junio 08, 2014

Investigación sobre los Factores Ambientales del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad





Actualización : Abril 16, 2016

Existe una relación de múltiples factores ambientales y genéticos en la aparición del TDAH, pero ningún factor por sí solo explica este trastorno.

Lo que ha averiguado la investigación es compatible con un modelo complejo en el que algunas personas están genéticamente predispuestas a padecer TDAH, pero los factores ambientales influyen en el desarrollo del trastorno.

Factores biológicos

* Eventos durante la gestación y perinatales

* Consumo materno de tabaco, alcohol, drogas

* Exposición intrauterina al plomo y el zinc

* Mala salud materna

* Menor edad de la madre

* Parto prolongado

* Bajo peso al nacimiento

* Nacimiento prematuro

* Encefalopatía hipóxico-isquémica: síndrome que se manifiesta en la primera semana de vida producido por la disminución del aporte de oxígeno o la reducción mantenida del flujo sanguíneo cerebral.

Factores sociales y familiares

* Factores como la pobreza, una vivienda en malas condiciones, entorno precario, parecen influir en la génesis y perpetuación del problema generando, con mayores probabilidades, un trastorno asocial en la etapa adulta.

* La Hiperactividad es más frecuente en niños pertenecientes a familias caracterizadas por problemas conyugales, relaciones hostiles padre-hijo y una vida familiar desordenada. En algunos niños con el trastorno, aunque no en todos, un cuidado maternal anómalo, falto de la atención y afectividad adecuada, es un factor de riesgo importante para desencadenar y/o mantener el problema.

* En la etapa escolar la conducta del niño y su bajo rendimiento escolar es un agravante más, suponiendo un estrés adicional a la familia, generando el temor a que el niño no sea capaz en la etapa adulta de encontrar un empleo. Al mismo tiempo, con el aumento de las tasas de divorcios, separaciones, familias monoparentales, familias mixtas, jornadas de trabajo intensivas, se dispone de menos tiempo y, por tanto, de menos recursos afectivos para atender debidamente a un niño hiperactivo. Todas estas situaciones tienen un impacto claro en la génesis, desarrollo y mantenimiento del problema.

Investigación

A pesar de tener una base genética bien conocida, el TDAH está influenciado en gran medida por factores ambientales y biológicos, por lo que existen múltiples investigaciones dirigidas a comprender la neurobiología de este trastorno.

Riesgo de hiperactividad en hijos de embarazadas con poco ácido fólico

Un estudio de la Universidad de Southampton, liderado por Wolff Scholotz y publicado en noviembre  2009 en Child Psychology and Psychiatry, indica que el consumo de  ácido fólico durante el embarazo reduce el riesgo de que el bebé tenga problemas de hiperactividad y aprendizaje en un futuro.

Tanto el folato como el ácido fólico son formas de vitamina B solubles en agua. El folato se produce de forma natural en los alimentos, y el ácido fólico es la forma sintética de esta vitamina.

El estado de ácido fólico (la disponibilidad fisiológica de folatos) de la madre durante la gestación podría tener efectos sobre el comportamiento del niño, que parece ser el resultado de los cambios a largo plazo en el desarrollo cerebral prenatal.

La circunferencia de la cabeza es un indicador del volumen cerebral. Predice el riesgo de hiperactividad, la falta de atención y las dificultades de comportamiento al nacer.

Los bajos niveles de ácido fólico en los primeros meses de embarazo se asociaron con una mayor incidencia de hiperactividad y de problemas de aprendizaje en los hijos.

Lo mismo sucedió con la medida de la circunferencia del cráneo del bebé. Menores niveles de la vitamina se asociaron a tamaños craneales más pequeños.

Las recomendaciones actuales son de al menos 400 microgramos de ácido fólico diarios antes del embarazo y durante las primeras 12 semanas. Comer una dieta equilibrada, tomar suplementos de folatos, no beber alcohol y no fumar, son las medidas que deben mantener las mamás durante el embarazo.

Exposición a la luz fluorescente y a la televisión afecta negativamente a los niños

John Nash Ott, fotobiólogo y pionero de la investigación sobre los efectos de los diferentes tipos de luz en plantas, animales y hombres, ha descubierto que la exposición a la luz fluorescente y a la televisión afecta negativamente a los niños, distorsionando el funcionamiento cerebral y nervioso. Ott encontró que los alumnos eran poco cooperativos, irritables, hiperactivos, poco atentos, bajo la luz fluorescente; pero estaban más tranquilos y atentos cuando trabajaban bajo la luz de espectro total (luz natural). La luz intermitente de la televisión agrava los síntomas de la hiperactividad.

