julio 11, 2013

Obesidad Infantil


La obesidad infantil se asocia a una mayor probabilidad de muerte y discapacidad prematuras en la edad adulta

 Para muchas familias, el tener un hijo gordito, mofletudo, y lleno de pliegues es todo un logro, una señal de que el niño está bien, fuerte y lleno de salud. Pero los expertos en nutrición infantil no piensan igual. Y van a más : dicen que estas familias están muy equivocadas. Lo que importa no es que el niño esté gordo o delgado. Lo que interesa es que el niño esté sano.

La industria de la alimentación, restaurantes de comida rápida y snacks aumentan el apetito de casi todos los niños. Muchos niños sufren problemas de salud y enfermedades a consecuencia  de la demanda excesiva de estos alimentos.

La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI. El problema es mundial y está afectando progresivamente a muchos países de bajos y medianos ingresos, sobre todo en el medio urbano. La prevalencia ha aumentado a un ritmo alarmante. En 2010 se calculó que había 42 millones de niños con sobrepeso en todo el mundo, de los que cerca de 35 millones vivían en países en desarrollo. Según los últimos datos de la OMS, la prevalencia de la obesidad en el mundo se ha doblado en los últimos 30 años y se estima que el crecimiento siga siendo progresivo en el porcentaje de afectados por el exceso de peso. En el Perú, según cifras del Ministerio de Salud se registraron 110,142 nuevos casos de obesidad en sus hospitales en 2012, correspondientes a niños de cero a 11 años. Según datos estadísticos del Instituto Nacional de Salud (julio 2012), la prevalencia de sobrepeso para los niños de 5 a 9 años es de 15.5%.

El sobrepeso, la obesidad y las enfermedades conexas son en gran medida prevenibles. Por consiguiente hay que dar una gran prioridad a la prevención de la obesidad infantil.

La definición más frecuente de obesidad es que se trata de un exceso de grasa en el cuerpo. Pero la definición médica más aceptada de obesidad se basa en un cálculo llamado Índice de Masa Corporal (IMC).

Índice de Masa Corporal


El Índice de Masa Corporal tiene en cuenta la altura y el peso de la persona y, a partir de estos datos, establece la cantidad de grasa en el cuerpo. Este índice es sumamente valioso. En caso que el índice detecte que el paciente es obeso, también detallará qué tipo de obesidad padece.


Consecuencias de los modos de vida poco saludables durante la infancia



La obesidad infantil se asocia a una mayor probabilidad de muerte y discapacidad prematuras en la edad adulta. Los niños con sobrepeso u obesos tienen mayores probabilidades de seguir siendo obesos en la edad adulta y de padecer a edades más tempranas enfermedades no transmisibles como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares.

El riesgo de la mayoría de las enfermedades no transmisibles resultantes de la obesidad depende en parte de la edad de inicio y de la duración de la obesidad. La obesidad en la infancia y la adolescencia tienen consecuencias para la salud tanto a corto como a largo plazo. 


Las consecuencias más importantes del sobrepeso y la obesidad infantiles, que a menudo no se manifiestan hasta la edad adulta, son:

* Enfermedades cardiovasculares (principalmente las cardiopatías y los accidentes vasculares cerebrales)

* Diabetes

* Trastornos del aparato locomotor, en particular la artrosis
Falta de oxígeno
en el cerebro

* Ciertos tipos de cáncer (de endometrio, mama y colon)

* La obesidad infantil afecta el desarrollo mental, la mayoría de los niños con obesidad van a sufrir falta de oxígeno en el cerebro debido al alto contenido de grasa. Sus cerebros pueden probablemente entrar en estado de hipoxia.

Por lo tanto, la mayoría de los niños obesos son lentos en la reacción del cerebro, son poco  flexibles, les cuesta más prestar atención, su reacción física es más lenta, mala memoria, tienen que hacer más esfuerzos para tener un aprendizaje normal.



Causas por las que los niños se vuelven obesos


La causa fundamental del sobrepeso y la obesidad infantiles es el desequilibrio entre la ingesta calórica y el gasto calóricoEl aumento mundial del sobrepeso y la obesidad infantiles es atribuible a varios factores, tales como:

* El cambio dietético mundial hacia un aumento de la ingesta de alimentos hipercalóricos con abundantes grasas y azúcares, pero con escasas vitaminas, minerales y otros micronutrientes saludables.

