abril 30, 2024

Las Pantallas Destruyen el Cerebro de los Niños



Expertos advierten a los padres de que el uso excesivo de las pantallas 
no está exento de riesgos para el desarrollo de nuestros hijos

Desde hace unos años se investiga la relación que el uso de las nuevas tecnologías – tablet, móviles, consolas, videojuegos, computadoras – tiene en el desarrollo y aprendizaje de las niñas y niños.

Actualmente, el término “nativos digitales” ya nos es conocido y con él denominamos a una generación que desde temprana edad está inmersa en un mundo cada vez más tecnológico. Son los niños y niñas habituados a interactuar con una pantalla, y que cogen un móvil, una tablet o una computadora y lo utilizan de manera intuitiva, sin necesidad de un aprendizaje especial o un entrenamiento previo.

Estamos acostumbrados a ver a adolescentes y adultos con móviles en la mano, jugando a videojuegos, o consultando y buscando información. Pero cada vez es más común también ver a niños y niñas de apenas uno o dos años viendo dibujos animados en una tablet, “pasando” la pantalla del móvil o buscando videos en YouTube. Y esto se ha incrementado todavía más durante el tiempo de confinamiento que nos ha tocado vivir.

Podemos escudarnos en que esos dibujos animados son educativos, que los niños y niñas están entretenidos mientras esperamos en algún sitio o que nos dejan un rato tranquilos en casa cuando intentamos realizar cualquier tarea o desconectar nosotros mismos del día a día.

Pero…¿es buena esa exposición a las pantallas en niñas y niños tan pequeños? ¿Tiene riesgos que jueguen con el móvil o la tablet?

Dibujos animados en la televisión, juegos en smartphones o tabletas, videojuegos... Desde muy pequeños, muchos niños ven las pantallas como parte de su rutina diaria.

La creciente exposición de los niños a las pantallas

¿Por qué cada vez más padres dejan que sus hijos pasen largas horas frente a las pantallas? ¿No son conscientes de los posibles peligros de esta exposición? ¿Creen que hacen lo correcto? ¿Lo hacen para estimular el estado de alerta y la capacidad cerebral de sus hijos, desarrollar su agilidad o prepararlos para una vida futura en la que las pantallas desempeñarán un papel central?

La explicación es más sutil de lo que parece, y sin duda está relacionada con las dificultades cotidianas a las que se enfrentan muchos padres. Lazos familiares debilitados, sufrimiento en el trabajo, problemas económicos... Si muchos padres abandonan a sus hijos a las pantallas, suele ser porque se sienten abrumados por una rutina diaria y una carga familiar difícil de asumir.

Sin embargo, el uso excesivo de pantallas puede tener graves consecuencias para la salud, el bienestar y el futuro de nuestros hijos:

Sobre el desarrollo del cerebro y el aprendizaje de habilidades fundamentales. Los niños sobreexpuestos a las pantallas tienen más probabilidades de sufrir retrasos en el desarrollo del lenguaje que los demás. Cada hora extra que pasa un niño pequeño frente al televisor reduce su rendimiento escolar a los 10 años: menos interés por la escuela, menos capacidad matemática. Esta sobreexposición precoz también conlleva menos autonomía, menos perseverancia y una integración social más difícil, con un mayor riesgo de ser condenado al ostracismo por los compañeros de clase.

Sobre la atención y la concentración. Esto es cierto incluso si el niño está en una habitación con la televisión encendida y no la está viendo.

En el bienestar y el equilibrio. Los niños que pasan demasiado tiempo delante de pantallas son menos felices, están más ansiosos y más deprimidos que los demás. Si pasan más de cuatro horas al día, el riesgo de desarrollar problemas emocionales y baja autoestima aumenta considerablemente. Este tiempo frente a las pantallas también invadiría el tiempo dedicado a otras actividades recreativas – deporte, jugar con los amigos – que son esenciales para el aprendizaje de ciertos valores – compartir, respetar a los demás – y tienen un reconocido impacto positivo en el bienestar de los niños.

En el comportamiento. Los niños que pasan mucho tiempo viendo contenidos violentos – videojuegos o televisión – son más agresivos, más propensos a pelearse y más impulsivos. Además, la sobreexposición de los más pequeños puede provocarles una actitud pasiva ante el mundo que les rodea.

