Alimentos con poca cantidad de nutrientes
y con un alto contenido de grasa, azúcar, sal y aditivos
Actualización : Octubre 27, 2015
La comida chatarra, o basura, conocida en inglés como "junk food" se refiere a los alimentos cuyo valor nutritivo es pobre pero que agrega gran cantidad de calorías a la dieta del niño.
También se define por sus altos contenidos de de grasa, azúcar, sal y aditivos, los cuales estimulan tanto la sed como el apetito en las personas.
Un reciente estudio sobre la nutrición y su influencia en el desarrollo del cerebro, dirigido por Gene Bowman de la Oregon Health & Science University, reveló que consumir comida chatarra en exceso puede afectar el funcionamiento de nuestro sistema nervioso.
La
mayoría de investigaciones orientada a la relación entre la comida y el
envejecimiento del cerebro se basan en encuestas a personas sobre su dieta
semanal. Sin embargo, Bowman propuso un nuevo enfoque que consiste en estudiar
directamente el tipo de nutrientes que se encuentran en la sangre.
Según
explica, este método no es 100% confiable pero varios estudios han demostrado
que los niveles de nutrientes en la sangre se correlacionan bien con la dieta
de un sujeto durante un año, lo que permite una mejor evaluación.
Los
resultados, publicados en la revista Neurology,
encontraron un fuerte vínculo entre los niveles altos de grasas trans y la
reducción del volumen cerebral y de las capacidades cognitivas. En resumen, el
estudio indicó que consumir alimentos
altos en grasas trans, en su mayoría comida chatarra, como dulces procesados y carnes rojas grasosas pueden causar
daños cerebrales.
“Está
claro que las grasas trans son perjudiciales tanto para el corazón y el
cerebro. Así que yo recomendaría que la gente se mantenga alejado de ellas”,
dijo Bowman.

La
investigación publicada en la revista “PLoS ONE”, halló que las personas que
consumían más grasas trans eran más propensas a mostrar conductas negativas como impaciencia, irritabilidad y agresividad.
El
estudio tuvo una muestra representativa de 945 personas (entre hombres y
mujeres). Se analizó la incidencia de una dieta cargada de trans y luego una
comida equilibrada y menos dañina.
También
se consideraron otros posibles factores contribuyentes, como los antecedentes
de agresión, el uso de alcohol y el uso de tabaco en los participantes.
Los
niños son los más vulnerables porque se les ofrece adicionalmente juguetes,
láminas u otro producto coleccionable, lo cual hace muy atractivo el consumo de
la comida procesada.
El
estudio demuestra que los pequeños que a los 3 años consumen mucha comida
chatarra como alimentos muy procesados o con alto contenido en sal, azúcar y
grasas, progresan menos en el colegio, según un estudio británico publicado en
el Journal of Epidemiology and Community
Health, en 2011.
Una
dieta inadecuada en los primeros años de la infancia tiene efectos en el
posterior desarrollo escolar de los niños.
El
trabajo presentado se basó en los datos recabados por un famoso estudio de la
Universidad de Bristol llamado "Niños de los 902", que sigue el desarrollo
de 14.000 niños desde su nacimiento en 1991 y 1992. Pauline Emmett de la
Universidad de Bristol y sus colegas siguieron a 3.966 niños cuya alimentación
fue estudiada a los 3, 4, 7 y 8 años y medio y que pasaron un test de cociente
intelectual a la edad de 8 años y medio.
Para
llegar a sus conclusiones, los investigadores tuvieron en cuenta otros factores
que pueden afectar al desarrollo escolar infantil, como unos bajos ingresos de
los padres o malas condiciones de vivienda.
Según
la experta en nutrición Pauline Emmett, el estudio "muestra una sólida
asociación" entre hábitos alimenticios en los primeros años y el posterior
desarrollo escolar, e indica que las
pautas de las primeras comidas tienen efectos duraderos, al margen de
cambios posteriores en la dieta.
Se observó tres tipos de dieta:
una
dieta compuesta de muchos alimentos
procesados y de confort, ricos en grasa y azúcar, así como en aditivos;
una
dieta tradicional de carnes, patatas y
legumbres; y
una
dieta más preocupada por la salud, compuesta de más ensaladas, pescado y frutas.
Los
niños de 3 años del grupo de 20% cuya alimentación comportó más alimentos
procesados, tuvieron a los 8 años y medio un CI promedio de 101 puntos, en
comparación a los 106 puntos de los niños del otro grupo de 20% cuya
alimentación fue más sana. La alimentación entre 4 y 7 años no tuvo impacto en
el cociente intelectual.
El
vínculo entre alimentación y cociente intelectual apareció incluso cuando se
tomó en cuenta en el análisis de datos los factores que podían tener influencia
en el desarrollo de la inteligencia tales como la duración de la lactancia, el
nivel socio-económico y de educación de los padres, etc.
Siendo
el crecimiento del cerebro más importante antes de los 3 años, una alimentación
sana durante este periodo puede favorecer un crecimiento óptimo.
"Es
muy importante que los niños tengan una dieta equilibrada desde la primera
infancia si quieren sacar el máximo provecho de la educación", subrayó
Emmett.
