febrero 29, 2020

El Uso de Dispositivos Móviles Causa Cambios Cerebrales en los Niños





El consumo de películas, videojuegos o contenidos en Internet es cada vez más frecuente en los niños. Los padres ven en los dispositivos móviles mecanismos de recreación y evolución del infante.

Por estar expuestos desde temprana edad a los cambios constantes, lo niños no logran discernir las consecuencias de su apego a los dispositivos. Resultan ser los más afectados, pero continúan usándolos de día e inclusive de noche, sumando el trastorno del sueño a los efectos adversos. De allí la importancia de establecer reglas para el manejo de celulares, tablets y otros dispositivos móviles. Además de ejercitar el cerebro de los niños.



Cambios en el cerebro de los niños que pasan demasiado tiempo ante las pantallas de dispositivos móviles

El Instituto Nacional de la Salud (NIH) de Estados Unidos estudió el comportamiento de niños usuarios de la tecnología y detectó significativos cambios. Es el mayor estudio a largo plazo sobre el desarrollo cerebral y la salud de los jóvenes en los Estados Unidos  Estudio del Desarrollo Cognitivo del Cerebro Adolescente (ABCD, por sus siglas en inglés) . Los primeros resultados fueron publicados en 2019.

En total, más de 11.000 niños fueron monitoreados durante una década para evaluar cómo las distintas experiencias y entornos de la infancia afectaban en su desarrollo cerebral y salud psicológica. Tal como se pensaba hace cinco o seis años, la exposición prolongada a la pantalla del smartphone o la tableta afecta la estructura del cerebro en desarrollo.

Según el estudio, los niños que pasan más de seis horas al día frente a los dispositivos sufren un adelgazamiento prematuro de la corteza cerebral o córtex. El córtex es la estructura del cerebro encargada de procesar la información suministrada por los sentidos. De allí la necesidad de detectar las implicaciones de esta práctica.

La modificación del cerebro a temprana edad indica una especie de envejecimiento prematuro que podría incidir en las funciones físicas y psicomotoras del pequeño. El trabajo desarrollado en 21 centros de investigación señala el cambio en la estructura del órgano cerebral. Más no las consecuencias del mismo.

Según otras investigaciones y teorías referentes al impacto que produce el uso cotidiano del celular, entre los efectos estudiados están la adicción a la tecnología, al Internet y a estar conectados. Se destaca también la ausencia de creatividad y el descontrol de las emociones. Niños, jóvenes y adultos se enfadan con frecuencia cuando no pueden acceder al dispositivo o a la aplicación deseada. No desarrollan la atención y toma de decisiones como es debido.

¿ Se debe permitir el uso de dispositivos móviles ?

La respuesta es el uso con moderación y autocontrol. Los padres pueden recurrir a videojuegos, aplicaciones y programas como recursos para la educación y/o recreación de sus hijos. Estimular su uso en la escuela e inclusive en casa, siempre bajo supervisión y en períodos no muy alargados, de 30 a 45 minutos por día.

Lo ideal es que el uso de los aparatos tecnológicos en los pequeños esté regulado y no interfiera con sus deberes escolares. Tampoco con el desarrollo de la lectura, el deporte y otras formas de interacción social. Los contenidos a ser visitados y compartidos deben ser supervisados por los padres o adultos significativos. Y re-orientados de ser necesario.

El estudio desarrollado por el Instituto de Salud estadounidense observó que el lenguaje y razonamiento de los niños también se ve alterado. Los pequeños no expuestos a los dispositivos respondieron mejor a las pruebas hechas en la materia. Para sacar conclusiones deben ser aplicados nuevos instrumentos en el mismo grupo de niños analizados.

Los smartphones pueden tener un efecto adictivo porque el tiempo que se pasa frente a una pantalla estimula la liberación de dopamina, la hormona del placer.

Como señalaron los investigadores, los datos proporcionarán un recurso de magnitud y profundidad sin precedentes para estudiar el desarrollo típico y atípico.

A los 11.000 niños se les hará un seguimiento durante varios años para estudiar el impacto de las pantallas en su desarrollo intelectual y social, así como sobre su salud.


Exposición a pantallas afecta desarrollo del lenguaje en niños

Un nuevo estudio realizado por investigadores del Centro del Descubrimiento de la Lectura y la Alfabetización en el Hospital Infantil de Cincinnati, publicado en la revista médica JAMA Pediatrics de noviembre 2019, mediante escáneres cerebrales sofisticados halló un vínculo entre el uso de pantallas y el desarrollo cerebral de los niños pequeños, sobre todo en áreas relacionadas con el desarrollo del lenguaje.

