y que cada una es en gran medida sorda a las pautas de la otra. Cuando se trata de responder a las canciones con letra hay una cierta superposición.
Para identificar los sonidos o elementos sonoros tan esenciales, que el cerebro asigna una parte de la materia gris a la tarea de detectarlos, obtuvieron un conjunto de 165 fragmentos de sonido distintivos y fácilmente identificables de dos segundos cada uno. Luego escanearon los cerebros de 10 voluntarios (ninguno de ellos músico) mientras escuchaban dichos fragmentos sonoros.
Se enfocaron en la región auditiva del cerebro, ubicada en los lóbulos temporales justo por encima de las orejas; analizaron matemáticamente los vóxeles (píxeles tridimensionales) de las imágenes para detectar patrones de excitación o calma neuronal.
Generaron seis patrones de respuesta básicos, seis formas en que el cerebro catalogaba los ruidos entrantes.
Al emparejar los fragmentos de sonido con los patrones de activación, los investigadores determinaron que cuatro de los patrones estaban vinculados a propiedades físicas generales del sonido como tono y frecuencia.
El quinto seguía la percepción del habla del cerebro, y para el sexto los datos se volvieron operativos al revelar un sitio específico neuronal en el surco de la corteza auditiva que reaccionó a todos los fragmentos musicales que los investigadores habían reproducido.
La
música y sus efectos en el desarrollo del cerebro
Las
investigaciones que se han referido al efecto de la música sobre el cerebro
infantil, han coincidido en que ésta provoca una activación de la corteza
cerebral, específicamente las zonas frontal y occipital, implicadas en el
procesamiento espacio-temporal.
Asimismo
al evaluar los efectos de la música a través de registros de
electroencefalogramas, se ha encontrado que la música origina una actividad
eléctrica cerebral tipo alfa.
La
música estimula la concentración y la atención del niño. Y por su forma de
implicar los dos hemisferios cerebrales, ayuda a crear nuevas conexiones
neuronales, lo que aumenta su capacidad de aprendizaje.
La
educación musical proporciona un desarrollo de ambos hemisferios cerebrales :
Hemisferio
izquierdo : percepción rítmica, control motor, rige mecanismos de ejecución
musical, el canto, aspectos técnicos musicales, lógica y razonamiento,
captación de lo denotativo, percepción lineal.
Hemisferio
derecho : percepción y ejecución musical, creatividad artística y fantasía,
captación de la entonación cantada, percepción visual y auditiva, percepción
melódica y del timbre, expresión musical, apreciación musical.
La
música – sobre todo la música clásica, de Mozart – provoca :
* Mejora
la habilidad para resolver problemas matemáticos y de razonamiento complejos.
* Es
una manera de expresarse.
* Introduce
a los niños a los sonidos y significados de las palabras y fortalece el
aprendizaje.
* Brinda
la oportunidad para que los niños interactúen entre sí y con los adultos.
* Estimula
la creatividad y la imaginación infantil.
* Al
combinarse con el baile, estimula los sentidos, el equilibrio, y el desarrollo
muscular.
* Provoca
la evocación de recuerdos e imágenes con lo cual se enriquece el intelecto.
* Estimula
el desarrollo integral del niño, al actuar sobre todas las áreas del
desarrollo.
* Aumenta
la auto-estima de los niños.
Música,
Desarrollo y Aprendizaje
El
sonido, la música y el movimiento son elementos que propician la activación del
sistema sensorial y su integración. Cuando los sentidos trabajan
organizadamente, el aprendizaje se da con mayor facilidad.
Los
niños que aprenden música desde pequeñitos desarrollan mejor el pensamiento lógico
y la capacidad matemática. Esto se debe a que la función cerebral que han de
realizar para descifrar las notas musicales es la misma que la que precisan
para comprender las letras y los números, por lo que les resulta más fácil
aprender a leer, a escribir y a resolver problemas matemáticos.
Las
canciones favorecen el desarrollo del lenguaje y suponen un enriquecimiento del
mismo, debido a que enseñan a los niños el significado de palabras nuevas y les
animan a vocalizar al son de la música.