Según John Nash Ott, no sólo es la cantidad de luz lo que importa, sino la clase de luz a la que estamos expuestos. Según sus investigaciones, la mejor luz para mantener la salud es la luz solar o aquélla que contiene el mismo espectro lumínico que ésta.

Un estudio realizado en 1980 demuestra que la luz convencional de interior incrementa los niveles de las hormonas de estrés ACTH y Cortisol, produciendo agitación mental, fatiga, irritabilidad e hiperactividad y problemas de atención y aprendizaje en niños y adultos.


Deficiencia de ácidos grasos

Investigaciones llevadas a cabo en Inglaterra por Hyperactive Children's Support Group apoyaron la posición de que los niños hiperactivos con alergias atópicas (eczema, urticarias, asma) tienden a estar continuamente sedientos y producir orina concentrada; este fenómeno es característico de la deficiencia de ácidos grasos (pérdida de líquidos por la piel extremadamente permeable).

Otras observaciones de esta investigación son :

1. Una gran parte de niños hiperactivos provienen de familias con antecedentes de desórdenes atópicos.

2. La hiperactividad afecta tres veces más a los niños que a las niñas. Los varones requieren de tres veces más de ácidos grasos que las mujeres, para mantener su crecimiento.

3. Varias sustancias (tartrazin, salicilatos) tienen efectos negativos en los niños hiperactivos, pero no en otros niños.

Investigadores de la Universidad del Sur de Australia realizaron un estudio con 132 niños con edades comprendidas entre 7 y 12 años. Durante 15 días, los niños tomaron suplementos alimentarios de ácidos grasos omega-3 y omega-6 (3000 mg por día), más un multivitamínico y minerales, o cápsulas placebo (aceite de palma). Después de 15 semanas ya se observaron cambios positivos en el comportamiento de los niños con TDAH de los dos grupos que tomaron ácidos grasos omega-3 y omega-6, mejorando la atención, disminuyendo la hiperactividad y la impulsividad y obteniendo un mejor comportamiento general. Después de 30 días de tratamiento, aún se obtuvieron mejores resultados para los dos grupos en comparación con el grupo placebo. El grupo suplementado con vitaminas y minerales no presentó grandes mejoras respecto al grupo suplementado sólo con ácidos grasos esenciales, demostrando así que el beneficio mayor en los síntomas del TDAH fue logrado por el consumo de ácidos grasos esenciales.

Exposición a toxinas ambientales



El Dr. Carl Pfeiffer del Brain Bio Center de Princeton encontró en los niños hiperactivos altos niveles de metales pesados tales como el plomo, cobre, mercurio, y cadmio, que interfieren y desplazan minerales esenciales como: zinc, hierro, manganeso y potasio. Tal interferencia bloquea el suplemento de energía al cerebro, con la consecuente anormalidad  en el funcionamiento cerebral.

Razones de la vulnerabilidad de los niños ante tales elementos

* La barrera protectora de la sangre que llega al cerebro aún no ha madurado y, por lo tanto, los elementos venenosos (como el plomo y otros metales pesados) afectan directamente al cerebro.

* Los niños absorben el plomo más fácilmente que los adultos y lo retienen más. Además, los adultos almacenan el plomo sobre todo en los huesos, mientras que los niños lo retienen en los tejidos suaves.

Otra investigación afirma que la acumulación de plomo es más evidente cuando un niño tiene deficiencia de calcio; y como el azúcar refinada inhibe la absorción de calcio, es necesario disminuir, también por este motivo, su consumo. En cambio, la combinación de vitamina C, zinc y calcio en la dieta, ayuda a eliminar en el cuerpo los metales pesados.

Las principales fuentes de plomo son : el humo de cigarrillos, algunas pinturas y lápices; asfalto, acondicionadores de aire y calentadores, baterías, materiales de construcción, cemento, carbón, cosméticos, crayolas, tintes, llantas, lluvia, gasolina y sus derivados. Obviamente, es imposible evitar el efecto de algunas fuentes, pero es conveniente reducirlas al máximo.

Las principales fuentes de cadmio son : humo de tabaco, pinturas y agua contenida en recipientes viejos que contiene cadmio. La deficiencia de zinc y el alto consumo de azúcar refinada incrementa la absorción de cadmio y puede afectar la inteligencia y el rendimiento académico.

El cobre es un mineral esencial, pero su exceso es más común que la deficiencia, debido al empleo extendido de las tuberías de cobre para el agua. El cobre excesivo activa la agresión y otros cambios negativos en las conductas de los niños. La deficiencia de zinc también es un factor que incrementa la vulnerabilidad ante el cobre.

