enero 27, 2018

Malaria en el Embarazo





El paludismo es una enfermedad causada por un parásito Plasmodium, el cual es trasmitido por la picadura de un mosquito infectado. Sólo el género anófeles del mosquito transmite el paludismo. Los síntomas de esta enfermedad pueden incluir fiebre, vómito y/o dolor de cabeza. La forma clásica de manifestación en el organismo son fiebre, transpiración y escalofríos que aparecen 10 a 15 días después de la picadura del mosquito. Las muestras de sangre son examinadas con un microscopio para diagnosticar el paludismo, en donde el parásito es detectado dentro de los glóbulos rojos. Las pruebas de diagnóstico rápido (RDTs) son usadas para diagnosticar el paludismo en áreas remotas en donde el microscopio no puede ser utilizado.

Población en riesgo

El paludismo o malaria, es la enfermedad infecciosa tropical más frecuente del mundo. Aproximadamente la mitad de la población mundial corre el riesgo de contraer el paludismo, sobre todo los residentes en países de bajos ingresos.

Produce 2.700.000 muertes anuales, de las cuales, más de un millón se dan en niños menores de 5 años. Aproximadamente cincuenta millones de mujeres que viven en áreas endémicas se quedan embarazadas cada año.

En 2015 el paludismo estaba presente en 91 países y territorios. Como consecuencia, 10.000 mujeres y 200.000 niños mueren por la adquisición de malaria durante el embarazo. El paludismo mata a un niño cada 2 minutos.

La mayoría de los casos y las muertes se registran en el África subsahariana. No obstante, también se ven afectadas Asia, Latinoamérica, Oriente Medio y algunas zonas de Europa. En las Américas, se considera que 132 millones de personas viven en áreas de riesgo de contraer el paludismo. Son especialmente vulnerables quienes viajan de zonas libres de paludismo a zonas donde la enfermedad es frecuente.

Aparte de las condiciones ambientales, existen otros elementos que contribuyen a explicar este patrón geográfico. La distribución de la enfermedad también coincide con aquellas regiones donde la situación socioeconómica y las infraestructuras sanitarias son más precarias, lo cual pone de manifiesto que hoy en día la malaria se encuentra estrechamente ligada a la pobreza, siendo a la vez causa y consecuencia de esta última.

El paludismo supone una importante carga económica, pudiendo llegar a reducir en un 1,3% las tasas de crecimiento económico de países donde la enfermedad es frecuente.

La malaria en las mujeres embarazadas se manifiesta principalmente por problemas de anemia, aunque también son frecuentes las manifestaciones respiratorias o neurológicas. La infección placentaria condiciona asimismo problemas de retraso de crecimiento fetales, que se traducen en recién nacidos generalmente a término pero con bajo peso al nacer.

La malaria durante el embarazo presenta riesgos potenciales para la vida de la madre y el feto. Por lo tanto, una mujer embarazada con diagnóstico de la malaria debe obtener atención médica inmediata para reducir las posibilidades de cualquier riesgo de embarazo. Los estudios muestran que las mujeres embarazadas son más propensas a la infección de la malaria que las mujeres no embarazadas en los países tropicales y en desarrollo.

Las embarazadas no inmunes corren un alto riesgo de sufrir el paludismo. La enfermedad puede producir tasas de aborto elevadas y causar una mortalidad materna anual de más del 10% (cifra que puede llegar al 50% en casos de enfermedad grave).

Las embarazadas semi-inmunes corren el riesgo de sufrir anemia intensa y retraso del crecimiento fetal aunque no presenten signos de enfermedad aguda. Se calcula que anualmente mueren 200.000 lactantes a consecuencia del paludismo adquirido durante el embarazo.


Causas de la malaria en el embarazo

La malaria es predominante en las regiones tropicales. Por lo general, esta infección entra en erupción durante la temporada del monzón, ya que proporciona la base para la reproducción de mosquitos. Factores como la humedad, la temperatura, las precipitaciones desempeñan un papel importante en la aparición de la malaria.

Las otras razones posibles son:

Pérdida de la inmunidad. El embarazo debilita el sistema inmunológico de una mujer, en general, debido a la disminución de la síntesis de inmunoglobulina. Esto hace que la mujer embarazada sea vulnerable a la malaria.

La placenta. La placenta es un órgano nuevo que crece dentro del cuerpo. Permite que la infección pase a través del círculo de la inmunidad, y también permite que fenotipos específicos de placenta se multipliquen.

Zonas de transmisión. Las mujeres en zonas de transmisión estable / altas deben haber adquirido inmunidad contra la malaria. Por lo tanto las posibilidades de contraer la infección son menos. Sin embargo, en zonas de transmisión inestable / bajas las mujeres tienen un menor nivel de inmunidad, lo que aumenta el riesgo de la infección.

