Fumar marihuana afecta al cerebro y resulta en trastornos
a corto plazo de la percepción, el juicio y la habilidad motriz
La marihuana es una mezcla café verdosa de hojas, tallos, semillas y flores secas y picadas de la planta de cáñamo, Cannabis sativa. Su forma más concentrada y resinosa se llama hachís y cuando está en forma de líquido negro y pegajoso se conoce como aceite de hachís. La principal sustancia psicoactiva – que altera la mente – en la marihuana es el delta-9-tetrahidrocannabinol o THC.
La marihuana generalmente se fuma en forma de
cigarrillo enrollado a mano (llamado “porro”, “canuto” o “churro” en español o
“joint” en inglés) o en pipas
o pipas de agua (también conocidas como “bongs”
en inglés o “hookahs”, pipas
de agua turcas, narguiles o shishas en español). Además se fuma en forma de “blunts”, que son puros o cigarros a los
que se les saca el tabaco y se rellenan con una mezcla de marihuana y tabaco.
El humo de la marihuana tiene un olor pungente característico, que generalmente es agridulce. La marihuana también puede ser mezclada con comida o ingerida como infusión.
El humo de la marihuana tiene un olor pungente característico, que generalmente es agridulce. La marihuana también puede ser mezclada con comida o ingerida como infusión.
Cuando se fuma la marihuana, el THC pasa rápidamente de los pulmones
al torrente sanguíneo, que lo transporta al cerebro y a otros órganos del
cuerpo. Se absorbe más lentamente cuando se ingiere en comidas o bebidas.
Efectos de la marihuana sobre el cerebro
Independientemente de cómo se ingiera, el THC actúa sobre sitios
moleculares específicos en las células del cerebro llamados receptores de
cannabinoides. Estos receptores normalmente son activados por sustancias
químicas similares al THC llamadas endocannabinoides como, por ejemplo, la
anandamida. Estas sustancias se producen naturalmente en el cuerpo y son parte
de una red de comunicación neural (el sistema endocannabinoide) que desempeña
un papel importante en el desarrollo y la función normal del cerebro.
La mayor densidad de receptores de cannabinoides se encuentra en las
partes del cerebro que influyen en el placer, la memoria, el pensamiento, la
concentración, las percepciones sensoriales y del tiempo, y el movimiento
coordinado.
La marihuana activa el sistema endocannabinoide de manera exagerada,
causando los efectos del “high”
o euforia y otros más que experimentan los consumidores. Estos efectos incluyen
distorsiones en las percepciones, deterioro de la coordinación, dificultad para
pensar y resolver problemas, y perturbaciones del aprendizaje y la
memoria.
La investigación sobre la marihuana se remonta al siglo 19. El
prominente psiquíatra francés, Jacques-Joseph Moreau, (1804-1884), es conocido
como el padre de la psicofarmacología moderna. Fue el primer médico en realizar
un trabajo sistemático con drogas activas en el sistema nervioso central, y en
catalogar, analizar, y registrar sus observaciones. Moreau escribió el libro Hashish
y Alienación Mental en 1845, y su trabajo es hoy tan aplicable como
entonces. Moreau identificó el hecho de que los efectos de la marihuana sobre
el cerebro eran muchos y muy sutiles, por consiguiente no siempre visibles a
primera vista.
El
sistema nervioso central humano contiene tres grandes componentes
estructurales
* El
cerebro medio y el tronco cerebral controlan las respuestas autónomas y los
movimientos elementales asociados con la sensación de locomoción y la
copulación.
* La
corteza – la masa de "materia gris"– se especializa en el
procesamiento de información compleja. Es la fina capa exterior del cerebro,
compuesta por dos hemisferios. La corteza está asociada con el lenguaje verbal,
la memoria y la habilidad necesaria para leer.
* El sistema exterior, o tercer sistema, consiste de estructuras entre el cerebro medio y la corteza, tal como la amígdala y el hipocampo. Este sistema está asociado con la aparición de las emociones y el desarrollo de aprendizaje más complejo y el comportamiento social.
El consumo de la marihuana deteriora la capacidad para crear recuerdos nuevos. Las investigaciones muestran que el impacto adverso del consumo crónico de la marihuana sobre la memoria y el aprendizaje puede continuar aun después de que los efectos agudos de la droga desaparecen e incluso los efectos pueden persistir por muchos años si el consumo de marihuana comienza en la adolescencia.
