octubre 31, 2022

Reforzar las Redes Neuronales de la Memoria




Para integrar toda la información que recibe, el cerebro primero la distribuye en redes especializadas que interaccionan de manera jerárquica a medida que el procesamiento cognitivo requiere niveles más altos de integración. Entender cómo coordina el cerebro el flujo de información en un sistema de esta naturaleza e identificar las poblaciones de neuronas, o nodos críticos en la red cerebral, que son necesarios para hacerlo, es un problema fundamental en neurociencia. Estos nodos críticos son esenciales para la integración de las redes que intervienen en procesos tan importantes como el aprendizaje.

El cerebro es un órgano extremadamente complejo, con innumerables conexiones. Conocer los detalles microscópicos de esa conectividad es de gran importancia, pero también lo es entender las conexiones cerebrales a gran escala, ya que éstas determinan los flujos de información en el conjunto del sistema. Para investigar esta cuestión suele recurrirse a una visión simplificada del cerebro que propone entenderlo como una red compuesta por nodos unidos mediante conexiones que intercambian información.

Esta visión más sencilla ha permitido emplear herramientas matemáticas prestadas de la teoría de grafos para estudiar la comunicación en el sistema nervioso. De esta manera, los nodos de la red estarían compuestos por poblaciones neuronales – regiones cerebrales – unidas por conexiones estructurales – axones nerviosos – y funcionales – activaciones correlativas en poblaciones neuronales distintas –. Esta simplificación elimina los detalles del sistema, pero facilita la identificación de los nodos y las conexiones que desempeñan un papel fundamental en una tarea cognitiva concreta o cuya alteración podría ser central en enfermedades neurológicas o psiquiátricas como el Alzhéimer, la epilepsia o el alcoholismo.

Tipos de nodos y su importancia

Según sus conexiones, los nodos de una red pueden tener mayor o menor influencia sobre el flujo global de información. Así, los nodos con un mayor número de conexiones – de alto grado, o hubs – influyen más sobre la comunicación en la red, de forma similar a cómo un aeropuerto con mucha actividad condiciona la organización del espacio aéreo y la salida de los vuelos en aeropuertos más pequeños en sitios remotos. Sin embargo, el grado de los nodos no constituye el único factor ni, necesariamente, el más importante.

El patrón de conectividad resulta fundamental. Por ejemplo, un nodo con pocas conexiones – de bajo grado – puede ocupar una posición estratégica en la red porque al conectar dos o más hubs podría tener mayor influencia que los hubs por separado. Se ha comprobado, a partir de la teoría de grafos, que la existencia de nodos de bajo grado con posiciones estratégicas en la red denominados “nodos críticos”, era beneficiosa para la estabilidad de la red y prevenía la propagación de fallos en cascada.

Los clubs exclusivos de hubs en el cableado neuronal del cerebro

Un concentrador o hub permite centralizar el cableado de una red; recibe una señal y repite esta señal emitiéndola por sus diferentes puertos. Ciertas regiones del cerebro actúan como hubs que están muy interconectados entre sí. Los grupos de hubs muy bien interconectados se comportan como clubs exclusivos y son cruciales para una comunicación eficiente entre las neuronas del cerebro.

Núcleo accumbens

El núcleo accumbens que significa “núcleo que yace sobre el septum”, es un grupo de neuronas del encéfalo, ubicadas donde el núcleo caudado y la porción anterior del putamen confluyen lateralmente con respecto al septum pellucidum.

En el núcleo accumbens se distinguen dos estructuras: zona central – core – y corteza – shell –, que difieren por morfología y función.

El núcleo accumbens y el tubérculo olfatorio constituyen la parte ventral del cuerpo estriado, que forma parte de los ganglios basales.

A este núcleo se atribuye una función importante en el placer incluyendo la risa y la recompensa, así como el miedo, la agresión, la adicción y el efecto placebo por lo que se encuentra implicado en el circuito de premio-recompensa.


Nuevo mecanismo para Reforzar las redes neuronales de la memoria

Investigadores del Instituto de Neurociencia de San Juan de Alicante UMH-CSIC y del Instituto Levich de Física de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, cuyo trabajo ha sido publicado en Nature Communications en junio 2018, han descubierto un nuevo mecanismo para reforzar las redes cerebrales de la memoria.

El equipo ha descrito en ratones que los grupos de neuronas que funcionan como nodos críticos en las redes de memoria del hipocampo se localizan, en realidad, en el núcleo accumbens, la estructura del sistema de recompensa del cerebro. En concreto, los expertos, han utilizado la teoría de percolación para localizar en ratones los nodos que, por su posición estratégica en las redes cerebrales, son "críticos" para favorecer la formación de memorias, aunque no reciban tantas conexiones como los "hubs", en los que hasta ahora se había centrado la atención.

Este estudio sugiere que las memorias que requieren la interacción del hipocampo y la corteza prefrontal necesitan también la intervención del núcleo accumbens para formarse. Los resultados se confirman con la inactivación farmacogenética del núcleo accumbens, que elimina por completo la formación de la red de memoria, mientras que la inactivación de otras áreas del cerebro deja intacta esta red.