Infección por el VIH. Las mujeres infectadas con el VIH tienen un alto riesgo de contraer la malaria debido a su bajo nivel de inmunidad.

Complicaciones de la malaria en el embarazo

Bajo peso al nacer o restricción del crecimiento intrauterino. La placenta proporciona el terreno para parásitos de la malaria que impiden el suministro de oxígeno y nutrientes al feto. Esto podría resultar en neonatos con bajo peso al nacer y retraso del crecimiento intrauterino. Los bebés que nacen con un peso de menos de 5,5 libras (2,5 kg) tienen menos posibilidades de supervivencia.

La transmisión vertical. Otro riesgo evidente es que la infección se propague desde la madre al bebé. Los médicos recomiendan el cribado de la sangre del recién nacido después del parto para descartar cualquier infección.

El parto prematuro. P.Falcifarum infecta la placenta materna, donde los parásitos se multiplican. La placenta infectada por la malaria lleva citoquinas, anticuerpos y macrófagos que desencadenan una respuesta inmune activa, estimulando así el trabajo de parto prematuro.

Prevención de la malaria en el embarazo

Mosquiteros tratados con insecticida (ITN). Se recomienda el uso de mosquiteros impregnados con insecticida y rociado interno residual de los insecticidas; sus funciones consisten en disminuir el riesgo de las picaduras de los mosquitos infectados.

La fumigación de interiores con insecticidas de acción residual para matar los mosquitos que haya en las paredes y techos de las casas.

Tratamiento preventivo intermitente (TPI). La OMS recomienda en las regiones que tienen riesgo moderado a alto de la malaria el tratamiento preventivo intermitente con sulfadoxina-pirimetamina (TPI-SP) para eliminar periódicamente los parásitos que pueda haber en la placenta. Los medicamentos anti-malaria en el embarazo son seguros, pero se deben tomar bajo la supervisión del médico. Se debe seguir estrictamente el curso de medicamentos y tomar las dosis según lo prescrito por el médico. El paludismo es prevenible y curable.

Uso de ropa de colores claros. En general, los mosquitos son atraídos por los colores oscuros. Las mujeres embarazadas, que viven o viajan a áreas propensas a la malaria, deben usar prendas de color claro y con mangas largas para evitar la exposición de la piel.

Mantenerse en áreas frescas. Permanecer en áreas con aire fresco o acondicionado ya que los mosquitos no pueden florecer en temperaturas frías.

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La infección por malaria reduce el crecimiento fetal

Investigadores de la Unidad de Investigación de la Malaria Shoklo, que forma parte de la Wellcome Trust-Mahidol y del Programa de Tropical de Investigación en Medicina de la Universidad de Oxford, según un estudio publicado en PLos ONE en febrero 2012, han empleado ecografías que proporcionan la primera evidencia directa del efecto de la malaria en el crecimiento fetal durante el embarazo.

La investigación de casi 3.800 embarazos fue llevada a cabo en la frontera entre Tailandia y Myanmar (Birmania). El bajo peso al nacer es el factor de riesgo más importante para la mortalidad neonatal en los países en desarrollo y pone de relieve la importancia de la prevención del paludismo en el embarazo.

La ecografía prenatal, que es esencial para la datación con precisión el embarazo, está cada vez más disponible en los países en desarrollo. La tecnología también permite a los médicos, o trabajadores formados, medir el diámetro de la cabeza del feto. En las infecciones que se producen en el embarazo temprano, los investigadores creen que el tamaño de la cabeza puede ser el indicador más adecuado de la restricción del crecimiento.

El ultrasonido reveló que el diámetro de la cabeza del feto promedio fue significativamente menor cuando la infección por paludismo ocurría en la primera mitad del embarazo, en comparación con los embarazos no afectados por la malaria. En promedio, las cabezas de los fetos eran un 2% más pequeñas cuando se veían afectados por la malaria. Esto puede aumentar el riesgo de aborto involuntario y afectar la salud del niño en la edad adulta.

Sin embargo, aunque un solo episodio de malaria temprana, detectado y bien tratado, tuvo un efecto sobre el tamaño de la cabeza fetal a mitad del primer trimestre, este efecto no fue visto en el parto, lo que sugiere que el tratamiento temprano con medicamentos eficaces puede permitir una recuperación, más tarde en el embarazo.

Los investigadores concluyen que las estrategias para prevenir la malaria durante el embarazo se han centrado en la segunda mitad del embarazo, cuando el mayor aumento de peso del feto tiene lugar, pero el estudio sugiere que se tiene que ampliar los esfuerzos para centrarse también en el primer trimestre, y asegurarse de que la mujer embarazada conozca los riesgos de la malaria en el embarazo, para poder ofrecerle medicación preventiva.


