julio 28, 2020

Borderline o Trastorno Límite de la Personalidad



Las personas con trastorno límite de la personalidad activan regiones cerebrales distintas para controlar sus impulsos

Un equipo de investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid, el Hospital Clínico San Carlos y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental, cuyo trabajo fue publicado en la revista internacional Biological Psychology de junio 2019, ha revelado que los pacientes con trastorno límite de la personalidad (TLP) activan algunas regiones cerebrales para inhibir sus respuestas motoras y controlar sus impulsos, diferentes a las que utilizan quienes no padecen trastornos médicos ni psicológicos.

En concreto, los investigadores examinaron el control inhibitorio de 40 personas (20 con TLP y 20 sin ningún tipo de trastorno mental) a través de medidas de actividad cerebral y medidas conductuales.


Los autores subrayan que, mientras que las personas sin trastornos médicos ni psicológicos o psiquiátricos activaron regiones prefrontales del cerebro  un área típicamente relacionada con el control inhibitorio , los pacientes con TLP activaron regiones posteriores, principalmente el precúneo.

Esta activación atípica observada en los pacientes con TLP podría ser un mecanismo de compensación para paliar una disfunción en las áreas prefrontales del cerebro que sustentan el control del comportamiento.

Por ello, estos resultados muestran la importancia de evaluar, diseñar e implementar intervenciones para mejorar el control inhibitorio y los procesos ejecutivos en las personas con TLP, según sostienen los investigadores.

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El trastorno límite de la personalidad (TLP), o borderline, es una enfermedad caracterizada por la dificultad en la regulación de las emociones. Esta dificultad provoca cambios acusados en el estado de ánimo, impulsividad e inestabilidad, problemas de auto-imagen, y relaciones interpersonales inestables. Pueden darse intentos frenéticos para evitar situaciones de abandono real o imaginario. El resultado combinado de vivir con trastorno límite puede manifestarse en un comportamiento destructivo, como la auto-lesión (cortes) o los intentos de suicidio.

Se estima que el 1,6% de la población adulta tiene TLP, pero puede llegar al 5,9%. Casi un 75% de las personas diagnosticadas con este trastorno son mujeres, pero investigaciones recientes sugieren que el porcentaje de hombres afectados puede igualar al de las mujeres. En el pasado, los hombres con trastorno límite de la personalidad eran a menudo mal diagnosticados con trastorno de estrés postraumático o depresión.

Este trastorno de la personalidad está en la frontera o límite de la psicosis, por eso recibe el nombre de límite o borderline, que le fue otorgado en 1938 por el psicoanalista Adolf Stern.

Desde hace algún tiempo, los estudios confirman la posibilidad de tratar eficazmente esta enfermedad psiquiátrica. No hace mucho, el trastorno límite todavía se consideraba incurable, lo que ya no es el caso en la actualidad.

Prevalencia

El trastorno límite afecta al 2% de la población. Por lo general, comenzaría a finales de la adolescencia, principios de la edad adulta. Pero algunos estudios hablan de los primeros síntomas mucho antes, durante la infancia.

Complicaciones

El trastorno límite puede conducir al desarrollo de otras enfermedades psiquiátricas como depresión, trastorno bipolar o trastorno de ansiedad generalizada. También puede afectar el trabajo, la vida social, la autoestima. Las personalidades límite a menudo tienen comportamientos adictivos. La tasa de suicidio entre las personas con TLP es particularmente alta.

Personas en riesgo

Las mujeres se ven afectadas con más frecuencia que los hombres (tres veces más). También se ha observado que las personas que sufrieron abandono, separación difícil, privación emocional, maltrato o trauma durante la infancia tenían un mayor riesgo de sufrir un trastorno de personalidad límite.

Causas

Las causas del trastorno límite de la personalidad son múltiples y no todas están bien establecidas. Existen, por ejemplo, causas biológicas y químicas (falta de serotonina en particular) pero también genéticas. Las anomalías en el cerebro, especialmente en el área de la regulación de las emociones, podrían ser responsables de la aparición de este trastorno límite de la personalidad. En cualquier caso, esta enfermedad sería multi-factorial.

La genética. Si bien no se ha demostrado que ningún gen específico cause directamente este trastorno, los estudios en gemelos sugieren que esta enfermedad tiene fuertes vínculos hereditarios. El trastorno límite es aproximadamente cinco veces más común entre las personas que tienen un familiar de primer grado con el trastorno.

Los factores ambientales. Las personas que experimentan acontecimientos traumáticos en su vida, tales como abuso físico o sexual durante la infancia o negligencia y separación de los padres, tienen mayor riesgo de desarrollar el trastorno.