El mercurio se encuentra sobre todo en los pesticidas, productos derivados del petróleo, fungicidas, productos químicos presentes en el agua. Este metal compite con el selenio en el cuerpo.


Tabaquismo materno durante el embarazo

Equipos de la Universidad de York, Reino Unido y la Universidad de Illinois, Chicago, Estados Unidos, en un estudio publicado en la revista Journal of Epidemiology and Community Health (Millenium Cohort Study) en 2009, aportan resultados contundentes sobre las consecuencias del tabaquismo materno durante el embarazo en el futuro comportamiento del niño.

Al crecer, los niños cuyas madres fumaron durante el embarazo son más propensos a sufrir retrasos en el desarrollo fisiológico o mental, así como trastornos de atención e hiperactividad. El humo del tabaco afecta a los niños especialmente sensibles, por el contenido de cadmio y plomo.

Analizaron las asociaciones entre tabaquismo materno y la conducta de 13.000 niñas y niños de 3 años de edad. El tabaquismo de las madres fue identificado según sus declaraciones. Hubo 10% de grandes fumadoras, 12,5% de fumadoras moderadas, 12,4% de mujeres que dejaron de fumar durante el embarazo, las otras no eran fumadoras. Se les pidió evaluar según un cuestionario, el comportamiento de su hijo a la edad de 3 años, así como cualquier déficit de hiperactividad y falta de atención.

El estudio revela que dos veces más de niños nacidos de madres fumadoras tienen problemas de conducta, o sea un aumento del 100% con respecto a madres no fumadoras. Los niños de mujeres que fuman menos de 10 cigarrillos no estuvieron a salvo, el aumento en el desorden de atención junto con hiperactividad, en este caso fue de 80% en comparación con los niños de madres no fumadoras.

Las niñas nacidas de madres fumadoras también tienen un mayor riesgo de presentar el mismo trastornos de conducta. 

Por otro lado, los niños nacidos de mujeres que dejaron de fumar durante el embarazo no presentan este aumento de riesgos conductuales.


Los bebés que nacen prematuros a causa de la contaminación de partículas finas son más propensos a sufrir de hiperactividad

Un estudio llevado a cabo conjuntamente por la Universidad de Cincinnati y Centro Médico del Hospital Infantil de Cincinnati, publicado en la revista Environmental Health en enero 2016, demuestra que la contaminación de partículas finas puede causar un parto prematuro, especialmente cuando la madre está expuesta al final del embarazo.

La prematuridad tiene consecuencias a largo plazo sobre la salud del niño. Los bebés que nacen prematuros son más propensos a sufrir de hiperactividad, trastornos de la atención, del desarrollo y del comportamiento, de infecciones bacterianas.

Los investigadores estudiaron los informes sobre 225.000 nacimientos en el estado de Ohio entre 2007 y 2010. De los 19.000 nacimientos prematuros encuestados, el 97% tuvo lugar en ciudades muy afectadas por la contaminación con partículas finas. Los científicos llegaron a la conclusión de que cuando la madre vivió su tercer trimestre de embarazo en un ambiente altamente contaminado, el riesgo de parto prematuro aumentó en un 19%.

Las partículas finas son micro-partículas contaminantes que miden menos de 0,25 micras de diámetro, y se producen generalmente por los motores de vehículos y por ciertos residuos atmosféricos industriales. Estas partículas penetran en los pulmones y pueden causar trastornos respiratorios (asma, por ejemplo) y cardiovasculares (aterosclerosis...).


Consumo de carbohidratos refinados

El efecto fisiológico del consumo de carbohidratos refinados  – en especial azúcar –  es la sobreproducción de insulina y la hipoglucemia. Al comer azúcar, o cualquier carbohidrato refinado, el páncreas secreta insulina para metabolizar tales elementos. La sobredosis de azúcar obliga al páncreas a trabajar en exceso y si este proceso es continuo o intenso, el páncreas "aprende" a sobreproducir insulina, lo cual, gradualmente reduce el nivel de azúcar en la sangre. El resultado es que, después de dos horas posterior al consumo de azúcar, se puede experimentar hipoglucemia. En esta situación la gente se puede sentir irritable, fatigada, con mucha tensión y hambrienta. Si tales hábitos continúan, el páncreas, agotado, disminuye o suspende la producción de insulina; el resultado es un alto nivel de azúcar en la sangre, azúcar en la orina e, inclusive, diabetes.