* El sistema exterior, o tercer sistema, consiste de estructuras entre el cerebro medio y la corteza, tal como la amígdala y el hipocampo. Este sistema está asociado con la aparición de las emociones y el desarrollo de aprendizaje más complejo y el comportamiento social.
El consumo de la marihuana deteriora la capacidad para crear recuerdos nuevos. Las investigaciones muestran que el impacto adverso del consumo crónico de la marihuana sobre la memoria y el aprendizaje puede continuar aun después de que los efectos agudos de la droga desaparecen e incluso los efectos pueden persistir por muchos años si el consumo de marihuana comienza en la adolescencia.
El THC también entorpece la coordinación y el equilibrio al adherirse a los receptores en el cerebelo y los ganglios basales, que son las partes del cerebro que regulan el equilibrio, la postura, la coordinación y el tiempo de reacción. Por lo tanto, también se ve afectada la capacidad de realizar tareas complicadas, de hacer deportes, de aprender y de conducir un vehículo.
El consumo regular de la marihuana por jóvenes puede tener un impacto negativo de larga duración sobre la estructura y la función cerebral.
La marihuana, la memoria y el hipocampo
El deterioro producido
por la marihuana en la memoria ocurre porque el THC altera la manera en la que
la información es procesada por el hipocampo, el área del cerebro responsable
para la formación de la memoria.
La mayoría de las pruebas que apoyan esta afirmación provienen de
estudios en animales. Por ejemplo, las ratas expuestas al THC en útero, poco
después del nacimiento o durante la adolescencia, muestran problemas
importantes en tareas específicas de aprendizaje o de memoria más adelante en su
vida. Es más, el deterioro cognitivo en las ratas adultas está asociado con los
cambios estructurales y funcionales del hipocampo debido a la exposición al THC
en la adolescencia.
Cuando las personas envejecen, pierden neuronas en el hipocampo, lo que disminuye su capacidad para aprender información nueva. La exposición crónica al THC acelera la pérdida de las neuronas del hipocampo normalmente asociada al envejecimiento.
El consumo ocasional de marihuana daña el cerebro
Según científicos de la Universidad Northwestern y de la Escuela Médica del Hospital General de Massachusetts/Harvard, en estudio publicado en la revista Journal of Neuroscience en abril 2014, los adultos jóvenes que consumen marihuana padecen anomalías recreativas significativas en dos regiones del cerebro clave en las emociones y la motivación.
Este es el primer estudio que muestra que el uso ocasional de marihuana se relaciona con importantes cambios en el cerebro. Se demostró que el grado de anormalidades cerebrales en estas regiones está directamente relacionado con el número de cigarros que una persona fuma por semana. Mientras más cigarros fuma, es más anormal la forma, el volumen y la densidad de las regiones del cerebro.
Al usar diferentes tipos de neuroimágenes, los investigadores examinaron los cerebros de 40 adultos jóvenes comprendidos en las edades entre 18 y 25 años que estaban inscritos en universidades del área de Boston. Veinte de ellos fumaban marihuana por lo menos una vez a la semana. Los otros 20 no consumían la hierba en absoluto.
Los investigadores examinaron las regiones del cerebro involucradas en el procesamiento emocional, la motivación y la recompensa, llamadas el núcleo accumbens y la amígdala. Analizaron el volumen, la forma y densidad de la materia gris (donde se encuentra la mayoría de las células en el tejido cerebral).
El consumo regular de marihuana antes de los 16 años está asociado a una mayor dificultad en las tareas que requieren juicio, planeación y la función inhibitoria, al igual que cambios en la función cerebral y la micro-estructura de la materia blanca, en comparación con quienes empiezan a fumar a una edad más avanzada.
Consumo de marihuana durante la adolescencia deteriora la capacidad cerebral
Un equipo internacional de investigadores de la Universidad de Duke (EEUU) y del Instituto de Psiquiatría del King's College de Londres conjuntamente con científicos neozelandeses, en un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) en 2012, declara que el uso persistente de marihuana, particularmente entre adolescentes, deteriora significativamente y de forma irreversible las funciones cerebrales.
La investigación, una de las más amplias que se han llevado a cabo sobre este vínculo, siguió durante más de 20 años a un grupo de unos 1.000 jóvenes nacidos entre 1972 y 1973 en Nueva Zelanda. Se encontró que los que habían comenzado a usar marihuana antes de cumplir los 18 años – cuando su cerebro estaba aún desarrollándose – mostraban una reducción "significativa" en su coeficiente intelectual.