Las mujeres mujeres embarazadas infectadas por la malaria no tienen inmunidad

Un estudio realizado por investigadores del  Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y del Centro de Investigación en Salud de Manhiça (CISM), al sur de Mozambique, publicado en The New England Journal of Medicine en octubre 2015, se encontró que las madres infectadas sufrían más anemia y los bebés nacían con menor peso.

Estudiaron cerca de 2000 mujeres gestantes que acudieron al Hospital Distrital de Manhiça (Mozambique) entre 2003 y 2011 y que entonces participaban en ensayos clínicos de tratamiento preventivo de la enfermedad durante el embarazo. Los investigadores vieron que el descenso en la incidencia de la enfermedad se vio acompañado por infecciones más graves que causaban efectos muy perjudiciales sobre la salud de las mujeres y de los recién nacidos.

Una de cada dos mujeres con malaria grave acaba muriendo y una cantidad baja de hemoglobina en la sangre de la madre durante la gestación contribuye a retardar el crecimiento del feto, que nace con peso bajo; cada año unos 100.000 bebés mueren en África durante los primeros meses de vida por este motivo.

Las mujeres que se infectan no tienen inmunidad, de ahí que la infección alcance densidades parasitarias mayores y efectos dañinos mayores.


Un fármaco contra la malaria protege a los fetos de la infección por Zika

Investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, en Estados Unidos, cuyo trabajo se publicó en The Journal of Experimental Medicine en julio 2017, mostraron que un fármaco contra el paludismo protege al feto de la infección viral.

Estudiando modelos experimentales preñadas, descubrieron que el fármaco contra la malaria, la hidroxicloroquina, bloquea efectivamente la transmisión viral al feto. Ese medicamento ya está aprobado para su uso en mujeres embarazadas con otros fines médicos, para disminuir los riesgos de infección por Zika y la enfermedad en fetos en desarrollo.

Las consecuencias devastadoras de la infección por el virus Zika se sufren en el útero, donde el virus puede causar daño cerebral y, a veces, la muerte.

A finales de 2015, los médicos en Brasil comenzaron a notar un aumento en el número de bebés nacidos con microcefalia, o cabezas inusualmente pequeñas, un indicador de daño neurológico. La epidemia pronto estuvo relacionada con el virus Zika transmitido por los mosquitos, que se extendía por las partes tropicales de las Américas. Los médicos aconsejaron a las mujeres embarazadas que evitaran las picaduras de mosquitos usando repelente de insectos y ropa de manga larga. No había, y todavía no existen, fármacos o vacunas aprobadas para su uso en mujeres embarazadas para proteger a sus fetos de la infección por Zika.

El feto en desarrollo es únicamente vulnerable a los daños de la infección, por lo que el cuerpo moviliza defensas robustas para evitar que los microbios lleguen al feto en primer lugar y la placenta es la última línea de defensa. Un proceso conocido como autofagia  la vía de eliminación de residuos celulares por la cual las células trituran desechos, organelos no deseados y microbios invasores  es una parte importante de la formidable barrera que hace la placenta a la infección. Sin embargo Zika no sólo puede invadir la placenta, sino multiplicarse allí.

Para saber más sobre cómo Zika rompe la placenta, los investigadores infectaron las células de la placenta humana con el virus Zika y encontraron que la exposición al virus activaba genes relacionados con la autofagia. Sin embargo, cuando trataron las células con fármacos para acelerar la vía de la autofagia, el número de células infectadas con el virus Zika aumentó.

Disminuir la autofagia celular reduce la infección

Los fármacos que suprimieron la autofagia llegaron a menos células placentarias infectadas con el virus Zika. En otras palabras, el virus se multiplicó y se propagó más eficazmente cuando los investigadores sintonizaron la respuesta de la barrera y se realizaron más lentamente cuando la controlaron. El virus parecía estar haciendo una forma de artes marciales microbianas, convirtiendo las armas del cuerpo en su propia ventaja.

Los investigadores verificaron estos hallazgos usando ratones cuya respuesta de autofagia fue restringida por niveles bajos de una proteína de autofagia clave. Infectaron dos grupos de ratones embarazados con Zika: uno en el que el proceso de autofagia fue interrumpido y el otro en el que funcionó normalmente.

Cinco días después de la infección, las hembras madres con una respuesta de autofagia débil tenían aproximadamente la misma cantidad de virus en sus corrientes sanguíneas que los modelos con una respuesta normal. Sin embargo, en ratones con una respuesta de autofagia débil, los investigadores encontraron diez veces menos virus en la placenta y las cabezas de los fetos y menos daño a las placentas.

