diciembre 21, 2015

El Ejercicio durante el Embarazo favorece el Desarrollo Cerebral del Bebé




El ejercicio durante el embarazo estimula la neurogénesis, la memoria y la capacidad de aprendizaje

El desarrollo del cerebro, como cualquier desarrollo, es una mezcla de naturaleza y medio ambiente. Los genes son los que prescriben la arquitectura general y la secuencia de la maduración del cerebro, pero el medio ambiente actúa en todo momento modificando esas decisiones de la herencia  todas las influencias físicas, sensoriales, sociales y educacionales a las que el bebé es expuesto desde el momento de su concepción . Las influencias de un medio ambiente positivo pueden tener efectos perdurables en el bebé.

El feto está expuesto a una gran variedad de estímulos mientras que está en el útero y conforme los va reconociendo, va aprendiendo a reaccionar a cada uno de ellos. Esta exposición frecuente es lo que estimula el sistema nervioso central y ayuda a incrementar la inteligencia del bebé durante el embarazo.

Los bebés de las embarazadas que practican ejercicio durante la gestación vienen al mundo con cierta ventaja cognitiva sobre aquellos cuyas madres mantuvieron una actitud sedentaria. El ejercicio moderado acelera el desarrollo del cerebro del recién nacido.

La variabilidad del ritmo cardiaco del feto en el útero materno es una de las principales maneras de evaluar su bienestar. Un corazón fuerte y vigoroso es una señal de que el niño se desarrolla de forma adecuada. Y si la madre realiza ejercicio durante la gestación, aumentan las probabilidades de que el sistema cardiovascular del pequeño se muestre sano y resistente.


El ejercicio en el embarazo mejora el desarrollo del cerebro del bebé

Según un estudio, realizado por el Centro de Investigación del Hospital infantil CHU Sainte-Justine de la Universidad de Montreal, presentado en el Congreso Anual de Neurociencia celebrado en San Diego en 2013, los niños nacidos de madres activas durante el embarazo han tenido mejores resultados en pruebas de memoria e identificación de objetos.

Hasta ahora se había demostrado que los bebés cuyas madres eran activas en el embarazo tenían mejor desarrollo cardiovascular pero esta investigación aporta beneficios en materia cognitiva.

Basta con hacer ejercicio moderado 20 minutos tres veces a la semana durante el embarazo, para tener un bebé con un desarrollo cognitivo superior.

Además, señalan los expertos, este hábito tan saludable conduce a una pequeña reducción en el peso del bebé al nacer. Dado que un tamaño grande en el parto se asocia con un mayor riesgo de obesidad, una reducción limitada en el peso podría tener beneficios a largo plazo sobre la salud de los hijos, al disminuir este riesgo en años posteriores de su vida.

Éste es el primer ensayo clínico en humanos que mide el impacto de este hábito durante los nueve meses de gestación en el recién nacido. Teniendo en cuenta que el ejercicio es beneficioso para el cerebro del adulto, la hipótesis también incluye al niño mediante acciones de la madre.

Para verificarlo, se inició este nuevo trabajo, que se centraba en el segundo trimestre del embarazo. De forma aleatoria, se formaron dos grupos con las gestantes: uno sedentario (con ocho recién nacidos) y otro activo (formado por 10 bebés), en el que tenían que practicar ejercicio de intensidad moderada durante 20 minutos tres días a la semana. En general, caminaron, trotaron, nadaron o montaron bicicleta.

Después, se evaluó la actividad cerebral de los recién nacidos entre su octavo día de vida y el duodécimo, mediante una exploración neurofisiológica, la electroencefalografía (EEG), que graba la actividad eléctrica del cerebro (en reposo, vigilia o sueño). Utilizaron 124 electrodos colocados en la cabeza del bebé y esperaron a que el niño se quedara dormido en el regazo de su madre. A continuación, midieron la memoria auditiva a través de la respuesta inconsciente del cerebro a los nuevos sonidos.

Los resultados demuestran que los bebés nacidos de las madres que eran físicamente activas tenían una activación cerebral más madura, lo que sugiere que sus cerebros desarrollaron más rápidamente. El cerebro es más eficiente, puede reconocer el sonido con menos esfuerzo.

Las diferencias podrían traducirse en una ventaja lingüística más adelante en la vida. Los investigadores están dando seguimiento al desarrollo de los niños hasta el año de edad para ver si la ventaja persiste.

Es posible que el ejercicio acelere un proceso conocido como poda sináptica, en que las células y las conexiones nerviosas son eliminadas, ayudando al desarrollo cerebral.

Los autores confían en que este tipo de trabajos orientarán las intervenciones de salud pública y la investigación sobre la plasticidad del cerebro. Es importante que las mujeres cambien sus hábitos, teniendo en cuenta que el simple hecho de hacer ejercicio durante el embarazo marcará una diferencia en sus hijos.

El Congreso Americano de Obstetras y Ginecólogos (American Congress of Obstetricians and Gynecologists) afirma que las mujeres con embarazos sin complicaciones que hacen deporte recreativa o competitivamente deben permanecer activas durante el embarazo, modificando su rutina cuando sea médicamente necesario. Las mujeres que eran inactivas antes de quedar embarazadas o que tienen complicaciones médicas o relacionadas con el embarazo primero deben ser evaluadas por el médico.