* La tendencia a la disminución de la actividad física debido al aumento de la naturaleza sedentaria de muchas actividades recreativas, el cambio de los modos de transporte y la creciente urbanización.


La causa de esta verdadera epidemia (que puede tener consecuencias muy negativas en el futuro) es, básicamente, el cambio de hábitos. Y sobre todo en lo referente a la alimentación y el sedentarismo. Los niños, en gran parte por influencia de los padres, abandonan el consumo de frutas, verduras, legumbres y pescado, en favor de la comida rápida y pastelería. Por lo que respecta al sedentarismo, las actividades físicas tradicionales se están cambiando por la televisión y los videojuegos.

Causas sociales de la epidemia de obesidad infantil

La OMS reconoce que la prevalencia creciente de la obesidad infantil se debe a cambios sociales. La obesidad infantil se asocia fundamentalmente a la dieta malsana y a la escasa actividad física, pero no está relacionada únicamente con el comportamiento del niño, sino también, cada vez más con el desarrollo social y económico y las políticas en materia de agricultura, transportes, planificación urbana, medio ambiente, educación y procesamiento, distribución y comercialización de los alimentos.

El problema es social y por consiguiente requiere un enfoque poblacional, multisectorial, multidisciplinar y adaptado a las circunstancias culturales.

Al contrario de la mayoría de los adultos, los niños y adolescentes no pueden elegir el entorno en el que viven ni los alimentos que consumen. Asimismo, tienen una capacidad limitada para comprender las consecuencias a largo plazo de su comportamiento. Por consiguiente necesitan una atención especial en la lucha contra la epidemia de obesidad.


La prevención es la opción más viable para poner freno a la epidemia de obesidad infantil

La solución, sin embargo, existe. Dado que casi todos los factores asociados a la obesidad infantil están relacionados con el estilo de vida, (excluyendo algunos casos poco comunes de patologías o factores genéticos), cambiando algunas costumbres podemos luchar eficazmente con este problema. Inculcar a nuestros hijos unos buenos hábitos alimenticios y fomentar su actividad física (deporte, juegos, paseos, excursiones…) es fundamental para prevenir o remediar su obesidad, y de paso habremos hecho mucho para evitar que tengan sobrepeso de mayores.

Los hábitos de los hijos tienen mucho que ver con los de sus progenitores, y de ahí la necesidad de modificar las costumbres de los padres, cuando no sean adecuadas en materia de alimentación y salud.

Recomendaciones generales

* Aumentar el consumo de frutas y hortalizas, legumbres, cereales integrales y frutos secos

* Reducir la ingesta total de grasas y sustituir las saturadas por las insaturadas

* Reducir la ingesta de azúcares

* Mantener la actividad física: un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física de intensidad moderada o vigorosa que sea adecuada para la fase de desarrollo y conste de actividades diversas. Para controlar el peso puede ser necesaria una mayor actividad física.

Recomendaciones para la sociedad

Para frenar la epidemia de obesidad infantil es necesario un compromiso político sostenido y la colaboración de muchas partes interesadas, tanto públicas como privadas. Los gobiernos, la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y el sector privado tienen un papel fundamental en la creación de entornos saludables y de condiciones de accesibilidad a opciones dietéticas más saludables para los niños y los adolescentes.

Fuente : OMS


La Genética y la Obesidad


 

Muchos investigadores coinciden en que la predisposición a la obesidad podría ser parte de la composición genética. Otros factores hereditarios que están relacionados con la obesidad también podrían determinar su tasa metabólica y la forma en que su cuerpo procesa los alimentos. Los estudios sobre genética y obesidad indican además que los factores hereditarios pueden contribuir con la obesidad.


 

Estudios identifican genes que aumentan el riesgo de obesidad infantil

Un equipo de investigadores del Centro de Genómica Aplicada del Children’s Hospital de Philadelphia identificó dos nuevos genes relacionados con la obesidad infantil, uno cerca al gen OLFM4 en el cromosoma 13, y otro dentro del gen HOXB5 en el cromosoma 17. Los resultados fueron publicados en abril 2012 en Nature Genetics.