Sugieren que el virus Zika aprovecha el proceso de autofagia en la placenta para promover su supervivencia e infección de las células placentarias. Dado que la hidroxicloroquina suprime la respuesta de la autofagia, los investigadores se preguntaron si también podría proteger a los fetos contra Zika y, para averiguarlo, repitieron el experimento en ratones utilizando sólo animales con una respuesta de autofagia normal. Los modelos experimentales hembra al día nueve del embarazo fueron infectados con Zika y luego se les suministró hidroxicloroquina o placebo todos los días durante los siguientes cinco días.

Tras el tratamiento, los científicos detectaron significativamente menos virus en los fetos y las placentas de los roedores que habían recibido hidroxicloroquina. Además, estas placentas mostraron menos daño y los fetos recuperaron el crecimiento normal. Tanto las madres no tratadas como las tratadas tenían aproximadamente la misma cantidad de virus Zika en sus corrientes sanguíneas, lo que indica que, la hidroxicloroquina fue capaz de proteger a los fetos, incluso cuando el virus estaba circulando a través de la madre.

Aunque se ha utilizado la hidroxicloroquina con seguridad en mujeres embarazadas durante cortos periodos de tiempo, los autores advierten que se necesitan más estudios antes de que pueda utilizarse en mujeres embarazadas para esquivar Zika. Las mujeres embarazadas que viven en áreas donde circula Zika pueden necesitar tomar el medicamento durante el embarazo y se desconoce la seguridad de la hidroxicloroquina para su uso a largo plazo.

El estudio ofrece nuevas vías para intervenciones terapéuticas factibles y sugiere que una autofagia basada en la intervención terapéutica contra Zika puede estar justificada en mujeres embarazadas infectadas con el virus Zika.

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La malaria en los niños puede ser una enfermedad mortal

La malaria o paludismo es una enfermedad que afecta a niños y adultos por igual. Es una enfermedad que puede resultar mortal, pero que también se puede curar si se trata de la forma y en los tiempos correctos.

El epicentro de la enfermedad se encuentra ubicado en Nigeria y la República Democrática del Congo en África, mientras que en Asia el país más afectado es la India. La malaria es la enfermedad que más muertes causa en niños menores de 5 años, cada día fallecen 3000 niños a causa de esta enfermedad.

Síntomas de la malaria en los niños

El proceso de incubación varía según la persona afectada, pero suele durar en torno a los 15 días. El mosquito pica y transmite los parásitos a la sangre del niño infectado, estos se desplazan y se reproducen en el hígado, para después volver al torrente sanguíneo para acabar con los glóbulos rojos.

Es una enfermedad con difícil diagnóstico ya que los primeros síntomas, fiebre, que puede alcanzar los 41º centígrados, y escalofríos, son comunes a muchas enfermedades. Además suele presentarse con dolor de cabeza, dolores musculares y articulares, y trastornos digestivos, como la gripe o una común diarrea.

Como proteger a los niños de la malaria

Los avances para encontrar la vacuna contra la malaria aún están en marcha. Existe una vacuna con la que se trabaja, pero no es eficaz al 100%.

El Anopheles, mosquito responsable del contagio de la malaria, solo pica de noche, por lo que se pueden tomar precauciones al respecto. La colocación de un mosquitero con repelente ha conseguido reducir las muertes por malaria en un 55% en los últimos dos años.

Además, si se va a viajar con niños a una región con un alto índice de casos de malaria sería recomendable la visita previa al pediatra para que le recete algún medicamento antipalúdico como medida de prevención.


Eliminación de la malaria

Datos recientes revelan que la aplicación a gran escala de las estrategias recomendadas por la OMS podría reducir rápidamente el paludismo, sobre todo en zonas donde la transmisión es elevada, como sucede en África. La OMS y los Estados Miembros han hecho importantes progresos en la eliminación del paludismo. Por ejemplo, recientemente Maldivas y Sri Lanka fueron certificados por haber eliminado el paludismo. El éxito de los países se debe a un intenso compromiso nacional y a la coordinación de sus esfuerzos con los asociados.


Por primera vez en muchos años la malaria está en retroceso, como consecuencia de un despliegue
 sin precedentes de las herramientas de control. Los nuevos métodos diagnósticos y tratamientos
 disponibles han contribuido a una mejor identificación de la carga de la enfermedad real
 y un rápido tratamiento de los casos.


enero 13, 2018

Habilidades y Hábitos para Fomentar la Autonomía de los Niños





El desarrollo de la autonomía personal es un objetivo prioritario en la educación de un niño. Un niño autónomo es aquel que es capaz de realizar por sí mismo aquellas tareas y actividades propias de los niños de su edad y de su entorno sociocultural.