La OMS concluye que la carne roja y la carne procesada pueden causar cáncer
La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), que forma parte de la OMS, según un estudio publicado en The Lancet Oncology en octubre 2015, sitúa la carne procesada en el grupo 1, donde hay otras 117 sustancias cancerígenas, como el tabaco, el amianto y los humos del diésel. Para estos últimos productos hay pruebas suficientes de su relación con el cáncer.
La IARC se refiere a carne procesada como la que se ha transformado a través de salazón, procesos de curado, de fermentación, de ahumado u otros procesos para mejorar el sabor o su conservación.
Según los expertos la carne procesada puede dar lugar a la formación de productos químicos cancerígenos, incluyendo compuestos nitrosos (NOC) y los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP). También advierten que al cocinarla a alta temperatura, frita, asada a la parrilla o en barbacoa generalmente produce la mayor cantidad de estos químicos.
Estas conclusiones surgen del trabajo que realizan 22 científicos de diez países reunidos en el IARC de Lyon (Francia) para evaluar la carcinogenicidad del consumo de carne roja y carne procesada. Para ello, han analizado más de 800 estudios epidemiológicos sobre la relación entre el cáncer y el consumo de carne en los últimos 20 años.
Los expertos concluyeron que cada porción de 50 gramos de carne procesada consumida diariamente aumenta el riesgo de cáncer colorrectal en un 18%.
La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer incluye entre la carne roja la de vaca, cordero, cerdo, caballo y cabra. La carne roja está clasificada como un carcinógeno probable en su lista 2A, grupo en el que también está incluido el glifosato (ingrediente activo en muchos herbicidas). La clasificación más baja para la carne roja refleja pruebas limitadas de que causa cáncer. La IARC encontró vínculos principalmente con el cáncer de intestino, pero también observó asociaciones con cáncer de páncreas y próstata.
La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), que forma parte de la OMS, según un estudio publicado en The Lancet Oncology en octubre 2015, sitúa la carne procesada en el grupo 1, donde hay otras 117 sustancias cancerígenas, como el tabaco, el amianto y los humos del diésel. Para estos últimos productos hay pruebas suficientes de su relación con el cáncer.
La IARC se refiere a carne procesada como la que se ha transformado a través de salazón, procesos de curado, de fermentación, de ahumado u otros procesos para mejorar el sabor o su conservación.
Según los expertos la carne procesada puede dar lugar a la formación de productos químicos cancerígenos, incluyendo compuestos nitrosos (NOC) y los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP). También advierten que al cocinarla a alta temperatura, frita, asada a la parrilla o en barbacoa generalmente produce la mayor cantidad de estos químicos.
Estas conclusiones surgen del trabajo que realizan 22 científicos de diez países reunidos en el IARC de Lyon (Francia) para evaluar la carcinogenicidad del consumo de carne roja y carne procesada. Para ello, han analizado más de 800 estudios epidemiológicos sobre la relación entre el cáncer y el consumo de carne en los últimos 20 años.
Los expertos concluyeron que cada porción de 50 gramos de carne procesada consumida diariamente aumenta el riesgo de cáncer colorrectal en un 18%.
La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer incluye entre la carne roja la de vaca, cordero, cerdo, caballo y cabra. La carne roja está clasificada como un carcinógeno probable en su lista 2A, grupo en el que también está incluido el glifosato (ingrediente activo en muchos herbicidas). La clasificación más baja para la carne roja refleja pruebas limitadas de que causa cáncer. La IARC encontró vínculos principalmente con el cáncer de intestino, pero también observó asociaciones con cáncer de páncreas y próstata.
La
situación de alimentación entre los jóvenes es muy preocupante ya que ellos son
capaces de tomar decisiones y elegir libremente qué comer, sin mucha
supervisión de los padres para quienes es más "cómodo" darles plata.
Pero
una dieta poco equilibrada puede tener nefastas consecuencias en los jóvenes y
afectar directamente en los resultados académicos.
Además,
se pueden generar cuadros de anemia que se expresan en decaimiento, falta de
apetito y dolores de cabeza.
De
acuerdo a la tabla nutricional, los completos y comidas chatarras sólo aportan
hidratos de carbono y grasas, que se traducen sólo en energía. Sin embargo lo
esencial de una buena alimentación son las proteínas y las vitaminas que entre
otras cosas ayudan a la concentración y la memoria.
Por
ello, es fundamental incorporar una cantidad diaria de frutas y verduras,
carnes blancas, y no olvidar que la leche es clave en todos los períodos de la
vida.
Si se
ha dormido mal se buscan comidas altas en calorías porque cuerpos y cerebros
buscan la energía que les falta para poder enfrentar la jornada.
El
hambre y los hábitos alimenticios relacionados con el sueño son generados en
parte por unas glándulas intestinales del apetito.
Las
redes cerebrales asociadas con el deseo se activaron más cuando las personas no
habían dormido y vieron fotos de comida basura.
