Lo que ha averiguado la investigación es compatible con un modelo
complejo en el que algunas personas están genéticamente predispuestas a
padecer TDAH, pero los factores ambientales influyen en el desarrollo
del trastorno.
Factores biológicos
* Eventos durante la gestación y perinatales
* Consumo materno de tabaco, alcohol, drogas
* Exposición intrauterina al plomo y el zinc
* Mala salud materna
* Menor edad de la madre
* Parto prolongado
* Bajo peso al nacimiento
* Nacimiento prematuro
* Encefalopatía hipóxico-isquémica: síndrome
que se manifiesta en la primera semana de vida producido por la disminución del
aporte de oxígeno o la reducción mantenida del flujo sanguíneo cerebral.
Factores sociales y familiares
* Factores como la pobreza, una vivienda en
malas condiciones, entorno precario, parecen influir en la génesis
y perpetuación del problema generando, con mayores probabilidades, un trastorno
asocial en la etapa adulta.
* La Hiperactividad es más frecuente en niños
pertenecientes a familias caracterizadas por problemas conyugales, relaciones
hostiles padre-hijo y una vida familiar desordenada. En algunos niños con el
trastorno, aunque no en todos, un cuidado maternal anómalo, falto de la
atención y afectividad adecuada, es un factor de riesgo importante para
desencadenar y/o mantener el problema.
* En la etapa escolar la conducta del niño y
su bajo rendimiento escolar es un agravante más, suponiendo un estrés adicional
a la familia, generando el temor a que el niño no sea capaz en la etapa adulta
de encontrar un empleo. Al mismo tiempo, con el aumento de las tasas de
divorcios, separaciones, familias monoparentales, familias mixtas, jornadas de
trabajo intensivas, se dispone de menos tiempo y, por tanto, de menos recursos
afectivos para atender debidamente a un niño hiperactivo. Todas estas
situaciones tienen un impacto claro en la génesis, desarrollo y mantenimiento
del problema.
Investigación
A pesar de tener una base genética bien
conocida, el TDAH está influenciado en gran medida por factores ambientales y
biológicos, por lo que existen múltiples investigaciones dirigidas a comprender
la neurobiología de este trastorno.
Riesgo de hiperactividad en hijos de
embarazadas con poco ácido fólico
Un estudio de la Universidad de Southampton,
liderado por Wolff Scholotz y publicado en noviembre 2009 en Child Psychology and Psychiatry, indica que el consumo de ácido fólico durante el embarazo reduce
el riesgo de que el bebé tenga problemas de hiperactividad y aprendizaje en un
futuro.
Tanto el folato como el ácido fólico son
formas de vitamina B solubles en agua. El folato se produce de forma natural en
los alimentos, y el ácido fólico es la forma sintética de esta vitamina.
El estado de ácido fólico (la disponibilidad
fisiológica de folatos) de la madre durante la gestación podría tener efectos
sobre el comportamiento del niño, que parece ser el resultado de los cambios a
largo plazo en el desarrollo cerebral prenatal.
La circunferencia de la cabeza es un
indicador del volumen cerebral. Predice el riesgo de hiperactividad, la falta
de atención y las dificultades de comportamiento al nacer.
Los bajos niveles de ácido fólico en los
primeros meses de embarazo se asociaron con una mayor incidencia de
hiperactividad y de problemas de aprendizaje en los hijos.
Lo mismo sucedió con la medida de la
circunferencia del cráneo del bebé. Menores niveles de la vitamina se asociaron
a tamaños craneales más pequeños.
Las recomendaciones actuales son de al menos
400 microgramos de ácido fólico diarios antes del embarazo y durante las
primeras 12 semanas. Comer una dieta equilibrada, tomar suplementos de folatos,
no beber alcohol y no fumar, son las medidas que deben mantener las mamás
durante el embarazo.