Un niño poco autónomo es un niño dependiente, que requiere ayuda continua, con poca iniciativa, de alguna manera sobre protegido.

Los niños con pocos hábitos de autonomía, generalmente presentan problemas de aprendizaje y de relación con los demás. De ahí la importancia de su desarrollo: normalmente cuando progresan en este aspecto, también lo hacen en su aprendizaje y relación con los demás.

La autonomía le permite a un niño arreglárselas a diario, ser cada vez más independiente y tomar sus propias decisiones. La necesidad de autonomía evoluciona a lo largo de la infancia y la adolescencia. Volverse autónomo es adquirir gradualmente una forma de control sobre uno mismo y sobre su vida. Es un elemento esencial de autoconfianza.

La autonomía se desarrolla en muchas esferas de la vida. Implica habilidades físicas, pensar, adquirir conocimiento, interactuar con otros, manejar emociones y distinguir entre lo bueno y lo malo.

Fomentar la autonomía desde los primeros años de vida es la base del aprendizaje. Hace que los niños se muestren más seguros de sí mismos y de sus capacidades a la vez que aprenden a asumir riesgos y a valorar sus posibilidades de éxito. Por su parte, un niño dependiente requiere de ayuda continua y tiene poca iniciativa, suele presentar problemas de aprendizaje y de relación con los demás.

Ayudar a los hijos a ser más autónomos es una tarea relativamente sencilla, ya que se trata de permitirles tomar decisiones y asumir responsabilidades. No tienen por qué ser grandes hazañas, sino más bien, habilidades y tareas adaptadas a su edad como recoger, ordenar, comer solos, preparar su mochila…

Como norma general todo aquello que el niño pueda hacer solo, siempre que no entrañe peligro, debe hacerlo él mismo. También es válido como criterio enseñar aquellos hábitos que tienen adquiridos la mayoría de niños de una edad.

La mayoría de los niños funcionan muy bien con rutinas, luego lo ideal será conseguir que esos hábitos se conviertan en rutinarios. Con una práctica adecuada, los hábitos se adquieren de 20 a 30 días.

Aprender a ser autónomo también significa aprender a ser responsable, es decir, ser capaz de tomar las decisiones correctas solo. Al volverse autónomo, el niño también adquiere un sentido de importancia y pertenencia: puede contribuir a la vida familiar y sentirse a gusto en este primer 'grupo social' al que pertenece.


Niños de 2 a 3 años : estimulando su autonomía e independencia

El niño va creciendo y haciéndose cada vez más autónomo e independiente. Aunque ahora es todavía pequeño ya reclama su espacio y quiere hacer muchas cosas él solo, sin ayuda de nadie.

Se empieza a notar este proceso alrededor de los 18 meses, cuando el pequeño comienza a decir “yo solo, tú no”. Estas ganas imperiosas de valerse por sí mismo todavía son mayores, y hay que respetarlos, dejar que prueben y que intenten hacer las cosas por sí mismos. Ayudarlos en lo necesario, y enseñarles los pasos que hay que realizar, pero estimulando y fomentando su autonomía.

Sobre protegerlos, hacer por ellos las cosas que ya saben hacer no conduce más que a la inseguridad del niño, que cree que no es suficientemente válido para hacerlo solo y acaba acostumbrándose a que los padres le sigan dando de comer, lo vistan y laven.

Es importante que se les estimule y se les deje hacer, estimularles les permitirá practicar estas habilidades recién adquiridas.

Se debe aceptar también que esas ansias de independencia y autonomía generan a la vez algunas de sus rabietas y primeras frustraciones. Pero cuando consiguen hacer algo por si solos se sienten muy satisfechos, se sienten autónomos y perfectamente válidos para hacer aquello que se han propuesto, además les encanta descubrir sus nuevas destrezas.

En cambio, un niño sobre protegido es aquel que sus padres le siguen haciendo todo cuando el niño está perfectamente capacitado para hacerlo solo, como por ejemplo:

* le siguen dando de comer,
* le siguen vistiendo y calzando,
* le siguen acompañando al baño.

Los niños de padres sobre protectores normalmente :

* aprenden a ser dependientes de sus padres,
* son más miedosos,
* muestran actitudes inmaduras,
* con poca tolerancia a la frustración,
* suelen ser tímidos y retraídos,
* con baja autoestima,
* y en consecuencia suelen ser niños con pocos amigos.


Niños de 3-6 años: desarrollo físico y psicológico

La etapa de los niños de 3-6 años es un periodo de grandes avances en el desarrollo físico, el crecimiento y la coordinación motora. Dejó atrás el periodo más vulnerable y aumenta su fortaleza física y su capacidad para desarrollar disímiles actividades y enfrentar las enfermedades.

