junio 06, 2015

Problema de la Obesidad Infantil en Edad Temprana – 0 a 5 años


La obesidad en niños menores de 5 años es un problema de salud pública a nivel mundial


En todo el mundo, el número de lactantes y niños pequeños (de 0 a 5 años) que padecen sobrepeso u obesidad aumentó de 32 millones en 1990 a 42 millones en 2013. Sólo en la Región de África de la OMS, el número de niños con sobrepeso u obesidad aumentó de 4 a 9 millones en el mismo período. Si se mantienen las tendencias actuales, el número de lactantes y niños pequeños con sobrepeso aumentará a 70 millones para 2025. Sin intervención, los lactantes y los niños pequeños obesos se mantendrán obesos durante la infancia, la adolescencia y la edad adulta.

La obesidad se propaga como una plaga silenciosa por todo el mundo, y los preocupantes registros de la India y los Estados Unidos, donde el 30% de la población tiene sobrepeso, ahora está llegando a Latinoamérica donde las señales de alarma comienzan a darlas los niños.

La obesidad en la población general es una epidemia mundial, que afecta tanto a los países industrializados como a los que aún padecen pobreza e inseguridad alimentaria. Aunque mucho del interés en el problema de la obesidad en niños se ha centrado en la edad escolar y adolescencia, la obesidad en niños menores de 5 años es asimismo un problema de salud pública a nivel mundial. Datos recientes de 450 encuestas en 144 países indican que en el mundo existen 43 millones de niños menores de 5 años con sobrepeso y obesidad, de los cuales 35 millones se encuentran en países en vías de desarrollo. En algunos países en vías de desarrollo, el exceso de peso en niños y adultos se asocia con subnutrición, en la misma comunidad y hasta en la misma familia, constituyendo una paradoja del mundo en desarrollo.

Según la Organización mundial de la Salud OMS, el sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud, que se puede percibir por el aumento del peso corporal cuando alcanza un 20% o más del peso, de acuerdo a lo establecido por talla y sexo.


Peligro de la obesidad con 5 años

Un nuevo informe, publicado en el New England Journal of Medicine en enero de 2014, que estudió a niños durante toda su infancia ha demostrado que aquellos que sufren obesidad a los 5 años son más propensos a serlo también en el futuro.

Los científicos tomaron como muestra a un grupo de 7.738 niños, algunos de los cuales tenían sobrepeso u obesidad, y algunos que eran de peso normal, desde 1998 hasta 2007.

Los investigadores han encontrado que el 14,9 % de los niños con cinco años de edad que tenían exceso de peso cuando eran pequeños eran cuatro veces más propensos a ser obesos casi una década después de los 5 años. Durante el estudio, los investigadores midieron la altura y el peso siete veces de los niños, lo que les permitió registrar la incidencia de la obesidad casi todos los años.

En general, ya que la mayoría de los niños (6.807 de ellos) eran de peso normal al inicio del estudio, el riesgo de convertirse en obesos disminuyó en un 5,4 % durante el año de la guardería y en un 1,7 % entre los grados quinto y octavo de los niños. Pero los niños que con cinco años tenían sobrepeso, para su grupo de edad fueron significativamente más propensos a ser obesos con el paso del tiempo. Entre los niños que se convirtieron en obesos entre las edades de cinco y 15 años, cerca de la mitad había tenido sobrepeso en el pasado.

El estudio pone de manifiesto la dinámica entre el aumento de peso y la obesidad temprana, y los investigadores dicen que el trabajo futuro debería centrarse en la comprensión de lo que contribuye a que un niño tenga sobrepeso a una edad tan temprana. Los resultados sugieren que la educación sobre el aumento de peso y los esfuerzos de prevención de la obesidad tiene que comenzar antes con las familias de los niños pequeños, antes de que los jóvenes se queden encerrados en una condición que es difícil de cambiar.


Embarazo : Cinco factores identificados de riesgo de obesidad infantil

Una investigación realizada por científicos de la universidad de Southampton, publicada en la revista American Journal of Clinical Nutrition en febrero 2015, sugiere que tener un mayor numero de estos factores de riesgo puede ser un elemento importante para predecir el sobrepeso u obesidad en la infancia.

Los científicos observaron cinco factores de riesgo de la obesidad en la vida temprana, cuatro de ellos durante el embarazo :

1. Corta duración de la lactancia materna (menos de un mes)
2. Obesidad
3. Aumento excesivo de peso durante el embarazo
4. Tabaquismo
5. Bajo nivel de vitamina D

Estudios previos han identificado una serie de factores de riesgo individuales de la vida temprana, pero pocos han evaluado la magnitud de sus efectos combinados.