Exposición a la luz fluorescente y a la
televisión afecta negativamente a los niños
John Nash Ott, fotobiólogo y pionero de la
investigación sobre los efectos de los diferentes tipos de luz en plantas,
animales y hombres, ha descubierto que la exposición a la luz fluorescente y a
la televisión afecta negativamente a los niños, distorsionando el
funcionamiento cerebral y nervioso. Ott encontró que los alumnos eran poco
cooperativos, irritables, hiperactivos, poco atentos, bajo la luz fluorescente;
pero estaban más tranquilos y atentos cuando trabajaban bajo la luz de espectro
total (luz natural). La luz intermitente de la televisión agrava los síntomas
de la hiperactividad.
Según John Nash Ott, no sólo es la cantidad
de luz lo que importa, sino la clase de luz a la que estamos expuestos. Según
sus investigaciones, la mejor luz para mantener la salud es la luz solar o
aquélla que contiene el mismo espectro lumínico que ésta.
Un estudio realizado en 1980 demuestra que la
luz convencional de interior incrementa los niveles de las hormonas de estrés ACTH y Cortisol, produciendo agitación mental, fatiga, irritabilidad e
hiperactividad y problemas de atención y aprendizaje en niños y adultos.
Deficiencia de ácidos grasos
Investigaciones llevadas a cabo en Inglaterra
por Hyperactive Children's Support Group apoyaron la posición de que los niños
hiperactivos con alergias atópicas (eczema, urticarias, asma) tienden a estar
continuamente sedientos y producir orina concentrada; este fenómeno es
característico de la deficiencia de ácidos grasos (pérdida de líquidos por la
piel extremadamente permeable).
Otras observaciones de esta investigación
son :
1. Una gran parte de niños hiperactivos
provienen de familias con antecedentes de desórdenes atópicos.
2. La hiperactividad afecta tres veces más a
los niños que a las niñas. Los varones requieren de tres veces más de ácidos
grasos que las mujeres, para mantener su crecimiento.
3. Varias sustancias (tartrazin, salicilatos)
tienen efectos negativos en los niños hiperactivos, pero no en otros niños.
Investigadores
de la Universidad del Sur de Australia realizaron un
estudio con 132 niños con edades comprendidas entre 7 y 12 años. Durante 15
días, los niños tomaron suplementos alimentarios de ácidos grasos omega-3 y
omega-6 (3000 mg por día), más un multivitamínico y minerales, o cápsulas
placebo (aceite de palma). Después de 15 semanas ya se observaron cambios
positivos en el comportamiento de los niños con TDAH de los dos grupos que
tomaron ácidos grasos omega-3 y omega-6, mejorando la atención, disminuyendo la
hiperactividad y la impulsividad y obteniendo un mejor comportamiento general.
Después de 30 días de tratamiento, aún se obtuvieron mejores resultados para
los dos grupos en comparación con el grupo placebo. El grupo suplementado con
vitaminas y minerales no presentó grandes mejoras respecto al grupo
suplementado sólo con ácidos grasos esenciales, demostrando así que el
beneficio mayor en los síntomas del TDAH fue logrado por el consumo de ácidos
grasos esenciales.

Exposición a toxinas ambientales
El Dr. Carl Pfeiffer del Brain Bio Center de Princeton encontró en los niños hiperactivos altos niveles de metales pesados tales como el plomo, cobre, mercurio, y cadmio, que interfieren y desplazan minerales esenciales como: zinc, hierro, manganeso y potasio. Tal interferencia bloquea el suplemento de energía al cerebro, con la consecuente anormalidad en el funcionamiento cerebral.
Razones de la vulnerabilidad de los niños
ante tales elementos
* La barrera protectora de la sangre que
llega al cerebro aún no ha madurado y, por lo tanto, los elementos venenosos
(como el plomo y otros metales pesados) afectan directamente al cerebro.
* Los niños absorben el plomo más fácilmente que los adultos y lo retienen más. Además, los adultos almacenan el plomo sobre todo en los huesos, mientras que los niños lo retienen en los tejidos suaves.
