La obesidad infantil se asocia a una mayor probabilidad de muerte y discapacidad prematuras en la edad adulta
Para muchas familias, el tener un hijo gordito, mofletudo, y lleno de pliegues es todo un logro, una señal de que el niño está bien, fuerte y lleno de salud. Pero los expertos en nutrición infantil no piensan igual. Y van a más : dicen que estas familias están muy equivocadas. Lo que importa no es que el niño esté gordo o delgado. Lo que interesa es que el niño esté sano.
La
industria de la alimentación, restaurantes de comida rápida y snacks aumentan
el apetito de casi todos los niños. Muchos niños sufren problemas de salud y
enfermedades a consecuencia de la demanda excesiva de estos alimentos.
La
obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo
XXI. El problema es mundial y está afectando progresivamente a muchos países de
bajos y medianos ingresos, sobre todo en el medio urbano. La prevalencia ha
aumentado a un ritmo alarmante. En 2010 se calculó que había 42 millones de
niños con sobrepeso en todo el mundo, de los que cerca de 35 millones vivían en
países en desarrollo. Según los últimos datos de la OMS, la prevalencia de la
obesidad en el mundo se ha doblado en los últimos 30 años y se estima que el
crecimiento siga siendo progresivo en el porcentaje de afectados por el exceso
de peso. En el Perú, según cifras del Ministerio de Salud se registraron 110,142 nuevos casos de obesidad en sus hospitales en 2012, correspondientes a niños de cero a 11 años. Según datos estadísticos del Instituto Nacional de Salud (julio 2012), la prevalencia de sobrepeso para los niños de 5 a 9 años es de 15.5%.
El
sobrepeso, la obesidad y las enfermedades conexas son en gran medida prevenibles.
Por consiguiente hay que dar una gran prioridad a la prevención de la obesidad
infantil.
La
definición más frecuente de obesidad es que se trata de un exceso de grasa en
el cuerpo. Pero la definición médica más aceptada de obesidad se basa en un
cálculo llamado Índice de Masa Corporal (IMC).
Índice de Masa Corporal
El
Índice de Masa Corporal tiene en cuenta la altura y el peso de la persona y, a
partir de estos datos, establece la cantidad de grasa en el cuerpo. Este índice
es sumamente valioso. En caso que el índice detecte que el paciente es obeso,
también detallará qué tipo de obesidad padece.
La obesidad infantil se asocia a una mayor probabilidad de muerte y discapacidad prematuras en la edad adulta. Los niños con sobrepeso u obesos tienen mayores probabilidades de seguir siendo obesos en la edad adulta y de padecer a edades más tempranas enfermedades no transmisibles como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares.
El
riesgo de la mayoría de las enfermedades no transmisibles resultantes de la
obesidad depende en parte de la edad de inicio y de la duración de la obesidad.
La obesidad en la infancia y la adolescencia tienen consecuencias para la salud
tanto a corto como a largo plazo.
Las consecuencias más importantes del sobrepeso y la obesidad infantiles, que a menudo no se manifiestan hasta la edad adulta, son:
* Enfermedades cardiovasculares (principalmente las cardiopatías y los accidentes
vasculares cerebrales)
* Diabetes
* Ciertos tipos de cáncer (de endometrio, mama y colon)
* La
obesidad infantil afecta el desarrollo mental, la mayoría de los niños con
obesidad van a sufrir falta de oxígeno en el cerebro debido al alto contenido
de grasa. Sus cerebros pueden probablemente entrar en estado de hipoxia.
Por lo
tanto, la mayoría de los niños obesos son lentos en la reacción del cerebro,
son poco flexibles, les cuesta más
prestar atención, su reacción física es más lenta, mala memoria, tienen que
hacer más esfuerzos para tener un aprendizaje normal.
Causas por las que los niños se vuelven obesos
La
causa fundamental del sobrepeso y la obesidad infantiles es el desequilibrio
entre la ingesta calórica y el gasto calórico. El aumento mundial del sobrepeso
y la obesidad infantiles es atribuible a varios factores, tales como:
* El
cambio dietético mundial hacia un aumento de la ingesta de alimentos
hipercalóricos con abundantes grasas y azúcares, pero con escasas vitaminas,
minerales y otros micronutrientes saludables.
