Los adolescentes son más impulsivos que los adultos
y tienen una tendencia
mayor a llevar a cabo conductas de riesgo, debido a que su cerebro es diferente
mayor a llevar a cabo conductas de riesgo, debido a que su cerebro es diferente
La
adolescencia es el período comprendido entre el fin de la niñez y el comienzo
de la edad adulta, caracterizado por diversos cambios biológicos y hormonales,
propios del inicio de la pubertad. Se caracteriza también por cambios
emocionales y de su forma de actuar y de pensar. Investigaciones recientes
correlacionan el comportamiento del adolescente con el proceso de maduración y
crecimiento cerebral, que a esta edad aún no se ha completado.
El desarrollo cerebral es diferente al de todos los
otros órganos del cuerpo. Este es el único que ya en el momento de nacer o
muy poco después, ha completado el número total de sus células, las que
persisten durante toda la vida, destruyéndose sólo algunas en la medida que se
envejece. El cerebro adulto puede generar nuevas neuronas sólo en algunas
regiones, como el hipocampo, y en determinadas condiciones.
Muchos padres no pueden entender por qué sus adolescentes ocasionalmente se comportan de manera impulsiva, irracional o peligrosa. A veces parece que ellos no piensan las cosas a fondo o no consideran las consecuencias de sus acciones. Los adolescentes son diferentes a los adultos en la manera en que se comportan, resuelven problemas y toman decisiones. Hay una explicación biológica para esta diferencia. Estudios han demostrado que el cerebro continúa madurándose y desarrollándose durante la niñez, la adolescencia y hasta principios de la edad adulta.
Muchos padres no pueden entender por qué sus adolescentes ocasionalmente se comportan de manera impulsiva, irracional o peligrosa. A veces parece que ellos no piensan las cosas a fondo o no consideran las consecuencias de sus acciones. Los adolescentes son diferentes a los adultos en la manera en que se comportan, resuelven problemas y toman decisiones. Hay una explicación biológica para esta diferencia. Estudios han demostrado que el cerebro continúa madurándose y desarrollándose durante la niñez, la adolescencia y hasta principios de la edad adulta.
Los
científicos han identificado una región específica del cerebro llamada la amígdala, la cual es responsable de
las reacciones instintivas incluyendo el temor y el comportamiento
agresivo. Esta región se desarrolla
temprano. Sin embargo, la corteza frontal, el área del cerebro
que controla el razonamiento y nos ayuda a pensar antes de actuar, se
desarrolla más tarde. Esta parte del
cerebro va cambiando y madurando hasta bien entrada la edad adulta.
Otros
cambios específicos en el cerebro durante la adolescencia incluyen un rápido
aumento en las conexiones entre las células del cerebro y el podar (refinamiento) de las vías del
cerebro. Las células nerviosas desarrollan
mielina, una capa insuladora que
ayuda a las células a comunicarse. Todos
estos cambios son esenciales para el desarrollo coordinado de pensamiento,
acción y comportamiento.
Cambios Cerebrales significa que los adolescentes
actúan de manera diferente a los adultos
Retratos del cerebro en acción muestran que los cerebros de los adolescentes funcionan de manera diferente a los de los adultos cuando toman decisiones y resuelven problemas. Sus acciones son guiadas más por la amígdala y menos por la corteza frontal. Investigaciones también han demostrado que la exposición a drogas y alcohol antes del nacimiento, trauma a la cabeza u otros tipos de lesiones cerebrales pueden interferir con el desarrollo normal del cerebro durante la adolescencia.
Basado en el estado de desarrollo del cerebro, los
adolescentes tienden a :
* Leer mal o malinterpretar las señales
sociales y emocionales
*
Envolverse en toda clase de accidentes
* Involucrarse en peleas
* Participar en comportamiento peligroso y
arriesgado.
Los adolescentes tienden a no :
* Pensar antes de actuar
* Hacer una pausa para considerar las
consecuencias potenciales de sus acciones
* Modificar sus comportamientos peligrosos
o inapropiados.
Estas
diferencias en el cerebro no quieren decir que la gente joven no pueda tomar
decisiones buenas o sepa diferenciar entre lo correcto y lo incorrecto. Tampoco quiere decir que ellos no deben de
ser responsables por sus acciones. Pero,
el estar conscientes de estas diferencias puede ayudar a los padres, maestros,
abogados y a los que establecen la política, a entender, anticipar y manejar el
comportamiento de los adolescentes.
Corteza prefrontal
A
través de técnicas de imagen, como la resonancia magnética cerebral, se ha
podido saber que en los adolescentes existen cambios a nivel del sistema
nervioso central, en comparación con el cerebro que tienen durante la infancia
y que tendrán durante la etapa adulta
La corteza prefrontal desempeña un papel muy importante en la función ejecutiva y en la autorregulación de la conducta, lo cual hace pensar en la relación que existe entre el desarrollo de esta zona y los comportamientos propios de la adolescencia (búsqueda de sensaciones, prácticas de riesgo…).
Actualmente
sabemos que la corteza prefrontal lleva a cabo una función de control sobre las
respuestas emocionales, lo que ha propiciado que algunos investigadores hayan
bautizado a esta zona como el “órgano de
la civilización” o la “sede de la
moralidad”.