Según estudios previos, realizar ejercicio moderado durante la gestación reduce el dolor en la cintura pélvica – presente en la quinta parte de las embarazadas , también la depresión  según un trabajo de 'Annals of Behavioral Medicine', el 11% de las embarazadas sufren depresión en el periodo prenatal y el riesgo de preeclampsia  hipertensión gestacional , una de las complicaciones más graves de la gestación que afecta a cerca de un 10% de las mujeres que esperan descendencia.


El ejercicio durante el embarazo protege al bebé y reduce el parto por cesárea

Según el estudio desarrollado por las universidades de Granada, Politécnica de Madrid y Europea de Madrid y publicado en la revista British Journal of Sports Medicine en julio 2013, practicar ejercicio moderado tres veces a la semana durante el segundo y el tercer trimestre de gestación disminuye a la mitad el riesgo de tener bebés con más de 4 kilos de peso, la conocida como macrosomía. Y como consecuencia directa, reduce igualmente las posibilidades de que finalmente el parto se produzca por cesárea.

Para llegar a esta conclusión los investigadores analizaron el comportamiento de 510 mujeres embarazadas que admitieron realizar menos de 20 minutos de ejercicio tres días a la semana.

Al grupo de intervención se le pidió que realizara un programa de entrenamiento que consistía en 55 minutos de ejercicio aeróbico, estiramiento muscular y ejercicios de flexibilidad, tres días a la semana, desde la semana 10-12 a la 38-39 del embarazo.

El grupo control recibió los cuidados y recomendaciones habituales. Tras el programa de entrenamiento se observó que no se reducía el riesgo de aparición de diabetes mellitus gestacional, pero sí de dos de los mayores riesgos que van asociados a ella: la macrosomía (que se redujo en un 58 por ciento) y el parto por cesárea (que disminuyó en un 34 por ciento).

Las conclusiones evidenciaron que el aumento de peso en las mujeres que siguieron el programa de ejercicios fue menor que en aquellas que no lo hicieron. Concretamente, el riesgo de ganar peso por encima de las recomendaciones del Instituto de Medicina Americano fue un 40% menos en las mujeres que siguieron las pautas de actividad física. Para el análisis de los resultados, se tuvieron en cuenta datos como la edad de la madre, la edad gestacional, el nivel de educación y el peso previo al embarazo.

Asimismo, si bien para las mujeres obesas o que tenían sobrepeso no ha sido tan eficiente la realización de ejercicio 3 veces a la semana, se ha reducido en un 86% el riesgo de tener un bebé con macrosomía (peso desmesurado en recién nacidos superior a 4 Kg).


El ejercicio durante el embarazo beneficia al desarrollo del feto

Según un estudio de la Universidad de Missouri-Kansas City (Estados Unidos) presentado en abril 2009 durante la reunión anual de la Sociedad Americana de Fisiología celebrada en Nueva Orleans, el ejercicio durante el embarazo beneficia al desarrollo del feto.

El ejercicio tiene muchos beneficios para los adultos, adolescentes y jóvenes, pero se desconoce si tiene algún beneficio durante el crecimiento fetal en el embarazo. Los investigadores han determinado que, en términos generales, el ejercicio de la madre no tiene riesgos para el feto y que podría tener efectos beneficiosos para el bebé.

El objetivo principal del estudio era evaluar la teoría de si el ejercicio materno proporciona beneficios cardiovasculares al feto y determinar si los fetos expuestos a ejercicio tienen mayores movimientos respiratorios en comparación con los no expuestos. Los movimientos respiratorios fetales son un marcador de bienestar fetal y reflejan el desarrollo funcional del sistema respiratorio y el control del sistema nervioso central.

Para llevar a cabo el estudio, los investigadores utilizaron un biomagnetómetro fetal no invasivo para medir los magneto-cardiogramas (MCG) maternal y fetal junto con los movimientos fetales como la respiración, los movimientos corporales, el hipo y la succión no nutritiva. A diferencia del ultrasonido, que toma medidas estáticas de la anatomía, el MCG registra la fisiología del feto en desarrollo.

Concretamente, examinaron los resultados de mujeres embarazadas de 20 a 35 años de edad. Las madres fueron clasificadas como practicantes de ejercicio si realizaban ejercicio aeróbico de intensidad moderada al menos 30 minutos tres veces por semana como caminar rápido, bicicleta estática o correr. Las madres del grupo control no participaban en una rutina regular de ejercicios. El MCG se realizó entre las 24 y 36 semanas de gestación.

Entre las 36 y las 38 semanas de gestación, los movimientos de respiración se identificaron utilizando criterios específicos. Las medidas de frecuencia cardíaca fetal y control autonómico se analizaron durante episodios de respiración fetal y movimientos no respiratorios.

Aunque no había diferencias en el número de episodios respiratorios, los resultados mostraron que la frecuencia cardíaca era menor en el grupo de ejercicio durante la respiración y los movimientos no respiratorios. Además, la variabilidad en la frecuencia cardíaca global a corto plazo era superior en el grupo de ejercicio durante los movimientos respiratorios. Los resultados también mostraron que tres medidas independientes de control vagal (referente al nervio vago) eran superiores en los fetos expuestos al ejercicio durante los movimientos respiratorios.

