abril 18, 2015

El Estrés Prenatal Materno Afecta al Bebé



El estrés y la ansiedad de la madre pueden tener repercusiones significativas sobre la salud mental infantil


Según la Asociación Norteamericana del Embarazo, el 10 a 20 por ciento de todas las mujeres experimentan algún nivel de depresión durante el embarazo, que es un trastorno anímico (igual a la depresión sin estar embarazada) e implica cambios en la química del cerebro. Los cambios hormonales durante el embarazo pueden empeorar la depresión y de hecho, incluso pueden ser una causa de la depresión en sí para una mujer embarazada.

El estrés se genera cuando la persona identifica que las demandas del medio ambiente exceden su capacidad de adaptación, produciendo diversos cambios psicológicos y biológicos que originan un intento de su organismo por re-establecer el equilibrio homeoestático, es decir el balance interno que el cuerpo debe mantener para asegurar su salud.

El bebé percibe desde el interior de su madre las sensaciones que le vienen del mundo externo y diversos estudios han revelado las consecuencias negativas que pueden ocasionar al niño inconvenientes en el futuro y que tienen que ver con el primer periodo de embarazo.

Muchas mamás, al enterarse de su estado, pasan por diversas etapas debido a diversos factores, ya sea la edad, la condición económica, la situación sentimental o el momento personal por el que están pasando, o el simple nerviosismo de convertirse en madre, y sufren grandes periodos de estrés que podrían afectar de manera directa al feto.


Estudios sobre el efecto del estrés y la ansiedad en el embarazo


Los primeros estudios sobre el efecto del estrés y la ansiedad en el embarazo se centraron en observar las consecuencias del estrés en los resultados obstétricos. Las mujeres con acontecimientos vitales estresantes durante el primer trimestre del embarazo tienen un mayor riesgo de tener un aborto espontáneo o de que su hijo tenga alteraciones congénitas por una alteración del desarrollo de la cresta neural, como por ejemplo el labio leporino. Los efectos más conocidos del estrés materno son el parto prematuro y bajo peso. En general, el hallazgo más repetido es que la ansiedad materna prenatal favorece el parto prematuro.

Los principales estudios prospectivos sobre el efecto de la ansiedad materna en la conducta infantil han observado una asociación muy significativa entre la ansiedad materna en el tercer trimestre y las alteraciones de conducta y problemas emocionales en la primera infancia. Hay una relación directa entre el estado de ánimo materno y la conducta fetal observada en ecografías a partir de la semana 27 o 28 de la gestación. Más de catorce estudios prospectivos independientes han hallado una relación entre la ansiedad materna prenatal y alteraciones cognitivas, conductuales y emocionales en los hijos. Esta relación persiste tras controlar el efecto de la depresión posparto y de otras variables del embarazo y puerperio.

El estudio ALSPAC (Avon Longitudinal Study of Parents and Children), realizado en 2002, ha sido el estudio de seguimiento más importante por su magnitud y que ha confirmado el efecto duradero que tiene la ansiedad en el embarazo sobre el desarrollo del niño. Se trata del seguimiento de una cohorte de embarazadas del condado británico de Avon desde el año 1992.

Se verificó que la ansiedad materna en la semana 32 predecía problemas graves de conducta en niños. En los niños la ansiedad materna prenatal se asoció con hiperactividad y déficit de atención a los cuatro años. A los seis y siete años los niños de madres que habían tenido ansiedad en el tercer trimestre seguían mostrando más problemas de conducta y alteraciones emocionales después de controlar el efecto de los aspectos obstétricos, psicosocial y ansiedad y depresión posparto. El efecto a los 7 años era similar al observado a los 4 años, lo que concuerda con el efecto prolongado observado en los estudios de animales.

Concluyen que hay evidencia del efecto programación del estrés prenatal en el desarrollo del feto que dura al menos hasta la mitad de la infancia. Además se observó que el efecto de la ansiedad materna es diferente en distintos momentos del embarazo, así niveles altos de ansiedad materna en la semana 18 se asocian con una mayor incidencia de zurdos o problemas de lateralidad independientemente de otros factores, lo que sugiere que probablemente haya diferentes mecanismos patogenéticos en distintos momentos del embarazo. Esto es consistente con el hallazgo de que en el feto humano el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HHS) no comienza a funcionar hasta la mitad del embarazo.