El estudio, que incluyó a 47 niños sanos, 27 niñas y 20 niños, de entre 3 y 5 años, consistió en someter a los menores a pruebas cognitivas estándar seguidas de resonancia magnética con tensor de difusión para calcular un estimado de la integridad de la sustancia blanca en el cerebro.

Los resultados mostraron la relación entre el tiempo que los niños pasan frente a una pantalla y el desarrollo cerebral, quienes dedican más rato tienen menor integridad estructural de la sustancia blanca  parte del sistema nervioso central  en regiones del cerebro con un papel importante en el lenguaje.

Como parte de la investigación, a los padres se les entregó una herramienta de medición llamada ScreenQ, la cual fue comparada por los científicos con los escáneres cerebrales de los niños para medir el grado de mielinización de las neuronas  sustancia que recubre las conexiones entre las células nerviosas y hace que la materia blanca sea blanca .

La cantidad de mielina alrededor de una fibra nerviosa, detallaron los investigadores, está relacionada con la frecuencia con la que se estimula, es decir, con la que se usa; los niños alcanzan el más alto nivel de desarrollo cuando los tractos relevantes en su cerebro están mielinizados.

Cuando la conexión está completamente mielinizada entre la parte del cerebro conocida como el área de Wernicke  comprensión de las palabras  y la de Broca  producción del habla , los niños pasan de comprender las palabras a decirlas.

Por su parte, los niños con mayor exposición a la pantalla tenían un lenguaje expresivo más pobre y resultados peores en las pruebas de velocidad de procesamiento del lenguaje, como, por ejemplo, nombrar objetos rápidamente. Se encontró que tenían medidas más bajas de integridad estructural y mielinización, especialmente en las áreas involucradas con las habilidades de lenguaje y alfabetización.

El estudio encontró que la conexión en los cerebros de los niños cuyas familias practicaban hábitos de pantalla que se alineaban con las recomendaciones de la AAP estaban mejor desarrollados. En otras palabras, las conexiones eran más fuertes entre las diferentes redes en los cerebros de esos niños.

Si bien los cerebros se pueden volver a reconectar, los pequeños son mucho más receptivos, por eso se dice que son esponjas, porque resultan mucho más fáciles de estimular. La preocupación es que los niños con cerebros poco estimulados en la primera infancia podrían desarrollar conexiones menos eficientes y eso resulta más difícil de corregir a lo largo de los años.

Este es el primer estudio que documenta una relación entre un mayor tiempo frente a las pantallas y la estructura cerebral, y las habilidades relacionadas.

Es un estudio transversal  una imagen de estos cerebros en desarrollo en un momento determinado  que por definición muestra la asociación, no la causalidad. Si hay un vínculo directo, quizá tenga menos que ver con las pantallas en sí y más con lo que el tiempo en pantalla pueda estar remplazando en la vida de los niños.

Según los investigadores, desde el punto de vista de la ciencia cerebral, lo que necesitan los niños pequeños son experiencias que refuercen esas redes de manera más sólida. Si las pantallas están remplazando la interacción con sus cuidadores, o actividades relacionadas con el habla y el juego, los niños quizá no estén aprovechando al máximo la sorprendente plasticidad neuronal y el potencial de esos primeros años.

Todo se trata de la experiencia. Hay que preguntarse si el tiempo en pantalla interfirió con algo que habría sido constructivo, como la lectura, el juego o el habla.

Lo mejor del cerebro  y sobre todo de los cerebros jóvenes  es la plasticidad. Este es un estudio transversal, una imagen congelada de cerebros en movimiento. Las tendencias en cualquier niño podrían revertirse y cambiar. Esto no quiere decir que algunos niños estarán en desventaja para siempre, sino que hay más evidencia que sugiere que durante los primeros años de vida nada debería detener nuestras interacciones, relaciones y participación. Lo preocupante es que el poder seductor de las pantallas quizá tenga precisamente el efecto opuesto.


Consecuencias del uso  y abuso  antes de los 2 años

Hablan mal, con un lenguaje más pobre y más tarde. Un exposición excesiva a estos dispositivos puede provocar que el niño tenga un lenguaje mucho más pobre de lo que le corresponde y que tarde más tiempo en desarrollarse en este sentido.