Según los investigadores, estos descubrimientos sugieren un posible beneficio del ejercicio maternal sobre el desarrollo fetal debido al vínculo entre los movimientos de respiración fetal y el sistema nervioso autonómico en desarrollo.


Ejercicio para un corazón fuerte en el bebé

Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Kansas City University of Medicine and Biosciences en 2011, demuestra cómo el ejercicio físico que practica la madre afecta directamente en la salud cardiovascular del feto.

La taquicardia del bebé durante el parto es signo de sufrimiento fetal, por lo que si el ritmo cardiaco del bebé se mantiene bajo, dentro de los parámetros establecidos, el riesgo de sufrir taquicardia durante el parto es menor, lo que beneficia al recién nacido y evita complicaciones. Por esta razón, un ritmo cardiaco fetal bajo es señal de un corazón más sano.

Un aspecto observado en el estudio es que el beneficio generado en el corazón del bebé es más evidente entre aquellos cuyas madres habían llevado a cabo más actividad física durante el embarazo. Se cree que la causa por la que el feto adquiere los beneficios del ejercicio materno, sean las hormonas segregadas tras la práctica de deporte  las endorfinas  que traspasan la placenta durante la actividad física favoreciendo el desarrollo del corazón del feto y haciendo, en definitiva, que el niño esté más cardioprotegido desde el momento de nacer.

La mayoría de hormonas atraviesan la barrera placentaria del mismo modo que lo hacen también las hormonas encargadas de regular el gasto cardiaco, la presión arterial y la frecuencia cardiaca. De este modo, se explica que según la actividad materna un feto tenga un nivel más alto de estas hormonas y esté, por tanto, mejor preparado para afrontar situaciones comprometidas.

La variabilidad del ritmo cardiaco del feto aumenta y el beneficio que reporta el ejercicio materno en el bebé no es circunstancial, sino que se mantiene a lo largo de todo el embarazo y también durante, al menos, el primer mes desde su nacimiento.

Las mujeres gestantes tienen un estado de circulación hiperdinámica, lo que significa que tienen que bombear más sangre de lo habitual y, por tanto, su frecuencia cardiaca se eleva. La práctica de ejercicio aeróbico y de flexibilidad no solo disminuye esta frecuencia cardiaca, sino que también ayuda a reforzar el suelo pélvico y la pared abdominal, lo que prepara a la madre gestante a afrontar el momento del parto de manera más segura.


Los beneficios del ejercicio durante el embarazo

El ejercicio diario, en especial el ejercicio aeróbico influye positivamente en la gestación y el tipo de parto cuando se practica de forma moderada. Las mujeres embarazadas que realizan ejercicio de manera regular experimentan importantes mejoras en su salud, así como en la respuesta cardiovascular del bebé.

El embarazo es un momento excepcional, en el que todos los sistemas del cuerpo se adaptan para desarrollar la relación entre madre e hijo: el aumento de peso, las alteraciones hormonales, los numerosos cambios anatómicos y locomotores. Una serie de estados completamente nuevos que, sumados a estilos de vida inadecuados, como una mala alimentación o el sedentarismo, colocan a la mujer embarazada ante el riesgo de importantes alteraciones, que van desde la diabetes gestacional hasta problemas en el suelo pélvico.

La práctica de ejercicio físico se convierte en un hábito fundamental para la prevención y el tratamiento de diversas complicaciones, con beneficios que se extienden hasta el momento del parto. El deporte, además, ayuda a prevenir la depresión gestacional, que afecta a entre un 10 y un 30 por ciento de las mujeres embarazadas, con su consecuente impacto sobre el desarrollo cerebral del feto, el riesgo de parto prematuro, el bajo peso del bebé al nacer, o las dificultades en la alimentación y problemas de sobrepeso durante la niñez.

El ejercicio favorece la neuroplasticididad fetal. Durante el embarazo tiene una influencia positiva no sólo para la propia salud de la mujer, sino también en el desarrollo del cerebro del niño. Incrementa el estado cognitivo del recién nacido, estimula la neurogénesis, la memoria y la capacidad de aprendizaje.

Realizar ejercicios en el embarazo regularmente contribuye a que el ritmo cardiaco del bebé sea más bajo, lo que se considera un parámetro de salud cardiaca.

Otras razones para hacer ejercicio físico durante el embarazo

Mantenerse activa durante el embarazo sin abandonar el ejercicio físico ayuda a la mujer a superar mejor algunas de las molestias típicas de la gestación. Es el caso de dolor lumbar, que afecta a más del 71% de las mujeres en estado, o de ciática, que experimenta el 46% de las gestantes.

En cuanto a la retención de líquidos en el embarazo, que suele ir de la mano de la hinchazón de piernas, una de las pautas recomendadas para mejorar los síntomas  o incluso que desaparezca  es realizar pequeños paseos diarios de entre 20 y 30 minutos, así como otras actividades o ejercicios físicos que faciliten el riego sanguíneo en esa zona.

La actividad física en la gestación constituye el mejor entrenamiento para afrontar con éxito el trabajo de parto. Determinados ejercicios están indicados para fortalecer los músculos, así como para mejorar la elasticidad de las partes implicadas en la dilatación y expulsión. De este modo, el parto suele resultar más fácil y menos traumático para la madre.