Sobre la salud. El consumo excesivo de pantallas reduce el tiempo dedicado a la actividad física y puede fomentar el picoteo. La combinación de ambos puede provocar un aumento de peso. Del mismo modo, la exposición a pantallas durante más de dos horas al día aumenta en un 30% el riesgo de hipertensión en los niños.

Pero esta exposición temprana no está exenta de consecuencias para su salud. Varios estudios ya han señalado los riesgos de obesidad o diabetes de tipo 2 causados por pasar demasiado tiempo delante de las pantallas. Varios especialistas también han observado retrasos en el lenguaje y trastornos autistas en niños que pasan varias horas al día pegados a la pantalla de su tableta o televisión.

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Las pantallas pueden estar cambiando el cerebro de los niños



Los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. (NIH) en un amplio estudio puesto en marcha en diciembre 2018, muestran que la sobreexposición de los niños a las pantallas cambia su cerebro.

Para conocer mejor el impacto real de la exposición prolongada a las pantallas en el cerebro de los niños, en 21 centros de investigación de Estados Unidos, han empezado a examinar los cerebros de 4.500 niños de 9 y 10 años. Con el tiempo, el estudio incluirá a 11.000 niños, a los que se seguirá durante 10 años, para ver si el consumo intenso de videojuegos y el tiempo que pasan en Internet influyen en su desarrollo.

Adelgazamiento del córtex

Los primeros resultados de este estudio, realizado mediante resonancia magnética (RM), muestran "patrones diferentes" en el cerebro de los niños que utilizan smartphones, tabletas y videojuegos durante más de 7 horas al día. Las imágenes muestran un adelgazamiento prematuro del córtex, la capa externa del cerebro que procesa la información enviada al cerebro por los cinco sentidos.

Los científicos explican que el adelgazamiento del córtex se considera como un proceso de envejecimiento, subrayando que no es seguro que este proceso sea perjudicial. El estudio demuestra que los niños que pasan dos horas o más al día delante de una pantalla obtienen peores resultados en pruebas de memoria y lenguaje.

Los niños segregan dopamina frente a las pantallas


Otro fenómeno denunciado es el efecto adictivo que pueden tener los smartphones. Para llegar a esta conclusión, el equipo escaneó el cerebro de adolescentes mientras miraban sus feeds de Instagram. Resulta que el tiempo que pasan delante de una pantalla estimula la liberación de dopamina, la hormona del placer. Esto es suficiente para que los niños se vuelvan literalmente adictos a las pantallas.

El objetivo de los investigadores es averiguar si el tiempo que pasan frente a las pantallas es responsable del cambio en el cerebro de los niños, o si es esta diferencia la que les impulsa a pasar tiempo frente a ellas.



Un estudio revela efectos negativos de smartphones y tabletas sobre el desarrollo del habla en niños


Las áreas rojas muestran el aumento en la materia blanca
organizada en los centros de lenguaje del cerebro

Investigadores de la Universidad de Toronto y del Hospital de Niños en un estudio, presentado en el encuentro 2017 de las Pediatric Academic Societies, examinaron en profundidad la conexión entre el tiempo que los niños pequeños pasan frente a los dispositivos portátiles y el desarrollo del habla.

Un total de 894 niños de entre 6 meses y 2 años participaron del estudio. Al mismo tiempo crearon una herramienta que llamaron la "Lista de Verificación Infantil" que les permitió medir el desarrollo del habla mediante el cumplimiento de distintos hitos en lo que hace al lenguaje, metas que los niños deberían alcanzar según cada etapa de su vida inicial.

El promedio de exposición frente a las pantallas registrado fue de 28 minutos diarios, con un 20 por ciento de los niños que para los 18 meses ya registraba un mínimo de media hora frente a los displays luminosos.

Los especialistas observaron que estos menores empezaron a hablar más tarde de lo esperado, mostraban dificultades para transformar sonidos en palabras, tenían escasa fluidez verbal a la hora de relatar cualquier cuestión y poca comprensión para su edad cronológica.

No sólo se observan dificultades en el lenguaje, ya que también pueden aparecer problemas conductuales como falta de atención y, en niños más mayores, puede aumentar el riesgo de obesidad y favorecer los trastornos del sueño por la exposición a la luz de las pantallas. Un abuso desmesurado de las pantallas afecta a las funciones ejecutivas – que, simplificando mucho, se describen como las funciones que nos ayudan a aprender y madurar –, que se ven mermadas y, por tanto, repercute en el desarrollo cognitivo de los niños y niñas.