Su cerebro "organiza" mal y progresan menos. Este órgano funciona como un director de orquesta que nos permite organizar las tareas que hacemos, insistir en aquello que no nos sale tan bien... Es lo que los médicos llaman funciones ejecutivas y ayudan al niño a aprender y a madurar. Pero si se abusa de las pantallas, estas funciones se ven mermadas y afectan al desarrollo cognitivo del niño y también a su rendimiento escolar en un futuro.

Les afecta a la conducta. Pueden provocar una baja tolerancia a la frustración e incluso favorecer problemas de atención e hiperactividad.

En niños un poco más mayores, también aumenta:

El riesgo de obesidad, obviamente porque el uso de estos dispositivos es sinónimo de sedentarismo.

Y favorece trastornos del sueño. Exponerse a la luz de las pantallas antes de dormir es perjudicial por partida doble: dificulta la liberación de melatonina, la hormona que favorece el sueño, y además hace que el cerebro esté en estado de alerta impidiendo el descanso.

¿Por qué provoca este efecto la exposición a las pantallas?

Le "roba" tiempo para desarrollarse correctamente. Mientras el niño está mirando una pantalla, no está haciendo "otras cosas" que sí son clave para su desarrollo en una edad tan temprana. Es una cuestión de "coste de oportunidades": la televisión o el móvil le quita tiempo para jugar, inter accionar con sus padres, hermanos, abuelos…

Favorece la falta de atención. Si nos fijamos en los dibujos animados, que es lo que más miran los niños, observaremos que los cambios de secuencia son muy rápidos. Sin embargo, su cerebro no es lo suficientemente maduro para asimilar esta rapidez secuencial y se sospecha que eso puede favorecer un déficit de atención.

Pierden el interés por el lenguaje. Para que un niño pequeño aprenda, lo que se le enseña tiene que estar próximo a él. Por eso, cuando nos dirigimos a un menor de 2 años solemos señalar el objeto del que le estamos hablando (lo que el niño no ve no existe), se lo repetimos si observamos que nos nos entiende... Nos amoldamos a él. Ese feedback no existe en los dibujos animados porque el lenguaje está descontextualizado: no tiene en cuenta el nivel del pequeño o si lo ha entendido. Por tanto, si un niño consume muchos dibujos, el lenguaje acaba perdiendo interés para él porque, directamente, no le acaba de encontrar un sentido útil.

Resumiendo, problemas que puede ocasionar el uso de pantallas en estas edades tan tempranas:

* Problemas de atención
* Retraso en el desarrollo del lenguaje
* Reducción de las formas naturales de aprendizaje
* Alteraciones del hábito del sueño
* Salud ocular
* Sobrepeso
* Bajo rendimiento escolar
* Inadecuado desarrollo socio-emocional.


Estimulación o sobre-estimulación temprana: el efecto de las pantallas en la infancia

En los primeros 3 años de vida existe un solo código cerebral fundamental: el código emocional. Es en este contexto donde se desarrolla el lenguaje emocional que lleva a la comunicación a través de gestos, sonidos… construyendo poco a poco el lenguaje.

El segundo código cerebral es la imitación, la manera más perfecta de aprender. Es el vehículo que ancla la emoción, puesto que lo primero que se imita son los seres queridos.

El tercer código cerebral es el juego, el disfraz donde se oculta el aprendizaje y la memoria. Jugar no es perder el tiempo.

Nacemos con pocas neuronas y pocas conexiones neuronales. Gracias a la estimulación ambiental, sensorial, cognitiva y de movimiento, se producen la multiplicación de las neuronas y sus conexiones, imprescindibles en educación infantil. En 3 años se triplican y se forman árboles sinápticos gracias a la estimulación; a los 4 poseemos 1.000 billones de conexiones neuronales. El movimiento es fundamental en estas edades, el desarrollo infantil debe tener un sustrato motor y, si es al aire libre, mejor.

Nuestros cerebros están diseñados para desarrollarse en los primeros años mediante la exploración del entorno físico y la interacción social.

De aquí se desprende la importancia del correcto desarrollo sensorial y perceptivo, y la importancia de jugar. Si queremos que los niños y niñas tengan ideas, pensamientos a partir de los 6 o 7 años, es necesario que tengan aprendizajes adquiridos previamente por la percepción y las emociones positivas. La información sensorial llega al cerebro y luego al sistema límbico, donde se impregna de significado. A partir de esa información con significado nuestro cerebro construirá nuestras ideas y pensamientos. Este proceso sólo puede llevarse a cabo a través de sus vivencias, de la propia experiencia vital, que desde que nacemos conforma nuestro bagaje personal.