* Los niños absorben el plomo más fácilmente que los adultos y lo retienen más. Además, los adultos almacenan el plomo sobre todo en los huesos, mientras que los niños lo retienen en los tejidos suaves.
Otra investigación afirma que la acumulación
de plomo es más evidente cuando un niño tiene deficiencia de calcio; y como el
azúcar refinada inhibe la absorción de calcio, es necesario disminuir, también
por este motivo, su consumo. En cambio, la combinación de
vitamina C, zinc y calcio en la dieta, ayuda a eliminar en el cuerpo los
metales pesados.
Las principales fuentes de plomo son : el humo
de cigarrillos, algunas pinturas y lápices; asfalto, acondicionadores de aire y
calentadores, baterías, materiales de construcción, cemento, carbón,
cosméticos, crayolas, tintes, llantas, lluvia, gasolina y sus derivados.
Obviamente, es imposible evitar el efecto de algunas fuentes, pero es
conveniente reducirlas al máximo.
Las principales fuentes de cadmio son : humo
de tabaco, pinturas y agua contenida en recipientes viejos que contiene
cadmio. La deficiencia de zinc y el alto consumo de azúcar refinada incrementa
la absorción de cadmio y puede afectar la inteligencia y el rendimiento
académico.
El cobre es un mineral esencial, pero su
exceso es más común que la deficiencia, debido al empleo extendido de las tuberías de cobre para el agua. El cobre excesivo activa la agresión y otros
cambios negativos en las conductas de los niños. La deficiencia de zinc también
es un factor que incrementa la vulnerabilidad ante el cobre.
El mercurio se encuentra sobre todo en los
pesticidas, productos derivados del petróleo, fungicidas, productos químicos
presentes en el agua. Este metal compite con el selenio en el cuerpo.
Tabaquismo materno durante el embarazo
Equipos de la Universidad de York, Reino Unido y la Universidad de Illinois, Chicago, Estados Unidos, en un estudio publicado en la revista Journal of Epidemiology and Community Health (Millenium Cohort Study) en 2009, aportan resultados contundentes sobre las consecuencias del tabaquismo materno durante el embarazo en el futuro comportamiento del niño.
Al crecer, los niños cuyas madres fumaron durante el embarazo son más propensos a sufrir retrasos en el desarrollo fisiológico o mental, así como trastornos de atención e hiperactividad. El humo del tabaco afecta a los niños especialmente sensibles, por el contenido de cadmio y plomo.
Analizaron las asociaciones entre tabaquismo materno y la conducta de 13.000 niñas y niños de 3 años de edad. El tabaquismo de las madres fue identificado según sus declaraciones. Hubo 10% de grandes fumadoras, 12,5% de fumadoras moderadas, 12,4% de mujeres que dejaron de fumar durante el embarazo, las otras no eran fumadoras. Se les pidió evaluar según un cuestionario, el comportamiento de su hijo a la edad de 3 años, así como cualquier déficit de hiperactividad y falta de atención.
El estudio revela que dos veces más de niños nacidos de madres fumadoras tienen problemas de conducta, o sea un aumento del 100% con respecto a madres no fumadoras. Los niños de mujeres que fuman menos de 10 cigarrillos no estuvieron a salvo, el aumento en el desorden de atención junto con hiperactividad, en este caso fue de 80% en comparación con los niños de madres no fumadoras.
Las niñas nacidas de madres fumadoras también tienen un mayor riesgo de presentar el mismo trastornos de conducta.
Por otro lado, los niños nacidos de mujeres que dejaron de fumar durante el embarazo no presentan este aumento de riesgos conductuales.
Tabaquismo materno durante el embarazo
Equipos de la Universidad de York, Reino Unido y la Universidad de Illinois, Chicago, Estados Unidos, en un estudio publicado en la revista Journal of Epidemiology and Community Health (Millenium Cohort Study) en 2009, aportan resultados contundentes sobre las consecuencias del tabaquismo materno durante el embarazo en el futuro comportamiento del niño.