El azúcar refinada ha sido estudiada por muchas universidades e investigadores; sus efectos no sólo se advierten en un sistema, sino que pueden alcanzar la circulación (problemas cardiovasculares), digestión (caries, hemorroides), locomoción (artritis), y sistema nervioso (desórdenes en la conducta).

El desequilibrio en el nivel de azúcar en la sangre tiene marcados concomitantes psicológicos: cambios bruscos en los estados de ánimo, manía, depresión, ansiedad, indecisión, distorsión en la autopercepción y confusión. Cuando el nivel es bajo se asocia con la apatía, la indiferencia, "tristezas o depresiones inexplicables", explosiones emocionales o violencia.

La razón de tales efectos desastrosos en la conducta humana es que el sistema nervioso utiliza la glucosa (azúcar simple) como su combustible. Los glucoreceptores del hipotálamo monitorean continuamente y regulan la cantidad de glucosa en la sangre. Si es deficiente, se libera azúcar almacenada en el cuerpo y es convertida en glucosa. Si es excesiva, se produce insulina, para metabolizar el exceso de azúcar. Este es un proceso vital y muy sensible que está íntimamente ligado con lo que comemos.

Es el carbohidrato que desequilibra más al sistema nervioso y a la conducta: el nivel de azúcar en la sangre se eleva rápidamente y después decae precipitadamente. Este proceso se refleja inmediatamente en el sistema nervioso, sistema endocrino y en la conducta; y es probable que los tres se desordenen de manera crónica.

El azúcar también puede descontrolar la conducta al ocasionar un efecto inhibitorio en la neurotransmisión. Investigaciones recientes sugieren que el azúcar reduce la disponibilidad de algunas sustancias con las que el cerebro elabora muchos de sus neurotransmisores (componentes químicos que llevan la información de neurona a neurona en el cerebro). El resultado final es el mismo: el azúcar ocasiona conductas desintegradas.

Los carbohidratos buenos se encuentran en muchas formas y en diferentes alimentos. Por ejemplo, los granos integrales  se convierten en azúcar simple en forma lenta y pueden ser fácilmente absorbidos y metabolizados por el organismo en un rango de conducta estable.  Los vegetales y las frutas se metabolizan más rápidamente; su azúcar se adquiere más rápidamente.

Niveles anormales de azúcar en la sangre

O'Shea y Porter, Doris Rapp, New York Institute for Child Development, Alberta Children Hospital han confirmado que el 75% de los niños hiperactivos y con problemas de aprendizaje tienen alergias y niveles anormales de azúcar en la sangre.

Mediante la mejoría de la dieta, eliminación de alimentos alergénicos, suplementos, el Hospital Infantil de Alberta, Canadá, logró:

* Mejorar los patrones de sueño
* Disminuir los dolores y erupciones
* Incrementar la atención
* Eliminar o disminuir las conductas repetitivas
* Mejorar la obediencia
* Mejorar la coordinación motriz fina
* Desaparecer la enuresis

Controversia. Un meta-análisis realizado en 1995, publicado en JAMA, ha establecido que la relación entre el azúcar e hiperactividad no es muy estrecha.

Aunque en niños que padecen TDAH sí se debe evitar el consumo de azúcar para no empeorar su comportamiento, los resultados "no han podido demostrar que el azúcar afecte el comportamiento o el rendimiento cognitivo de los niños", dice Claudia Hammond.

Hammond incluso describe esto como uno de los grandes mitos y lo demuestra con un estudio de la Menninger Clinic Children's Division, en el que los expertos observaron que las madres que pensaron que sus hijos habían ingerido mucha azúcar los criticaban más, estaban más al pendiente constantemente y los vigilaban de cerca. Científicos británicos y estadounidenses siguen investigando la relación entre azúcar y los niños con TDAH.

Aditivos alimentarios

Estudio por un grupo de científicos dirigidos por Jim Stevenson de la Universidad de Southampton, Inglaterra, publicado en The Lancet (setiembre 2007). Los colorantes y aditivos artificiales utilizados habitualmente en productos alimenticios infantiles exacerban la hiperactividad en los niños, incluso en aquellos que no sufren ese trastorno.

Estudiaron los efectos de los aditivos en las alteraciones del comportamiento infantil en un grupo de casi 300 niños, 153 de ellos de 3 años y otros 144 de 8 y 9. A los niños se les dieron en unos casos dos mezclas de bebidas distintas que incluían diferentes aditivos y en otros, un placebo.

Entre esas sustancias figuraban el conservante benzoato de sodio utilizado en refrescos como Pepsi Max, Fanta o Sprite, y colorantes artificiales presentes en muchos caramelos y dulces consumidos diariamente por los niños británicos.