El sistema sensorial de los niños  que se produce hasta los 11 o 12 años , se desarrolla estando en contacto con la realidad para construirlo. De ahí la importancia de no exponerlos a las pantallas demasiado pronto, y nunca antes de los 3 años.

A partir de esta edad, la exposición a pantallas, de más de 2 horas de navegación, deteriora la  atención ejecutiva, que es la que necesitamos para el aprendizaje y el estudio. Los niños y niñas que exceden este tiempo maduran más lentamente y son mucho más inquietos, debido a que esta exposición activa el sistema de neurotransmisores de recompensa y placer, por eso roba toda la atención incluso sólo con su presencia. Al producirse esta activación se generan serotoninas, motivo fundamental de la “adicción” al dispositivo. Se alteran las redes atencionales por sobre-estimulación.

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Consultar el móvil es algo que se considera social y está más que normalizado. Y no es solo que se usan cada vez más, sino que también debutan en el mundo de las pantallas cada vez a edades más tempranas.

El cerebro de un recién nacido es un cerebro en construcción. A pesar de que tenga más del doble de las neuronas que necesita, es un cerebro cuyas células nerviosas no están conectadas. El ambiente en el que se desarrolle el niño hará que estas neuronas comiencen a conectarse y comunicarse entre ellas. En esencia, son los padres y sus valores, los que determinarán, en un primer momento, la manera de aprender del niño. Los cuidadores principales y el ambiente en el que viva el niño serán los que determinen en qué sentido se desarrollará el cerebro del menor. Por lo tanto, los padres y profesores son imprescindibles en este proceso de aprendizaje y evolución.

Hoy en día, los dispositivos electrónicos que tenemos en casa y en los colegios (computadoras portátiles, teléfonos móviles, tabletas, consolas, etcétera) también intervienen, tanto para bien como para mal.

Hay estudios que ponen de manifiesto que aquellos niños que dedican demasiadas horas al día a estar en contacto con tabletas, móviles o televisión tienen niveles más bajos de mielina. La mielina es la sustancia que recubre los axones de las neuronas, lo que permite que la conectividad neuronal y su velocidad sean adecuadas. En niños que emplean más tiempo del debido a los dispositivos electrónicos se ha encontrado una disminución de la mielina, lo que hace que la velocidad de procesamiento cerebral sea significativamente más lenta.

Los niños no deberían tener contacto frecuente con dispositivos con pantalla hasta los seis años, puesto que durante los seis primeros años de vida se están desarrollando las funciones ejecutivas en una parte concreta del cerebro: la corteza prefrontal. Las funciones ejecutivas son las que nos diferencian del resto de las especies: concentración, inhibición de impulsos, memoria operativa, planificación, autorregulación emocional, etcétera. En estos seis o siete primeros años de vida, los niños desarrollan los rudimentos básicos de las funciones ejecutivas. Si los niños están expuestos a demasiados contenidos en pantallas, es más que probable, que se encuentren con dificultades en procesos ejecutivos.

La capacidad de concentración es afectada

A mayor número de horas que un niño ve la televisión, mayor probabilidad de que en el futuro tenga dificultades de concentración. La concentración es un proceso ejecutivo que requiere de voluntariedad, consciencia y perseverancia.

Si la estimulación repetida a contenidos televisivos o a dispositivos tecnológicos aumenta la probabilidad de que los niños tengan dificultades en la concentración, para mejorar su capacidad de concentración se comprobó que los padres que estimulan cognitivamente a sus hijos, no solo los protegen de dichas dificultades, sino que también potencian y refuerzan su concentración. Actividades como jugar con bloques de madera, rompecabezas, leer cuentos, juegos simbólicos, son muy efectivas para fomentar la iniciativa activa y voluntaria de los niños.

Cuando los niños ven contenidos agresivos o no adecuados para su edad en televisión, les provoca hiperactividad. En cambio, estar en contacto y disfrutar de la naturaleza tiene como consecuencia todo lo contrario. Los entornos naturales les enseñan a esperar, a ser pacientes y a retrasar la gratificación.

La capacidad de concentración debuta en torno a los dos años, mientras que hacia los cuatro años proliferan en el cerebro las neuronas inhibitorias, cuya acción permitirán a los niños inhibir sus impulsos y no distraerse  mantenerse focalizados en una tarea concreta . El correcto equilibrio entre la capacidad de concentración y la inhibición de impulsos se establece sobre los 6 años de edad, motivo por el cual los dispositivos electrónicos y el uso de pantallas con exceso no favorecen al desarrollo del cerebro y sus funciones ejecutivas.