También
se ha podido comprobar que a lo largo de la adolescencia se produce una
progresiva mejora de la conexión entre la corteza prefrontal y algunas
estructuras del sistema límbico (amígdala, hipocampo y núcleo caudado), las
cuales desempeñan un papel muy importante en el cerebro del adolescente.
Anatomía de la conducta de riesgo
El núcleo accumbens representa el sustrato
anatómico de los procesos de recompensa, mientras que la amígala lo sería del
aprendizaje preventivo, ante situaciones o emociones negativas. Este sistema
supondría un freno a que el sujeto tuviera daños derivados de su
comportamiento. De todas formas, y para complicar aún más este tipo de
conductas, el núcleo accumbens también está involucrado en conductas evitativas
y la amígdala en conductas de recompensa.
La
amígdala, además, se encuentra conectada con el hipotálamo y está relacionada con la memoria emocional
inconsciente, los circuitos de agresividad y tristeza, y la respuesta al
estrés.
Mediante
técnicas de imagen se ha podido observar que el cerebro del adolescente tiene
un núcleo accumbens sobreexcitado
que le lleva a realizar actividades impulsivas y una corteza prefrontal inmadura que no es capaz de planificar ni frenar
este tipo de acciones.
Exceso de dopamina
¿Porqué el cerebro es diferente? El ambiente hormonal propio de la pubertad produce
cambios a nivel cerebral, especialmente a nivel del sistema límbico. En los años previos a la adolescencia se produce
una disminución en la activación del circuito de la recompensa, ante ciertas
conductas se producen menores tasas de liberación de dopamina en el sistema
límbico. Este hecho propiciaría que los adolescentes busquen conductas más
arriesgadas, en un intento de compensar el sistema
dopaminérgico.
No deja
de ser casual que el núcleo accumbens tenga un elevado número de conexiones
dopaminérgicas. En definitiva, el adolescente se convierte en un animal
sediento de emociones fuertes.
Por
otra parte, tanto la amígdala como el núcleo accumbens maduran mucho antes que
la corteza prefrontal cognitiva – suele terminar la maduración hacia los 20
años. La maduración de este último circuito es más lenta y no está relacionada
con los cambios hormonales, sino con la edad y el aprendizaje.
Así
pues, el núcleo accumbens, la amígdala y
la corteza prefrontal muestran claras diferencias en el cerebro del
adolescente en relación con otros momentos de la vida. Estos cambios son la
base anatómica de las conductas arriesgadas de los adolescentes y su afán por
encontrar el placer, los cuales no pueden ser controlados por la corteza
prefrontal.
El cerebro durante la adolescencia
Al
disponer de las modernas técnicas de estudio cerebral, ha sido posible detectar
"in vivo" los cambios morfológicos que se producen durante los
procesos de crecimiento y maduración, siendo posible relacionarlos con los
diferentes comportamientos y estados emocionales de cada etapa.
Es así
como estudios realizados por Imágenes de Resonancia Magnética (IRM) y
disecciones anatómicas, han podido comprobar que en la adolescencia se produce
una disminución de las desordenadas células nerviosas que forman la sustancia
gris, que paulatinamente se van cubriendo por una capa grasa protectora,
llamada sustancia blanca. Jay
Giedd y colaboradores del National Institute of Mental en Bethesda, Maryland,
muestra que la materia gris – compuesta de células nerviosas – experimenta una
explosión de superproducción justamente antes de la pubertad. Durante los años
de la adolescencia, parte de esa materia gris es reducida, ya que el cerebro
desecha las neuronas que no necesita. Se consolidan algunas conexiones
neuronales; otras se debilitan. Un joven estudiante de piano, por ejemplo,
consolidará las conexiones en la parte auditiva de su cerebro. Algunas de estas
mismas conexiones disminuirán en el estudiante de matemáticas, mientras que
fortalece las conexiones en la parte de su cerebro responsable del pensamiento
matemático abstracto. En la misma medida, se incrementa el volumen de la materia blanca. Se piensa
que el proceso es la traducción de la interconexión neuronal, que van siendo
estimulados por la experiencia.
Durante
la adolescencia, los estudios demuestran que además del crecimiento del volumen
cerebral, también se va produciendo una organización de la materia blanca. en
este período se engruesan las conexiones
neuronales de diferentes regiones cerebrales, como si se estuvieran
cubriendo con una capa protectora de mielina.
De
acuerdo con Rubén Gur de la Universidad de Pennsylvania, en Philadelphia, los
adultos se comportan de un modo diferente, no porque tengan una estructura
cerebral diferente, sino porque usan las mismas estructuras en diferente forma.
"Un lóbulo frontal totalmente desarrollado, coordina impulsos que le
vienen de diferentes partes del cerebro".
La neurocientista Beatriz Luna, de la Universidad de Pittsburg,
usando IRM que ilumina los distintos sitios del cerebro que se activan, ha
encontrado que el cerebro del adolescente se conecta sólo con regiones locales,
mientras que el cerebro del adulto lo hace con zonas distantes y más
distribuidas. En la medida que el cerebro adolescente madura, se
reorganiza para integrar información que está recibiendo de diferentes regiones.
Luna
señala que la naturaleza tumultuosa del cerebro adolescente es normal: "es
una transición de la adolescencia, y no una enfermedad o una alteración”. Es
sencillamente un proceso para llegar a la etapa adulta. El
tomar riesgos y disminuir las inhibiciones, provee las experiencias necesarias
para acomodar y madurar el cerebro.
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excelente
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