Los científicos siguieron a los participantes hasta que cumplieron 38 años. Llevaron a cabo estudios cuando eran niños, antes de que empezaran a usar la droga, y posteriormente entrevistándolos de forma continua. Para obtener los resultados los investigadores tomaron en cuenta factores como dependencia de alcohol o tabaco, uso de otras drogas y el número de años en educación.
Encontraron que los participantes que habían usado persistentemente marihuana mostraban un "amplio deterioro" en varias áreas neuropsicológicas, como funcionamiento cognitivo, atención y memoria.
Los individuos que usaban la droga de forma persistente – que la habían fumado al menos cuatro veces a la semana año tras año durante su adolescencia, sus 20 años y, en algunos casos, sus 30 años – mostraron una reducción en su coeficiente intelectual (CI).
Entre más fumaba el individuo, mayor la pérdida en el CI. Y el efecto fue más marcado en aquéllos que comenzaban a fumar marihuana siendo adolescentes. Por ejemplo, los investigadores encontraron que los que habían comenzado a usar la droga en la adolescencia y siguieron usándola durante años mostraron una reducción promedio de ocho puntos en el CI.
Y el daño era irreversible. Al dejar de usarla o reducir su uso no lograron restaurar completamente su pérdida de CI.
Cuando las personas envejecen, pierden neuronas en el hipocampo, lo que disminuye su capacidad para aprender información nueva. La exposición crónica al THC acelera la pérdida de las neuronas del hipocampo normalmente asociada al envejecimiento.
El consumo ocasional de marihuana daña el cerebro
Según científicos de la Universidad Northwestern y de la Escuela Médica del Hospital General de Massachusetts/Harvard, en estudio publicado en la revista Journal of Neuroscience en abril 2014, los adultos jóvenes que consumen marihuana padecen anomalías recreativas significativas en dos regiones del cerebro clave en las emociones y la motivación.
Este es el primer estudio que muestra que el uso ocasional de marihuana se relaciona con importantes cambios en el cerebro. Se demostró que el grado de anormalidades cerebrales en estas regiones está directamente relacionado con el número de cigarros que una persona fuma por semana. Mientras más cigarros fuma, es más anormal la forma, el volumen y la densidad de las regiones del cerebro.
Efectos a largo plazo sobre dos áreas cerebrales involucradas en la emoción y la motivación |
Los investigadores examinaron las regiones del cerebro involucradas en el procesamiento emocional, la motivación y la recompensa, llamadas el núcleo accumbens y la amígdala. Analizaron el volumen, la forma y densidad de la materia gris (donde se encuentra la mayoría de las células en el tejido cerebral).
El consumo regular de marihuana antes de los 16 años está asociado a una mayor dificultad en las tareas que requieren juicio, planeación y la función inhibitoria, al igual que cambios en la función cerebral y la micro-estructura de la materia blanca, en comparación con quienes empiezan a fumar a una edad más avanzada.
Consumo de marihuana durante la adolescencia deteriora la capacidad cerebral
Un equipo internacional de investigadores de la Universidad de Duke (EEUU) y del Instituto de Psiquiatría del King's College de Londres conjuntamente con científicos neozelandeses, en un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) en 2012, declara que el uso persistente de marihuana, particularmente entre adolescentes, deteriora significativamente y de forma irreversible las funciones cerebrales.
La investigación, una de las más amplias que se han llevado a cabo sobre este vínculo, siguió durante más de 20 años a un grupo de unos 1.000 jóvenes nacidos entre 1972 y 1973 en Nueva Zelanda. Se encontró que los que habían comenzado a usar marihuana antes de cumplir los 18 años – cuando su cerebro estaba aún desarrollándose – mostraban una reducción "significativa" en su coeficiente intelectual.
Los científicos siguieron a los participantes hasta que cumplieron 38 años. Llevaron a cabo estudios cuando eran niños, antes de que empezaran a usar la droga, y posteriormente entrevistándolos de forma continua. Para obtener los resultados los investigadores tomaron en cuenta factores como dependencia de alcohol o tabaco, uso de otras drogas y el número de años en educación.
Encontraron que los participantes que habían usado persistentemente marihuana mostraban un "amplio deterioro" en varias áreas neuropsicológicas, como funcionamiento cognitivo, atención y memoria.