Los autores de la investigación recopilaron datos analizados en 14 estudios de 5,530 niños con obesidad y 8,318 niños sin esta condición, realizados en Estados Unidos, Australia y Europa. El equipo de investigadores comparó los datos genéticos.

“Cuando estudiamos toda la variación genética en niños con obesidad y sin ella, algunas variantes resultaron estadísticamente representadas con mayor frecuencia en casos de obesidad. Vimos una firma genética para la enfermedad”, dijo el investigador líder Struan Grant.

Aunque la nutrición, la actividad física y el medio ambiente son factores que influyen en la obesidad infantil, este estudio sugiere una relación genética.

Este estudio sólo analizó a los niños de ascendencia europea, así que futuros estudios deberían incluir niños de diferentes etnias.

Se obtiene un nuevo conocimiento para desarrollar nuevas medicinas y tratamientos que serán más eficaces al tratar este desorden común.

El centro de investigación de Diabetes y Control de peso (Miriam Hospital, EEUU) en un estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutrition en junio 2012, identificó los genes FTO y BDNF (gen de factor neurotrófico derivado del cerebro) que podrían influir en los hábitos de comida que llevan a la enfermedad.

“Pero es importante recordar que sólo los rasgos genéticos no significan que la obesidad es inevitable", comenta Jeanne M. McCaffery, autora principal del estudio. Más allá de la genética, recuerda que nuestro estilo de vida también es crítico si influye en la delgadez u obesidad de una persona.

La investigación permitirá conocer mejor la enfermedad y desarrollar nuevos tratamientos y medicinas para prevenirla.


Las bacterias del intestino producen sustancias cancerígenas con una dieta rica en grasas

El cáncer está en la "lista" de enfermedades con mayor porcentaje de posibilidades de presentarse en personas con obesidad.

La posibilidad de desarrollar un tipo de cáncer como consecuencia del exceso de peso no es la misma para todos los tipos de cáncer; de este modo, diferentes estudios demuestran que son los tumores de colon, seno, ovarios, endometrio (el revestimiento del útero), riñón y esófago los que están más relacionados con la obesidad.

Algunos estudios también indican que existe relación entre la obesidad y los cánceres de vesícula biliar, ovarios, próstata y páncreas.

El vínculo entre la obesidad y el cáncer está sometido a estudio desde hace años. Sin embargo, los mecanismos detrás de este hecho no están claros.

El estudio publicado en la revista Nature en junio 2013, por investigadores de la Fundación Japonesa para la Investigación del Cáncer, muestra que una dieta rica en grasas modifica las colonias de bacterias del intestino de los ratones, provocando un aumento de la producción de ácido desoxicólico, una sustancia que daña el ADN y puede iniciar un tumor maligno. Además, el ácido desoxicólico induce la secreción de unas proteínas, las citoquinas, que favorecen la inflamación y el desarrollo de un cáncer de hígado.

Eiji Hara y su equipo muestran que si se bloquea la producción de ácido desoxicólico, o se reduce mediante antibióticos el número de bacterias intestinales, se evita el desarrollo del cáncer de hígado en los ratones. Sus resultados analizando tejidos humanos en laboratorio también indican que un mecanismo similar al observado en los ratones puede contribuir al desarrollo de cáncer de hígado en las personas.

La flora intestinal puede tener un papel relevante en el desarrollo de un cáncer, pero es sólo un factor más. La relación entre la obesidad y el cáncer cada vez está más clara y no se puede descartar el posible papel de la flora intestinal en esa relación. Sin embargo, no puede ser el único actor, porque no todas las personas obesas tienen cáncer ni todos los pacientes de cáncer fueron antes obesos. Es la opinión de Nabil Djouder, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), en Madrid.

Otro mecanismo que vincula la obesidad con el cáncer es el aumento de unas moléculas muy pequeñas y reactivas, conocidas como ROS, asociado a una dieta rica en grasas. Las ROS también provocan daños en el ADN que pueden desencadenar un cáncer.


La obesidad está muy relacionada con el cerebro

Durante el Congreso Internacional de Nutrición, Dietética y Alimentación realizado en abril 2013 sobre la nutrición personalizada, el profesor Ordovás, director del laboratorio de Nutrición y Genómica del USDA-Human Nutrition Research Center on Anging de la Universidad de Tufts, en Boston (EEUU), explicó que muchos de los genes que influyen en la obesidad “no están relacionados tanto con el metabolismo, sino con funciones neurológicas”. Hoy en día se puede observar en el cerebro de una persona cómo reacciona ante la comida y permite entender porqué come más o menos y qué tipo de alimentos.