La comunidad médica desaconseja todo tipo de pantallas antes de los 2 años, pero el móvil y la tableta es más perjudicial porque el adulto pierde totalmente el control de lo que está viendo el niño, mientras que en el caso de la televisión es más fácil controlarlo y, sobre todo, interactuar con el niño, comentar lo que está viendo, reír con él...

Cuando los niños pequeños están observando pantallas, pueden perder oportunidades importantes para practicar y dominar las habilidades interpersonales, motoras y de comunicación.

Ver la televisión, el juego con consolas, tabletas o móviles inhibe la curiosidad y la atención hacia el entorno porque se acostumbran a centrarlas en el dispositivo, no permite el movimiento ni transferir aprendizajes, no produce vivencias ni experiencias personales que motiven el desarrollo del lenguaje y del pensamiento.


Recomendaciones para las familias

* No utilizar pantallas antes de los 2 años.

* Jugar y relacionarse con otros niños y niñas, desarrollando los distintos patrones de juego que corresponden a cada edad.

* Fomentar el contacto con la naturaleza: salir de entornos cerrados siempre que sea posible, para construir experiencias ricas y saludables que formarán parte de su bagaje personal.

* Realizar actividades lúdicas y diversas como jugar con juguetes de verdad, pintar, salir al parque, ver y escuchar cuentos…

* Buscar alternativas diferentes al uso de las pantallas para dar respuesta a los momentos o situaciones en las que los adultos necesitan calma.

* Aprovechar las comidas como momento comunicativo y de educación alimentaria.

* Reducir nuestro uso de las pantallas para ofrecer un modelo correcto y, siempre que sea posible, evitarlas en su presencia.

* Favorecer momentos de interacción con los niños.


Recomendaciones de hábitos que NO deben realizar las familias

* Que los niños tengan dispositivos propios como tabletas, teléfonos y computadoras, y tampoco utilizar los de familiares y otros adultos.

* Poner la televisión, la computadora… en la habitación del niño.

* Utilizar el tiempo de ocio que las familias tienen con los niños para jugar con consolas o cualquier otro dispositivo.

* Utilizar pantallas para tranquilizarlos, para que coman mejor…

* Usar pantallas como premio.

* Tener la televisión puesta cuando nadie la está mirando.


La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció nuevas limitaciones al uso de pantallas en la primera infancia

La OMS difundió en abril 2019 sus primeras recomendaciones que se basan en que los niños de menos de un año no deben ser expuestos a ningún tipo de dispositivo electrónico. Además, asegura que los niños de dos a cuatro años tampoco deberían tener más de una hora por día de lo que llaman "tiempo de pantalla sedentario", que incluye juegos de computadora o televisión.

En un momento en que la obesidad representa una amenaza creciente para la salud pública y que el 80% de los adolescentes no son lo suficientemente activos físicamente, la OMS estimó necesario difundir una lista de buenos hábitos para menores de cinco años, un período crucial para el desarrollo de un estilo de vida.

El documento también enfatiza que en esa etapa, los niños necesitan estar físicamente activos y dormir lo suficiente, hábitos que ayudan a prevenir la obesidad y otras enfermedades que pueden desarrollarse más adelante en la vida. Leerles un cuento, cantar o armar rompecabezas son algunas de las actividades que son preferibles para los pequeños, antes que la exposición a la tecnología.

Los consejos

Para recién nacidos

* Mantenerlos físicamente activos varias veces al día, incluyendo al menos 30 minutos de tiempo "boca abajo", recostados sobre su vientre.

* No pasar tiempo sedentario frente a una pantalla

* Cumplir de 14 a 17 horas de sueño al día, incluidas las siestas, para recién nacidos; y 12 a 16 horas de sueño para bebés de entre 4 y 11 meses.

* No mantenerlos atados a un asiento o coche más de una hora seguida.

Para niños de 1 y 2 años

* Realizar al menos tres horas de actividad física al día.

* Menos de una hora de tiempo sedentario para niños de dos años.

* Cumplir entre 11 y 14 horas de sueño al día, incluidas las siestas.

* No sentarlos por más de una hora seguida o largos períodos de tiempo.

Para niños de 3 y 4 años

* Realizar al menos tres horas de actividad física al día, incluyendo al menos una de intensidad moderada o vigorosa.

* Limitar el tiempo sedentario frente a una pantalla a una hora y si es menos, mejor.

* Cumplir entre 10 y 13 horas de sueño al día, que pueden incluir una siesta.

* No sentarlos por largos períodos de tiempo.


El uso de pantallas debe ser consciente y regulado y siempre supervisado por un adulto


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