No se trata de la primera investigación que establece vínculos entre los aditivos y la hiperactividad en los menores, pero su importancia estriba en que en esta ocasión se ha estudiado a niños de más de tres años y no todos con ese trastorno de conducta. Los expertos detectaron indicios de hiperactividad en los niños que habían consumido las bebidas que incluían aditivos, como un comportamiento bullicioso, pérdida de concentración, incapacidad para jugar con un solo juguete o completar una tarea y mayor locuacidad.

Fármacos

Frecuentemente se prescriben drogas que bloquean el sistema nervioso central para lograr conductas más aceptables. Las principales medicinas prescritas son: ritalin, dexedrin, meyeril, cilert, torazin, tofranil, benadril o vistaril.

Son muy numerosos los estudios que han verificado la eficacia de estos fármacos en población infantil y, hoy en día, su uso está generalizado como parte del tratamiento. Pese a estos resultados positivos, hay que señalar el inconveniente de la presencia de efectos secundarios relacionados con la toma de la medicación.

Algunos efectos de tales medicamentos son : mareos, pérdida de apetito, insomnio o sueño interrumpido, dolores de cabeza, menos alerta mental, nausea, malestares estomacales, diarrea, erupciones, irritabilidad, visión borrosa, o confusión. No necesariamente  ocurrirán tales efectos, pero son probables.

Pese a las actuales investigaciones, no se dispone de un factor clave como responsable único del TDAH. Sí se sabe que probablemente en la génesis del problema se encuentre un cruce de diversos factores de riesgo que en mayor o menor grado van a generar la sintomatología. Es por eso que se hace necesaria una evaluación a fondo de todos los factores de riesgo.


Una dieta sana y balanceada

En un estudio de la Northwestern University Medical School en Chicago, publicado en la revista Pediatrics en enero 2012, los médicos  exponen que una dieta sana y balanceada puede contribuir a mejorar el comportamiento de aquellos niños que padecen TDAH. Las intervenciones nutricionales deben considerarse como un método alternativo o secundario para tratar el TDAH, no una primera opción.


La buena alimentación que sugiere el estudio consiste en incluir en las comidas diarias la ingesta de variedad de grupo de alimentos. Entre ellos, pescado, verduras, frutas, legumbres y granos enteros. Ese aporte debe ser diario.

Una mayor atención a la educación de padres e hijos para que sigan una dieta saludable, que omita elementos que parecen predisponer al TDAH, es quizá el tratamiento complementario o alternativo del TDAH más prometedor y práctico.

Las guías de tratamiento de la Asociación Americana de Pediatría y las guías NICE del Reino unido con respecto a los suplementos dietéticos, valoran 3 elementos fundamentalmente.

1.- Suplementos con ácidos grasos Omega 3 y 6, cuyos niveles bajos en sangre han sido descritos con mayor frecuencia en pacientes con TDAH en comparación con controles sanos.  Suplementos de 300-600 mg/día de omega 3 y 30-60 mg/d de omega 6 ha mostrado disminución de la inatención, hiperactividad e impulsividad en algunos niños con TDAH.

2.- Zinc. Algunos estudios han relacionado niveles bajos de zinc con el TDAH. Esta relación podría deberse a que funciona como cofactor para el metabolismo de algunos neurotransmisores y regula el metabolismo de la dopamina, la cual, es crucial en el TDAH.

3.- Hierro. Niveles bajos de ferritina, han sido descritos en niños con TDAH en comparación con los controles. Ha sido descrita una relación inversa entre la severidad de los síntomas del TDAH y los niveles de ferritina en la sangre, estableciendo como punto de corte, unos niveles de ferritina por debajo de 45 mcg/L y una mejoría en la sintomatología del mismo tras tratamiento con hierro. La relación podría deberse a que la deficiencia de hierro, produce una disfunción del sistema dopaminérgico, al igual que en el Síndrome de piernas inquietas, que está muy relacionado con la fisiopatología del TDAH.

Es muy difícil prohibirle a un niño golosinas, dulces y gaseosas completamente pero sí se puede limitar su consumo para cuidar su salud. De esta manera no sólo se atenuarán los síntomas de hiperactividad sino que se evitarán otros problemas de salud como sobrepeso, diabetes, caries etc. En cualquier caso, con una adecuada alimentación y ejercicio regular se puede controlar la hiperactividad en niños en forma natural.

Los mejores resultados terapéuticos se han conseguido cuando se ha combinado el uso de medicación con la intervención psicológica a nivel conductual. La eficacia de esta combinación se ha demostrado superior a un tratamiento basado sólo en el fármaco o sólo en técnicas psicológicas.

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