La
música también favorece la relación entre los pequeños. De hecho, la mayoría de
las escuelas infantiles trabajan con ella como instrumento de aprendizaje,
estímulo e integración. A los niños que tienen un carácter retraído les incita
a la improvisación y les anima a expresarse y a superar la timidez. Y a los más
extrovertidos les ayuda a canalizar mejor sus emociones. En cualquier caso, la
música hace aflorar la personalidad de cada niño y resulta agradable contemplar
la riqueza de la individualidad de cada uno.
A
pesar de todos estos beneficios, los especialistas aconsejan que la educación
musical se haga de forma gradual, sin agobios. El método debe ser lo más lúdico
posible, porque el juego es básico para el aprendizaje de los niños. Lo
importante es que ellos perciban que la música siempre está ligada a
sensaciones agradables.
Aquellos
niños que crecen escuchando música, cantando canciones, y moviéndose al ritmo
de la música gozan de un mejor sistema sensorial, creando más enlaces en las
conexiones neuronales del cerebro.
Músicoterapia
La
músicoterapia hace uso de sonidos, trozos musicales y estructuras rítmicas para
conseguir diferentes resultados terapéuticos directos e indirectos a nivel
psicológico, psicomotriz, orgánico y energético.
La
músicoterapia podría desempeñar un papel en enfermedades como el déficit de
atención con hiperactividad, las demencias, la enfermedad de Parkinson, la
epilepsia, trastornos emocionales.
La
música y sus componentes fundamentales – estructuras rítmicas, escalas, tonos – producen patrones de actividad eléctrica cerebral coherente. Ello se traduce en
una mayor eficacia a nivel del funcionamiento del cerebro no sólo como rector
de los procesos cognitivos sino también como regulador de las funciones
vegetativas del organismo. Se ha recalcado la importancia de la información electromagnética
y su utilización como lenguaje terapéutico dentro del sistema orgánico. Los
sonidos son frecuencias electromagnéticas susceptibles de ser utilizadas de
manera análoga a la que son utilizados los colores en la cromoterapia.
Estudios
neurológicos actuales demuestran la influencia que ejerce la música en la
activación y desarrollo de diferentes regiones cerebrales, así como también el
influjo que tiene en la formación de nuevas conexiones neuronales cuando ha
existido algún tipo de lesión cerebral.
La
importancia de la música en el desarrollo del bebé
El
uso consciente de la música con los bebés favorece su desarrollo tanto físico
como psicológico.
El
sentido del oído es el primero que se desarrolla en el ser humano. A partir de
los seis meses de gestación, el bebé ya puede escuchar; a los dos meses de edad
es capaz de captar ritmos y con tan solo medio año de vida consigue reconocer
melodías.
La música favorece el desarrollo cerebral del bebé, ya que desde el vientre materno ya pueden escuchar. Esto se debe a que el oído está totalmente formado desde el quinto mes de embarazo y el feto reacciona a los sonidos que escucha desde el sexto.
Al
ser el primer sentido que se desarrolla, el oído es también el primero que se
puede utilizar para estimular al bebé,
ya desde el útero materno. Numerosos especialistas, entre ellos Don
Campbell, autor de 'El efecto Mozart', han verificado que los bebés a quienes
se ponía determinada música mientras estaban en el vientre materno eran capaces
de reconocerla después de nacer e, incluso, sonreír al recordarla. Estos
expertos coinciden en que la música que el recién nacido escuchó antes de nacer
tiene un efecto de tranquilidad en los
bebés y les ayuda a dormir mejor y llorar menos.
Para
el desarrollo psicológico del bebé son necesarios estímulos para sus neuronas,
tanto físicos como sociales.
La
música transmite emociones, favorece la creatividad, relaja al bebé y por
tanto, se ha convertido en un elemento indispensable para el desarrollo y
educación del bebé.
Las
actividades con música que se pueden utilizar para favorecer el desarrollo
cerebral del niño, dependerán de la etapa de maduración en la que se encuentre,
existiendo una serie de habilidades musicales que se van adquiriendo acordes
con ésta.
Beneficios
más destacados que la música aporta a los bebés :
* Mientras
realiza actividades, la cadencia rítmica le ayuda a mejorar la concentración y
a desplegar su creatividad.