La función del cerebro. La forma en la que funciona el cerebro es a menudo diferente en las personas con trastorno limite, lo que sugiere que existe una base neurológica para algunos de los síntomas. Específicamente, las áreas del cerebro que controlan las emociones y la toma de decisiones / juicio pueden no comunicarse bien entre sí.

Síntomas

Estos síntomas comienzan a manifestarse en la adolescencia y se hacen más frecuentes en el inicio de la vida adulta, donde la persona puede experimentar episodios de rabia, depresión y ansiedad que pueden durar unas horas o hasta días. En algunas ocasiones estos síntomas son confundidos con otras enfermedades como esquizofrenia o enfermedad bipolar, pero la duración y la intensidad de las emociones es diferente, siendo fundamental que el individuo sea evaluado por un psiquiatra para conocer cuál es el diagnóstico correcto e iniciar el tratamiento adecuado.

Principales síntomas

* Alteración del humor a lo largo del día, variando entre momentos de euforia y de profunda tristeza;

* Sentimientos de rabia, desespero y pánico;

* Irritabilidad y ansiedad que puede provocar agresividad;

* Dificultad en controlar las emociones, pudiendo variar de la tristeza extrema a episodios de euforia;

* Miedo de ser abandonado por amigos y familiares;

* Relaciones intensas e inestabilidad en las relaciones tanto con la familia como amigos oscilando entre la cercanía extrema y amor hasta la aversión extrema o ira;

* Impulsividad y dependencia por los juegos, gasto de dinero sin control, consumo exagerado de comida, uso de sustancias y, en algunos casos, no cumpliendo reglas o leyes;

* Baja auto-estima;

* Inseguridad en sí propio y en los demás;

* Dificultad para aceptar las críticas;

* Sensación de soledad y de vacío interior.

Los portadores de este trastorno tienen miedo que las emociones se salgan de control, demostrando tendencia para volverse irracionales en situaciones de mayor estrés y creando una grande dependencia de otros para conseguir estar estables.

En algunos casos más graves, puede ocurrir comportamientos impulsivos y frecuentemente peligrosos como abuso de sustancias, conducir imprudentemente e inclusive puede haber auto-mutilación y hasta el suicidio, debido a la enorme sensación de malestar interior.

El trastorno límite de la personalidad se caracteriza en última instancia por la agitación emocional que provoca. Sienten las emociones intensamente y durante largos períodos de tiempo, y es más difícil para ellos volver a una base estable después de un episodio emocionalmente intenso.

No todas las personas con el síndrome de borderline experimentan todos los síntomas, por lo que la severidad y la frecuencia de los síntomas y la duración de los mismos variarán dependiendo del individuo y su enfermedad particular.


Diagnóstico


No existe ninguna prueba médica para diagnosticar el TLP, y un diagnóstico no se basa en un síntoma. Debe ser diagnosticado por un profesional de la salud mental tras una entrevista psiquiátrica minuciosa, puede incluir hablar con profesionales previos, evaluaciones médicas y, cuando sea apropiado, entrevistas con amigos y familiares. Para llegar al diagnosticado se deben cumplir al menos 5 síntomas.

Durante esta fase diagnóstica, el médico debe detectar primero la posible existencia de otros trastornos mentales (trastornos del estado de ánimo, adicciones, ansiedad, hiperactividad, etc.) para poder adaptar el tratamiento farmacológico en consecuencia. Este diagnóstico es tanto más crucial en cuanto afecta a la gran mayoría de los pacientes borderline, ya que casi el 100% de estos pacientes padecen patologías relacionadas. Trastornos que, una vez tenidos en cuenta, requieren un ajuste del tratamiento.

El diagnóstico de este trastorno es hecho a través de la descripción del comportamiento que da el paciente y observadas por un psicólogo o psiquiatra.

Además de esto, es importante realizar exámenes fisiológicos como hematología y química sanguínea para la exclusión de otras enfermedades, ya que sus características son semejantes a otras enfermedades, como por ejemplo, depresión o esquizofrenia.

Tratamiento

Medicación

El tratamiento del Síndrome de Borderline es realizado con el uso de medicamentos antidepresivos, estabilizadores de humor y calmantes indicados por el psiquiatra. No existe medicación específica para el tratamiento de síntomas como el vacío, el abandono y la alteración de la identidad, pero puede ser útil para el tratamiento de otros síntomas como la ira, la depresión y la ansiedad. Esta medicación puede incluir estabilizadores del estado de ánimo, antipsicóticos, antidepresivos y ansiolíticos.

