Entre los alimentos industrializados, el aditivo por excelencia es el
jarabe de maíz de alta fructosa.
Para la industria de los alimentos es oro puro.
Para la industria de los alimentos es oro puro.
El jarabe de maíz de alta fructosa – JMAF – es un edulcorante líquido,
transparente, obtenido del maíz después de un largo proceso. Todo comienza con
almidón o fécula de maíz – un carbohidrato refinado. Se somete a altas
temperaturas repetidas veces, se rompe su estructura molecular, se vuelve a
refinar, se blanquea y filtra hasta quedar una sustancia "pura", un
almíbar con un grado de concentración ideal para su comercialización.
En 1957, los investigadores descubrieron una enzima que podría convertir
la glucosa del jarabe de maíz en fructosa. Este proceso fue modificado y
mejorado por investigadores japoneses en la década 70, por lo que ahora es
posible producir jarabe de maíz en masa y su consumo se ha extendido a todo el
mundo.
Este ingrediente es muy utilizado por contener glucosa y fructosa, los mismos
que se encuentran en la miel de abeja; la diferencia es que esta última es
natural y, el otro, es procesado.
Las grandes compañías alimenticias han aprovechado los beneficios que
ofrece el jarabe de maíz a nivel industrial. Además de ser más barato a gran
escala, se utiliza en productos ultra dulces; gracias al jarabe los productos
se conservan por más tiempo en una envoltura y crean adicción al paladar.
En la industria alimenticia actual se ha reemplazado en muchísimos
alimentos el azúcar por el jarabe de maíz de alta fructosa.
El proceso de extracción es un secreto industrial en el cual se utiliza
un proceso enzimático.
El jarabe de maíz alto en fructosa es generalmente un marcador que indica
que un alimento está lleno de ingredientes artificiales, es de mala calidad y
que carece de nutrientes como vitaminas, minerales, antioxidantes y fibra.
Ha sido identificado como la causa principal del aumento de peso y de la diabetes en el mundo.
Actualmente, existe un incremento de alimentos “light” o dietéticos,
que contienen este jarabe. El problema es que mucha gente que intenta alejarse
del azúcar, termina consumiéndolo, cuyo aporte calórico y efectos
negativos sobre la salud son iguales o peores.
Investigación
Los estudios han demostrado que cuando las personas consumen los
edulcorantes artificiales, tienen un mayor deseo de continuar comiendo.
Esto ocurre con todos los edulcorantes, y no parece relacionado con la forma en
que el organismo los metaboliza, sino más bien con el sabor de la dulzura.

El estudio “Dietary sugars stimulate fatty acid synthesis in adults” realizado en el 2008, publicado en el Journal of Nutrition, concluye que la fructosa se
convierte en grasa más rápidamente que la glucosa, esto significa que engorda
mucho más que el azúcar normal y lo que es peor, ahora está presente en casi
todos alimentos procesados por su precio tan accesible para la industria.
De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Princeton en
2010, el consumo del jarabe de maíz de alta fructosa está relacionado con la
actual epidemia de obesidad. Se comprueba que aumenta la grasa corporal,
también el colesterol y los triglicéridos – indicadores que incrementan las
posibilidades de infarto, especialmente en mujeres.
Los investigadores encontraron que las ratas que ingirieron el jarabe
de maíz alto en fructosa ganaron considerablemente más peso que las ratas que
tenían acceso al azúcar de mesa, aunque el aporte calórico de ambos azúcares
eran las mismas. Las ratas que fueron alimentadas con JMAF aumentaron su nivel
de grasa un 300% más rápido que aquellas que recibieron una cantidad igual (o
ligeramente mayor) de azúcar derivada de frutas. Por otra parte, también se
observó que el consumo a largo plazo de jarabe de maíz de alta fructosa causa
algunas anormalidades en la grasa corporal; es decir, un aumento en el tamaño
del abdomen así como un aumento de los triglicéridos, que es la grasa que se
encuentra en la sangre.