Al crecer, los niños cuyas madres fumaron durante el embarazo son más propensos a sufrir retrasos en el desarrollo fisiológico o mental, así como trastornos de atención e hiperactividad. El humo del tabaco afecta a los niños especialmente sensibles, por el contenido de cadmio y plomo.

El estudio revela que dos veces más de niños nacidos de madres fumadoras tienen problemas de conducta, o sea un aumento del 100% con respecto a madres no fumadoras. Los niños de mujeres que fuman menos de 10 cigarrillos no estuvieron a salvo, el aumento en el desorden de atención junto con hiperactividad, en este caso fue de 80% en comparación con los niños de madres no fumadoras.
Las niñas nacidas de madres fumadoras también tienen un mayor riesgo de presentar el mismo trastornos de conducta.
Por otro lado, los niños nacidos de mujeres que dejaron de fumar durante el embarazo no presentan este aumento de riesgos conductuales.
Los bebés que nacen prematuros a causa de la contaminación de partículas finas son más propensos a sufrir de hiperactividad
Un estudio llevado a cabo conjuntamente por la Universidad de Cincinnati y Centro Médico del Hospital Infantil de Cincinnati, publicado en la revista Environmental Health en enero 2016, demuestra que la contaminación de partículas finas puede causar un parto prematuro, especialmente cuando la madre está expuesta al final del embarazo.

Los investigadores estudiaron los informes sobre 225.000 nacimientos en el estado de Ohio entre 2007 y 2010. De los 19.000 nacimientos prematuros encuestados, el 97% tuvo lugar en ciudades muy afectadas por la contaminación con partículas finas. Los científicos llegaron a la conclusión de que cuando la madre vivió su tercer trimestre de embarazo en un ambiente altamente contaminado, el riesgo de parto prematuro aumentó en un 19%.
Las partículas finas son micro-partículas contaminantes que miden menos de 0,25 micras de diámetro, y se producen generalmente por los motores de vehículos y por ciertos residuos atmosféricos industriales. Estas partículas penetran en los pulmones y pueden causar trastornos respiratorios (asma, por ejemplo) y cardiovasculares (aterosclerosis...).
Consumo de carbohidratos refinados
El efecto fisiológico del consumo de
carbohidratos refinados – en especial
azúcar – es la
sobreproducción de insulina y la hipoglucemia. Al comer azúcar, o cualquier
carbohidrato refinado, el páncreas secreta insulina para metabolizar tales elementos. La
sobredosis de azúcar obliga al páncreas a trabajar en exceso y si este proceso
es continuo o intenso, el páncreas "aprende" a sobreproducir
insulina, lo cual, gradualmente reduce el nivel de azúcar en la sangre. El
resultado es que, después de dos horas posterior al consumo de azúcar, se puede
experimentar hipoglucemia. En esta situación la gente se puede sentir
irritable, fatigada, con mucha tensión y hambrienta. Si tales hábitos continúan, el
páncreas, agotado, disminuye o suspende la producción de insulina; el resultado
es un alto nivel de azúcar en la sangre, azúcar en la orina e, inclusive,
diabetes.
El azúcar refinada ha sido estudiada por
muchas universidades e investigadores; sus efectos no sólo se advierten en un
sistema, sino que pueden alcanzar la circulación (problemas cardiovasculares),
digestión (caries, hemorroides), locomoción (artritis), y sistema nervioso
(desórdenes en la conducta).
El desequilibrio en el nivel de azúcar en la
sangre tiene marcados concomitantes psicológicos: cambios bruscos en los
estados de ánimo, manía, depresión, ansiedad, indecisión, distorsión en la
autopercepción y confusión. Cuando el nivel es bajo se asocia con la apatía, la
indiferencia, "tristezas o depresiones inexplicables", explosiones
emocionales o violencia.