Especialistas en pediatría recomiendan a los padres "volver a las raíces"
y equilibrar el uso de los dispositivos de mano con actividades más anticuadas pero que enriquecen en mayor medida el desarrollo del habla, entre las que se encuentran algo tan simple como mantener una conversación – por más que esta sea unidireccional – y hacer de la lectura de libros algo rutinario en el proceso educativo.

El estudio no logró diferenciar si el tipo de contenidos a los que los niños eran expuestos durante esa media hora diaria afectaba en mayor o menor medida el desarrollo del lenguaje, ni tampoco analizó la influencia de tener a los padres presentes o no.



Más de dos horas de pantalla afectan a las capacidades intelectuales de los niños

El azul muestra el subdesarrollo y la desorganización enormes
de la materia blanca de un niño en edad preescolar que usa pantallas

Investigadores del Instituto CHEO, de la Universidad de Ottawa, de la Universidad de Carleton en un estudio, publicado en noviembre de 2019 en la revista Lancet Child and Adolescent Health, han establecido un vínculo directo entre el tiempo pasado frente a la pantalla, el sueño y el rendimiento cognitivo en los niños.

El estudio analizó a 4.520 niños de entre 8 y 11 años en 20 centros de Estados Unidos. Los niños que pasaban más de dos horas al día frente a las pantallas tenían peores capacidades cognitivas que aquellos cuya exposición era más limitada.

De media, estos niños pasaban 3,6 horas al día pegados a una pantalla – teléfono móvil, tableta, ordenador, televisión –, lejos de las recomendaciones canadienses de menos de 2 horas de pantalla, entre 9 y 11 horas de sueño y al menos una hora de actividad física al día. De todos los niños que participaron en la encuesta, solo uno de cada 20 (5%) marca las tres casillas de las recomendaciones canadienses. Casi uno de cada tres (29%) no marcó ninguna de ellas: dormir lo suficiente, limitar el tiempo frente a la pantalla y realizar actividad física.

Desarrollo cognitivo empobrecido

Sólo la mitad (51%) de los niños duerme lo suficiente, el 37% pasa menos de dos horas mirando pantallas y sólo el 18% realiza una hora de actividad física al día, según los cuestionarios rellenados por las familias. Tras realizar pruebas cognitivas sobre lenguaje, memoria, reactividad, concentración, etc., el estudio halló una clara relación entre el tiempo dedicado a las pantallas, el sueño y el rendimiento de los niños.

Los investigadores constataron que más de dos horas de pantalla en los niños perjudica su desarrollo cognitivo, e instan a pediatras, padres, educadores y responsables políticos a limitar el tiempo de pantalla de los niños y hacer del sueño una cuestión prioritaria.

De los tres criterios – sueño, pantallas y actividad física –, el tiempo dedicado a dormir y la exposición a las pantallas son los más directamente relacionados con las facultades intelectuales de los niños, mientras que la actividad física por sí sola no tuvo ningún impacto en la capacidad cognitiva, a pesar de ser el factor más importante para la buena salud física de los niños.


Asociación entre el tiempo frente a una pantalla y los diagnósticos de ansiedad y depresión en los jóvenes

Según psicólogos de la Universidad Estatal de San Diego y de la Universidad de Georgia W. Keith Campbell, en su estudio, publicado en octubre de 2018 en la revista Preventive Medicine Reports, los jóvenes de entre 2 y 17 años que pasan más de siete horas al día frente a una pantalla tienen más riesgo de sufrir depresión y ansiedad.

Los científicos han descubierto que la cantidad de tiempo que se pasa frente a las pantallas influye en la salud mental de los jóvenes. Tras solo una hora de pantalla al día, los niños y adolescentes tenían menos curiosidad, menos confianza en sí mismos, menos estabilidad emocional y mayor incapacidad para completar tareas.

Doble riesgo de depresión y ansiedad

Las investigaciones anteriores sobre las asociaciones entre el tiempo de pantalla y el bienestar psicológico en niños y adolescentes han sido contradictorias, lo que ha llevado a los investigadores a cuestionar los límites del tiempo de pantalla sugeridos por las organizaciones de médicos.