Prevenir la ganancia excesiva de peso. Una ganancia excesiva de peso durante el embarazo supone un riesgo para la salud de la madre y del feto, tanto durante el embarazo como durante el parto y también durante la vida futura de madre y bebé. Las mujeres que ganan demasiado peso en el embarazo tienen más riesgo de padecer diabetes gestacional, de gestar bebés macrosómicos (bebés demasiado grandes, más de 4.000 g) y de necesitar un parto por cesárea. Además, tras el parto, son más propensas al sobrepeso y la obesidad y sus bebés también.

Dormir mejor. El ejercicio físico regular mejora los patrones de sueño en la población general y durante el embarazo también. El embarazo es un momento en el que el sueño puede verse alterado por razones hormonales y emocionales. Las mujeres embarazadas que practican ejercicio físico moderado señalan que duermen mejor que aquellas que son sedentarias. La calidad y cantidad de horas de sueño son muy importantes para sentirse bien y con energía durante el día así como para que el cuerpo se regenere adecuadamente durante la noche.

Prevenir la diabetes gestacional. La diabetes gestacional es una complicación con importantes consecuencias para la salud de la madre y del bebé. Igual que la ganancia excesiva de peso, la diabetes gestacional trae consigo riesgos metabólicos para el feto y en su etapa adulta será más propenso a tener sobrepeso, obesidad, diabetes tipo II y a padecer enfermedades cardiovasculares. Además, los bebés tienen más probabilidades de ser macrosómicos y esto conlleva más dificultades durante el parto.

Prevenir la preeclampsia. La preeclampsia es una condición grave para la salud de la madre y del feto en el que aumenta mucho la tensión arterial y se encuentran proteínas en la orina. Hay indicios de que los estiramientos, además de mejorar la postura y aliviar ciertos dolores pueden ser efectivos para la prevención de la preeclampsia.

Prevenir el parto prematuro y el bajo peso al nacer. El ejercicio durante el embarazo (bien conducido) no sólo no causa parto prematuro si no que lo previene. Las investigaciones en este campo encuentran que las mujeres que realizan ejercicio físico regularmente durante el embarazo tienen una tasa de parto prematuro menor que las mujeres sedentarias y además que el peso de sus bebés es el adecuado, previniendo tanto la macrosomía fetal como el bajo peso al nacer.

Mejorar la salud emocional. La salud física y la emocional están íntimamente ligadas. Está comprobado que hacer ejercicio físico mejora la salud emocional y si es en grupo, mejor. Los grupos de gimnasia para embarazadas ofrecen un espacio para compartir con otras mujeres sus ilusiones, alegrías, miedos e incomodidades. Les ayudan a ver que sus miedos son comunes, les ayudan a liberar tensiones familiares y sociales y la sensación de pertenencia a un grupo aumenta la sensación de seguridad.


La mujer que se ha ejercitado durante el embarazo le resultará más sencillo continuar la misma rutina después del nacimiento, una vez superada al menos la cuarentena, o las ocho semanas recomendadas para recuperarse de una cesárea.

En la actualidad, numerosos estudios científicos apoyan la práctica de ejercicio físico regular durante la gestación como un hábito fundamental tanto para la prevención como para el tratamiento de diversas complicaciones. Estos beneficios tienen efectos en la salud de la mujer embarazada y en la del feto y son extensivos al periodo del parto e incluso después del mismo.

Dada la evidencia que respalda los beneficios del ejercicio para la madre y el bebé, estimular el ejercicio durante el embarazo es un paso positivo en la lucha contra la creciente epidemia de sedentarismo y obesidad.


diciembre 09, 2015

La Exposición a los Contaminantes Atmosféricos tiene un Impacto en el Cerebro Humano



Las sustancias químicas en la atmósfera tienen efectos nocivos en 
el funcionamiento del cerebro, la cognición y los riesgos de trastornos mentales y psiquiátricos


El aire constituye un elemento fundamental e indispensable para los seres vivos. Así, cada día, inspiramos cerca de 20 m3 de aire. Éste se compone originalmente de un conjunto de gases y de partículas entre las que la presencia y las concentraciones son tales que la vida es posible, lo cual es hasta ahora un caso único dentro del conjunto de planetas conocidos.

La polución atmosférica significa la presencia indeseable de impurezas o la elevación 'anormal' de la proporción de ciertos constituyentes en la atmósfera y en los espacios cerrados, de sustancias que tienen consecuencias perjudiciales, de tal manera que ponen en peligro la salud humana, perjudican los recursos biológicos y los ecosistemas, influyen en los cambios climáticos, deterioran los bienes materiales, provocan daños olfativos excesivos.

La contaminación del aire es una mezcla compleja y en evolución constante de diversos elementos químicos, biológicos y físicos que pueden ser tóxicos para el hombre. Cada día, un adulto inhala 10.000 - 20.000 litros de aire compuesto en promedio de 99% de oxígeno y de nitrógeno, pero que también puede contener diversos contaminantes que pueden ser el origen de efectos sobre la salud.

La polución atmosférica causa estragos sobre todo en medio urbanizado y en las zonas de actividades, no sólo a consecuencia de la concentración de industrias y de hogares domésticos, sino también a causa de la circulación de los vehículos a motor.