* La
tendencia a la disminución de la actividad física debido al aumento de la
naturaleza sedentaria de muchas actividades recreativas, el cambio de los modos
de transporte y la creciente urbanización.
La causa de esta verdadera epidemia (que puede tener consecuencias muy negativas en el futuro) es, básicamente, el cambio de hábitos. Y sobre todo en lo referente a la alimentación y el sedentarismo. Los niños, en gran parte por influencia de los padres, abandonan el consumo de frutas, verduras, legumbres y pescado, en favor de la comida rápida y pastelería. Por lo que respecta al sedentarismo, las actividades físicas tradicionales se están cambiando por la televisión y los videojuegos.
Causas sociales de la epidemia de obesidad infantil
La OMS
reconoce que la prevalencia creciente de la obesidad infantil se debe a cambios
sociales. La obesidad infantil se asocia fundamentalmente a la dieta malsana y
a la escasa actividad física, pero no está relacionada únicamente con el
comportamiento del niño, sino también, cada vez más con el desarrollo social y
económico y las políticas en materia de agricultura, transportes, planificación
urbana, medio ambiente, educación y procesamiento, distribución y
comercialización de los alimentos.
El
problema es social y por consiguiente requiere un enfoque poblacional,
multisectorial, multidisciplinar y adaptado a las circunstancias culturales.
Al
contrario de la mayoría de los adultos, los niños y adolescentes no pueden
elegir el entorno en el que viven ni los alimentos que consumen. Asimismo, tienen
una capacidad limitada para comprender las consecuencias a largo plazo de su
comportamiento. Por consiguiente necesitan una atención especial en la lucha
contra la epidemia de obesidad.
La prevención es la opción más viable para poner
freno a la epidemia de obesidad infantil
La
solución, sin embargo, existe. Dado que casi todos los factores asociados a la
obesidad infantil están relacionados con el estilo de vida, (excluyendo algunos
casos poco comunes de patologías o factores genéticos), cambiando algunas
costumbres podemos luchar eficazmente con este problema. Inculcar a nuestros
hijos unos buenos hábitos alimenticios y fomentar su actividad física (deporte,
juegos, paseos, excursiones…) es fundamental para prevenir o remediar su
obesidad, y de paso habremos hecho mucho para evitar que tengan sobrepeso de
mayores.
Los
hábitos de los hijos tienen mucho que ver con los de sus progenitores, y de ahí
la necesidad de modificar las costumbres de los padres, cuando no sean
adecuadas en materia de alimentación y salud.
Recomendaciones generales
* Aumentar el consumo de frutas y hortalizas, legumbres, cereales integrales y
frutos secos
* Reducir la ingesta total de grasas y sustituir las saturadas por las
insaturadas
* Reducir la ingesta de azúcares
* Mantener
la actividad física: un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física de
intensidad moderada o vigorosa que sea adecuada para la fase de desarrollo y
conste de actividades diversas. Para controlar el peso puede ser necesaria una
mayor actividad física.
Recomendaciones para la sociedad
Para
frenar la epidemia de obesidad infantil es necesario un compromiso político
sostenido y la colaboración de muchas partes interesadas, tanto públicas como
privadas. Los gobiernos, la sociedad civil, las organizaciones no
gubernamentales y el sector privado tienen un papel fundamental en la creación
de entornos saludables y de condiciones de accesibilidad a opciones dietéticas
más saludables para los niños y los adolescentes.
Fuente : OMS
La Genética y la Obesidad
Muchos investigadores coinciden en que la predisposición a la obesidad podría ser parte de la composición genética. Otros factores hereditarios que están relacionados con la obesidad también podrían determinar su tasa metabólica y la forma en que su cuerpo procesa los alimentos. Los estudios sobre genética y obesidad indican además que los factores hereditarios pueden contribuir con la obesidad.