La investigación muestra que a los cuatro años los niños con cuatro o cinco de estos factores eran 3.99 veces más propensos a tener sobrepeso u obesidad que los niños que no habían experimentado alguno, y la masa grasa fue en promedio 19% más alta.

A los seis años de edad el riesgo se incrementó para estos niños, eran 4.65 veces más propensos a tener sobrepeso u obesidad y la masa grasa fue del 47% más alto. Es importante destacar que estas diferencias no fueron explicadas por oros factores como la calidad de la dieta o los niveles de actividad física de los niños.

Los datos analizados provienen de 991 niños que participaron en la Southampton Women’s Survey  uno de los mayores estudios de madres reclutadas antes del embarazo, junto con sus bebes y niños.

Los hallazgos sugieren que las intervenciones para prevenir la obesidad deben comenzar antes, incluso antes de la concepción, y que tener un peso corporal saludable y no fumar en ese momento podrían ser la clave.

Estos hallazgos podrían tener implicaciones importantes para la política de prevención de la obesidad y ayudarán a diseñar futuras intervenciones orientadas a optimizar la composición corporal con beneficios para la salud durante toda la vida.



Factores de riesgo de obesidad que actúan a edad temprana

Conducta alimentaria

Las prácticas alimentarias en el primer año de vida son reconocidas como un factor importante en condicionar exceso de adiposidad en el niño. Existe asimismo evidencia de que el ser humano nace con adecuada capacidad de regular su ingesta calórica.

En el estudio del pediatra nutricionista Samuel Fomon, publicado en Acta Paediatrica Scandinavica en 1975, se comparó la ingesta de niños sanos alimentados con dos fórmulas de muy diferente densidad energética (54 o 100 kcal/100 ml). El experimento demostró que los bebés son capaces de regular su ingesta en función de sus necesidades calóricas, variando el volumen a consumir con el fin de lograr una ingesta calórica idéntica con ambas fórmulas.

Esta capacidad de regular la ingesta en función de las necesidades de energía tiende a perderse a partir de los 3-4 años de edad. A partir de allí, la ingesta es influenciada por condicionantes externos, como el tamaño de porción, el contexto socio-cultural, etc. El inicio de esta etapa podría tomarse como el comienzo del riesgo real de obesidad en la niñez respecto a ingesta de energía. La influencia del contexto psicosocial en este cambio de conducta alimentaria sugiere que el mismo podría ser potencialmente previsible.

Lactancia materna

En su conjunto, los estudios han mostrado un efecto protector de la lactancia exclusiva, con una reducción del riesgo de obesidad de alrededor del 5%, comparado con niños no amamantados. Los niños que reciben lactancia materna exclusiva exhiben curvas de ganancia de peso en el primer año menos pronunciadas que los alimentados con fórmula.

Composición de la dieta

El contenido y la proporción de macro-nutrientes en la alimentación del bebé ha sido objeto de estudio en cuanto a su papel en el desarrollo de obesidad. En particular, el contenido de proteína en fórmulas infantiles ha sido de interés, dado que muchas fórmulas contienen bastante más proporción de estos macro-nutrientes comparadas con la leche materna.

El estudio DONALD, publicado en American Journal of Clinical Nutrition en 2007, mostró una correlación significativa entre la ingesta de proteína entre los 4-24 meses y el índice de masa corporal (IMC) y el porcentaje de grasa corporal a los 7 años. En base a datos de ese mismo estudio, los investigadores han sugerido que los 12 meses y los 5 años son períodos en los que la ingesta elevada de proteína, en particular de origen animal, puede tener su efecto más importante en cuanto a riesgo de obesidad a edades subsecuentes.

Patrón de crecimiento

Existe evidencia consistente mostrando que la trayectoria del crecimiento en los primeros 12 meses de vida es un importante predictor de exceso de peso futuro.

En un estudio realizado por Stettler, publicado en Pediatrics en 2002, mostró que aquellos niños con un crecimiento más rápido en los primeros 6 meses de vida presentaban significativamente más obesidad a los 7-8 años de edad. En los resultados del seguimiento durante 7 años de una cohorte de 19.397 recién nacidos de término, se encontró que la velocidad de ganancia de peso en los primeros 4 meses de vida se asociaba significativamente con obesidad a los 7 años, independientemente del peso al nacer y del peso alcanzado al año de edad.

El crecimiento de recuperación (catch-up growth) constituye una situación especial de crecimiento acelerado, y ha sido también asociado con riesgo a largo plazo no solo de exceso de peso sino también de disminución de la respuesta a la insulina.