También existe diferencia entre hombres y mujeres a la hora de captar el estímulo de la comida y recuerda que los problemas de alimentación son más frecuentes en las mujeres ya que, entre otras razones,  tienden a responder de una manera más emocional ante la comida.

Actualmente se conocen 32 genes de la obesidad, pero sólo es un 10 por ciento del componente genético de esta enfermedad, por lo que queda mucho por descubrir. No obstante, parte de ese material no es precisamente genético, sino la manera en que los genes se comunican con el medioambiente, ahí es donde parte de la herencia se oculta.

Está claro que la obesidad es genética, como se observa en las familias que comparten genes y hábitos de vida.

Pero el hecho de que sea un factor genético no explica lo que esta ocurriendo en los últimos años con la obesidad, y en especial la infantil, que está subiendo de una forma considerable.

Desde el año 1976, cuando se conocen las primeras cifras sobre los índices de obesidad, la prevalencia ha aumentado notablemente y “si los genes no los hemos cambiado, ese aumento es el resultado de que la genética no es lo es todo, sino mas o menos un 50%”.

Han sido los factores ambientales los que han disparado la obesidad, sobre todo en aquellos que estaban genéticamente predispuestos a ser obesos y que antes como el ambiente no era obesogénico, aunque tenían los genes no se manifestaban tan a menudo como ahora.

Respecto a la nutrición personalizada en la que mucho tendrá que ver la Nutrigenética, el profesor subraya que todavía queda mucho camino y advirtió sobre aquellos que, a través de Internet, prometen a raíz de un análisis de saliva conocer nuestra disposición genética a los alimentos y nos dicen lo que debemos comer y lo que no. Puede llevar a grandes errores, similares a los de las dietas milagro y recomienda acudir siempre a un profesional de la nutrición.

Independientemente del genoma, este experto en genética y nutrición, considera fundamental tener educación para saber alimentarnos y así tener capacidad para prevenir la obesidad, aunque estemos genéticamente predispuestos.


Un estudio muestra que adolescentes obesos y con síndrome metabólico sufren un deterioro cognitivo

El aumento de la obesidad en la población infantil y adolescente está haciendo crecer el número de casos de pacientes con síndrome metabólico, una condición que agrupa una serie de patologías como colesterol alto, hipertensión y resistencia a la insulina, que elevan el riesgo de sufrir enfermedades crónicas de tipo cardiovascular, así como diabetes y cáncer.

Sin embargo, una investigación publicada en la revista Pediatrics (setiembre 2012) agrega otro problema más: la presencia del síndrome metabólico estaría asociado a un deterioro cognitivo en los adolescentes.

El hallazgo fue realizado por el doctor Antonio Convit, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York.

El doctor Convit plantea en su investigación que el resultado debería motivar a los especialistas a iniciar tratamientos precoces e intensivos contra la obesidad en la infancia. Muchos pediatras no evalúan la presión arterial ni los niveles de colesterol de sus pacientes. Por otra parte, los padres necesitan entender que la obesidad tiene consecuencias médicas que van mucho más allá de los efectos a nivel cardiovascular.


Riesgo de desarrollar un derrame cerebral en la vida adulta

Los daños a la salud que la obesidad infantil causa en la vida adulta son aún mayores de lo que muchos especialistas señalan.

Un análisis de 63 estudios efectuado por investigadores de la Universidad de Oxford en el Reino Unido encontró que quienes sufren obesidad infantil tienen entre un 30% y un 40% más de riesgo de desarrollar un derrame cerebral en su vida adulta que quienes no sufren obesidad.

El informe, publicado en la revista British Medical Journal (junio 2013), reunió estudios en los que participaron 49.220 personas.

El documento mostró además que los niños con obesidad tenían la presión arterial más alta que los menores con peso normal, y sus niveles de glucosa eran mucho mayores que los de sus compañeros.

El sobrepeso, especialmente la obesidad después de los cinco años de edad, tiene un efecto significativo en la salud cardiovascular.