La razón de tales efectos desastrosos en la
conducta humana es que el sistema nervioso utiliza la glucosa (azúcar simple)
como su combustible. Los glucoreceptores del hipotálamo monitorean continuamente
y regulan la cantidad de glucosa en la sangre. Si es deficiente, se libera
azúcar almacenada en el cuerpo y es convertida en glucosa. Si es excesiva, se
produce insulina, para metabolizar el exceso de azúcar. Este es un proceso
vital y muy sensible que está íntimamente ligado con lo que comemos.
Es el carbohidrato que desequilibra más al
sistema nervioso y a la conducta: el nivel de azúcar en la sangre se eleva
rápidamente y después decae precipitadamente. Este proceso se refleja
inmediatamente en el sistema nervioso, sistema endocrino y en la conducta; y es probable que los tres se
desordenen de manera crónica.
El azúcar también puede descontrolar la
conducta al ocasionar un efecto inhibitorio en la neurotransmisión.
Investigaciones recientes sugieren que el azúcar reduce la disponibilidad de
algunas sustancias con las que el cerebro elabora muchos de sus
neurotransmisores (componentes químicos que llevan la información de neurona a
neurona en el cerebro). El resultado final es el mismo: el azúcar ocasiona
conductas desintegradas.
Los carbohidratos buenos se encuentran en muchas formas
y en diferentes alimentos. Por ejemplo, los granos integrales se convierten en azúcar simple en forma
lenta y pueden ser fácilmente absorbidos y metabolizados por el organismo en un
rango de conducta estable. Los
vegetales y las frutas se metabolizan más rápidamente; su azúcar se adquiere
más rápidamente.
Niveles anormales de azúcar en la sangre
O'Shea y Porter, Doris Rapp, New York
Institute for Child Development, Alberta Children Hospital han confirmado que el 75% de los niños
hiperactivos y con problemas de aprendizaje tienen alergias y niveles anormales
de azúcar en la sangre.
Mediante la mejoría de la dieta, eliminación
de alimentos alergénicos, suplementos, el Hospital Infantil de Alberta, Canadá,
logró:
* Mejorar los patrones de sueño
* Disminuir los dolores y erupciones
* Incrementar la atención
* Eliminar o disminuir las conductas repetitivas
* Mejorar la obediencia
* Mejorar la coordinación motriz fina
* Desaparecer la enuresis
* Mejorar los patrones de sueño
* Disminuir los dolores y erupciones
* Incrementar la atención
* Eliminar o disminuir las conductas repetitivas
* Mejorar la obediencia
* Mejorar la coordinación motriz fina
* Desaparecer la enuresis
Controversia. Un meta-análisis realizado en
1995, publicado en JAMA, ha establecido que la relación entre el azúcar e
hiperactividad no es muy estrecha.
Aunque en niños que padecen TDAH sí se debe
evitar el consumo de azúcar para no empeorar su comportamiento, los resultados
"no han podido demostrar que el azúcar afecte el comportamiento o el rendimiento
cognitivo de los niños", dice Claudia Hammond.
Hammond incluso describe esto como uno de los
grandes mitos y lo demuestra con un estudio de la Menninger Clinic Children's
Division, en el que los expertos observaron que las madres que pensaron que sus
hijos habían ingerido mucha azúcar los criticaban más, estaban más al pendiente
constantemente y los vigilaban de cerca. Científicos británicos y
estadounidenses siguen investigando la relación entre azúcar y los niños con
TDAH.
Aditivos alimentarios
Estudio por un grupo de científicos
dirigidos por Jim Stevenson de la Universidad de Southampton, Inglaterra, publicado en The
Lancet
(setiembre 2007). Los colorantes y aditivos artificiales utilizados
habitualmente en productos alimenticios infantiles exacerban la hiperactividad
en los niños, incluso en aquellos que no sufren ese trastorno.