Los investigadores creen que la fructosa excesiva en el jarabe de maíz
no se metaboliza como energía almacenada en el cuerpo, como es la glucosa, pero
en cambio se produce como grasa. Las diferencias claras entre el jarabe de maíz
alto en fructosa y la sacarosa – azúcar simple – parecen ser un factor importante
en cómo el cuerpo utiliza, metaboliza y absorbe los azúcares encontrados en el
jarabe.
Un grupo de científicos de la Universidad de Yale, en enero 2013, usó
imágenes tomadas por resonancia magnética para demostrar por primera vez que la
fructuosa puede provocar cambios en el cerebro que podrían llevar a comer en
exceso.
Después de tomar una bebida endulzada con fructuosa el cerebro no
estimula la sensación de saciedad como lo hace cuando se consume glucosa
simple.
Para el estudio los científicos usaron imágenes tomadas por resonancia
magnética para revisar el flujo sanguíneo en el cerebro en 20 personas jóvenes
con peso normal antes y después de que consumieran bebidas con glucosa o
fructuosa durante dos sesiones, con varias semanas de diferencia.
Las imágenes captadas mostraban que beber glucosa apaga o suprime la
actividad de las zonas del cerebro que son cruciales para el apetito y la
saciedad por los alimentos. Con la fructuosa no se ven esos cambios. Como
resultado el deseo de comer continúa, no se apaga.
Según un estudio realizado por el Centro de Ciencias de la Salud de la
Universidad de Colorado en 2009, el exceso en el consumo de JMAF aumenta el
riesgo de hipertensión arterial, que puede provocar todo tipo de problemas de
salud aumentando el riesgo de infarto, cardiopatías, derrame cerebral, etc.
Los investigadores analizaron los datos obtenidos a través de distintos
cuestionarios, a un grupo de 4.528 personas mayores de 19 años que no presentaban
problemas de hipertensión. Los resultados muestran claramente que los azúcares
añadidos como el jarabe de maíz de alta fructosa en los alimentos y bebidas
aumenta los niveles de presión arterial y no es una condición tener un
historial previo de hipertensión.
El jarabe de maíz alto en fructosa contiene mercurio
En el primer estudio publicado en la revista Environmental Health los
investigadores encontraron niveles detectables de mercurio en nueve de veinte
muestras de JMRF comercial.
En el segundo estudio, el Instituto de Agricultura y Política
Comercial, una organización de protección del consumidor sin fines de lucro,
encontró que casi uno de cada tres de 55 alimentos de marca contenían mercurio.
La sustancia química fue más común en los productos lácteos, aderezos y
condimentos que contenían JMAF.
El uso de soda cáustica contaminada con mercurio es común en la
producción del JMAF. La contaminación ocurre cuando se usan células de mercurio
para producir soda cáustica.
Dada la gran cantidad de jarabe de maíz alto en fructosa que consumen
los niños, podría tratarse de una fuente adicional significativa de mercurio
nunca antes considerada.
El jarabe de maíz es tan adictivo como la cocaína
Un grupo de investigadores de la Universidad de Guelph (Ontario,
Canadá) estudió en junio 2013, la reacción de ratas de laboratorio a dosis
progresivas de jarabe de maíz alto en fructosa y determinaron que el jarabe
provoca reacciones similares a las causadas por el abuso de drogas como la cocaína.
Primeramente se suministró a las ratas comida que contenía jarabe de
maíz alto en fructosa, y después se permitió que ellas mismas controlaran
mediante una palanca la cantidad de jarabe que recibían.
Cuanto más concentrado era el jarabe, mayor era el esfuerzo de las
ratas para obtenerlo, comportamiento similar al que se manifiesta en casos de adicción
profunda a la cocaína.
Los alimentos que contienen grandes cantidades de jarabe de maíz alto
en fructosa tienen propiedades adictivas, lo que podría explicar, al menos en
parte, la actual epidemia mundial de obesidad.