Los individuos que usaban la droga de forma persistente – que la habían fumado al menos cuatro veces a la semana año tras año durante su adolescencia, sus 20 años y, en algunos casos, sus 30 años – mostraron una reducción en su coeficiente intelectual (CI).
Entre más fumaba el individuo, mayor la pérdida en el CI. Y el efecto fue más marcado en aquéllos que comenzaban a fumar marihuana siendo adolescentes. Por ejemplo, los investigadores encontraron que los que habían comenzado a usar la droga en la adolescencia y siguieron usándola durante años mostraron una reducción promedio de ocho puntos en el CI.
Y el daño era irreversible. Al dejar de usarla o reducir su uso no lograron restaurar completamente su pérdida de CI.
Otros efectos adversos a la salud de la marihuana
Cardiopulmonar
A los pocos minutos de haberse inhalado el humo de la marihuana, el
corazón comienza a latir más rápido, los bronquios se relajan y se ensanchan, y
los vasos sanguíneos en los ojos se dilatan haciendo que los ojos se vean
rojos. El corazón, que normalmente late de 70 a 80 latidos por minuto, puede
aumentar su ritmo en unos 20 a 50 latidos por minuto o en algunos casos hasta
puede duplicarse. Este efecto puede ser mayor si se consumen otras drogas
conjuntamente con la marihuana. La marihuana eleva el ritmo cardiaco y reduce
la capacidad de la sangre de transportar oxígeno, y en algunos casos también
eleva la presión arterial.
Respiratorio
El humo de la marihuana, al igual que el del tabaco, consiste en una mezcla tóxica de gases y partículas, muchas de las cuales son perjudiciales para los pulmones. La persona que fuma marihuana con frecuencia puede tener muchos de los mismos problemas respiratorios que presenta un fumador de tabaco, tales como tos crónica y flemas, mayor frecuencia de enfermedades agudas de pecho, y un riesgo más alto de infecciones pulmonares. Un estudio encontró que quienes fuman marihuana con frecuencia pero que no fuman tabaco, tienen más problemas de salud y pierden más días de trabajo que los no fumadores, la mayoría del tiempo debido a enfermedades respiratorias.
Además, la marihuana tiene el potencial de suscitar el cáncer
de los pulmones y otras partes del aparato respiratorio porque contiene hasta
un 70 por ciento más irritantes y carcinógenos que el humo del tabaco. También
produce niveles altos de una enzima que convierte ciertos hidrocarburos en su
forma carcinógena, lo que podría acelerar los cambios que finalmente producen
las células cancerosas.
Enfermedades mentales
Varios estudios han mostrado que existe una asociación entre el
consumo crónico de marihuana y las enfermedades mentales. Las dosis altas de
marihuana pueden producir una reacción psicótica temporal (que incluye
alucinaciones y paranoia) en algunos usuarios y el uso de marihuana puede
empeorar el curso de la enfermedad en pacientes con esquizofrenia.
Una serie de estudios prospectivos también mostró una
asociación entre el consumo de marihuana y el desarrollo posterior de psicosis.
Entre los factores que influyen sobre esta asociación están tanto las variables
genéticas como la cantidad de marihuana que se consume y la edad a la que se
comenzó a usarla; los que comienzan a consumirla a una edad temprana corren
un riesgo mayor de desarrollar problemas posteriormente.
También se ha encontrado una asociación entre el consumo de marihuana
y otros problemas de salud mentales, como depresión, ansiedad, pensamientos
suicidas entre los adolescentes y trastornos de personalidad, incluso falta de
motivación para participar en actividades normalmente gratificantes.
El consumo de marihuana durante el embarazo se asocia con un mayor riesgo de problemas de comportamiento del bebé. Dado que el THC y otros compuestos en la marihuana imitan sustancias químicas parecidas a los cannabinoides del propio cuerpo, el consumo de marihuana por mujeres embarazadas altera el desarrollo del sistema endocannabinoide en el cerebro del feto.
Las consecuencias para el niño pueden incluir trastornos de atención, memoria y resolución de problemas.
La marihuana y la capacidad para conducir
Debido a que la marihuana afecta gravemente el juicio y la coordinación motriz, también contribuye a los accidentes vehiculares cuando el usuario está al volante. Un análisis reciente de los datos de varios estudios encontró que el consumo de la marihuana duplica el riesgo de que el conductor tenga un accidente. Además, el deterioro en la capacidad para conducir es peor cuando se combina la marihuana con el alcohol que cuando se consume cualquiera de estas sustancias sola.