Para comprender mejor este vínculo entre el tiempo de pantalla y el bienestar psicológico, los profesores utilizaron datos de la Encuesta Estadounidense de Salud Infantil de 2016. Analizaron una muestra aleatoria de más de 40.300 encuestas realizadas a personas que cuidaban de niños de entre 2 y 17 años.

Descubrieron que los adolescentes que pasaban más de siete horas al día frente a una pantalla tenían el doble de probabilidades que los que pasaban una hora de ser diagnosticados con ansiedad o depresión. En general, los vínculos entre el tiempo frente a una pantalla y el bienestar eran más importantes en los adolescentes que en los niños pequeños.

Jóvenes más agitados, menos curiosos y menos concentrados

Sin embargo, los adolescentes no son los únicos cuyo bienestar psicológico se ve afectado por las pantallas. Entre los niños en edad preescolar – menores de 3 años –, los que pasaban mucho tiempo frente al televisor, una tableta o un smartphone tenían el doble de probabilidades de perder los nervios y un 46% más de probabilidades de ser incapaces de calmarse cuando estaban excitados.

Más excitados y menos capaces de controlar sus emociones cuando son niños, a los jóvenes también les cuesta más concentrarse y ser curiosos cuando crecen. Como resultado, alrededor del 9% de los jóvenes de 11 a 13 años que pasaban una hora al día con pantallas no querían aprender cosas nuevas, frente al 13,8% que pasaban cuatro horas con pantallas y el 22,6% que pasaban más de siete horas con pantallas.

Todas las edades se ven afectadas, ya que entre los adolescentes de 14 a 17 años, el 42,2% de los que pasaban más de siete horas al día con pantallas no terminaban sus tareas, frente al 16,6% de los que pasaban una hora al día y el 27,7% de los que pasaban cuatro horas con pantallas.

Una solución: la moderación

Para los investigadores, es esencial moderar el tiempo que nuestros hijos pasan delante de las pantallas: no más de dos horas al día, sea cual sea su edad, y nada de pantallas antes de los 3 años.

En cuanto a la prevención, también concluyen que es especialmente importante establecer las causas y consecuencias del malestar psicológico en niños y adolescentes. La mitad de los problemas de salud mental se desarrollan durante la adolescencia. Por lo tanto, es absolutamente esencial identificar los factores vinculados a los problemas de salud mental susceptibles de intervenir en esta población, ya que la mayoría de los antecedentes son difíciles, si no imposibles, de influenciar. Y el tiempo pasado delante de las pantallas debe incluirse absolutamente entre estos factores. Frente a estos antecedentes de salud mental más difíciles, es más probable que cambie la forma en que los niños y adolescentes pasan su tiempo libre.


Más de dos horas diarias de pantallas aumentarían el riesgo de hipertensión en niños

Un equipo de investigadores de la Universidad de Zaragoza y de Sao Paulo ha realizado un estudio, publicado en el número de noviembre de 2014 de la revista International Journal of Cardiology, que pone ahora de manifiesto el efecto del consumo excesivo de pantallas en niños sobre el riesgo de hipertensión.

El estudio se basa en la cohorte IDEFICS (Identification and Prevention of Dietary- and Lifestyle-induced Health Effects in Children and Infants), en la que participaron 8 países europeos, con cerca de 5.200 niños de entre 2 y 10 años.

Según el análisis de 2 años, la incidencia acumulada de hipertensión arterial es muy alta en esta población: 110 de cada 1.000 individuos. Los autores calcularon que estar delante de una pantalla – televisión, computadora, consola – durante más de 2 horas seguidas aumenta el riesgo relativo de desarrollar hipertensión en casi un 30%. Son cifras preocupantes, porque no sólo confirman que el sedentarismo es habitual entre los niños de hoy, sino que el uso de pantallas también predispone a complicaciones más adelante en la vida, incluida la hipertensión.

Para contrarrestar este fenómeno, los autores recomiendan que los niños realicen una hora de actividad física al día y que el tiempo de pantalla se limite a menos de 2 horas diarias. En apoyo de estas recomendaciones, llaman la atención sobre su observación de un aumento del 50% del riesgo de hipertensión en los niños que no alcanzan este objetivo diario.


La exposición a dispositivos digitales altera la estructura y el funcionamiento del cerebro de los niños



Investigadores de la Universidad de Educación de Hong Kong, la Universidad Normal de Shanghai (China) y la Universidad Macquarie (Australia) llevaron a cabo un análisis de 33 estudios con tecnología de neuro-imagen para medir el impacto de la tecnología digital en el cerebro de los niños menores de 12 años, publicado en la revista Early Education and Development en noviembre de 2023.