La ingestión de jarabe de maíz podría ser causa de muerte para millones de abejas
La defunción de millones de abejas ha provocado que expertos de todo el
mundo centren sus estudios en este fenómeno que se va sucediendo desde el año
2006, sin razones aparentes.
Algunos informes apuntan que podría deberse al uso de pesticidas para
combatir plagas de otros insectos o a la contaminación del polen por los
pesticidas y fungicidas.
Pero de acuerdo al estudio de un equipo de entomólogos – científicos
que se especializan en el estudio de insectos – de la Universidad de Illinois, realizado
en febrero 2014, podría existir una relación entre el colapso mundial de
colonias de abejas y la práctica de alimentar a las abejas utilizadas con fines
comerciales con jarabe de maíz de alta fructosa.
Cuando las abejas se alimentan de miel o derivados están expuestas a la
enzima p-cumárico, que les refuerza su sistema inmunológico y activa sus genes
desintoxicantes, algo que no pasa con el jarabe de maíz y provoca que las
abejas puedan llegar a morir cuando polinizan plantas con fungicidas u otros
productos químicos.
Por ello, desde la Universidad de Illinois hacen un llamamiento a las
compañías que crían abejas con un objetivo comercial para que no alteren su
alimentación y preserven sus procesos naturales.
Diferencia entre azúcar y jarabe de maíz
El azúcar, también conocida como azúcar de mesa o sacarosa, se hace de
la caña de azúcar o remolacha azucarera. Tiene muchas variantes conocidas, pero
por su coloración se divide en azúcar refinada o azúcar blanca y azúcar rubia.
El azúcar es un producto natural y directo. Se consideró el edulcorante
tradicional hasta la aparición del jarabe de maíz. Se cristaliza cuando se
cocina y se utiliza para diversos alimentos, así como en los productos horneados.
La fructosa es un azúcar simple de origen natural producida por muchas
plantas. Es muy dulce y es más soluble en agua que la glucosa. Es un azúcar
simple también fácilmente accesible por la naturaleza y es la principal fuente
de energía del cuerpo. La fructosa y la glucosa tienen el mismo tipo de átomos,
pero se juntan de otra manera. Cuando se combina la fructosa y la glucosa, se
convierten en sacarosa, que es la base del azúcar de mesa.
El jarabe de maíz es un jarabe pesado de glucosa hecho de almidón de
maíz. En el jarabe de maíz no hay fructosa – por lo menos en su estado natural.
Aparte de ser un edulcorante y potenciador del sabor, el jarabe de maíz
también funciona para proporcionar volumen y suavidad a los alimentos. Entre
otras funciones se incluyen su uso como espesante y humectante (retiene la
humedad). Resiste la cristalización y extiende la vida útil de los productos en
los que está incorporado. Puede ser claro o de color oscuro. Su principal
derivado es el jarabe de maíz alto en fructosa. Es más dulce que el azúcar.
Es más barato utilizar jarabe de maíz alto en fructosa, que los
azúcares regulares. Además, los azúcares en los jarabes actúan como
conservantes, por lo que también ahora también lo añaden a algunas carnes.
Peligros del jarabe de maíz alto en fructosa
La fructosa se dirige de inmediato al hígado donde desencadena un
proceso de lipogénesis o producción de grasa (triglicéridos y colesterol)
que causan el llamado hígado graso. Esta combinación de fructosa y glucosa
contribuye al aumento de ingesta de calorías, al aumento de peso, la hipoglicemia,
los cambios súbitos de humor, la diabetes mellitus, la enfermedad coronaria, la
demencia senil, la enfermedad de Alzheimer, el cáncer y otros padecimientos crónicos
inflamatorios.
Mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2
El consumo de jarabe de maíz alto en fructosa a través de los años,
puede conducir a un aumento en las probabilidades de desarrollar diabetes. El
consumo de sodas, bebidas energéticas y comida chatarra en cantidades excesivas
puede traer como consecuencia la pérdida de un pie, quedarse ciego o afectar a los
hijos.