Estudios identifican genes que aumentan el riesgo de obesidad infantil
Un
equipo de investigadores del Centro de Genómica Aplicada del Children’s Hospital de Philadelphia identificó dos nuevos genes relacionados con la
obesidad infantil, uno cerca al gen OLFM4 en el cromosoma 13, y otro dentro del
gen HOXB5 en el cromosoma 17. Los resultados fueron publicados en abril 2012 en
Nature Genetics.
Los
autores de la investigación recopilaron datos analizados en 14 estudios de
5,530 niños con obesidad y 8,318 niños sin esta condición, realizados en
Estados Unidos, Australia y Europa. El equipo de investigadores comparó los
datos genéticos.
“Cuando
estudiamos toda la variación genética en niños con obesidad y sin ella, algunas
variantes resultaron estadísticamente representadas con mayor frecuencia en
casos de obesidad. Vimos una firma genética para la enfermedad”, dijo el
investigador líder Struan Grant.
Aunque
la nutrición, la actividad física y el medio ambiente son factores que influyen
en la obesidad infantil, este estudio sugiere una relación genética.
Este
estudio sólo analizó a los niños de ascendencia europea, así que futuros
estudios deberían incluir niños de diferentes etnias.
Se
obtiene un nuevo conocimiento para desarrollar nuevas medicinas y tratamientos
que serán más eficaces al tratar este desorden común.
El
centro de investigación de Diabetes y Control de peso (Miriam Hospital, EEUU)
en un estudio publicado en el American
Journal of Clinical Nutrition en junio 2012, identificó los genes FTO y
BDNF (gen de factor neurotrófico derivado del cerebro) que podrían influir en los
hábitos de comida que llevan a la enfermedad.
“Pero
es importante recordar que sólo los rasgos genéticos no significan que la
obesidad es inevitable", comenta Jeanne M. McCaffery, autora principal del
estudio. Más allá de la genética, recuerda que nuestro estilo de vida también
es crítico si influye en la delgadez u obesidad de una persona.
La
investigación permitirá conocer mejor la enfermedad y desarrollar nuevos
tratamientos y medicinas para prevenirla.
Las bacterias del intestino producen
sustancias cancerígenas con una dieta rica en grasas
El cáncer está en la "lista" de
enfermedades con mayor porcentaje de posibilidades de presentarse en personas
con obesidad.
La posibilidad de desarrollar un tipo de
cáncer como consecuencia del exceso de peso no es la misma para todos los tipos
de cáncer; de este modo, diferentes estudios demuestran que son los tumores de
colon, seno, ovarios, endometrio (el revestimiento del útero), riñón y esófago
los que están más relacionados con la obesidad.
Algunos estudios también indican que existe
relación entre la obesidad y los cánceres de vesícula biliar, ovarios, próstata
y páncreas.
El vínculo entre la obesidad y el cáncer está
sometido a estudio desde hace años. Sin embargo, los mecanismos detrás de este
hecho no están claros.
El estudio publicado en la revista Nature en junio 2013, por
investigadores de la Fundación Japonesa para la Investigación del Cáncer,
muestra que una dieta rica en grasas modifica las colonias de bacterias del
intestino de los ratones, provocando un aumento de la producción de ácido
desoxicólico, una sustancia que daña el ADN y puede iniciar un tumor maligno.
Además, el ácido desoxicólico induce la secreción de unas proteínas, las
citoquinas, que favorecen la inflamación y el desarrollo de un cáncer de
hígado.
Eiji Hara y su equipo muestran que si se
bloquea la producción de ácido desoxicólico, o se reduce mediante antibióticos
el número de bacterias intestinales, se evita el desarrollo del cáncer de
hígado en los ratones. Sus resultados analizando tejidos humanos en laboratorio
también indican que un mecanismo similar al observado en los ratones puede
contribuir al desarrollo de cáncer de hígado en las personas.
La flora intestinal puede tener un papel
relevante en el desarrollo de un cáncer, pero es sólo un factor más. La
relación entre la obesidad y el cáncer cada vez está más clara y no se puede
descartar el posible papel de la flora intestinal en esa relación. Sin embargo,
no puede ser el único actor, porque no todas las personas obesas tienen cáncer
ni todos los pacientes de cáncer fueron antes obesos. Es la opinión de Nabil
Djouder, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), en Madrid.