En el estudio de Avon la ansiedad prenatal predecía fuertemente problemas por igual en las tres áreas: hiperactividad, problemas emocionales, trastornos de conducta, incrementándose en un 60% el riesgo de problemas severos.

Programación fetal

La hipótesis de la programación fetal o hipótesis de Barker (el primer investigador en apuntar este concepto) establece que la estructura y función de diversos órganos y tejidos se “programan” o se ven alterados de forma permanente en respuesta a ciertos estímulos o agresiones durante períodos críticos del desarrollo fetal. Así, por ejemplo, el tamaño pequeño al nacer o en la infancia se asocia con una mayor propensión a sufrir efectos adversos en la edad adulta (colesterol, diabetes, hipertensión arterial, entre otros).

Cuando la madre tiene que hacer frente a importantes peligros (que le producen estrés intenso), el bebé es programado para nacer en un mundo lleno de peligros. El estado de hipervigilancia, caracerizado por rápidos cambios en la atención del niño, podría ser una respuesta adaptativa en un ambiente lleno de peligros.

Implicaciones de la teoría de la programación


Las investigaciones más recientes demuestran que el estrés y la ansiedad de la madre pueden además tener repercusiones significativas sobre la salud mental infantil. En concreto parece probable que la ansiedad materna en la segunda mitad del embarazo puede producir cambios persistentes en el sistema de adaptación al estrés del niño  a nivel del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal  cambios que lo harán más vulnerable e incrementarán considerablemente el riesgo de que padezca trastornos de conducta, emocionales o de hiperactividad. Este hallazgo por si mismo confirma la necesidad de prevenir, diagnosticar y tratar precozmente los trastornos de ansiedad en el embarazo.

El desarrollo del sistema límbico y el cortex prefrontal también parecen ser afectados por la ansiedad prenatal y el estrés. Todo esto parece apoyar la hipótesis de la programación fetal, según la cual algunas estructuras cerebrales como el hipotálamo o la hipófisis quedarían programadas para la vida adulta en algunas semanas críticas del tercer trimestre del embarazo: el estrés materno en dichas semanas podría tener consecuencias imborrables por lo tanto. La magnitud del efecto a largo plazo de la ansiedad prenatal es sustancial. Por todo ello es necesario desarrollar programas de intervención destinados a prevenir y disminuir el estrés y ansiedad de las madres embarazadas así como a la detección y tratamiento precoz de dichos cuadros.

Otro aspecto a tener en cuenta es la evolución y la continuidad de los cuadros de ansiedad en el puerperio. Las mujeres con ansiedad en el embarazo tienen tres veces más probabilidad de tener síntomas depresivos intensos en el puerperio. Tener un trastorno de ansiedad en el embarazo incrementa las posibilidades de tener una depresión posparto, por lo cual conviene que estas madres reciban un seguimiento psicológico estrecho en las primeras semanas del puerperio.

La otra implicación de la teoría de la programación fetal tiene que ver con el modo de cuidado de los recién nacidos prematuros. Si existe un período crítico en el que se “programa” la adaptación futura del bebé en el tercer trimestre del embarazo resulta vital acondicionar el cuidado de los prematuros de manera que sean atendidos con el mínimo estrés posible. En este sentido los estudios realizados con el método madre canguro son reveladores: los prematuros separados de sus madres presentan niveles de glucocorticoides en la sangre hasta 10 veces mayores que si permanecen piel con piel junto a sus madres.

Conociéndose los efectos altamente neurotóxicos para el bebé de las hormonas del estrés en el tercer trimestre del embarazo resulta urgente remodelar los servicios de neonatología para que en todos ellos se instaure la metodología madre canguro, tal y como recomienda la Organización Mundial de la Salud.


Influencia del estrés materno prenatal en el desarrollo psicofísico del bebé

Diversas investigaciones sugieren un vínculo entre el estrés prenatal y el impacto en el temperamento, desarrollo cognitivo y motor del niño.

La investigación fue realizada por expertos de las universidades de Cardiff en el Reino Unido; de Free, Radboud y Leiden, en los Países Bajos. Se trató de un estudio prospectivo longitudinal cuyo objetivo era investigar la relación entre indicadores de estrés prenatal materno, resultados de los niños al nacer y el temperamento infantil.