Hipertensión y niveles elevados de colesterol malo
Existe una fuerte relación entre el consumo de jarabe de maíz alto en
fructosa, los triglicéridos elevados y los niveles de HDL (colesterol malo).
Todos estos productos juntos pueden provocar la acumulación de plaquetas, y con
el tiempo conllevar a padecimientos cardíacos, incluyendo hipertensión e inclusive
un ataque al corazón.
Daños al hígado a largo plazo
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Las marcas comerciales utilizan colorantes, conservadores y JMAF |
El jarabe es procesado por el hígado, la vesícula y los riñones; y es
especialmente dañino para el hígado. Cuando esto se combina con un estilo de
vida sedentario puede ocurrir una cicatrización del hígado. Esto reduce
considerablemente la habilidad del órgano para procesar las toxinas y, con el
paso del tiempo, puede conducir a toda una serie de afecciones a la salud. Otro
estudio sugiere que el JMAF puede provocar hígado graso.
Exposición al mercurio
Este producto viene acompañado de niveles muy elevados de
mercurio. La exposición al mercurio puede traer como resultado un daño
irreversible al cerebro y al sistema nervioso. Este detalle es especialmente
preocupante con toda la cantidad de productos que se le dan a los niños y que
contienen JMAF.
Se agregan enzimas al jarabe de maíz para cambiar la glucosa a fructosa.
Una de las enzimas, la Cloralkali, contiene mercurio. Esto puede llevar a que
se aloje demasiado metal pesado en el cuerpo y que cause síntomas como dolores
crónicos o infecciones crónicas, como Candidiasis, migrañas, depresión e hipotiroidismo.
Puede cambiar el cerebro
Las investigaciones han probado que comer altas cantidades de comidas
muy dulces puede alterar la química del cerebro. Una corriente constante de
jarabe de maíz de alta fructosa cambia la manera en la que el cerebro entiende
el gusto, y comienza a querer más y más, y cosas más y más dulces.
Riesgo significativo de aumento de peso y obesidad
Comer demasiada azúcar, en especial jarabe de maíz de alta fructosa, es
una de las causas principales de la obesidad en el mundo. Al procesar el jarabe
de maíz, la glucosa y la fructosa se separan. Cuando se consume, la fructosa se
va directamente al hígado, alentando a la producción de grasa y eventualmente
causando la enfermedad del hígado graso. Esto puede causar inflamación en el
cuerpo, lo cual a su vez crea resistencia a la insulina y deposita grasa alrededor
de todos los órganos.
Alienta a comer más
El jarabe de maíz de alta fructosa es muy barato de producir. Esto
significa que las comidas a las que se le agrega son más baratas de hacer. Los
fabricantes pueden ofrecer porciones más grandes de la misma comida por precios
más bajos. En los restaurantes de comidas rápidas, las medidas de las bebidas
han aumentado muchísimo en los últimos 10 años. Una Coca Cola grande en McDonald’s
es de casi un litro de gaseosa. Y como es parte de la comida, para el cerebro
se siente como una porción, en lugar de los 350ml. que tiene una porción
estándar. Esa bebida de McDonald’s es tres veces más grande que la porción
recomendada, lo cual significa que se está ingiriendo tres veces más de
calorías, tres veces más de carbohidratos, y tres veces más de jarabe de maíz
de alta fructosa.
Niños y adolescentes
En los niños provoca hiperactividad, déficit de atención, dolores de
cabeza y afecta su capacidad de detectar distintos sabores, reduciendo su
paladar a sólo tres: salado, dulce y grasoso.