Efectos de la polución en el cerebro humano

Según un amplio estudio americano dirigido por investigadores de la Universidad Columbia, publicado en PLOS One en diciembre de 2014, los niños expuestos en el útero a unas cantidades más altas de dos sustancias químicas que se hallan comúnmente en los plásticos podrían tener un riesgo mayor de un coeficiente intelectual (CI) más bajo.

Los dos compuestos, el di-n-butil ftalato (DnBP) y el di-isobutil ftalato (DiBP), forman parte de una clase de sustancias llamadas ftalatos, y se encuentran en una serie de artículos del hogar.

Los ftalatos se usan para hacer que el plástico sea más flexible, como adhesivos y como aditivos para los cosméticos, ambientadores y productos de limpieza.

Los investigadores administraron pruebas de CI a niños de 7 años de edad de 328 madres de vecindarios marginados que se habían realizado análisis para la exposición a los ftalatos a finales del embarazo.

Los hijos de las mujeres en la cuarta parte superior de exposición al DnBP y al DiBP tenían unos CI en promedio siete puntos más bajos que los hijos de las madres en la cuarta parte inferior de la exposición.

Los niños también tenían peores velocidades de procesamiento, razonamiento perceptual y memoria de trabajo si habían estado expuestos a unos niveles más altos de esas dos sustancias, mostraron los hallazgos. El razonamiento perceptual se refiere a la capacidad de una persona de visualizar y comprender la información no verbal. Además, la comprensión verbal fue más baja entre los niños con la mayor exposición al DiBP.

El Congreso americano ya ha prohibido tres tipos de ftalatos cuando ocurren en concentraciones mayores al 0.1 por ciento en los juguetes de los niños y en artículos específicos de cuidado de los niños. Aunque esas medidas reguladoras se tomaron para proteger a los niños pequeños, no ha habido medidas reguladoras para proteger al feto que se desarrolla en el útero, que con frecuencia es el momento de mayor susceptibilidad.

Resulta difícil para las personas evitar del todo la exposición a los ftalatos, dado que los compuestos se usan mucho en los productos del consumidor, pero las personas pueden tomar medidas para reducir su exposición, evitando poner comida en el microondas en recipientes plásticos y evitando los productos con aromas, como los suministros de limpieza, los ambientadores y los productos de cuidado personal, y guardando la comida en recipientes de cristal en lugar de plástico.

En julio 2015 Francia fue el primer país que ha prohibido el material compuesto de ftalatos en los servicios de neonatología, pediatría y maternidades.

Este estudio amplía la cantidad pequeña pero creciente de investigaciones que vinculan la exposición prenatal de los niños a los ftalatos con el desarrollo posterior. Este es el primer estudio prospectivo que identifica una asociación entre la exposición prenatal a los ftalatos y el CI en los niños en edad escolar.


Impacto de la exposición a largo plazo en el cerebro

Un gran número de estudios científicos demuestran cómo la contaminación afecta no solo al sistema cardiovascular y respiratorio, sino también al cerebro.

A este respecto, el ejemplo que representa la progresión muy fuerte de la incidencia del autismo en el mundo constituye un verdadero desafío para los científicos.

Según un nuevo informe de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades uno de cada 68 niños estadounidenses tiene un espectro de autismo, un aumento del 30% con respecto a hace dos años. Los cálculos sobre la frecuencia del autismo han aumentado paulatinamente. En 2007, los CDC calculaban que afectaba a 1 de cada 150 niños. Esta nueva cifra estimada es aproximadamente 30 por ciento más alta que las cifras estimadas reportadas previamente en el 2012, que indicaban que a 1 de cada 88 niños (11.3 de cada 1000 niños de ocho años) se le había diagnosticado alguno de estos trastornos.

El porcentaje de niños de 4 a 17 años que toman algún medicamento para TDAH aumentó en un 28% entre 2007 y 2011, de 4,8% a 6,1%. Los últimos datos del CDC, señalan que los nuevos diagnósticos de TDAH en los menores de 4 a 17 años, han propiciado un aumento del 53% de los supuestos casos en los últimos diez años.

Un estudio de la Universidad del sur de California publicado en Archives of General Psychiatry en noviembre 2012, advierte del riesgo que supone la contaminación para el desarrollo del autismo en niños.

Según este estudio, la exposición durante el embarazo a niveles elevados de contaminación hace que se doblen las posibilidades de desarrollar autismo, mientras que si el niño está expuesto a niveles elevados de contaminación durante su primer año de vida el riesgo de sufrir autismo se triplica. Las familias que viven a menos de 300 metros de una auto-vía tienen un riesgo superior a sufrir autismo que los que viven en zonas menos contaminadas.

Una primera investigación nacional en Estados Unidos, elaborada por expertos de la Universidad de Harvard en 2013 concluye que vivir en una región con altos niveles de aire contaminado puede incrementar el riesgo en las embarazadas de tener un bebé con algún trastorno del espectro autista.

Las futuras madres que estén expuestas a altos niveles de diésel y mercurio tienen el doble de riesgo de tener niños con este trastorno que aquellas que viven en zonas limpias de polución. Los datos mostraron que las mujeres embarazadas que vivían en las zonas más contaminadas con diésel y mercurio tenían el doble de riesgo de tener un niño autista que aquellas que vivían en zonas más limpias. El estudio evaluó a 325 mujeres que habían tenido un hijo con autismo y a 22.000 con hijos libres de trastorno. Fueron seleccionadas de una muestra total de más de 110.000 participantes recogidos en The Nurses Health Study II, con niños nacidos desde 1989 hasta 2002.