El estudio de la Universidad de Utrecht incluyó a 158 embarazadas del Departamento de Obstetricia del Centro Médico Universitario de Utrecht en Holanda, entre enero de 1999 y agosto del 2000, que fueron evaluadas desde las semana 15 del embarazo en sucesivas ocasiones y a lo largo de los primeros meses de vida del bebé.

En estas mujeres se examinaron las asociaciones entre las concentraciones plasmáticas de cortisol, índices de estrés y ansiedad maternos, cortisol en el líquido amniótico y el temperamento infantil a los 3 meses de edad. Este ha sido uno de los pocos estudios donde simultáneamente valoran el papel del cortisol materno y del líquido amniótico en los resultados al nacer y el desarrollo emocional del niño.

El cortisol es una hormona esteroidea, o glucocorticoide, producida por la glándula suprarrenal.

Se encontró una relación significativa entre el miedo al parto, el miedo a tener un hijo enfermo y el estrés percibido con la disminución de la afectividad en los lactantes a los 3 y 8 meses.

Entre los resultados aportados por este estudio se encuentra la relación del cortisol materno con el cortisol amniótico, lo cual fue asociado con un bajo peso al nacer. El peso al nacer predice en los niños miedo y estrés a los 3 meses de edad. El efecto negativo del estrés materno durante el embarazo fue más visible a los 8 meses de vida que a los 3. Es a esa edad cuando comienzan a mostrar interés en el mundo que les rodea.

Teniendo en cuenta estos resultados y los estudios previos, es importante profundizar sobre todos los posibles efectos perjudiciales del estrés materno sobre el desarrollo psicofísico del bebé recién nacido y las consecuencias en la infancia.


El estrés prenatal afecta al patrón de sueño del futuro bebé

Un estudio realizado por investigadores del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Rochester, en Nueva York en 2009 muestra la posible relación entre la depresión que puede sufrir la futura mamá y los patrones de sueño del futuro bebé durante sus primeros años. Al parecer, estos problemas afectan a los niños alterándoles el patrón de sueño y creándoles problemas para conciliarlo.

Existe una relación entre las hormonas resultantes de sufrir estrés, ansiedad, etc., con el desarrollo del cerebro del futuro bebé, estas hormonas serían las responsables de que unos bebés tengan más problemas que otros para dormir adecuadamente.

Los datos se recopilaron a partir de una encuesta realizada sobre más de 14.000 mujeres que respondieron un cuestionario sobre los síntomas de ansiedad y depresión durante y después del embarazo y sobre los hábitos de sueño de sus bebés a los seis, a los 18 y a los 30 meses de edad.

De las encuestas se desprendió una clara relación entre los patrones de sueño más negativos de los bebés y los problemas depresivos sufridos por las madres. Esta investigación abre nuevas vías para esclarecer con más determinación por qué unos bebés duermen mejor que otros.

Los investigadores lo atribuyen al incremento de las hormonas del estrés, que pasan de la madre al feto a través de la placenta, que pueden cambiar el desarrollo cerebral del bebé, modificándoles los patrones de sueño los primeros meses. Los trastornos del sueño en la infancia se asocian a un incremento del riesgo de problemas de conducta en la adolescencia.


El estrés prenatal pone en riesgo al bebé

Un estudio (2010) de la Universidad Médica Anhui reveló que el estrés prenatal pone en riesgo al bebé cuando el embarazo ya se ha completado, y cabe la posibilidad de que, en el momento de dar a luz, las madres reciban un bebé muy prematuro o con bajo peso,

Según el análisis de los profesionales a cargo del estudio, la clave estaría en el momento en el que se registró el estrés durante el embarazo. Los riesgos de tener bebés prematuros se duplicaron en las participantes que fueron expuestas a experiencias estresantes en el primer y segundo trimestre de embarazo.

El equipo, dirigido por el doctor Peng Zhu realizó un análisis sobre un total de 1800 mujeres embarazadas durante el año 2008 que respondieron sobre su situación emocional, económica, sentimental y vivencias traumáticas.

Al concluir las gestaciones, se registraron 96 partos prematuros y 55 bebés con bajo peso en el momento de nacer, demostrando que aquellas mujeres que habían admitido haber estado bajo situaciones de estrés en el periodo de embarazo dieron al mundo bebés con inconvenientes. El parto prematuro fue más común en las mujeres que habían sufrido estrés en el primer y segundo trimestre de gestación, pero no en el tercero. Los bebés que nacieron con bajo peso recibieron estrés desde el vientre materno en el primer trimestre de embarazo, en lugar de en el segundo o el tercero.