Por tanto, este tratamiento no ataca directamente la enfermedad sino los síntomas que genera. Se pueden recetar antipsicóticos (neurolépticos) para ciertos casos de confusión mental: afección en la que la persona está desorientada, ha perturbado la atención, no reconoce a sus seres queridos, tiene problemas de memoria, se ve ausente...  o contra la disforia  es decir una alteración del estado de ánimo. Finalmente, se pueden prescribir estabilizadores del estado de ánimo, timo-reguladores.

Este tratamiento farmacológico se complementa con psicoterapia. El trabajo de terapia puede ayudar a las personas enfermas a comprender mejor cómo funcionan y, por lo tanto, a manejar mejor sus emociones.

Psicoterapia

En las últimas décadas, el uso de nuevos enfoques terapéuticos ha permitido lograr avances reales. Antes de prescribir cualquier tratamiento, las investigaciones han demostrado la importancia de establecer un diagnóstico en el que el paciente pueda reconocerse y evitar sentirse estigmatizado. Evocar este diagnóstico directamente también permitiría al paciente sentirse involucrado en el proceso de atención. Establecer un diálogo en torno a sus conductas extremas, y la auto-lesión en particular, ayudaría finalmente a aliviar el sufrimiento mental, pero también obligaría al paciente a asumir la responsabilidad y, por tanto, a movilizarse más concretamente en su proceso asistencial.

Los nuevos enfoques psicoterapéuticos están dando resultados alentadores en el tratamiento del trastorno límite.

Terapias cognitivo-conductuales

La TCC puede ayudar a las personas con el trastorno límite de la personalidad a identificar y cambiar creencias fundamentales y/o los comportamientos subyacentes a la percepción poco precisa de sí mismos y de otros, así como los problemas de la interacción con los demás. La TCC puede ayudar a reducir los síntomas de cambios de estado de ánimo y de ansiedad, así como reducir el número de comportamientos suicidas o de conductas auto-destructivas.

Terapia dialéctica-conductual

Este tipo de terapia se enfoca en el concepto de conciencia plena o de reconocer y estar atento a la situación actual. La TDC enseña habilidades para controlar las emociones intensas, reduce los comportamientos auto-destructivos y mejora las relaciones. La diferencia de esta terapia en comparación con la TCC es que busca un equilibrio entre el cambio y la aceptación de las creencias y comportamientos. la TDC fomenta la práctica de técnicas de mindfulness.

Terapia basada en la mentalización

La terapia basada en la mentalización (MBT) es un enfoque terapéutico desarrollado por Fonagy y Bateman. La capacidad de mentalizar es el proceso mediante el cual entendemos la propia mente y la de los otros, a partir de estados mentales  intenciones, sentimientos, pensamientos, deseos y creencias  con la finalidad de dar sentido y anticipar las acciones de cada uno. La mentalización o función reflexiva implica la capacidad de contener, regular, experimentar y dar sentido a las emociones y sentimientos. La terapia basada en la mentalización persigue entender mejor las propias emociones y las de los demás. A través de esta mayor conexión entre sentimientos y pensamientos se consigue un comportamiento propio más adecuado, así como unas relaciones más satisfactorias con los demás.

Terapia de esquemas

Este tipo de terapia combina los elementos de la TCC con otras formas de psicoterapia que se enfocan en reformular los esquemas o la forma en que las personas se ven a sí mismas. Este enfoque se basa en la idea de que el trastorno límite de la personalidad se deriva de una imagen propia disfuncional, posiblemente causada por experiencias negativas durante la niñez, que afecta la forma en que las personas reaccionan a su entorno, interactúan con otros y se sobrellevan a los problemas o lidian con el estrés.

Todas estas terapias tienen varios principios comunes. En primer lugar, la actitud del terapeuta más activa y la voluntad de adaptar continuamente la terapia a la situación real vivida. Pero también el aspecto concreto de estas prácticas, que se basan sobre todo en el principio del "aquí y ahora". La garantía de sostenibilidad, la modularidad de estas terapias, que se adaptan a la imprevisibilidad de la conducta, también requiere un pre-requisito: antes de la terapia, se debe concluir un “contrato de cuidado” entre el terapeuta y el paciente. una especie de pacto terapéutico que permite precisar los límites que no se deben traspasar para poder restablecer las buenas condiciones terapéuticas de trabajo si es necesario.

Hospitalización

Cuando la psicoterapia y la medicación no son suficientes, puede ser necesaria la hospitalización. Un hospital puede proporcionar un ambiente seguro para una persona con TLP que se auto-lesiona o tiene pensamientos suicidas.