Los chicos hoy en día tienen más tendencia a ser obesos que cualquier
otra generación anterior. Los chicos están necesitando trasplantes de hígado
antes de llegar a la adolescencia porque tienen la enfermedad del hígado graso
por tomar gaseosa y por comer alimentos procesados. La diabetes tipo 2 solía
ser llamada Diabetes del Adulto, porque solamente los adultos adquirían
resistencia a la insulina luego de cierta edad. Los chicos de tan solo 10 años
están siendo diagnosticados como diabéticos de tipo 2. Son mucho más
susceptibles a los aditivos dulces, porque sus cerebros todavía se están
desarrollando tan rápidamente que es más fácil para que el gusto a lo dulce se
les torne adictivo. La actual generación de chicos es la primera en tener una
expectativa de vida más baja que la de sus padres, y es por culpa de los malos
hábitos alimenticios, especialmente por el jarabe de maíz de alta fructosa.
Alimentos con jarabe de maíz de alta fructosa
Está presente en casi todos los alimentos y bebidas: la jalea, el jugo,
los refrescos, los panes de grano entero, los cereales, la salsa de tomate, las
galletas, el yogur, los encurtidos, la compota de manzana, el aderezo para
ensaladas, los helados, el jarabe para la tos y en la gran mayoría de productos
horneados y panificados, como así también en mermeladas y jaleas.
* Bebidas: Los refrescos regulares en general utilizan jarabe de maíz de
fructuosa como endulzante. Bebidas saborizadas o jugo. Limonadas. Bebidas
energizantes o deportivas.
* Caramelos, mermeladas y jarabes : se sustituye el azúcar por el
jarabe.
* Cereales para desayuno: el etiquetado nutricional de muchos cereales
que se consumen habitualmente en el desayuno contiene fructuosa o JMAF.
* Embutidos. Las salchichas u otro tipo de embutidos suelen tener JMAF
oculto.
* Alimentos procesados: Dentro de este grupo se encuentran pastas con
queso o comidas ya listas para comer.
* Aderezos para ensaladas elaboradas industrialmente: Los aliños
reducidos en grasas, suelen tener más cantidad de JMAF. Aunque los aliños sean
light, no significa que no contengan sustancias que engorden.
* Yogures: muchas marcas contienen JMAF para brindarle más sabor dulce al
producto.
* Salsas: Muchas salsas, especialmente las salsas a base de tomate
contienen JMAF para neutralizar el sabor ácido del tomate. Salsas de barbacoa,
salsas de carne.
* Jarabes para la tos: Muchos jarabes para la tos y expectorantes
líquidos contienen jarabe de maíz alto en fructosa. Variedades con sabores
diseñados especialmente para los niños tienden a tener mayores cantidades del
edulcorante.
* Frutas y verduras procesadas: Frutas y verduras pueden contener el
jarabe de maíz de alta fructosa. Estos productos incluyen pepinillos, tomates
enlatados, compota de manzana y salsa de arándanos. El jarabe de maíz de alta
fructosa ayuda a preservar la textura de frutas enlatadas y reducir la carga de
congelador en frutas congeladas.
Prevención
* Revisar etiquetas. Si se encuentra entre los ingredientes fructosa,
sólidos de jarabe de maíz, glucosa-fructosa, azúcar de maíz o high fructose
corn syrup (HFCS), es la misma cosa. El jarabe de maíz alto en fructosa puede
ser encontrado incluso en productos que no son dulces, como el pan en rebanadas
y las carnes procesadas como la salchicha y el jamón.
* Elegir productos naturales. Entre menos procesado, mejor para nuestra
salud. Una buena opción es comprar local: pan directo de la panadería. Utilizar
miel de abeja, miel de agave.
* Pedir información. En teoría los productos deben indicar sus
ingredientes en el empaque; también debería de tener una advertencia sobre las
consecuencias del consumo de ciertas sustancias en grandes cantidades. Esto no
es así en muchos casos.
* Evitar la comida rápida. La comida rápida a menudo contiene jarabe de
maíz alto en fructosa.
* Comprar productos frescos y aprender a cocinarlos. El verdadero
problema es la gran cantidad de alimentos refinados y procesados, no un
ingrediente en particular.
La fructosa de la fruta se comporta de manera diferente pues está unida a la fibra y a otros nutrientes.
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