Estrés prenatal tendría efectos sobre las estructuras cerebrales del bebé

Según un estudio del Instituto Universitario de Salud Douglas Mental y de la Universidad McGill, en Canadá, publicado en Journal of American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, los hijos de mujeres expuestas a estrés moderadamente grave en el embarazo sufrirían las consecuencias en su desarrollo intelectual.

El estudio evaluó el desarrollo intelectual y del lenguaje de 89 niños de 5 años, cuyas madres habían estado embarazadas durante una tormenta de nieve en Quebec en enero 1998, que dejó sin electricidad a millones de personas durante seis semanas. Los autores hallaron que el desarrollo del lenguaje y el coeficiente intelectual verbal tendían a ser más bajos en los hijos de las mujeres que más estrés habían sufrido durante la tormenta, lo que equivalía a pasar más días sin electricidad, tener que vivir en un refugio o, por ejemplo, haber perdido el trabajo.

Los autores precisaron que los resultados sugieren que el estrés prenatal tendría efectos de largo plazo sobre las estructuras cerebrales del bebé, en especial en las relacionadas con el lenguaje y las habilidades verbales.

Se sospecha que la exposición a altos niveles de estrés prenatal habría alterado el neurodesarrollo fetal, lo que influiría en la manifestación de las habilidades neuroconductuales de los niños en la niñez temprana. Los autores agregaron que los desastres naturales más graves, como el huracán Katrina o el tsunami asiático en el 2004, habrían afectado gravemente a las embarazadas y, potencialmente, a sus hijos. Concluyeron que se necesitan más estudios para confirmar que ese tipo de estrés prenatal puede "programar" el desarrollo del cerebro fetal.


El estrés de las embarazadas pasa a sus hijos a través de la placenta

En un estudio publicado por investigadores de la Universidad de Pennsylvania en The Proceedings of the National Academy of Sciences en marzo 2013, sugieren que si una madre está expuesta al estrés durante el embarazo, su placenta traslada esa experiencia a su feto lo que afecta el desarrollo del cerebro masculino y femenino de manera diferente.

Según los investigadores, si la madre sufre estrés durante el embarazo, la placenta traslada su experiencia al feto mediante la alteración de los niveles de una proteína que afecta al desarrollo del cerebro.

El equipo experimentó con ratones hembras durante la primera semana de su embarazo buscando un biomarcador que demostrara una diferencia en la expresión genética entre los hijos de madres estresadas y sin tensión. Los analistas sometieron a un grupo de esas ratas a tensiones moderadas, como el olor del zorro o ruidos poco familiares, y el otro grupo de roedores preñados no fue expuesto a ningún estímulo o alteración. Las ratas expuestas a tensiones durante el embarazo dieron a luz a machos que habían aumentado las reacciones al estrés.

Se encontró en las placentas un gen ligado al cromosoma X que codifica la enzima ligada a O-N-acetilglucosamina transferasa (OGT), que podría ser el biomarcador que señala al feto cuándo su madre se estresa.

Las placentas de hijos varones tenían menores niveles de OGT que las de la descendencia femenina, y también las placentas de las madres estresadas poseían niveles más bajos que las de sus contrapartes no alteradas.

Los resultados sugieren que la enzima OGT puede estar actuando para proteger el cerebro durante la gestación, pero que los machos, que tienen menos de esta enzima protectora desde el inicio, los pone en un mayor riesgo de desarrollo neurológico anormal si la madre está estresada durante el embarazo.

Según los autores de la investigación, la proteína identificada podría servir como biomarcador para la detección precoz de problemas de desarrollo neurológico en bebés de nuestra propia especie.

Estos hallazgos sugieren que el estrés materno podría estar relacionado con enfermedades vinculadas al desarrollo neuronal, como el autismo y la esquizofrenia, que afectan a los varones con más frecuencia o más severamente que a las mujeres.

Si el estado de OGT como un biomarcador de exposición a estrés prenatal y mayor riesgo de problemas de desarrollo neurológico se confirma en humanos, podría ayudar a detectar de forma temprana a las personas vulnerables.


Relación entre estrés prenatal y asma en los niños

El asma es la enfermedad crónica más frecuente en niños, casi uno de cada 10 lo sufre. Estas crisis pueden ser causadas por efectos psicológicos o emocionales, sin embargo, estudios recientes demuestran que también existe una estrecha relación entre la ansiedad de las madres y el desarrollo temprano de sus sibilancias.