Una revisión de 23 años de investigación sobre neuro-imagen indica que el tiempo que los niños pasan viendo la televisión o jugando a juegos virtuales puede tener efectos significativos y duraderos en su función cerebral. Esta investigación destaca tanto las repercusiones negativas como las positivas.

Se han agrupado los datos de 33 estudios de neuro-imagen realizados entre 2000 y 2023

Los 33 estudios de neuro-imagen analizados por los investigadores reúnen datos de más de 30.000 participantes. Los investigadores se centraron principalmente en niños menores de 12 años. Primero buscaron estudios relevantes en bases de datos de investigación publicados en línea.

Los investigadores advierten de que el tamaño de la muestra de su estudio es pequeño, ya que sólo se realizaron 33 estudios a lo largo de dos décadas. Este pequeño tamaño de la muestra podría deberse a que este tema es nuevo y emergente, y a que las tecnologías de investigación también están evolucionando. No obstante, descubrieron que el cerebro de los niños se ha visto cada vez más afectado a lo largo de los años, en consonancia con el aumento del uso de pantallas desde el año 2000.

Los niños que participaron en estos estudios consumían diferentes tipos de medios digitales de forma pasiva, como la televisión, o activa, con aplicaciones en teléfonos inteligentes. Los videojuegos ocupaban el segundo lugar. Las tabletas, los lectores electrónicos, el uso de Internet, la edición de video y la realidad virtual también se incluyen en algunos de los 33 estudios.

Habilidades cognitivas afectadas por el tiempo pasado frente a las pantallas

En total, de este estudio se extraen tres conclusiones principales. La primera es que la exposición a las pantallas repercute tanto en la estructura como en la composición del cerebro de los más pequeños, pero no siempre de forma negativa. La segunda conclusión es que ciertas regiones del cerebro se ven más afectadas que otras. Por último, este estudio indica que los cambios en el cerebro parecen persistir a largo plazo.

En cuanto a las regiones cerebrales más afectadas, los investigadores señalan que la zona más vulnerable es el córtex prefrontal y su función ejecutiva asociada. Esto corresponde a las habilidades cognitivas de alto nivel, como la resolución de problemas, la planificación, la toma de decisiones, la memorización de información, etc.

Algunas investigaciones demuestran que el tiempo pasado frente a las pantallas tiene un impacto negativo en funciones cerebrales como la atención y la cognición. También se ven afectadas las conexiones que permiten la comunicación entre las distintas áreas del cerebro. Más concretamente, los videojuegos podrían provocar una reducción del volumen cerebral. El uso de tabletas por los niños podría tener un efecto negativo en la función cerebral y la resolución de problemas.

Las pantallas y los videojuegos también son buenos para el cerebro de los niños

No todos los resultados son negativos. Algunas investigaciones publicadas en los últimos años también han encontrado aspectos positivos en el uso de pantallas. De hecho, pueden mejorar el desarrollo de los niños, sobre todo en términos de concentración y aprendizaje. Un estudio concreto afirma que los videojuegos pueden mejorar las habilidades cognitivas y las funciones ejecutivas.

En última instancia, este estudio no pinta completamente negro el panorama. Sin duda, las pantallas pueden tener un efecto negativo en el desarrollo del cerebro, pero también pueden aportar beneficios. Según los investigadores, la solución no es necesariamente limitar el tiempo de pantalla. También existe el riesgo de provocar conflictos con los hijos. Se podrían desarrollar y aplicar estrategias más innovadoras, fáciles de usar y prácticas. Sugieren que se supervise mejor el uso que hacen los niños de la tecnología digital. Los adultos también deberían recibir apoyo y asesoramiento adecuados.

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Los resultados de estos estudios permiten establecer la creciente evidencia de que el exceso de tiempo frente a las pantallas puede tener consecuencias en el desarrollo de los niños y niñas y, cuánto mayor es el tiempo que los menores de 3 años pasen frente a las pantallas, más aumenta la probabilidad de que tengan retrasos en el desarrollo del lenguaje y el habla.