Otro estudio americano de la Universidad de Pittsburgh publicado en octubre 2014, revela que, de entre los niños estudiados, aquellos con trastornos del espectro autista tenían mayores probabilidades de haber sido expuestos a niveles más elevados de ciertas sustancias tóxicas durante los embarazos de sus madres y los primeros dos años de su vida, en comparación con niños sin esa enfermedad.

La Comisión Europea ha puesto en marcha una consulta en línea para ayudar a definir los criterios aplicables a los disruptores endocrinos, como es requerido por las normas sobre los productos biocidas y fitosanitarios. Los disruptores endocrinos son sustancias químicas que interfieren en los sistemas hormonales, que pueden causar efectos adversos en la salud y el medio ambiente. En enero 2015 publicó su informe con los resultados de la consulta pública sobre los disruptores endocrinos.

Según un nuevo informe publicado por La Agencia Europea de Medio Ambiente en noviembre 2015, la contaminación del aire es el mayor riesgo individual de salud ambiental en Europa, que estima podría estar causando más de 430.000 muertes prematuras. El informe 'La calidad del aire en Europa - 2015', examina la exposición de la población europea a contaminantes del aire y proporciona una instantánea de la calidad del aire sobre la base de datos de las estaciones oficiales de vigilancia en toda Europa. Una de las principales conclusiones es que queda demostrado que la mayoría de los habitantes de la ciudad siguen expuestos a contaminantes del aire a niveles considerados peligrosos por la Organización Mundial de la Salud.


Exposición prenatal a la contaminación afecta desarrollo cerebral del feto

Un estudio sobre imágenes realizado por científicos del Hospital de Niños de Los Ángeles, publicado en JAMA Psychiatry en marzo 2015, sugiere que la exposición prenatal a los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) tendrían un efecto negativo en el desarrollo del cerebro.

La exposición a la contaminación del aire durante el embarazo o en la niñez temprana produce problemas en el proceso de desarrollo de los tejidos cerebrales, de modo que altos niveles de exposición causan anormalidades cerebrales aún más graves. A la vez, esas anormalidades provocan más conductas disruptivas y una disminución de la función cognitiva en la niñez avanzada.

Los HAP son neurotóxicos que cruzan la placenta y dañan el cerebro fetal. Las pruebas en animales ya habían demostrado esos efectos.

El equipo estudió a 40 niños de minorías urbanas en edad escolar. Sus madres eran latinas (dominicanas) o afroamericanas. Los autores supervisaron a los niños desde la etapa fetal hasta los 7-9 años. Sus madres completaron el seguimiento prenatal de los HAP y respondieron cuestionarios prenatales.

Las imágenes de resonancia magnética y las medidas morfológicas revelaron una relación dosis-respuesta entre una elevada exposición prenatal a los HAP y una reducción de la sustancia blanca del cerebro en la niñez avanzada, pero casi exclusivamente en el hemisferio izquierdo y en casi toda su superficie.

Esa disminución de la sustancia blanca del hemisferio izquierdo estuvo asociada con una pérdida de la velocidad del procesamiento de la información en las pruebas de inteligencia y con trastornos de conducta más graves, incluidos los síntomas del trastorno de déficit de atención con hiperactividad y los desórdenes de conducta.

Los autores están realizando estudios por imágenes en muchos más niños para confirmar estos resultados y evaluar la interacción de los efectos de los HAP con otras sustancias contaminantes en la estructura y la función del cerebro.


Crecimiento infantil afectado por la exposición a contaminantes orgánicos persistentes

Un estudio realizado por el Instituto Noruego de Salud Pública, publicado en Environmental Health Perspectives en marzo 2015, muestra que dos contaminantes orgánicos persistentes son asociados ya sea a un rápido crecimiento infantil, o a una disminución del crecimiento por debajo de las curvas normales.

A pesar de que los niveles han disminuido en los últimos 20 años, estos dos contaminantes orgánicos persistentes pueden tener efectos adversos sobre el desarrollo de los niños. Se trata de :

* bifenilo policlorados 153 (PCB153), un químico utilizado ampliamente en las ventanas y aparatos eléctricos en Noruega antes de ser prohibido en la década de 1990.

* p, p'-diclorodifenildicloroetileno (p, p'-DDE), un metabolito de plaguicidas, ahora sólo utilizado en el control de la malaria.

Debido a su larga vida media, estos contaminantes se acumulan y se concentran en la cadena alimentaria. Los seres humanos están expuestos a ellos a través de los alimentos, especialmente mariscos y leche materna.

Los investigadores encontraron que los niveles maternos de DDE (con indicación de los niveles a los que los fetos fueron expuestos en el útero) se asociaron significativamente con el rápido crecimiento en la vida temprana. También encontraron que los niveles de PCB153 en la leche y la cantidad transferida a través de la lactancia materna se asoció con disminución del crecimiento infantil y caer por debajo de las curvas de crecimiento esperados.