La infancia temprana es el periodo transcurrido hasta los 6 años de vida y se considera la etapa donde el individuo alcanza sus mayores logros. Y es que las habilidades que demuestren los hijos son consideradas como indicadores de su desarrollo físico y psicológico. Ellas se demuestran en la forma de jugar, aprender, hablar, comportarse y moverse.

La maduración del sistema nervioso del niño no supone solamente pasar por etapas prefijadas biológicamente. Los adultos, con su participación inteligente y comprometida, lograrán potenciar sus habilidades motrices, intelectuales y manuales.

El niño, por naturaleza, se vuelve muy inquieto y está atento a todos los estímulos ambientales. Para ellos todo es nuevo. El contacto con el medio que los rodea moldeará su personalidad y su manera de pensar y actuar.

Indicadores del desarrollo físico y psicológico en los niños entre 3-6 años de vida

Desarrollo psicomotor grueso

Uno de los indicadores del desarrollo físico y psicológico es el psicomotor grueso, el cual le permite al niño moverse en todas las dimensiones, adquirir plena conciencia de su cuerpo y cultivar su destreza motriz.

Motricidad fina

A nivel cerebral, las áreas que maduran de manera más evidente son las relacionadas con la motricidad fina. Estas son las encargadas de controlar de forma separada grupos musculares más pequeños, brindando nuevas capacidades al cuerpo en su desarrollo físico y psicológico.

A los 3 años comienza a hacer trazos verticales, horizontales o circulares. Al principio, grandes y vacilantes, pero paulatinamente los hará más cortos y precisos, marcando el inicio del aprendizaje de la escritura. Será capaz de copiar un círculo, recortar con tijeras, cepillarse los dientes, vestirse, desvestirse, abrochar y desabrochar botones sin ayuda alguna.

A los 4 años ya podrá dibujar un cuadrado, doblar papeles y colorear formas simples, usar las tijeras para cortar en línea recta y manejar bien los cubiertos.

Entre los 5 y 6 años, el desarrollo físico y psicológico se refleja en mayores habilidades: untará con un cuchillo, dibujará triángulos, estrellas y rombos, y será capaz hasta de dibujar un cuerpo humano completo en dos dimensiones.

Habilidades cognitivas

La capacidad del niño de aprender y entender demuestra sus habilidades cognitivas, siendo uno de los indicadores más interesantes del desarrollo físico y psicológico.

Desarrollo del lenguaje

Aprender los significados de las palabras depende en gran medida de los adultos que estén a cargo de los niños. Se debe propiciar la asociación de nombres con objetos, contarles cuentos, enseñarles libros y dibujos, imitar sonidos y cantar canciones.

Es muy importante, además, enseñarles a pronunciar correctamente las palabras y las normas elementales de educación: saludar, despedirse y no interrumpir, entre otras. Estas son algunas de las estrategias que potenciarán el lenguaje dentro de su desarrollo físico y psicológico.

Comportamiento afectivo y social

Antes de los 2 años las relaciones sociales giran en torno a la familia, pero después, comienza una etapa donde el vínculo extra familiar debe ser potenciado.

Los niños, por lo general, trasladan al entorno social su comportamiento en el hogar como parte de su desarrollo físico y psicológico y, desafortunadamente, es frecuente observar conductas coléricas y agresivas que denotan la inadecuada relación niño-familia.

Debe ver como normal que pongan a prueba sus límites físicos, conductuales y emocionales, pero esto obliga a los padres a fijar normas disciplinarias y un ambiente seguro. Lo anterior se debe unir al desarrollo de la iniciativa, curiosidad, deseo de explorar y gozo  sin sentirse culpables o inhibidos , pero tampoco debe permitirse que actúen a su antojo y libre albedrío.

Desarrollo intelectual

A esta etapa se le conoce como periodo pre-operacional o de la inteligencia virtual e intuitiva, en que el niño está inmerso en un mundo de objetos físicos con los que interactúa y de personas con las que se relaciona.

Su desarrollo se rige fundamentalmente por la formación de símbolos mentales, o sea, no toma el objeto por lo que “es” sino por lo que “representa” como por ejemplo dibujar un animal que no ve, imitar que está manejando un carro y hacer que come en un plato vacío. A esto se le suma el lenguaje y los sonidos. Su atención irá ganando en control, adaptación y capacidad planificadora.

El juego seguirá siendo una actividad primordial en el desarrollo físico y psicológico de los niños, constituyendo el medio idóneo para estimular el lenguaje, la memoria, la capacidad de razonamiento, de planificación y de creatividad. No subestimar el potencial de aprendizaje del niño: favorecer el despliegue de todas sus habilidades.