El trabajo también apunta a que la sincronización entre el núcleo accumbens, el hipocampo y la corteza prefrontal, a la hora de almacenar nueva información, proporciona un mecanismo para la actualización de los recuerdos que guiará los comportamientos futuros, de acuerdo con la información almacenada en el pasado.

Los resultados tienen implicaciones prácticas para tratar patologías del cerebro basadas en la conectividad funcional, como la adicción a sustancias de abuso, la esquizofrenia o la depresión. Permite, por ejemplo, diseñar protocolos de intervención dirigidos a nodos críticos del cerebro para manipular su actividad, buscando reforzar conexiones entre redes neuronales cerebrales, por ejemplo, para reforzar la memoria.

Además, las alteraciones en la conectividad funcional de las distintas redes cerebrales podrían utilizarse como biomarcador de diagnóstico y de pronóstico de distintas enfermedades. Algunas herramientas clínicas, como la estimulación magnética transcraneal o la estimulación cerebral profunda, podrían beneficiarse de esta aproximación localizando las áreas a estimular en algunos trastornos neurológicos o psiquiátricos, especialmente aquellos que se cree que son el resultado de las disfunciones de la red. El hallazgo puede servir también como guía para la cirugía del tumor cerebral mediante la identificación de áreas esenciales que se deben preservar durante la resección.

Hasta ahora se sabía que el núcleo accumbens participa en la formación de memorias, entre otras funciones, pero se desconocía su papel fundamental para estabilizar la interacción entre el hipocampo y otras regiones de la corteza cerebral, como han descubierto los científicos. Estas interacciones son fundamentales para la consolidación a largo plazo de las memorias.


¿Cómo se crea y consolida la memoria a largo plazo?

Un estudio realizado por investigadores del Departamento de Biología Celular, Fisiología e Inmunología y del Instituto de Neurociencia (INC), coordinado por la Universidad McGill y publicado en Nature de octubre 2020, ha descrito los procesos que se dan en las neuronas del hipocampo para que se puedan crear memorias de larga duración y sea posible el aprendizaje.

La memoria a largo plazo es un mecanismo cerebral que nos permite codificar y retener una cantidad casi ilimitada de información a lo largo de la vida. En su formación intervienen proteínas clave que activan la síntesis proteica, como la sub-unidad α del factor de iniciación eIF2 (eIF2α).

En este estudio, hecho en ratones, se han identificado los circuitos y las conexiones neuronales por los que eIF2α perjudica el aprendizaje y la memoria cuando está unida a una molécula de fósforo – fosforilada –, mientras que los potencia en su forma no fosforilada, tanto en condiciones de salud como de enfermedad.

El equipo ha demostrado que la implicación de eIF2α en la formación de nuevas memorias de larga duración viene dada por la actividad que tiene en dos tipos de neuronas del hipocampo: las neuronas excitadoras y las neuronas que expresan somatostatina – un grupo de neuronas inhibitorias –. De forma paralela y autónoma, la reducción de la fosforilación de eIF2α en estas dos sub-poblaciones es suficiente para incrementar la síntesis proteica, reforzar las conexiones entre neuronas y mejorar la memoria de larga duración.

Para estudiar estos efectos se ha utilizado una técnica desarrollada por los investigadores, que ha permitido demostrar que los cambios que se producen en las neuronas excitadoras durante el aprendizaje son similares a los que se observan al impedir genéticamente la fosforilación de eIF2α en estas neuronas. Esto es importante porque ha permitido validar el modelo genético e identificar los cambios que el aprendizaje produce a nivel trascripcional.

La existencia de dos procesos autónomos de consolidación de la memoria mediados por la forma no fosforilada de eIF2α puede responder a una ventaja evolutiva para asegurar y regular la duración de una memoria determinada.

El estudio es el primero que analiza por separado el papel de las neuronas excitadoras e inhibidoras del hipocampo en la consolidación de este tipo de memorias, y contribuye a comprender el fenómeno de la creación y mantenimiento de recuerdos, aun tan desconocido.


Científicos descubren una nueva clase de células de memoria en el cerebro


Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad Rockefeller, publicado en Science de julio 2021, en el lóbulo temporal del cerebro se ha descubierto un nuevo tipo de neuronas de memoria que vinculan la percepción de los rostros con la memoria a largo plazo, lo que explica cómo el cerebro guarda la cara de los seres queridos.


Los científicos llevan tiempo buscando una clase de células cerebrales que explique el destello visceral de reconocimiento que sentimos cuando vemos un rostro muy familiar, como el de las abuelas.

La "neurona de la abuela". En los años sesenta se formuló la teoría de la "neurona de la abuela", una célula cerebral que codificaría, por sí sola, un concepto específico y complejo. Así habría una neurona para recordar el rostro de la abuela, otra para el de la madre y sucesivamente. Pero nunca se llegó a demostrar su existencia.