El efecto les daría a estas personas una posibilidad mucho más alta de enfermedades cardiovasculares, diabetes y derrame cerebral que a sus compañeros.


Consejos para Prevenir la Obesidad en Niños 

Obesidad en Bebés

La alimentación con leche de fórmula rica en carbohidratos durante las primeras semanas de vida en combinación con la introducción de jugos y alimentos sólidos a una edad temprana parecen ser un factor importante en la obesidad infantil. A diferencia de la leche materna, la leche de fórmula no cambia a medida que se desarrollan las necesidades nutricionales del bebé. Y el afán de que el bebé deje el biberón (o el pecho) y comience a ingerir alimentos sólidos y más convenientes es una urgencia importante en el ajetreado y estresante modo de vida actual.

Prevenir la obesidad en bebés significa volver a lo esencial. Idealmente, los bebés sólo deben alimentarse con leche materna durante los primeros seis meses, y luego deben introducirse gradualmente alimentos sólidos durante el año siguiente. Mientras se introducen los alimentos sólidos, la lactancia debe continuar.


Obesidad en Niños

Los niños están más dispuestos a seguir el ejemplo que a hacer lo que se les dice. Si le dice a su hijo que coma una merienda saludable y usted come una galleta, seguramente su hijo quiera la galleta. Inculque en sus hijos hábitos alimenticios saludables y sígalos con ellos. Los hábitos alimenticios y de estilo de vida adquiridos durante la niñez nos afectan a lo largo de nuestras vidas. A menos que le enseñe a su hijo hábitos alimenticios saludables a una edad temprana, asegurarse de que coma de manera adecuada es casi imposible.

Los niños que miran televisión o juegan en la computadora durante cuatro horas o más al día tienen más probabilidades de tener sobrepeso que los que realizan estas actividades por menos cantidad de horas.

Cambiar la televisión y la computadora por juegos activos es una buena medida para prevenir la obesidad en los niños, pero probablemente no tendrá éxito a menos que nosotros, como padres, participemos en esos juegos activos también.


Diez consejos para evitar la obesidad infantil

* Comprender las variaciones del apetito en los distintos niños y en cada etapa de su desarrollo.

* Educar la conducta alimentaria, tanto el que come mal como el que come demasiado: sin amenazas ni discusiones, dentro de unos límites.

* No insistir en exceso en que el niño coma.

* Disminuir las raciones.

* Diversificar los alimentos: comer de todo.

* Limitar el consumo de comida chatarra (una vez al mes, por ejemplo).

* Emplear técnicas culinarias adecuadas: más tradicionales, menos frituras.

* Hacer más ejercicio en vez de ver la televisión o jugar con videojuegos: intentar evitar o retrasar el uso de las videoconsolas, computadoras y limitarlos en el tiempo.

* Eliminar del vocabulario la palabra dieta o régimen: hay que saber comer de una forma saludable.


Fuente : Pediatra Cristina Azcona, de la Clínica Universitaria de Pamplona




Français : Obésité infantile

Ver 


Problema de la obesidad
 infantil en edad temprana
0 a 5 años





Obesidad y sobrepeso
 en adolescentes
Bebés obesos







Efectos de la comida
chatarra en  los procesos
 del cerebro y el organismo



Alimentos perjudiciales
 para el cerebro
El aspartame causa
 daño cerebral




Bebidas energizantes
peligro para niños
 y adolescentes



Glutamato monosódico
 aditivo alimenticio peligroso
Aditivos alimentarios
tóxicos


Jarabe de maíz
 de alta fructosa
nocivo para la salud


Aceite de palma
nocivo para la salud
¿Qué es el neuromarketing?




La dieta de los padres
 influye en la salud
de los futuros hijos



El intestino
Segundo cerebro
Colesterol infantil



La leche materna nutre
 el cerebro del bebé


Alimentación y
funcionamiento cerebral


Las isoflavonas restauran
 la regeneración neuronal




Importancia del desayuno
 para el buen funcionamiento
 del cerebro





Hierro para el
desarrollo cerebral de
 niños y adolescentes


Desórdenes en la
conducta alimentaria






La alimentación
en la adolescencia
El estrés prenatal
materno afecta al bebé



El ejercicio físico
 mejora el
funcionamiento del cerebro


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