A pesar de que los niveles de PCB y DDE han disminuido notablemente en los últimos 20 años, el estudio muestra que incluso los niveles más bajos que los niños europeos están expuestos hoy pueden afectar su desarrollo. Los investigadores señalan que también tienen que identificar los efectos no deseados de contaminantes transferidos a través de la leche materna para poder establecer recomendaciones óptimas de lactancia materna.


Efectos de la polución en el cerebro de adultos

Hay varios estudios que respaldan la teoría que afirma que los adultos, en la última parte de sus vidas, sufren de una decadencia cognitiva que se acelera como consecuencia de la contaminación atmosférica.

Las partículas tóxicas llegan al cerebro por tres vías importantes :

1. Las partículas son tan pequeñas, que no llegan hasta los pulmones, sino que se filtran directamente a la sangre para luego circular hasta el cerebro.

2. Las partículas viajan directamente de la nariz al cerebro por la vía del nervio olfativo, sin pasar así por el torrente sanguíneo.

3. Los contaminantes funcionan como portadores de otras moléculas tóxicas que se esparcen más fácilmente por la sangre.

En cualquiera de los casos, cuando las partículas llegan al cerebro, lo inflaman causando así lesiones en el tejido cerebral.


El ruido del tráfico aumenta riesgo de enfermedades cardiovasculares

Según un estudio realizado por investigadores de la London School of Hygiene & Tropical Medicine, publicado en la revista European Heart Journal en junio 2015, las personas que viven en zonas donde el ruido generado por el tráfico supera los 60 decibelios tienen un 4% más de probabilidades de morir de una enfermedad vascular cerebral (AVC) que la gente que vive en zonas más tranquilas.

Tras estudiar a unos 8 millones de personas que viven en el gran Londres entre 2003 y 2010, los investigadores británicos establecieron una relación entre el tráfico rodado muy ruidoso y una tasa superior de AVC.

El ruido agrava la hipertensión, los problemas de sueño o estrés que son los factores de riesgo conocidos de las enfermedades cardiovasculares.

Los adultos que viven cerca de carreteras muy ruidosas durante el día tienen también un 5% más de probabilidades de ser hospitalizados por un AVC, aunque en las personas mayores el riesgo aumenta un 9%. En cambio, en la noche, en las zonas ruidosas solo las personas mayores presentan un riesgo mayor de AVC, del orden del 5%.

Los investigadores reconocen, no obstante, que además del ruido, factores como la obesidad, el sedentarismo, la hipertensión y la diabetes desempeñan un papel en las enfermedades cardiovasculares.

Este estudio no demuestra que el ruido cause enfermedades cardiovasculares, pero es coherente con otros que muestran que aumenta la hipertensión y puede contribuir también a su desarrollo.


La contaminación del aire pone en peligro las estructuras del cerebro

Un estudio realizado por científicos del Beth Israel Deaconess Medical Center y de la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston, publicado en la revista Stroke en abril 2015, revela que exponerse a largo plazo a la contaminación del aire puede llegar a provocar cambios físicos en la estructura del cerebro y afectar a las funciones cognitivas.

La muestra fue tomada con más de 900 participantes del Framingham Heart Study, una investigación de larga duración que analiza la salud cardiovascular de los ciudadanos de Framingham, Massachusetts. Todos ellos de mediana edad o en la etapa de senectud. Para la valoración, tuvieron en cuenta el lugar de residencia de los participantes así como imágenes tomadas por satélite, con el fin de poder evaluar su exposición a partículas finas presentes en el ambiente donde viven.

Las partículas finas son sustancias químicas que se encuentran en la atmósfera y alteran su composición. Son menores de 2,5 micras de diámetro (PM2.5) y proceden habitualmente de fábricas, plantas energéticas, industria y automóviles. Son especialmente dañinas para la salud ya que penetran profundamente en los pulmones y pueden llegar a ocasionar problemas cardiovasculares o accidentes cerebro-vasculares según se ha demostrado en investigaciones anteriores.

Para evaluar los daños que estas pueden causar en el cerebro, los investigadores incluyeron en el análisis el volumen total del cerebro y el del hipocampo, que muestran el grado de atrofia cerebral asociado a la edad y los cambios en el área del cerebro responsable de la memoria, respectivamente. También analizaron el volumen de la sustancia blanca, una parte del sistema nervioso central que indica el grado de patología y envejecimiento y los infartos cerebrales encubiertos que habían sufrido los participantes. Fue así como pudieron constatar que un aumento de tan sólo 2 microgramos por metro cúbico en las partículas finas presentes en las ciudades, aumentaba el riesgo de padecer infartos cerebrales.

También se observó que aquellos que vivían en zonas más contaminadas poseían un volumen cerebral equivalente al de una persona un año mayor, en comparación a aquellos que vivían en áreas con menos polución. Su riesgo de padecer accidentes cerebrovasculares silentes era un 46% superior a los habitantes de entornos rurales.

Los hallazgos sugieren que la contaminación del aire está asociada con efectos negativos sobre el envejecimiento cerebral estructural, incluso en individuos sin demencia ni apoplejía.