* La
interacción con el adulto por medio de la música ayuda a desarrollar lazos de
comunicación más estrechos con los bebés.
* El
ritmo permite asociar música y movimiento y, por tanto, favorece el desarrollo
psicomotor del bebé, le proporciona mayor sentido del equilibro y un movimiento
más armonioso cuando comienza a andar.
* La
música estimula el desarrollo lingüístico, puesto que propicia conexiones
neuronales activas en el campo del lenguaje.
* Los
niños prematuros expuestos a melodías musicales mejoran sus hábitos de
alimentación y avanzan en aspectos fisiológicos, como el ritmo cardiaco y
respiratorio.
Actividades
para estimular al bebé con la música
Antes
de nacer. A partir de los cuatro meses de embarazo, la madre puede empezar
a exponer a su hijo a las primeras composiciones musicales. Se puede utilizar
para ello alguno de los cinturones musicales diseñados para esta función o bien
unos auriculares colocados en el vientre materno. Aunque se pueden tener en
cuenta los gustos de la madre para elegir el tipo de música, los expertos recomiendan
melodías clásicas tranquilas de compositores como Mozart, Vivaldi,
Beethoven, Bach o Tchaikovski.
Los
primeros meses. En los dos primeros meses de vida, es aconsejable cantar a
los bebés canciones de cuna o
ponerles temas musicales instrumentales de corta duración y tiempo lento, que
les recuerden los latidos del corazón de su madre y hagan que su sistema
nervioso entre en una fase de relajación. Los especialistas recomiendan algunas
composiciones para este periodo, como Contradanza KV 535. La Batalle de Mozart,
Canción de Cuna de Brahms o El Sueño de una noche de verano de Mendelssohn.
Cantarle.
Cantar canciones conocidas o inventadas en las que se haga referencia a la
actividad que se realiza le ayuda a activar el lenguaje, ya que al estar las
palabras asociadas a un sonido agradable, el bebé las escucha y asimila con
mayor rapidez.
Música
de día y música de noche. A partir de los dos meses, se puede ayudar al
bebé a distinguir los distintos momentos del día gracias a la música. Los
especialistas aconsejan utilizar música más dinámica cuando están despiertos
para que la asocien con la actividad y más pausada en los momentos del sueño,
para que se relajen.
Jugar
con música. Utilizar la música de fondo mientras el bebé juega le ayuda a
concentrarse más en la actividad que realiza y a mantener esta actitud durante
más tiempo, ya que le crea un clima de tranquilidad y relajación.
Los
primeros bailes. A partir de los seis meses, el adulto puede comenzar la
estimulación corporal a través de la música por medio del balanceo del bebé en
sus brazos al ritmo de la pieza musical que escucha. A partir del año, se le
puede instar a realizar sus primeros movimientos motores con música que tenga
un ritmo adecuado al desarrollo del niño.
Cómo influye la música en los niños
Inteligencia.
El escuchar música durante la infancia contribuye a crear ciertos patrones en
el cerebro. Los niños nacen con billones de neuronas en el cerebro. Si estas
neuronas no son utilizadas se pierden con el tiempo. Que los niños reciban
estímulo a través de la música hace que más neuronas funcionen en el cerebro y
mientras más neuronas se desarrollen, mas fácil se les hará aprender nuevas
cosas y desarrollar nuevos talentos.
Memoria.
Los niños pueden acordarse de la música que han escuchado ya desde los tres meses
de vida. Además, el escuchar música también ayuda a los niños a acordarse de
cómo hacer ciertas cosas, es decir, que si los niños aprenden a realizar
cualquier tipo de tarea mientras escuchan música, favorece a que la siguiente
vez que vuelvan a oír dicha melodía, recuerden con facilidad la tarea realizada
y por tanto les sea más fácil volver a reproducirla.
Entendimiento.
El entendimiento y el lenguaje son ayudados por la habilidad de procesar
información más rápidamente. Aquellos niños que escuchan música de manera
regular tienen un mayor cociente intelectual. La habilidad de entender y procesar
el lenguaje se consigue al entender los varios sonidos que crea el lenguaje
hablando. Los niños que suelen estar expuestos a la música se acostumbran a
escuchar diferentes sonidos complejos, los cuales les ayudaran a discernir el
lenguaje.