Investigadores del Departamento de Salud Medioambiental de la Universidad de Harvarden un articulo publicado en la revista American Journal of Respiratory and Critical Care en 2012, demostraron que cuando las madres padecen estrés tanto en el embarazo como después del parto, los niños tienen más problemas respiratorios, especialmente en aquellas madres que no estaban sensibilizadas a ningún alérgeno durante el embarazo.

Los científicos se centraron en evaluar el efecto del estrés desde antes del nacimiento del bebé. El equipo de investigadores analizó a casi 6000 mujeres embarazadas o en periodo de lactancia. A estas mujeres se les realizaron diferentes tests para evaluar su grado de ansiedad, después de esto, fueron separadas en 4 grupos según su grado.

Después de un seguimiento se pudo comprobar que un 13% de los niños padecieron asma. Este porcentaje aumenta a un 17% si la madre estuvo estresada a partir de la semana 32 de embarazo y disminuye a un 14% en aquellas que lo estuvieron en las 18 semanas. La relación entre el asma y el estrés aumenta aún más a mayor grado de ansiedad.

Los científicos explicaron que el estrés prenatal conduce a la interrupción del eje hipotálamo-hipófisis  que controla las hormonas relacionadas con las funciones del organismo  y el sistema inmunológico. Estos cambios llevan a una inflamación en las vías respiratorias y una hiperactividad bronquial.


El estrés prenatal : posible factor de riesgo para la obesidad de los hijos

Según un estudio, publicado por investigadores de la Universidad de Navarra en la revista Stress en abril de 2013, el estrés de la madre durante el embarazo, debido a causas socioeconómicas o psicosociales, se asocia con el desarrollo de patologías relacionadas con la obesidad en la edad adulta.

El ritmo acelerado que caracteriza a la sociedad produce una elevación de la tasa de estrés en la población y este aumento, paralelo a las tasas de obesidad, hace necesario el análisis de la interacción entre estos dos factores, que no sólo afectan a la edad adulta.

El objetivo del trabajo fue determinar en ratas adultas el efecto de un estrés crónico moderado durante la última semana del desarrollo embrionario en los cambios fenotípicos, bioquímicos y hormonales.

La conclusión a la que llegaron los científicos es que el estrés prenatal podría aumentar las posibilidades de padecer de obesidad y otros padecimientos asociados, como la diabetes. Es decir que, si estos animales tuvieran una dieta rica en calorías en su adultez, su producción de grasa corporal sería mayor a la de un animal que no padeció el estrés de su madre durante el embarazo.

Los resultados del estudio indican que una vida saludable durante el embarazo no consiste únicamente en una buena alimentación, en un buen aporte de vitaminas y minerales, sino también en tener una vida tranquila, sin estrés.


El estrés prenatal predispone a los trastornos psiquiátricos

Un estudio realizado en ratones por investigadores de la Universidad de Yale en abril 2014, ha comprobado que la exposición a factores de estrés ambientales durante el embarazo, como un acontecimiento traumático, una enfermedad, o el abuso de alcohol o drogas, afecta a los embriones en desarrollo, que son más propensos a sufrir trastornos psiquiátricos a lo largo de su vida.

Esto se debe a que las vivencias estresantes de la embarazada pueden activar un mecanismo molecular en las células del cerebro del feto, que originan desde patologías como la esquizofrenia o el trastorno bipolar, hasta ciertas formas de autismo o el trastorno de estrés postraumático.

El grupo de científicos descubrió que en los embriones de ratón que habían sido expuestos a alcohol, metilmercurio o traumas maternos, se activaba un gen  HSF1 o factor de choque térmico , que actúa como protector, permitiendo que algunas células del cerebro sobrevivan al ataque prenatal. Sin embargo, los animales que no tenían dicho gen, presentaban anomalías estructurales en el cerebro y eran más susceptibles a tener problemas tras el nacimiento, incluso aunque hubieran sido expuestos a niveles de toxinas muy bajos.

Distintos factores de estrés ambientales pueden causar el mismo trastorno si ocurren en la misma etapa del desarrollo prenatal, mientras que un mismo factor podría desencadenar diversas patologías dependiendo del momento del embarazo en que se produzca la exposición.