La situación más común de crecimiento acelerado es el recién nacido de bajo peso, de edad gestacional adecuada o no. En condiciones favorables, estos niños experimentan una velocidad de crecimiento acelerado durante los primeros meses de vida. Las alteraciones metabólicas asociadas con crecimiento de recuperación en niños de bajo peso al nacer han sido documentadas en niños de 3 a 5 años de edad, y consisten en exceso de tejido adiposo y de grasa visceral y resistencia a la acción de insulina.

La otra situación de crecimiento de recuperación existe en niños con peso de nacimiento normal, pero que sufren retraso en el crecimiento post-natal, usualmente en los primeros 18 meses de vida. Esta situación es sumamente común en países pobres, y es causada por interrupción prematura de la lactancia, alimentación complementaria de bajo valor nutricional, e infecciones reiteradas que aumentan tanto los requerimientos como las pérdidas de nutrientes. Esta situación es casi la norma en los primeros 6 meses de vida en niños de países pobres, y significa que millones de niños experimentarán algún grado de crecimiento acelerado subsecuentemente.

En vista del continuo aumento en la prevalencia de obesidad, los programas de recuperación nutricional deben obviamente evitar crear un factor de riesgo adicional. Algunos expertos argumentan que si el crecimiento de recuperación ocurre a edad temprana  dentro de los primeros 2 años de vida , se podrían evitar los efectos adversos mencionados. La evidencia aún es insuficiente para confirmar esta posibilidad. El objetivo primario debe ser prevenir el retraso del crecimiento, lo que haría innecesario el crecimiento de recuperación.


Enfoques de prevención temprana

Los primeros dos años de vida son prácticamente ignorados en las guías de prevención de obesidad. Esto se debe en parte a que la frecuencia de obesidad evidente, que requiere una intervención terapéutica inmediata, es relativamente baja en los primeros dos años de vida.

La prevención de obesidad a nivel pre-escolar ha recibido menos atención, tal vez por la dificultad de toda intervención basada en cambio de conducta, en este caso de los padres. Mientras la escuela como institución tiende a nivelar muchas de las diferencias socioculturales entre los alumnos, el ambiente hogareño es fuertemente condicionado por el nivel de ingresos, vivienda, educación de los padres y entorno familiar. No es simple diseñar un programa que tenga en consideración factores tan diversos.

La estrategia de prevención de obesidad en los primeros años de vida está estrechamente ligada a la alimentación y el crecimiento sano.

Aunque el período de 0-24 meses de vida ha recibido limitada atención en cuanto a prevención de obesidad, es una fase donde actúan factores de riesgo importantes: patrón de ganancia de peso, tipo de alimentación, y adquisición de hábitos alimentarios. La intervención de prevención de obesidad en esta etapa está íntimamente ligada al control del niño sano.


Consecuencias de la obesidad en los niños

En el caso de los niños latinos, estos problemas de salud pueden ser aún más graves que en el resto de la población infantil. Por ejemplo, la incidencia de diabetes del tipo 2 es mucho mayor entre niños latinos con sobrepeso que en el resto de la población infantil obesa, por cuestiones genéticas. Muchos niños latinos tienen una predisposición a padecer diabetes y trastornos relacionados con el desarrollo de la diabetes, como la resistencia a la insulina.

Consecuencias físicas

Resistencia a la insulina


La insulina es una hormona que segrega el páncreas. Es como una llave que abre una puerta en las células para que entre la glucosa, o azúcar, proveniente de los alimentos que se comen. Así es como se nutren las células y se logra obtener la energía necesaria para la vida diaria.

La resistencia a la insulina ocurre cuando las células no ″escuchan″ que la insulina está llamando a la puerta para abrirla. Como la puerta no se abre, toda esa glucosa se queda circulando por la sangre.

En respuesta a este exceso de azúcar en la sangre, el páncreas produce más insulina para ver si ″llamando más fuerte″ las células escuchan y abren la puerta. A veces esto funciona, pero sólo por un tiempo limitado. Al cabo del tiempo, las células encargadas de producir insulina comienzan a fallar por el exceso de trabajo. Estas células, llamadas células beta, no se pueden reproducir ni regenerar, por lo que, cuando mueren, el daño es permanente.

Los niños latinos suelen tener niveles más altos de insulina que los niños no latinos por cuestiones genéticas. Si a esto se suma un exceso de calorías y falta de ejercicio, es muy posible que la tendencia genética a la diabetes se manifieste.

Síndrome metabólico


Un niño tiene síndrome metabólico cuando ha desarrollado tres o más de los siguientes problemas:

* Obesidad abdominal. La grasa que se acumula en el abdomen crea más problemas de salud que la que se acumula en otras partes del cuerpo.

* Bajo colesterol HDL (colesterol de alta densidad). El HDL es el colesterol que se considera ″bueno″ porque ayuda a eliminar el colesterol LDL (colesterol de baja densidad) o ″malo″.