Otro mecanismo que vincula la obesidad con el
cáncer es el aumento de unas moléculas muy pequeñas y reactivas, conocidas como
ROS, asociado a una dieta rica en grasas. Las ROS también provocan daños en el
ADN que pueden desencadenar un cáncer.
La obesidad está muy relacionada con el cerebro
Durante
el Congreso Internacional de Nutrición, Dietética y Alimentación realizado en
abril 2013 sobre la nutrición personalizada, el profesor Ordovás, director del
laboratorio de Nutrición y Genómica del USDA-Human Nutrition Research Center on
Anging de la Universidad de Tufts, en Boston (EEUU), explicó que muchos de los
genes que influyen en la obesidad “no están relacionados tanto con el
metabolismo, sino con funciones neurológicas”. Hoy en día se puede observar en
el cerebro de una persona cómo reacciona ante la comida y permite entender
porqué come más o menos y qué tipo de alimentos.
También
existe diferencia entre hombres y mujeres a la hora de captar el estímulo de la
comida y recuerda que los problemas de alimentación son más frecuentes en las
mujeres ya que, entre otras razones,
tienden a responder de una manera más emocional ante la comida.
Actualmente
se conocen 32 genes de la obesidad, pero sólo es un 10 por ciento del
componente genético de esta enfermedad, por lo que queda mucho por descubrir.
No obstante, parte de ese material no es precisamente genético, sino la manera
en que los genes se comunican con el medioambiente, ahí es donde parte de la
herencia se oculta.
Está
claro que la obesidad es genética, como se observa en las familias que
comparten genes y hábitos de vida.
Pero el
hecho de que sea un factor genético no explica lo que esta ocurriendo en los
últimos años con la obesidad, y en especial la infantil, que está subiendo de
una forma considerable.
Desde
el año 1976, cuando se conocen las primeras cifras sobre los índices de
obesidad, la prevalencia ha aumentado notablemente y “si los genes no los hemos
cambiado, ese aumento es el resultado de que la genética no es lo es todo, sino
mas o menos un 50%”.
Han
sido los factores ambientales los que han disparado la obesidad, sobre todo en
aquellos que estaban genéticamente predispuestos a ser obesos y que antes como
el ambiente no era obesogénico, aunque tenían los genes no se manifestaban tan
a menudo como ahora.
Respecto
a la nutrición personalizada en la que mucho tendrá que ver la Nutrigenética,
el profesor subraya que todavía queda mucho camino y advirtió sobre aquellos
que, a través de Internet, prometen a raíz de un análisis de saliva conocer
nuestra disposición genética a los alimentos y nos dicen lo que debemos comer y
lo que no. Puede llevar a grandes errores, similares a los de las dietas
milagro y recomienda acudir siempre a un profesional de la nutrición.
Independientemente
del genoma, este experto en genética y nutrición, considera fundamental tener
educación para saber alimentarnos y así tener capacidad para prevenir la
obesidad, aunque estemos genéticamente predispuestos.
Un estudio muestra que adolescentes obesos y con
síndrome metabólico sufren un deterioro cognitivo
El
aumento de la obesidad en la población infantil y adolescente está haciendo
crecer el número de casos de pacientes con síndrome metabólico, una condición
que agrupa una serie de patologías como colesterol alto, hipertensión y
resistencia a la insulina, que elevan el riesgo de sufrir enfermedades crónicas
de tipo cardiovascular, así como diabetes y cáncer.
Sin
embargo, una investigación publicada en la revista Pediatrics (setiembre 2012) agrega otro problema más: la presencia
del síndrome metabólico estaría asociado a un deterioro cognitivo en los
adolescentes.
El
hallazgo fue realizado por el doctor Antonio Convit, de la Escuela de Medicina
de la Universidad de Nueva York.
El
doctor Convit plantea en su investigación que el resultado debería motivar a
los especialistas a iniciar tratamientos precoces e intensivos contra la
obesidad en la infancia. Muchos pediatras no evalúan la presión arterial ni los
niveles de colesterol de sus pacientes. Por otra parte, los padres necesitan
entender que la obesidad tiene consecuencias médicas que van mucho más allá de
los efectos a nivel cardiovascular.