El nuevo estudio ha localizado un conjunto de neuronas que serían similares a la de la abuela, pero, en lugar de trabajar de forma individual, parecen hacerlo de manera colectiva. En un rincón oscuro y poco estudiado del cerebro, se ha encontrado lo más parecido a una neurona abuela: células capaces de vincular la percepción de las caras con la memoria.

Esta es la primera evidencia de unas células cerebrales híbridas, que se comportan como células sensoriales, con respuestas fiables y rápidas a los estímulos visuales, y que son capaces de vincular la percepción de las caras con la memoria.

Además, actúan como células de memoria que solo responden a estímulos que el cerebro ha visto antes – en este caso, individuos conocidos – reflejando un cambio en el cerebro como resultado de encuentros anteriores.

Conexión entre los ámbitos sensorial y de la memoria

Para realizar su estudio, el equipo realizó resonancias magnéticas a macacos rhesus y registró las señales eléctricas de las neuronas mientras observaban en una pantalla imágenes de rostros familiares que habían visto en vivo y otros que solo habían visto virtualmente. Las neuronas respondían más a las caras que los sujetos habían visto personalmente antes y discriminaban entre conocidos y desconocidos inmediatamente después de procesar la imagen.

Son células muy visuales y sensoriales, pero como células de memoria. Han descubierto una conexión entre los ámbitos sensorial y de la memoria.

Implicaciones clínicas para personas con prosopagnosia, o ceguera facial. En el futuro, estos resultados podrían tener implicaciones clínicas para las personas con prosopagnosia, o ceguera facial, que en el peor de los casos ni siquiera pueden reconocer a sus familiares cercanos.

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Ejercicios para fortalecer las neuronas de la memoria




Con el paso del tiempo, nuestro cerebro y memoria se ven afectados por la pérdida de habilidades. Para mantenernos ágiles, los expertos recomiendan realizar ejercicios cognitivos, poniendo a prueba nuestra destreza y capacidad de retención de información.

Esto puede realizarse mediante la resolución de rompecabezas, crucigramas, acertijos y otros juegos conocidos, pero si realizamos actividades que disfrutamos regularmente, solo estaríamos dando ‘mantenimiento’ a las áreas del cerebro que ya están sanas y activas. Por lo que para ejercitar las otras áreas que están inactivas debemos buscar retos más grandes, tal como si estuviéramos realizando ejercicios físicos.

Escuchar música 8D con audífonos.
Este tipo de música suele utilizarse en películas o videojuegos y es especialmente envolvente porque activa el cerebro en su conjunto. Se puede encontrar en Internet y se recomienda escucharla con los ojos cerrados mientras se presta atención a los instrumentos, la voz, el ritmo y demás elementos.

Un ejemplo: 8D AUDIO CLASSICAL MUSIC Bach, Mozart, Chopin, Beethoven, Tchaikovsky (USE HEADPHONES)

Día de la mano no dominante. Un día a la semana intentar hacer todo con la mano que no se utiliza habitualmente. Si somos diestros, nos volvemos zurdos, o viceversa. Dicha actividad facilita un cruce de los hemisferios cerebrales e incrementa la reserva cognitiva.

Leer en voz alta.
Cuando leemos en voz alta abrimos nuevas rutas neuronales, por ello es recomendable practicarlo una vez a la semana, aunque estemos solos.

Hacer algo que nos incomoda. Tenemos que evitar caer en la zona de confort. Hacer cosas que nos cueste trabajo hacer, aunque sean pequeños actos, como no comer un postre que nos encanta o caminar por rutas diferentes a las habituales.

Trabajar con los olores. Colocar olores que nos resultan familiares en recipientes, como un jabón de la infancia o un perfume antiguo. El ejercicio consiste en vendarse los ojos y dejarnos sorprender por el olfato. De este modo, activamos uno de los sentidos menos desarrollados y abrimos nuevas conexiones neuronales. Esta dinámica también puede hacerse con sabores, si es que se tiene dificultades con el olfato.

Hacer deporte o jugar. El deporte activa también nuestro cerebro, e incluso nos ayuda a desarrollar nuevas neuronas. Cuando el cuerpo se mueve, además, la mente se relaja y crea un espacio idóneo para el aprendizaje.

Coordinación óculo-manual.
 Una de las claves del entrenamiento cognitivo consiste en cruzar diferentes áreas cerebrales. Conseguir plastilina o algún material moldeable para crear formas diferentes. El objetivo es conectar los ojos con las actividades de las manos.

Retar la atención. Existen libros y dinámicas para encontrar diferencias entre dos imágenes o encontrar una que esté oculta. Este ejercicio ayuda a entrenar la atención. Practicarlo día a día, cuando estamos en la calle o esperando en una fila. El reto es muy fácil: observamos que llevan las personas que están a nuestro alrededor, cerramos los ojos e intentamos recordar los detalles de sus zapatos, la ropa que llevan, sus características físicas e incluso lo que estaban haciendo en ese momento.
 



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