Desarrollo de la personalidad

Esta etapa pre-escolar es crucial para el desarrollo de la personalidad. En función del contexto familiar y de cómo se manejen los deseos del niño y sus conductas, dependerá que se forje un individuo equilibrado, autónomo, con conciencia moral y de elevada autoestima. Para que un niño se valore debe sentirse valorado y la correcta educación emocional es fundamental para desarrollar una adecuada personalidad.

Es normal que expresen abiertamente sus sentimientos y emociones, pero hay que enseñarles a controlarse y comportarse dentro de límites permisibles. Inevitablemente, tendrán que enfrentar retos y los adultos tienen la obligación de prepararlos para esos momentos.

El niño pequeño experimenta verdaderas tormentas emocionales debido a la inmadurez de su corteza prefrontal, la parte del cerebro que regula las emociones. Pero el adulto puede, por su acompañamiento indulgente, ayudar a que esta corteza prefrontal madure más rápidamente o, por conductas inapropiadas, retrase esta maduración.

Actividad física

La actividad física  se debe promover en los niños de 3-6 años. Su gran energía y resistencia se debe encauzar en actividades al aire libre. Es una etapa muy importante en el desarrollo de sus destrezas motoras, en la coordinación  y en su habilidad para jugar y efectuar actividades deportivas de forma más estable.

Los juegos al aire libre y la práctica de cualquier deporte evitarán el sobrepeso y le darán una rutina diaria imprescindible. Con ellos desarrolla las destrezas motoras y mejora su coordinación.

Recordar que su seguridad es de gran importancia y que se deben seleccionar las actividades físicas seguras y empleando los medios de protección adecuados para cada actividad y edad. Basado en lo anterior es conveniente propiciar el desarrollo de actividades físicas en familia, así se divertirán mientras que disfrutarán de un tiempo en familia inolvidable.


Niños frustrados… adultos inseguros

Los niños sobre protegidos y con dificultades para hacer frente a sus frustraciones serán, el día de mañana, adultos con graves dificultades emocionales para desenvolverse con soltura en la vida.

El adulto que no tolera la frustración es iracundo, inmaduro, incapaz de gestionar sus decepciones y de generar planes de acción alternativos para llegar al mismo objetivo que se había planteado de inicio. Tiene dificultades para identificar y expresar sus propias emociones, poca inteligencia emocional y serias barreras que le impiden ser empático, asertivo y resolutivo.

El adulto inseguro que no tolera la frustración un día fue niño, un niño que no adquirió las habilidades que después le permitirían ser un adulto autónomo, equilibrado y adaptativo. Fue un niño ansioso, que se volvió cada vez más demandante e impaciente, a quien le molestaban los cambios, que era impulsivo (a veces incluso agresivo), que aprendió que las tareas difíciles era mejor abandonarlas y esperar que alguien las resolviera en su lugar, que se enfadaba ante la ausencia de resultados inmediatos y que, desde la rigidez cognitiva que progresivamente fue desarrollando, acabó temiendo tanto el fracaso que se volvió inactivo.

Desde muy temprano el niño empieza a expresar sus deseos y su voluntad se impone: pide lo que quiere, exige incluso, rechaza lo que le disgusta… Y  los padres no pueden simplemente sucumbir. Les corresponde gestionar ese torrente de impaciencia, les corresponde educar. Porque además, a partir de ese momento las demandas van a más, todo se complica.

El padre y la madre, o el cuidador que corresponda, como figuras de autoridad dotan de seguridad al niño y sirven de soporte emocional constante. Son las únicas figuras que aceptan al pequeño de manera incondicional pero que al mismo tiempo cumplen otra función mas compleja: la de imponer límites y normas que guíen su desarrollo. Gracias a esta guía el futuro adulto interioriza los valores que marcarán su identidad. Ese límite que a veces tanto cuesta poner es, en el fondo, lo que el hijo más necesita y lo que en el futuro más agradece.

El objetivo de los padres es preparar a su hijo para convertirse en un adulto autónomo (que sepa cómo tomar decisiones, cómo elegir), responsable (que asume las consecuencias de sus elecciones, sus acciones) y realizado.


Para crear adultos psicológicamente saludables

* Desterrar la inmediatez. La responsabilidad de padres y educadores es enseñar que los refuerzos que se esperan ante una determinada conducta pueden no llegar, pueden ser distintos de los esperados o pueden llegar de forma demorada.

* Alternar la naturaleza de los reforzadores con los que se les educa. Se puede manejar el refuerzo de manera demorada, no inmediata y no vinculada siempre a lo material. Los refuerzos sociales y afectivos contribuyen al desarrollo de una autoestima más sana y a la construcción de una persona más resistente ante las adversidades.