Estudiaron los efectos de los aditivos en las
alteraciones del comportamiento infantil en un grupo de casi 300 niños, 153 de
ellos de 3 años y otros 144 de 8 y 9. A los niños se les dieron en unos casos
dos mezclas de bebidas distintas que incluían diferentes aditivos y en otros,
un placebo.
Entre esas sustancias figuraban el
conservante benzoato de sodio utilizado en refrescos como Pepsi Max, Fanta o
Sprite, y colorantes artificiales presentes en muchos caramelos y dulces
consumidos diariamente por los niños británicos.
No se trata de la primera investigación que
establece vínculos entre los aditivos y la hiperactividad en los menores, pero
su importancia estriba en que en esta ocasión se ha estudiado a niños de más de
tres años y no todos con ese trastorno de conducta. Los expertos detectaron
indicios de hiperactividad en los niños que habían consumido las bebidas que
incluían aditivos, como un comportamiento bullicioso, pérdida de concentración,
incapacidad para jugar con un solo juguete o completar una tarea y mayor
locuacidad.
Fármacos
Frecuentemente se prescriben drogas que
bloquean el sistema nervioso central para lograr conductas más aceptables. Las
principales medicinas prescritas son: ritalin, dexedrin, meyeril, cilert,
torazin, tofranil, benadril o vistaril.
Son muy numerosos los estudios que han
verificado la eficacia de estos fármacos en población infantil y, hoy en día,
su uso está generalizado como parte del tratamiento. Pese a estos resultados
positivos, hay que señalar el inconveniente de la presencia de efectos
secundarios relacionados con la toma de la medicación.
Algunos efectos de tales medicamentos son :
mareos, pérdida de apetito, insomnio o sueño interrumpido, dolores de cabeza,
menos alerta mental, nausea, malestares estomacales, diarrea, erupciones,
irritabilidad, visión borrosa, o confusión. No necesariamente ocurrirán tales efectos, pero son
probables.
Pese a las actuales investigaciones, no se
dispone de un factor clave como responsable único del TDAH. Sí se sabe que
probablemente en la génesis del problema se encuentre un cruce de diversos
factores de riesgo que en mayor o menor grado van a generar la sintomatología.
Es por eso que se hace necesaria una evaluación a fondo de todos los factores
de riesgo.
Una dieta sana y balanceada
En un estudio de la Northwestern University Medical School en Chicago, publicado en la revista Pediatrics en enero 2012, los médicos exponen que una dieta sana y balanceada puede contribuir a mejorar el comportamiento de aquellos niños que padecen TDAH. Las intervenciones nutricionales deben considerarse como un método alternativo o secundario para tratar el TDAH, no una primera opción.
La buena alimentación que sugiere el estudio consiste en incluir en las comidas diarias la ingesta de variedad de grupo de alimentos. Entre ellos, pescado, verduras, frutas, legumbres y granos enteros. Ese aporte debe ser diario.
Una mayor atención a la educación de padres e hijos para que sigan una dieta saludable, que omita elementos que parecen predisponer al TDAH, es quizá el tratamiento complementario o alternativo del TDAH más prometedor y práctico.
Las guías de tratamiento de la Asociación Americana de Pediatría y las guías NICE del Reino unido con respecto a los suplementos dietéticos, valoran 3 elementos fundamentalmente.
1.- Suplementos con ácidos grasos Omega 3 y 6, cuyos niveles bajos en sangre han sido descritos con mayor frecuencia en pacientes con TDAH en comparación con controles sanos. Suplementos de 300-600 mg/día de omega 3 y 30-60 mg/d de omega 6 ha mostrado disminución de la inatención, hiperactividad e impulsividad en algunos niños con TDAH.
2.- Zinc. Algunos estudios han relacionado niveles bajos de zinc con el TDAH. Esta relación podría deberse a que funciona como cofactor para el metabolismo de algunos neurotransmisores y regula el metabolismo de la dopamina, la cual, es crucial en el TDAH.