Riesgo de desarrollar un derrame cerebral en la vida
adulta
Los
daños a la salud que la obesidad infantil causa en la vida adulta son aún
mayores de lo que muchos especialistas señalan.
Un
análisis de 63 estudios efectuado por investigadores de la Universidad de
Oxford en el Reino Unido encontró que quienes sufren obesidad infantil tienen
entre un 30% y un 40% más de riesgo de desarrollar un derrame cerebral en su
vida adulta que quienes no sufren obesidad.
El
informe, publicado en la revista British
Medical Journal (junio 2013), reunió estudios en los que participaron
49.220 personas.
El
documento mostró además que los niños con obesidad tenían la presión arterial
más alta que los menores con peso normal, y sus niveles de glucosa eran mucho
mayores que los de sus compañeros.
El
sobrepeso, especialmente la obesidad después de los cinco años de edad, tiene
un efecto significativo en la salud cardiovascular.
El
efecto les daría a estas personas una posibilidad mucho más alta de
enfermedades cardiovasculares, diabetes y derrame cerebral que a sus
compañeros.
Consejos para Prevenir la Obesidad en Niños
Obesidad en Bebés
La
alimentación con leche de fórmula rica en carbohidratos durante las primeras
semanas de vida en combinación con la introducción de jugos y alimentos sólidos
a una edad temprana parecen ser un factor importante en la obesidad infantil. A
diferencia de la leche materna, la leche de fórmula no cambia a medida que se
desarrollan las necesidades nutricionales del bebé. Y el afán de que el bebé
deje el biberón (o el pecho) y comience a ingerir alimentos sólidos y más
convenientes es una urgencia importante en el ajetreado y estresante modo de
vida actual.
Prevenir
la obesidad en bebés significa volver a lo esencial. Idealmente, los bebés sólo
deben alimentarse con leche materna durante los primeros seis meses, y luego
deben introducirse gradualmente alimentos sólidos durante el año siguiente.
Mientras se introducen los alimentos sólidos, la lactancia debe continuar.
Obesidad en Niños
Los
niños están más dispuestos a seguir el ejemplo que a hacer lo que se les dice.
Si le dice a su hijo que coma una merienda saludable y usted come una galleta,
seguramente su hijo quiera la galleta. Inculque en sus hijos hábitos
alimenticios saludables y sígalos con ellos. Los hábitos alimenticios y de
estilo de vida adquiridos durante la niñez nos afectan a lo largo de nuestras
vidas. A menos que le enseñe a su hijo hábitos alimenticios saludables a una
edad temprana, asegurarse de que coma de manera adecuada es casi imposible.
Los
niños que miran televisión o juegan en la computadora durante cuatro horas o
más al día tienen más probabilidades de tener sobrepeso que los que realizan
estas actividades por menos cantidad de horas.
Cambiar
la televisión y la computadora por juegos activos es una buena medida para
prevenir la obesidad en los niños, pero probablemente no tendrá éxito a menos
que nosotros, como padres, participemos en esos juegos activos también.
Diez consejos para evitar la obesidad infantil
*
Comprender las variaciones del apetito en los distintos niños y en cada etapa
de su desarrollo.
* Educar la conducta alimentaria, tanto el que come mal como el que come
demasiado: sin amenazas ni discusiones, dentro de unos límites.
* No
insistir en exceso en que el niño coma.
* Disminuir las raciones.
* Diversificar los alimentos: comer de todo.
* Limitar el consumo de comida chatarra (una vez al mes, por ejemplo).
* Emplear técnicas culinarias adecuadas: más tradicionales, menos frituras.
* Hacer
más ejercicio en vez de ver la televisión o jugar con videojuegos: intentar
evitar o retrasar el uso de las videoconsolas, computadoras y limitarlos en el
tiempo.
* Eliminar del vocabulario la palabra dieta o régimen: hay que saber comer de una
forma saludable.
Fuente :
Pediatra Cristina Azcona, de la Clínica Universitaria de Pamplona
Français : Obésité infantile
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