Emociones.
Las emociones y los estados de ánimo están directamente vinculados a la música.
La música suave los ayuda a calmarlos, mientras que la música creativa los
ayuda a estimularlos y activarlos.
Salud.
La música puede tener un impacto poderoso en la salud. La música ayuda a
restaurar las respiraciones, las cuales los calman físicamente y los ayuda con
la presión arterial y los latidos cardíacos. La música también tiene el efecto
de aliviar el dolor y promover la mejora física.
Cómo
motivar a los niños a la práctica de tocar un instrumento
Muchos
padres quieren que sus hijos aprendan a tocar un instrumento musical. Sin
embargo, muchos niños podrían preferir jugar con sus aparatos electrónicos,
jugar videojuegos o practicar deportes. No son muchos los niños con talento
natural o pasión por el aprendizaje de la música, pero el interés por la música
se puede cultivar en la mayoría de los niños.
Los
padres pueden empezar por ayudar a sus niños a desarrollar habilidades musicales simples
como identificar ritmos, melodías, o instrumentos.
La
clave para motivar a un niño a escoger un instrumento y aprender a usarlo es empezar
muy jóvenes, inicialmente exponiéndolos a la música para escuchar, cantar,
balanceándose o bailar, y en juegos. Es importante determinar si están
listos o lo suficientemente maduros como para elegir un instrumento y tomar
clases. Ellos pueden tomar lecciones formales cuando sean mayores para
favorecer su comprensión de la música, sin presionarlos para convertirse en
grandes artistas.
¿ A
qué edad empezar ?
Si
el niño no está preparado, si no sabe lo que le espera, si no se le habla más
que de solfeo, clases instrumentales o exámenes, el aprendizaje de la música no
se le presentará como algo entretenido y atractivo. Tenderá a asimilarlo con
una especie de “trabajo forzado” al que ha sido “condenado”.
En
la gran mayoría de los casos hay que ir paso a paso, haciendo que el niño pase
primero por los cursos correspondientes a la apreciación musical y a su
iniciación en el campo de la música. Hay que dar tiempo al tiempo, no querer
iniciar a toda costa a un niño demasiado pequeño y saber acompañarlo sin una
presión familiar insoportable.
La
música es fácil para unos y mucho más difícil para otros. Si se empieza por
avanzar como quien da un paseo y, mientras se hace camino, se estimula al niño
mostrándole el sendero, el gusto por el trabajo se transforma en placer y en
pasión por la música.
Cada
instrumento exige una edad mínima para empezar. Esta edad depende de factores
físicos: por ejemplo, es necesario que las manos del niño sean lo
suficientemente grandes como para que los dedos puedan alcanzar la distancia
necesaria. A veces, aun los instrumentos más pequeños son demasiados grandes
para ellos.
Es
más arriesgado obligar a un niño a empezar demasiado pronto que hacerlo cuando
se cree que es demasiado tarde. Si no está listo, la música le resultará muy
difícil, se sentirá apremiado y presionado y pronto la rechazará. Esta
precocidad es, de hecho, uno de los factores más frecuentes entre los que
llevan al fracaso en los estudios, ya sean musicales o no.
Los
científicos han descubierto fases de desarrollo en las que los niños aprenden
determinadas habilidades de forma especialmente rápida: la motricidad, el
lenguaje, la música. Estas etapas sensibles se llaman ventanas neuronales y se
van cerrando una vez que pasa la edad óptima. Así, la mejor época para aprender
a tocar un instrumento se sitúa entre los tres y los diez años, aunque esto no
quiere decir que más tarde todo esté perdido. Algunos músicos han empezado en
la adolescencia y hasta personas de treinta, cincuenta o incluso mayores pueden
alcanzar cierto nivel, aunque no lleguen a ser grandes profesionales.
La música es importante como patrimonio cultural familiar, pero también universal, porque ella acompaña al niño en la construcción de su pensamiento y el descubrimiento del mundo. Las actividades musicales que se presentan al niño son elementos de la educación que dan forma a los aspectos físico, psicomotor y emocional de este pequeño ser.
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