Según
dos estudios presentados en el encuentro anual de la Associated Professional Sleep Societies de EE UU, el de la
Universidad de California en Berkeley y el de la Universidad de Columbia, Las
personas que habían dormido mal deseaban pizzas y hamburguesas.
Se
pidió a 23 adultos jóvenes poner nota a varios platos de comida mientras eran
examinados en resonancia magnética funcional. De ellos, unos habían estado
despiertos durante 24 horas seguidas, y la otra parte habían descansado bien.
El grupo de los voluntarios que no habían dormido en un día, mostró una amplia
preferencia por la comida menos saludable en comparación con los otros.
A unos
y a otros se les mostraron imágenes de comidas saludables, frutas y vegetales,
intercaladas con otras poco saludables, del tipo comida basura. Ocurrió que las
redes cerebrales asociadas con el deseo tuvieron más actividad cuando los
voluntarios no habían dormido que cuando habían descansado bien, especialmente
cuando vieron las imágenes de comida basura.
Podemos
encontrar fácilmente este tipo de alimentos en quioscos, supermercados,
restaurantes de tipo Fast Food e incluso por la calle. Los más consumidos son
las hamburguesas, papas fritas, pizzas, hot dogs, gaseosas, golosinas, etc, y
son sobre todo los jóvenes quienes tienden más a elegirlos porque suelen ser
muy sabrosos, económicos, y se pueden comer casi en cualquier momento y lugar.

Quizás pueda
parecer poco, pero es muchísimo. La cantidad de enfermedades y afecciones que
traen consigo el sobrepeso y la obesidad son innumerables, entre ellos y sólo
por nombrar algunos están la hipertensión,
diabetes, enfermedades cardiovasculares, etc.
Debemos
tomar conciencia de que este tipo de alimentación es altamente perjudicial para
la salud. No es lo mismo comerlos una vez por semana – lo cual no afecta demasiado a la salud y
puede dejar contentos a los niños – que hacerlo de manera habitual. Pensemos
que los niños que ahora tienen problemas de sobrepeso, mañana serán obesos y su
salud correrá riesgo.
Es importante aconsejarte que no consumas este tipo de comida con regularidad. Sí es aceptable hacerlo una vez por semana, por ejemplo, es necesario compensar el déficit de algunos nutrientes agregando lácteos, frutas y vegetales como postre o guarnición.

Si bien
los productos envasados cuentan con tablas informativas en los empaques, en el
caso de los colorantes y preservantes sólo se consigna información técnica sin
mencionar si pueden ser nocivos para la salud.

La
tartrazina puede ocasionar reacciones alérgicas, como urticaria, edema y
rinitis, entre otras, en las personas que la ingieren, siendo más vulnerables
los niños y las personas que padecen de asma.
En la
medida que el inicio del consumo sea a temprana edad, los procesos alérgicos
serán más intensos, porque el sistema
inmunológico de los menores está en proceso de formación y es más susceptible a
sustancias químicas como la tartrazina.
En Francia. En enero 2012 se estableció un impuesto
de 2 céntimos por la compra de una gaseosa con el fin de disminuir el consumo
de este tipo de bebidas. En un estudio llevado a cabo se constata una disminución
del consumo seis meses después de que la ley entró en vigor.
Según
un estudio de la OPS, el 54% de alumnos peruanos confesó haber consumido
gaseosas una o más veces por día. Además, cerca del 20% de estudiantes presentó
sobrepeso y un 3% obesidad, de acuerdo con los valores reportados de peso y
talla.
Además,
el 28,6% de alumnos entre 13 y 15 años pasa tres o más horas al día viendo
televisión, jugando en la computadora o conectado a Internet.
Atención,
padres de familia. El 20% de escolares de entre 13 y 15 años en el Perú
presenta sobrepeso, mientras que el 3% padece de obesidad. Así lo determinó la
Encuesta Global de Salud Escolar 2010, que realizó el Ministerio de Salud.
Otro
importante dato es que el 28,6% de los estudiantes prefiere pasar tres o más
horas al día realizando actividades sedentarias como ver televisión, jugar en
la computadora o estar conectado a Internet.
Asimismo,
se detalla que el 10,7% de colegiales tiene inadecuados hábitos alimentarios,
pues consume comida rápida o ‘chatarra’ tres o más días a la semana.
Además,
se reveló que el 54% de alumnos de segundo, tercero y cuarto grado de
secundaria en el país consume bebidas gaseosas una o más veces al día, lo que
pondría en riesgo su salud al predisponerlos a sufrir de hipertensión,
problemas cardíacos y diabetes.
El estudio
fue realizado en 50 instituciones educativas de 16 regiones del país durante el
año 2010.
Para
atenuar esta problemática, la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS)
recomendó que las horas de clase de educación física en los colegios se
incrementen hasta llegar a las cinco horas semanales.
“Es una
política pública que se aspira conseguir desde el sector Salud para lo cual se
vienen realizando las coordinaciones pertinentes con el Ministerio de
Educación”, dijo el director de la Dirección General de Promoción de la Salud
(DGSP) del Minsa, Hamilton García, quien se mostró de acuerdo con el
planteamiento.
Français : La Malbouffe
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