Co-morbilidad

Una persona con trastorno límite de la personalidad puede tener trastornos adicionales que deben tratarse conjuntamente, como pueden ser:

* Trastornos de ansiedad, como el trastorno por estrés postraumático

* Trastorno bipolar

* Depresión

* Trastornos de la alimentación, especialmente bulimia nerviosa

* Otros trastornos de la personalidad

* Abuso de sustancias


Trastorno Límite de la Personalidad en niños

Los síntomas más frecuentes en los niños con TLP suelen presentar una gran incertidumbre acerca de sí mismos, como si no se conociesen bien, por lo que sus intereses, metas, valores y opiniones sobre los demás pueden cambiar radicalmente en cortos periodos de tiempo. También tienden a ver las situaciones en términos extremos, o blanco o negro.

Tienen un gran pavor al abandono y a la soledad. Suelen sentirse embargados repentinamente por sensaciones de vacío y hastío. Experimentan ataques de ira irracionales, no necesariamente violentos, sino un enfado desesperado.

Tienden a la impulsividad, lo que les puede llevar a relaciones inestables, relaciones sexuales sin protección, consumo de sustancias peligrosas y otras actividades de riesgo. Tras estos episodios de ira e impulsividad, a menudo sienten vergüenza y culpa.

Los estados de depresión, irritabilidad y ansiedad son frecuentes. Pueden durar horas o días. Su auto-imagen está distorsionada, lo que afecta gravemente en su estado de ánimo. En ocasiones desemboca en auto-mutilación, intentos de suicidio o trastornos de alimentación – bulimia nerviosa . Y lo más y que da nombre al trastorno es el sentimiento de “estar fuera del cuerpo”, la llamada disociación de la identidad.

Diagnóstico

Dado que la personalidad de los niños aún está en formación, en la mayoría de los casos se diagnostica en la etapa de la edad adulta. No obstante, es posible detectar ciertos indicios en la etapa de la niñez o adolescencia.

La detección temprana de dicho trastorno se detecta mediante la observación clínica por parte de un profesional.

Aunque no se puede diagnosticar el trastorno límite de la personalidad como tal hasta pasados los 18 años, síntomas como sentirse vacío o abrumado por emociones muy intensas, con altibajos anímicos frecuentes, ataques de ira e incapacidad para relacionarse adecuadamente, ya apuntan a un desarrollo anómalo de la personalidad. La forma de resolver esas sensaciones intensas pasa en muchos casos por auto-lesionarse, haciéndose cortes, quemaduras o golpeándose. Con ello, quienes lo padecen, tratan de regular sus emociones, castigarse o expresar su dolor. Las primeras manifestaciones aparecen en la adolescencia, y se da en mayor proporción en mujeres.

Señales de alerta para padres y docentes

* Descenso del rendimiento escolar
* Rabietas impulsivas y de forma constante
* Nerviosismo, apatía, elevada energía
* Baja autoestima
* Son niños muy influenciables
* Cambio de estados de ánimo de forma muy brusca
* Impulsividad
* Aparecen conductas desafiantes
* Quejas de otros compañeros o docentes por el mal comportamiento del niño.

Tratamiento


Un plan de tratamiento típico y completo incluye psicoterapia y apoyo de amigos y familiares. No es aconsejable utilizar tratamiento farmacológico salvo en casos extremos, como en los de depresión grave, conductas paranoicas o ira muy descontrolada.

La psicoterapia es la piedra angular para el tratamiento. Hay que prestar atención a los niños que tienen una combinación de problemas emocionales y de comportamiento.

Sufrimiento compartido

Las tormentas de emociones en las que las personas afectadas son atrapadas no perdonan a sus seres queridos. Los intentos de suicidio y las auto-lesiones a menudo tienen un efecto culpable en quienes los rodean. Es probable que se desarrolle una relación de co-dependencia, por ejemplo, cuando el estado de ánimo de los seres queridos depende únicamente del bienestar de la persona en cuestión. Sin embargo, los familiares pueden aprender a construir relaciones de apoyo.

Los familiares no son inmunes a la dinámica del trastorno límite de la personalidad. Al igual que las personas involucradas, también experimentan sentimientos muy intensos de apego, afecto, dependencia, ira, odio o decepción. Si bien esta intensidad emocional contribuye a la riqueza de las relaciones con los afectados, también corre el riesgo de llevar a los seres queridos al borde del agotamiento y la desesperación. Cabe recordar que el trastorno límite significa una relación perturbada con uno mismo y con los demás y que se manifiesta sobre todo en las relaciones interpersonales. Los afectados, por ejemplo, tienen mucho miedo de ser abandonados por sus seres queridos y hacen todo lo posible para evitar ese abandono, real o imaginario. Mientras que una persona se enojará cuando se sienta abandonada, otra no tendrá otra forma que lastimarse o intentar suicidarse.