* Ser ejemplo de equilibrio emocional y riqueza en las respuestas que se ofrecen ante los conflictos. Todo lo que se hace en situaciones conflictivas no siempre es lo más adecuado: hay mucha situaciones en las que se muestra todas las debilidades y por supuesto no siendo el mejor ejemplo.

* Soportar que el niño experimente sus propias emociones, incluso cuando son aversivas. Si a los niños les cuesta resistir la frustración y tolerar a incertidumbres, el principal error de los padres es que ellos no toleran en ninguna medida el sufrimiento del niño. El dolor emocional indica que algo de la esfera cognitiva, social, emocional o conductual no está funcionando del todo bien y merece atención, merece ser resuelto. Para cambiar, para mejorar, para desarrollarnos a cualquier nivel, no se puede obviar el dolor como parte de la vida y se debe permitir que los niños aprendan también cuál es su función y cómo enfrentarse a él de manera adaptativa para ellos.

* No adelantarse a sus necesidades ni resolverles todos sus problemas. Para formar futuros adultos con autonomía y eficacia para la vida es necesario que los padres no se fusionen con sus hijos, que les permitan a ellos ensayar sus propias estrategias y desplegar sus propias respuestas: ni todos los éxitos del hijo son atribuibles a los padres ni todos los fracasos lo son tampoco. Un niño que se siente respetado y capaz se sentirá mucho más a gusto emocionalmente que un niño que está demasiado 'sobre protegido'.

* Ofrecer alternativas cuando las pidan, pero no ser LA solución para todo. Porque el adulto sí ha de velar por prevenir posibles consecuencias o  daños mayores en el largo plazo. Por eso es imprescindible encontrar un punto de equilibrio: ayuda y guía sí, pero la excesiva sobre protección tiene que quedar fuera de toda negociación, ofreciendo alternativas de acción para que, de manera genuina, resuelva sus problemas.

* Permitir que los niños asuman responsabilidades. El niño, siempre de manera coherente con su nivel de desarrollo y sus capacidades, debe de ir resolviendo los problemas en los que se mete y asumiendo responsabilidades de manera progresiva. Se trata de que paulatinamente vaya construyendo su propia autonomía y se exponga a la toma de decisiones que corresponda en situaciones cotidianas que él vaya siendo capaz de manejar.

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Los niños autónomos tienen mayores habilidades cognitivas

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Montreal en enero 2013, sustenta la teoría de los padres como claves para fomentar la autonomía de sus hijos a través de la realización de tareas, y por consiguiente, mejorar sus habilidades cognitivas. Los niños de madres que son capaces de apoyar su desarrollo y autonomía suelen presentar habilidades cognitivas elevadas.

El estudio contó con la participación de 78 madres y sus hijos, a quienes los investigadores visitaron en sus casas en 2 ocasiones diferentes, una a los 15 meses del nacimiento del bebé, y nuevamente a los 3 años, ambas de 60 a 90 minutos de duración.

En las visitas se les pidió a las madres que ayudasen a sus hijos a completar actividades que eran ligeramente complicadas para realizar por sí mismos (construir una torre o completar puzles en la primera visita, y ordenar bloques en la segunda visita). Las actividades tomaron 10 minutos y fueron grabadas para evaluar luego con mayor precisión.

La función ejecutiva fue evaluada a los 3 años a través de una serie de juegos adaptados que revelan la habilidad del niño de postergar la gratificación, la capacidad de memorizar y de pensar en múltiples conceptos de forma simultánea.

Los puntajes más elevados fueron conseguidos por los niños cuyas madres fueron capaces de promover una conducta autónoma, entretanto quienes no lo hicieron lograron una calificación menor.

Este estudio plantea la posibilidad de que la función ejecutiva del niño pueda requerir no sólo una crianza de alta calidad sino además una calidad consistente. Esto lo sugiere la asociación entre el puntaje compuesto del apoyo a la autonomía y la función ejecutiva del niño, así como por el hecho de que las diferencias más notables se observaron entre los niños con un alto y consistente nivel de autonomía a lo largo del tiempo y los de un bajo nivel.

Los investigadores analizaron la función ejecutiva, que se refiere a un amplio rango de procesos cognitivos claves para el funcionamiento cognitivo, social y psicológico. Demostraron que la función ejecutiva en los niños se relaciona con la habilidad de la madre de apoyar su autonomía. El apoyo de la autonomía incluye cosas como enseñar a los niños resolución de problemas, tomando en cuenta la perspectiva de los niños y asegurándose que tome un papel activo para completar las tareas.

Lo más importante es que el estudio muestra que no se trata solamente de un buen comienzo. Si bien muchos estudios han confirmado que el apoyo maternal es crítico, unos pocos han observado cómo estas habilidades pueden cambiar con el tiempo y el efecto que podrían tener.