El estrés materno prenatal podría influir en la microbiota intestinal del bebé

Un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto de ciencias del comportamiento de la  Universidad  Radboud de Nimega, en los Países Bajos, publicado en la revista Psychoneuroendrocrinology en marzo 2015, parece arrojar cierta luz sobre esta relación entre el estrés de las mujeres embarazadas y la microbiota de sus bebés.

Las madres gestantes que sufren un alto grado de ansiedad durante largos periodos tienen más probabilidades de padecer trastornos de índole intestinal o reacciones alérgicas.

Para llegar a esta conclusión, los científicos tuvieron que reclutar a 56 mujeres encintas y medir sus niveles de estrés mediante un cuestionario y muestras de saliva en las que analizaron la concentración de cortisol. Los investigadores examinaron más adelante la microbiota del intestino de los bebés mediante muestras de heces que se recogieron desde los 7 días a los 4 meses a partir de su nacimiento.


Según este grupo de expertos, existe una relación entre las mujeres embarazadas sometidas a altos niveles de estrés y la composición de la microbiota intestinal de sus hijos. Estos bebés tenían una relativa mayor concentración de bacterias del grupo de las Proteobacterias, las cuales son conocidas por contener más agentes patógenos (Escherichia, Serratia y Enterobacter) y menores cantidades de bacterias lácticas como Lactobacillus, Lactococcus, Aerococcus y Bifidobacterium. 

La acumulación de todos estos factores está relacionada con un mayor riesgo de inflamación. Este patrón atípico de colonización bacteriana ha sido también relacionado con una mayor presencia de síntomas gastrointestinales y alergias. También observaron que, desafortunadamente, la lactancia materna, tan eficaz para el desarrollo de microbios beneficiosos en los intestinos gracias al contenido prebiótico de la leche, no era suficiente para proteger al bebé de los efectos negativos del estrés de su madre.

También destacan que esta hormona del estrés podría ser capaz de traspasar la placenta e incrementar los niveles de cortisol del feto, afectando así al desarrollo de su tracto gastrointestinal.

Los resultados obtenidos sugieren que existe con toda probabilidad un mecanismo por el que el estrés prenatal materno influye sobre el desarrollo del feto. No obstante, la forma en que se establece este vínculo sigue siendo desconocida y requiere investigaciones en más profundidad. El estudio podría abrir una nueva vía para las intervenciones bacterianas a fin de mejorar la salud y el desarrollo de los recién nacidos de madres con estrés.



El feto siente el estrés de la madre
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Investigadores de las universidades Durham y Lancaster, en Reino Unidoen un estudio, publicado en la revista Laterality: Asymmetries of Body, Brain and Cognition, en junio 2014, revelaron que los niños en el vientre pueden sentir el estrés de sus madres, e incluso pueden expresar este malestar físicamente, moviendo su mano izquierda hacia el rostro.

El estudio no sugiere que el estrés materno lleve a un niño a volverse zurdo tras el nacimiento, sino que la investigación sí sugiere que un feto puede detectar cuándo una madre está estresada y que él responde a este estrés.

Para realizar la investigación, los científicos británicos utilizaron ecografías en 4D, con las que observaron a 15 bebés y grabaron 342 ocasiones en las que se tocaron el rostro.

Las imágenes fueron captadas en cuatro etapas diferentes del embarazo, entre las semanas 24 y 36.


Causas de estrés en el embarazo

Factores biológicos de estrés en el embarazo


La primera causa son los factores hormonales. Durante el embarazo se suceden unos cambios en los niveles hormonales de la mujer que la hacen más susceptible  a padecer determinadas alteraciones emocionales. Estos cambios pueden agudizarse por el malestar físico que algunas mujeres pueden experimentar a lo largo del embarazo, o por complicaciones que pudieran derivarse del mismo. Existen factores que pueden modular estas reacciones, como es el caso de la capacidad de control emocional previa de la mujer embarazada, o la posible existencia de psicopatología previa al embarazo.

Factores externos de estrés en el embarazo


Son muchos los cambios que se suceden en el mundo de la embarazada en los próximos meses. Los cambios por sí solos producen cierta dosis de estrés que, dependiendo de cómo los valore la mujer, pueden hacer que la situación se convierta en una experiencia completamente aversiva o, por el contrario, una experiencia desafiante. En muchas ocasiones, le faltan fuerzas físicas para hacer frente a estos cambios.