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No obstante, no se puede no tomar en cuenta el conjunto de estos trabajos y estudios científicos recientes que conciernen al impacto nefasto sobre la salud de ciertos tipos de sustancias químicas presentes en el medio ambiente. Es absolutamente capital y urgente, como lo propone por otra parte la OCDE y la Unión Europea y como también lo preconiza un número creciente de científicos, de desarrollar y de poner en ejecución nuevas herramientas y nuevos procedimientos de análisis biológico y químico que permitan evaluar mejor los efectos a largo plazo de una exposición de larga duración en ciertos tipos de moléculas químicas, incluso cuando esta exposición se haga a niveles muy débiles, que eran considerados hasta ahora como inofensivos.



¿ Qué le estamos haciendo al cerebro de nuestros niños ?

Un grupo relevante y creciente de científicos sugiere que la exposición a los contaminantes ambientales está implicada en el aumento alarmante de trastornos neurológicos de la niñez.

Sustancias químicas y el cerebro

Algunas sustancias químicas  como el plomo, mercurio y pesticidas de fosfato orgánico  desde hace tiempo, han sido reconocidas como tóxicas y que pueden tener efectos permanentes en la salud neurológica de los niños.

Los niños pueden exponerse al plomo mediante pinturas, colorantes y metales que se utilizan en la fabricación de juguetes y por medio del suelo contaminado u otra exposición ambiental, así como también de plásticos, en los que se utiliza el plomo como agente ablandador. Las fuentes de exposición al mercurio incluyen algunos peces, contaminación del aire y viejos termómetros y termostatos.

Los científicos ahora también están descubriendo que los compuestos químicos comunes en el aire del exterior  incluyendo componentes del gas de combustión y del material particulado fino  además del aire del interior y productos de uso masivo, también pueden afectar negativamente en el desarrollo cerebral, incluso en la etapa prenatal.


Entre las sustancias químicas que ahora están siendo evaluadas, por los impactos neurológicos que se manifiestan a temprana edad, se encuentran los retardantes de ignición denominados como Éter de pentabromodifenilo (PBDE, por sus siglas en inglés) utilizados ampliamente en gomaespuma, electrónicos y otros productos; los ftalatos utilizados extensamente como plastificantes y en fragancias sintéticas; bisfenol A, compuesto de plástico policarbonato, denominado comúnmente como BPA; compuestos perfluorados, cuyas aplicaciones incluyen revestimientos resistentes a las manchas, al agua y al aceite; y varios pesticidas.

El feto no se encuentra bien protegido contra los químicos que circulan en el ambiente, los cuales pueden atravesar fácilmente la placenta.

El cerebro del infante también es vulnerable a dichos contaminantes. En las primeras etapas del desarrollo  prenatal y durante la infancia  las células cerebrales se dañan fácilmente por los químicos industriales y otras sustancias neurotóxicas. Esta interrupción puede afectar el desarrollo estructural y funcional del cerebro  efectos que conllevan a consecuencias adversas permanentes.

Muchos de los químicos que se encuentran bajo observación, por sus efectos en el desarrollo cerebral intervienen en la función de las hormonas que son esenciales para el desarrollo cerebral saludable. Entre estas hormonas se encuentran las tiroideas, que regulan una parte del cerebro que contribuye en una variedad de funciones vitales, incluyendo la reproducción, dormir, desear, comer y en la pubertad.

Una fuente particularmente inquietante de exposición a sustancias químicas, que se infiere perjudica el desarrollo cerebral de los niños, es la contaminación del aire, una mezcla compleja de varias sustancias químicas y material particulado. La investigación sugiere, cada vez más, que los contaminantes que transporta el aire pueden tener efectos sutiles pero significativos en el desarrollo neurológico prematuro y el comportamiento.

¿ Qué se debe hacer ?

Cuando se trata de disminuir la exposición existente, se pueden evitar ciertos químicos mediante la elección. Sin embargo, es muy difícil, dado que muchas de estas sustancias se utilizan  como BPA en recipientes  en productos que no poseen etiquetas que detallen su composición. Otros, incluyendo a los contaminantes del aire, son más difíciles de detectar por su ubicuidad o la falta de alternativas disponibles.

No se debe asumir que los químicos que no son evaluados son seguros para el desarrollo cerebral; por lo tanto, los químicos de uso existente y los nuevos deben ser evaluados por neurotoxicidad en el desarrollo.

Entre tanto, los niños del mundo  particularmente aquellos en los países menos prósperos  continúan expuestos a neurotóxicos peligrosos que son liberados mediante las emisiones industriales, vertederos o por trabajo infantil. Los ejemplos abundan e incluyen exposiciones a químicos que se liberan en el proceso de reciclaje de electrónicos en varios lugares de Asia y África, al plomo y mercurio por actividades de minería, pesticidas utilizados en la agricultura, en productos contaminados con metales pesados, incluso en alimentos y golosinas.

Mientras más información se va conociendo sobre las sustancias neurotóxicas que afectan al neurodesarrollo, parece ser que más exposición se manifiesta que anteriormente. Existe una concordancia extensa entre los científicos de que dichas exposiciones están acabando con la niñez del mundo. Se debe establecer un sistema diferente para proteger de mejor forma los cerebros del futuro.

Fuente : Artículo, realizado por Elizabeth Grossman, publicado originalmente en el sitio Ensia.com, en mayo 2015.


Este tema es tanto más importante ya que no concierne solamente a una decadencia posible del nivel intelectual para las generaciones futuras sino que también se relaciona con la salud global.