3.- Hierro. Niveles bajos de ferritina, han sido descritos en niños con TDAH en comparación con los controles. Ha sido descrita una relación inversa entre la severidad de los síntomas del TDAH y los niveles de ferritina en la sangre, estableciendo como punto de corte, unos niveles de ferritina por debajo de 45 mcg/L y una mejoría en la sintomatología del mismo tras tratamiento con hierro. La relación podría deberse a que la deficiencia de hierro, produce una disfunción del sistema dopaminérgico, al igual que en el Síndrome de piernas inquietas, que está muy relacionado con la fisiopatología del TDAH.
Es muy difícil prohibirle a un niño golosinas, dulces y gaseosas completamente pero sí se puede limitar su consumo para cuidar su salud. De esta manera no sólo se atenuarán los síntomas de hiperactividad sino que se evitarán otros problemas de salud como sobrepeso, diabetes, caries etc. En cualquier caso, con una adecuada alimentación y ejercicio regular se puede controlar la hiperactividad en niños en forma natural.
Una dieta sana y balanceada
En un estudio de la Northwestern University Medical School en Chicago, publicado en la revista Pediatrics en enero 2012, los médicos exponen que una dieta sana y balanceada puede contribuir a mejorar el comportamiento de aquellos niños que padecen TDAH. Las intervenciones nutricionales deben considerarse como un método alternativo o secundario para tratar el TDAH, no una primera opción.
La buena alimentación que sugiere el estudio consiste en incluir en las comidas diarias la ingesta de variedad de grupo de alimentos. Entre ellos, pescado, verduras, frutas, legumbres y granos enteros. Ese aporte debe ser diario.
Una mayor atención a la educación de padres e hijos para que sigan una dieta saludable, que omita elementos que parecen predisponer al TDAH, es quizá el tratamiento complementario o alternativo del TDAH más prometedor y práctico.
Las guías de tratamiento de la Asociación Americana de Pediatría y las guías NICE del Reino unido con respecto a los suplementos dietéticos, valoran 3 elementos fundamentalmente.
1.- Suplementos con ácidos grasos Omega 3 y 6, cuyos niveles bajos en sangre han sido descritos con mayor frecuencia en pacientes con TDAH en comparación con controles sanos. Suplementos de 300-600 mg/día de omega 3 y 30-60 mg/d de omega 6 ha mostrado disminución de la inatención, hiperactividad e impulsividad en algunos niños con TDAH.
2.- Zinc. Algunos estudios han relacionado niveles bajos de zinc con el TDAH. Esta relación podría deberse a que funciona como cofactor para el metabolismo de algunos neurotransmisores y regula el metabolismo de la dopamina, la cual, es crucial en el TDAH.
3.- Hierro. Niveles bajos de ferritina, han sido descritos en niños con TDAH en comparación con los controles. Ha sido descrita una relación inversa entre la severidad de los síntomas del TDAH y los niveles de ferritina en la sangre, estableciendo como punto de corte, unos niveles de ferritina por debajo de 45 mcg/L y una mejoría en la sintomatología del mismo tras tratamiento con hierro. La relación podría deberse a que la deficiencia de hierro, produce una disfunción del sistema dopaminérgico, al igual que en el Síndrome de piernas inquietas, que está muy relacionado con la fisiopatología del TDAH.
Es muy difícil prohibirle a un niño golosinas, dulces y gaseosas completamente pero sí se puede limitar su consumo para cuidar su salud. De esta manera no sólo se atenuarán los síntomas de hiperactividad sino que se evitarán otros problemas de salud como sobrepeso, diabetes, caries etc. En cualquier caso, con una adecuada alimentación y ejercicio regular se puede controlar la hiperactividad en niños en forma natural.
Los mejores resultados terapéuticos se han conseguido cuando se ha combinado el uso de medicación con la intervención psicológica a nivel conductual. La eficacia de esta combinación se ha demostrado superior a un tratamiento basado sólo en el fármaco o sólo en técnicas psicológicas.
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