La comunidad médica (pediatras, neuropediatras, psicólogos y logopedas) desaconseja todo tipo de pantallas antes de los 3 años, pero el móvil y la tablet llegan a ser más perjudiciales porque el adulto pierde el control de lo que los niños y niñas están viendo. En el caso de la televisión es más fácil supervisarlo y, sobre todo, interactuar con ellos.

Entre los 3 y 6 años aconsejan introducir contenidos educativos y como máximo una hora de televisión o equipo electrónico al día.

Privar a los niños y niñas el acceso a las pantallas no es la solución, ya que forman parte de nuestra cotidianidad; además, un buen uso de estas puede ser positivo, y también puede ayudarles en su aprendizaje :

* mejorar en los reflejos,
* coordinación visomotriz,
* resolución de problemas,
* razonamiento lógico,
* orientación espacial y estrategia.

Sin querer ser alarmista, pero buscando la reflexión y el sentido común, es importante informarnos y tratar de aplicar un uso moderado y responsable. Dosificar el tiempo y el uso de los dispositivos tecnológicos, junto con la selección de contenidos lúdicos y a la vez educativos, siempre acompañándolos y bajo supervisión digital por lo menos hasta los 6 años.

Sabemos que los tres primeros años son fundamentales para el desarrollo del habla y del lenguaje, y que este se aprende interactuando con otras personas. Las pantallas no reemplazan esa interacción personal.

Dedicar más tiempo compartido con nuestros hijos e hijas, interactuando con ellos leyendo cuentos, hablando, jugando, realizando cualquier actividad de ocio fuera de casa, incluso utilizando juntos los dispositivos tecnológicos contribuirá a reforzar sus habilidades lingüísticas y a mejorar su vocabulario:

* Buscar programas educativos de alta calidad, aquellos que hablan directamente a los niños y niñas son útiles para aprender nuevas palabras y sonidos.

* Dirigir la atención hacia contenidos específicos y realizar preguntas abiertas sobre lo que están viendo, qué está ocurriendo y reforzar conceptos para estimular su aprendizaje.

* Emplear los dispositivos para chatear por video con familiares, amigos y compañeros de escuela. Utilizar esas conexiones sociales para fomentar las expresiones verbales. Incluso los menores de 18 meses pueden disfrutar durante un rato de estos momentos.

No prohibir el uso de pantallas, sino apoyarlo

Para que esta adaptación a las pantallas, especialmente rápida en la escala de la evolución humana, se produzca lo más suavemente posible, es necesario que haya métodos pedagógicos adaptados a todas las edades, en función de la maduración del cerebro y del desarrollo cognitivo. Incluso para los bebés menores de tres años, los expertos de la Academia se niegan a recomendar la prohibición de las pantallas.

Por tanto, se puede educar a los niños sobre las pantallas desde una edad temprana, siempre que se evite la exposición pasiva, como dejarles solos frente al televisor, sin explicarles o comentar con ellos las imágenes que están viendo. Para el correcto desarrollo del cerebro, el principio debe seguir siendo el de una amplia variedad de formas de estimulación, tanto digitales como no digitales.

Más adelante, hay que ayudar a los niños a distinguir claramente entre lo virtual y lo real, y a adquirir la distancia necesaria para llegar a ser capaces de auto-regularse. En cuanto a los videojuegos en general, si bien pueden conducir a excesos a veces patológicos, también mejoran la atención visual, la flexibilidad y la rapidez en la toma de decisiones.


¿Cómo podemos proteger a nuestros hijos de un uso excesivo?

Las pantallas no son intrínsecamente malas. Lo que puede serlo es la forma en que se utilizan. Así que el reto no es prohibirlas, sino enseñar a nuestros hijos a manejarlas estableciendo normas de buen uso desde una edad temprana. Por supuesto, estas normas deben ser definidas en casa, por los padres, pero también deben enseñarse en la escuela.

Hay una serie de consejos que pueden ayudar a los padres en su papel de educadores en el uso adecuado de las pantallas:

* Limitar el tiempo de exposición a las pantallas. No se trata de establecer un límite de tiempo autoritario y unilateral, sino de implicar al niño en un proceso de auto-regulación para que sea autónomo y limitar el riesgo de que pierda el control en la edad adulta. Serge Tisseron sugiere a los padres que animen a sus hijos, a partir de los 9 años, a anotar en un pequeño cuaderno el tiempo que pasan delante de las pantallas. La ventaja es que así los niños se dan cuenta del tiempo que pasan realmente frente a las pantallas, que a menudo se subestima.