Efectos de la marihuana sobre la vida cotidiana
Las investigaciones demuestran claramente que el consumo de marihuana
tiene el potencial de causar problemas en la vida diaria o empeorar los
problemas que el consumidor ya tiene. De hecho, las personas que consumen
marihuana en grandes cantidades generalmente se caracterizan por tener menos
satisfacción con su vida, peor salud mental y física, problemas en las
relaciones y menos éxito académico y profesional en comparación con sus
compañeros o amigos de origen similar. Por ejemplo, el consumo de marihuana se
asocia con una mayor probabilidad de abandonar la escuela. En cuanto al área
laboral, existen varios estudios que asocian el hábito de fumar marihuana con
un aumento en las ausencias, retrasos, accidentes y reclamos al seguro de
compensación laboral así como en la rotación laboral.
Consecuencias del abuso de marihuana
Agudas (presentes durante la intoxicación)
* Deterioro de la memoria a corto plazo
* Deterioro de la atención, el juicio y otras
funciones cognitivas
* Deterioro de la coordinación y el equilibrio
* Aumento en el ritmo cardiaco
* Episodios psicóticos
Persistentes (duran más que la intoxicación pero no
siempre son permanentes)
* Deterioro de la
memoria y las habilidades para el aprendizaje
* Deterioro en el sueño
A largo plazo (efectos acumulativos del abuso
crónico)
* Puede llevar a la adicción
* Aumento en el riesgo de la tos crónica y la
bronquitis
* Aumento en el riesgo de la esquizofrenia en
personas susceptibles
* Puede aumentar el riesgo de ansiedad,
depresión y síndrome amotivacional
Síndrome amotivacional. Consiste en que el consumidor de cannabis desarrolla gradualmente una disminución del interés por actividades saludables: estudio, deporte, actividades y amistades sanas. Siente que los estudios, el trabajo, la familia, el ocio saludable y sus amigos sanos no le “llenan”. Sólo le atrae la pandilla con la que consume. Hace muchos planes, pero normalmente nunca los llega a realizar. Una sensación de vacío hace su vida desagradable. Solo el consumo alivia esa sensación.
Síndrome amotivacional. Consiste en que el consumidor de cannabis desarrolla gradualmente una disminución del interés por actividades saludables: estudio, deporte, actividades y amistades sanas. Siente que los estudios, el trabajo, la familia, el ocio saludable y sus amigos sanos no le “llenan”. Sólo le atrae la pandilla con la que consume. Hace muchos planes, pero normalmente nunca los llega a realizar. Una sensación de vacío hace su vida desagradable. Solo el consumo alivia esa sensación.
La dependencia se define como la necesidad de fumar cada vez más
marihuana para lograr el mismo efecto; querer dejarla sin éxito o usarla aunque
el hábito cause problemas de salud, con la familia, en el trabajo o en la
escuela.
De acuerdo a las investigaciones relevantes se estima que alrededor
del 9 por ciento de los consumidores se vuelven adictos a la marihuana; este
número aumenta entre los que comienzan a una edad temprana (hasta
aproximadamente el 17 por ciento, es decir, 1 de cada 6) y entre los consumidores
diarios (a un 25 a 50 por ciento).
Por lo tanto, muchos de los casi 7 por ciento de los estudiantes del
último año de la secundaria que informan fumar marihuana a diario o casi a
diario (de acuerdo con los datos de las encuestas anuales) están encaminados a
convertirse en adictos, si no lo están ya.
Los consumidores crónicos de marihuana que intentan dejar el hábito informan
sufrir síntomas del síndrome de abstinencia como irritabilidad, insomnio,
inapetencia, ansiedad y antojo fuerte por la droga, todo lo cual puede
dificultar mantenerse abstinentes.
Las intervenciones conductuales, incluyendo la terapia cognitiva
conductual y los incentivos para estimular la motivación (por ejemplo,
proporcionando cupones de intercambio para productos o servicios a los
pacientes que permanecen abstinentes) han demostrado ser eficaces en el
tratamiento de la adicción a la marihuana.
Aunque actualmente no hay medicamentos disponibles, los
descubrimientos recientes sobre cómo funciona el sistema endocannabinoide son
prometedores para el desarrollo de medicamentos para facilitar la
abstinencia, bloquear los efectos intoxicantes de la marihuana y prevenir las
recaídas.
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