Su nueva situación de embarazada le puede exigir que tenga ausencias en el trabajo al tener que acudir a las revisiones médicas. El trabajo no realizado en esas ausencias tendrá que hacerlo después, y ¿cómo lo hace si está cansada?

La embarazada debe, junto a su pareja, preparar la casa y organizar su agenda para la llegada del nuevo bebé: ¿en qué momento va a hacerlo si está cansada?

Si además suceden situaciones estresantes a su alrededor, en las que no le queda otra posibilidad que involucrarse, por ejemplo la muerte de un ser querido, averías domésticas, problemas familiares o de pareja, etcétera, ¿cómo cumplir su mínimo de ocho horas de reposo diarias?

Y el caso de aquellas mamás que tienen a otros hijos pequeños a su cargo.

Algunos estudios sostienen que el nivel de cansancio de una embarazada, cuando se unen las causas físicas y emocionales de su nueva condición, se asemeja al de un corredor que prepara una maratón. Sin embargo, muchas embarazadas no perciben que estén estresadas, ya que la valoración que ellas mismas hacen sobre su capacidad de afrontamiento ante esta situación es tan positiva, que el embarazo les causa una enorme sensación de bienestar que lamentan perder una vez que dan a luz.


Aliviar el estrés prenatal


Aunque el embarazo no está asociado a un mayor riesgo de sufrir trastornos por ansiedad o depresión, muchas mujeres lo viven como un periodo estresante que, de no solucionarse, puede acarrear ciertos problemas de desarrollo y comportamiento en el niño.

El embarazo es un periodo vital muy importante que muchas mujeres viven con un alto índice de estrés y, por este motivo, cualquier intervención que mejore los síntomas es bienvenida.

Durante el embarazo, las madres pueden reducir su riesgo de desarrollar depresión y reducir su estrés haciendo ejercicio regularmente, comiendo una dieta equilibrada y descansando con regularidad. Incluso durante un día agotador, largo en el trabajo, una madre todavía puede tomar 10 minutos más o menos cada dos horas para sentarse, descansar y relajarse. Si una madre puede intentar tomar siestas regulares o simplemente simplemente acostarse una vez durante la mitad del día por unos 30 minutos, puede reducir grandemente los niveles de estrés y el riesgo de desarrollar depresión.

Escuchar música relajante


Un estudio realizado en la Universidad Medicina de Kaohsiung, en Taiwán, y publicado en la revista Journal of Clinical Nursing, sugiere que utilizar música tranquila como herramienta para ayudar a la relajación, que apacigüe el estrés y la tensión y, a su vez, que libre del insomnio, ayudaría a las mujeres embarazadas a calmar el estrés prenatal y a aliviar los efectos que éste provoca a los recién nacidos.

Escuchar música relajante 30 minutos al día ayudaría a las gestantes a reducir el estrés prenatal. El trabajo fue realizado con una muestra de 236 embarazadas a las que se indicó al azar que escuchasen música o continuasen con los cuidados prenatales estándares habituales. Las que optaron por escuchar música lo hicieron media hora diaria durante 15 días. La música incluía piezas clásicas, canciones de cuna, sonidos de la naturaleza y música infantil.

Tanto al inicio como al final del estudio las gestantes contestaron unos cuestionarios sobre ítems relacionados con estrés, ansiedad y depresión. A las dos semanas, y según los resultados del estudio, los niveles de estrés, ansiedad y depresión de las mujeres que habían escuchado música disminuyeron, según una escala estándar, mientras que el grupo control no presentaba ningún cambio. La razón es que la música proporciona, según los expertos, "información sensorial" que influye sobre los sistemas nervioso y hormonal para calmar la respuesta fisiológica al estrés diario.


“Weightless”  La pieza musical más relajante


Apoyándose en terapeutas sonoros, sumergiéndose en un arduo estudio de diversas teorías del sonido, y aprovechando su innegable talento para tejer atmósferas con sintetizadores, el trío británico Marconi Union de Manchester creó Weightless, la cual ha sido considerada como la música “perfecta” para relajarse.

Los 8:16 minutos que dura la música resultan en una disminución del ritmo cardiaco, la presión sanguínea, y la presencia de la hormona cortisol. Durante un estudio científico en el que participaron cuarenta mujeres, los investigadores concluyeron que Weightless es, por lo menos, 11% más relajante que cualquier otra pieza musical – neutraliza el 65% de la presencia de ansiedad y relaja un 35% más a las personas que en su estado habitual de descanso . Durante la prueba se evaluaron los ritmos cardiaco y sanguíneo, la respiración, y la actividad cerebral. 