Muchos seres queridos sufren profundamente las lesiones mentales o físicas que les infligen las personas afectadas o que se infligen a ellos mismos. A menudo asumen la responsabilidad de las dificultades del otro y hacen todo lo posible para ayudarlos a resolver sus problemas. El riesgo es entonces grande de que la pareja, los padres o los amigos se olviden y vivan sólo para el otro. Los profesionales hablan en este caso de una relación de co-dependencia, por ejemplo, cuando el estado de ánimo de quienes la rodean depende exclusivamente de la condición de la persona en cuestión.

Sentimiento de culpa

Los familiares suelen sufrir fuertes sentimientos de culpa. Los padres se preguntan si su hijo se ha enfermado porque no le dieron suficiente amor o porque su educación no fue la adecuada. Los socios o compañeros de trabajo se preguntan si fue su comportamiento lo que provocó que el otro se auto-lesionara. Pero son sobre todo los intentos de suicidio los que tienen un efecto de culpabilidad en sus allegados, cuando, en la mayoría de los casos, la culpa es completamente injustificada. Los sentimientos de culpa son malos consejeros. A menudo vinculan a familiares y personas afectadas de manera desfavorable y corren el riesgo de causar co-dependencia.

Los familiares también suelen tener la impresión de que la persona afectada se está comportando a propósito de cierta manera para obligarlos a comportarse como ella desea. Al sentirse manipulados o tener la impresión de que están siendo utilizados, los seres queridos pierden la confianza o se enojan. Estas reacciones son normales y comprensibles. El comportamiento de los afectados también lo es, ya que muchas veces expresa una reacción de profunda angustia. Si una persona no puede soportar estar sola, está dispuesta a hacer muchas cosas para evitar esta situación y puede, por ejemplo, amenazar con suicidarse para protegerse de la soledad. Por lo tanto, es importante que los familiares puedan comprender la causa de su comportamiento. Cuando atraviesan un período libre de crisis, los afectados a menudo pueden contar lo que les está sucediendo y, por lo tanto, proporcionar a sus allegados los elementos que les permitirán descifrar mejor el lenguaje del borderline.

¿Cómo establecer una buena relación con la persona que sufre?

La mejor respuesta a la enfermedad es comportarse con comprensión y establecer límites claros. Debido a que los afectados por TLP pueden ser los primeros en sufrir su comportamiento, a menudo no pueden controlarlo en una crisis. Por lo tanto, es importante establecer límites claros para protegerse a sí mismo y a la persona contra el comportamiento dañino. En situaciones de crisis, rara vez es posible resolver los conflictos mediante la discusión. El miedo y la lógica no encajan bien.

Los familiares a menudo tienen un interés personal en retirarse primero y no hablar de los problemas hasta que haya pasado la crisis. Cuando la persona en cuestión está visiblemente en riesgo de lastimarse o ponerse en peligro, es necesario solicitar ayuda externa. En tales situaciones, los familiares no deben dudar en llamar a un médico de emergencia o alentar a la persona en cuestión a que se comunique con su terapeuta o vaya a una clínica. 

Es común que los familiares y las personas afectadas juzguen ciertos síntomas de manera completamente diferente. Los comportamientos auto-lesivos, por ejemplo, tendrán un efecto dramático en los seres queridos, especialmente si lo descubren por primera vez. Para muchas personas afectadas, por el contrario, es una forma de acabar con estados emocionales extremadamente dolorosos, y aunque este medio no sea el ideal, lo aceptan de todos modos.

Una vez finalizada la crisis, los seres queridos y los afectados deben acordar cuál es la mejor reacción a tener en caso de una nueva crisis, de modo de planificar el comportamiento correcto que les permita hacer frente a determinados síntomas o tipos de sentimientos. Al hacerlo, es necesario asegurarse de que el comportamiento de los familiares no refuerce estos síntomas, que es el caso, por ejemplo, cuando un hombre solo encuentra tiempo para su amiga cuando ella no se siente bien y muestra sentirse mal y necesita hacerse daño.

Existen enfermedades en las que el sufrimiento de los seres queridos supera en
 ocasiones al del afectado. Uno de ellos es el trastorno límite de la personalidad.

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