* Triglicéridos elevados. Los triglicéridos son un tipo de grasa que circula por la sangre. Cuando una persona está obesa, los niveles de triglicéridos se elevan.

* Alta presión sanguínea o hipertensión. Es la presión que la sangre ejerce en las paredes de las venas y arterias cuando bombea el corazón. Cuanta más presión hay, más tiene que trabajar el corazón para movilizar toda la sangre.

* Intolerancia a la glucosa. Esto significa que los niveles de azúcar en la sangre se elevan después de las comidas, aunque no tanto como en la diabetes. El incremento de los niveles de glucosa en la sangre hace que el cuerpo produzca más insulina, lo cual puede terminar provocando diabetes.

Diabetes del tipo 2


Cuando hay diabetes del tipo 2, la glucosa de los alimentos se queda circulando en la sangre porque no hay suficiente insulina para que entre en las células. Síntomas comunes de la diabetes tipo 2 son :

* Orina frecuente y sed persistente
* Hambre extrema
* Pérdida de peso
* Fatiga e irritabilidad

Los niños obesos cuyos padres son diabéticos tienen más posibilidades de desarrollar esta enfermedad.

Otras consecuencias físicas que se dan con menos frecuencia


* Hígado graso. Ocurre cuando hay una acumulación de grasas o triglicéridos en el hígado, lo cual puede crear cirrosis (una enfermedad que aparece cuando mueren las células del hígado). El hígado es un órgano esencial porque filtra la sangre.

* Apnea. La apnea impide la respiración adecuada durante el sueño y, a menudo, va acompañada de ronquidos. Las personas con apnea dejan de respirar durante cortos periodos de tiempo mientras duermen, y esta falta de aire hace que se despierten y no descansen adecuadamente. En los niños, la falta de descanso puede causar problemas en la escuela, desde hiperactividad hasta dificultad para concentrarse.

* Trastornos menstruales. La obesidad interfiere en la actividad de las hormonas femeninas, encargadas de regular el periodo menstrual. Las niñas con sobrepeso suelen alcanzar la pubertad a edad más temprana.

* Problemas ortopédicos. El exceso de peso puede impedir que la tibia, uno de los huesos que va desde el tobillo a la rodilla, se desarrolle adecuadamente, lo que podría tener consecuencias para el crecimiento y la movilidad en el futuro.

* Oscurecimiento de la piel en los pliegues. Conocida como acantosis nigricans, esta condición produce unos parches oscuros en las axilas y la nuca, o en otros lugares donde hay pliegues en la piel. No son dañinos, pero pueden significar resistencia a la insulina o el comienzo de la diabetes.

Consecuencias psicológicas

Los niños obesos suelen ser objeto de burlas y rechazo por parte de sus compañeros. Esta exclusión crea problemas psicológicos que se pueden extender hasta la vida adulta. 

Algunos de los problemas psicológicos más comunes de los niños obesos son :

* Baja autoestima. La autoestima es cómo se ve uno mismo. Cuando una persona tiene baja autoestima suele describirse en términos negativos y cree que no es tan bueno como el resto de las personas. La autoestima se establece durante la adolescencia, con la aceptación en grupo. Esto es especialmente importante en el caso de los hombres. Un niño que siente rechazo por ser obeso puede tener muy baja autoestima y arrastrar esta falta de autoestima hasta la vida adulta.

* Percepción negativa de la imagen corporal. Según las encuestas, nueve de cada diez niños obesos se sienten avergonzados de su aspecto y creen que si pierden peso dejarán de ser objeto de burlas.

* Depresión. Para algunos niños, la tristeza y el aislamiento causados por el rechazo puede derivar en depresión. La depresión es una enfermedad seria que implica trastornos químicos en el cerebro y tiene que ser tratada. Los niños no pueden resolver este problema por sí solos.

En definitiva, las consecuencias psicológicas de la obesidad son muy reales para la mayoría de los niños obesos, que necesitan la ayuda de los adultos y profesionales para superarlas.


Los padres o adultos responsables de los niños tienen una misión muy importante en sus vidas: cuidar la alimentación de niños pequeños,  pues ellos no tienen la capacidad de distinguir cuáles alimentos deben comer y cuáles no. Tampoco saben por qué deben incorporar hábitos saludables en sus vidas, la importancia del ejercicio y de la ingesta de frutas y verduras. Ellos, simplemente, comen lo que les gusta, lo que les sabe bien. Algunos serán renuentes a consumir frutas y verduras, pues su aspecto y su sabor no son de todo su agrado.

La tarea diaria de los padres es alimentarlos bien e inculcarles la importancia de que crezcan sanos y bien alimentados.

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