Weightless – https://www.youtube.com/watch?v=qYnA9wWFHLI


Sofrología prenatal


La sofrología es una técnica que unifica los conocimientos científicos occidentales con las técnicas de meditación y relajación procedentes de la cultura oriental como el yoga o el zen.

Es el estudio de la conciencia en equilibrio y se compone de dos líneas de trabajo: la relajación dinámica, que se dirige a un trabajo interior, y técnicas específicas para trabajar contenidos puntuales.

La sofrología prenatal está dirigida a controlar la respiración durante las contracciones y disminuir la ansiedad en el momento del parto. Con este método se busca que la respiración controlada ayude a controlar el dolor de las contracciones uterinas, relajando el cuerpo y mejorando la recuperación entre una contracción y otra. Llegado el momento del expulsivo ayuda a empujar de forma adecuada.

Ventajas de la sofrología :

* Mejorar el control emocional para adaptarse a los cambios físicos y psicológicos.
* Gestionar el estrés y los temores propios del embarazo.
* Apreciar la presencia intrauterina del bebé reforzando la comunicación materno-filial.
* Aprender a controlar el dolor durante las contracciones.
* Vivir un parto sereno.
* Potenciar las emociones positivas durante el embarazo, el parto y el postparto.
* Facilitar una convivencia positiva durante los primeros meses tras el parto.

Los ejercicios se realizan con los ojos cerrados y con la mente y el cuerpo relajados, respirando con tranquilidad e intensidad, hasta alcanzar una calma que dejar el cuerpo y la mente en un estado entre la vigilia y el sueño.

Con esta técnica se adquieren habilidades de visualización de las diferentes etapas del embarazo hasta el momento del parto y el nacimiento del bebé, lo que ofrece la posibilidad a la gestante de anticiparse a los momentos de mayor intensidad y poder controlar sus emociones, evitando el pánico o la inseguridad ante lo desconocido.

Durante las sesiones de sofrología se realizan también ejercicios de estimulación muscular, concentración y trabajo de conciencia del propio cuerpo para poder actuar sobre él de forma localizada. 

Consejos para evitar el estrés prenatal


Durante los nueve meses del embarazo se aconseja a la futura mamá que lleve una alimentación equilibrada, descanse la cantidad de horas adecuadas y realice actividad física controlada. Sin embargo, no debe olvidarse que durante todo ese tiempo la parte psíquica también desempeña un papel fundamental y debe cuidarse de la misma forma que el resto del cuerpo.

Tratar en lo posible de no estar estresada y relajarse es parte del cuidado que una futura madre debe tener en cuenta para llevar un embarazo saludable en todo sentido y por ello, dejar la prisa de lado es fundamental.

Esto no debe traducirse como un cambio completo de vida, sino hacer pequeñas modificaciones para no permitir que el trabajo o los quehaceres diarios la lleven a un estrés difícil de controlar. Reducir el ritmo es necesario, lo mismo que aprender a relajarse.

Muchos especialistas recomiendan asistir a las clases pre-parto, que preparan a la mujer para ese momento con variadas técnicas de relajación y respiración que resultan de suma utilidad.

La actividad física también cumple un rol importante para el cuerpo y para la mente, siendo la mejor forma de liberar tensiones y ansiedad. Dentro de los tipos de gimnasia más recomendados se encuentran Pilates y yoga existiendo otras que son diseñadas especialmente para embarazadas. La actividad física nunca debe ser demasiado intensa sino más bien controlada y puede comenzar a practicarse a partir del tercer mes de embarazo siempre con la aprobación del médico.

Tomarse momentos para escuchar música relajante, le hará bien a la madre y al bebé. Ir a un spa y realizar alguno de los tratamientos especiales para embarazadas no solo es una forma perfecta para relajarse sino que renueva el ánimo y el espíritu.

Siempre reponer fuerzas por medio de snacks saludables como frutas, gelatinas, nueces y no saltar ninguna comida, ya que este mal hábito solo le traerá fatiga y cansancio además de mal humor.

Un baño de inmersión relajante, con hierbas aromáticas de romero o sales especiales es excelente para tener un buen descanso por la noche.

















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