* Interesarse por las actividades digitales de sus hijos dialogando con ellos y ayudándoles a descubrir cosas nuevas. Esto implica hablarles de lo que descubren a través de las pantallas para ayudarles a desarrollar su inteligencia narrativa. Pero también significa apoyarles en su elección de programas y juegos. El mayor peligro es dejar que los niños se enfrenten solos a las pantallas.

* Utilizar las pantallas para desarrollar su creatividad orientando a los niños hacia actividades creativas: aprender a dibujar, hacer fotografías, papiroflexia, etc.

* Dar ejemplo imponiéndose una autodisciplina: ¿cómo explicar a sus hijos la necesidad de auto-regularse si se está constantemente enganchado al móvil o a la tableta? Acordarse de desconectar por la noche en casa, o en la mesa familiar, por el propio bien y el de sus hijos. Sabemos que el desarrollo de un niño se estructura en torno a su capacidad para imitar y prestar atención a los demás. Si sus padres están cautivados por el teléfono, ellos también tenderán a interesarse por él. Del mismo modo, utilizar el teléfono mientras se está con el niño contribuye a empobrecer los intercambios con él.

Es esencial establecer un marco y definir límites adaptados a cada periodo de la vida. Al igual que la diversificación alimentaria debe ser progresiva, la introducción de las pantallas en la vida de los niños debe ser gradual, teniendo en cuenta las necesidades específicas de cada edad.

Antes de los 3 años: hay que evitar la televisión y las pantallas no interactivas, ya que contribuyen a reforzar la pasividad de los niños pequeños y a distraerlos de lo que necesitan fundamentalmente a esta edad: interactuar con su entorno utilizando sus sentidos: tacto, vista, oído, movimiento… Las tabletas táctiles, interactivas por naturaleza, pueden introducirse, pero nunca deben sustituir a los juegos tradicionales ni ser manejadas por los niños sin supervisión.

A partir de los 3 años: se puede introducir la televisión, pero con moderación. En particular, no debe colocarse en el dormitorio del niño, los programas deben elegirse con los niños, respetando las edades recomendadas en los programas, y la duración de la exposición debe fijarse de antemano.

Entre los 3 y los 6 años: no le dé a su hijo una consola de juegos personal. Y no ponga una computadora o un televisor en la habitación de su hijo. Limite el tiempo de pantalla estableciendo normas claras sobre cuándo pueden usarse y durante cuánto tiempo. Prefiera jugar juntos o en familia a dejar a su hijo solo frente a la pantalla, ya que esto podría provocar un comportamiento compulsivo y que su hijo se refugiara en las pantallas para escapar del mundo real.

Entre los 6 y los 9 años: fije un límite de tiempo autorizado frente a la pantalla y dé libertad a su hijo para repartirlo como quiera. Asegúrese de que sigue dedicando tiempo a actividades distintas del tiempo frente a la pantalla. Empiece a hablarle de la noción de derechos de imagen y de intimidad.

A partir de los 9 años: introduzca a su hijo en Internet. Acompáñele cuando lo descubra y explíquele los peligros de Internet, insistiendo en particular en que todo lo que se pone en la red puede ser de dominio público, no se puede borrar y no es necesariamente cierto. Siga fijando un límite de tiempo autorizado, dejando que el niño lo reparta a su gusto entre las distintas pantallas. Infórmele de la edad a la que puede tener su propio teléfono móvil.


A partir de los 12 años: puede dejar que su hijo navegue solo por Internet, siempre que sea plenamente consciente de los riesgos que conlleva y que usted establezca un marco: fije con él los horarios autorizados para conectarse, evitando las conexiones nocturnas ilimitadas desde su habitación. Infórmele de los peligros de la pornografía y el acoso, hable con él de lo que permite la ley en materia de descargas y enséñele a respetar la etiqueta PEGI (Pan European Game Information), que asigna una edad concreta a cada juego.




En un mundo donde padres pasan mucho más que 30 minutos por día frente a las pantallas de sus teléfonos 
– ya sea por motivos laborales o de simple esparcimiento – el desafío parental de encontrar el equilibrio 
entre mantener a los hijos entretenidos con la tecnología y cuidar de su desarrollo intelectual,
 probablemente represente uno de los mayores desafíos de nuestra era




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