La felicidad es momentánea y de corta duración, mientras que
el
bienestar es más duradero y se relaciona con la satisfacción vital
Nuestra mente, como nuestro cuerpo y el de los demás seres vivos, es producto de la evolución. En consecuencia, actúa con mecanismos que resultaron eficaces para sobrevivir a las amenazas de todo el periodo evolutivo. Sin embargo, esos mecanismos no parecen sernos útiles ya para enfrentar la mayoría de los desafíos cotidianos y para aprovechar bien nuestras posibilidades vitales. La verdad es que con frecuencia suponen un inconveniente. La neurología actual sostiene que, si queremos vivir de manera más feliz, es necesario contrarrestar esos mecanismos mentales.
Neurociencia
Es una
disciplina que incluye muchas ciencias que se ocupan de estudiar,
desde un punto de vista inter, multi y transdisciplinario la estructura y la
organización funcional del Sistema
Nervioso, particularmente del cerebro.
A partir del estudio
a distintos niveles: molecular,
neuronal, redes neuronales, conductual y cognitivo, la neurociencia
trata de desentrañar la manera de cómo la
actividad del cerebro se relaciona con
la psiquis y los comportamientos.
Los avances que ha habido
respecto a la observación del cerebro humano y diferentes condiciones de
bienestar son posibles debido al progreso de la tecnología médica, que facilita
nuevos métodos de imagenología para conocer la estructura y el funcionamiento
del cerebro humano.
Comprender la fisiología cerebral es imprescindible para poder
comprender nuestros comportamientos y
los procesos de enseñanza-aprendizaje;
y también para poder aplicar herramientas que ayuden a la modelación de los estados emocionales, permitiéndonos
cada día ser un poco más felices.
La neurociencia muestra como los ambientes positivos modifican el
cerebro hacia la felicidad y el bienestar, por eso es tan importante que desde
edades tempranas el cerebro se estimule y aprenda a construir una vida sana.
El foco de la investigación neuronal de la felicidad se centra en
dos aspectos: el placer y el deseo. La noción de recompensa es un elemento
central en estos dos estados de ánimo.
La neurofelicidad es
el resultado de la activación de determinados circuitos cerebrales, unos
circuitos diseñados y perfeccionados por la evolución para brindarnos un estado
de bienestar. Lógicamente, en esos circuitos neuronales intervienen neurotransmisores
concretos que pueden ser estudiados científicamente. La clave está en descubrir
cómo activar esos circuitos de modo voluntario y consciente pues, de este modo,
podremos proporcionarnos a nosotros mismos experiencias de felicidad.
Reprogramar los circuitos
neuronales
La última gran revolución de la neurociencia ha sido descubrir que se puede reprogramar los circuitos
neuronales. Hasta hace poco, se creía que la neuroplasticidad era
limitada, es decir, que el ser humano nacía con un número determinado e
inmodificable de neuronas, las cuáles iban deteriorándose y muriendo con el
paso del tiempo. Hoy en día se sabe que el aprendizaje a nivel neuronal – conocido
como aprendizaje hebbiano – consiste en que las neuronas son capaces de
instalar nuevo cableado en función de la experiencia, ya sea ésta casual o con
un esfuerzo consciente. Es decir que, a través de un entrenamiento mental
adecuado, nuestro perfil emocional pueda cambiar y afectar de forma positiva a
nuestra vida.
Entrenamiento mental
adecuado
El entrenamiento para reprogramar el cerebro en aras de una mayor
felicidad puede llevarse a cabo en tres niveles: a través de cambios en
nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestras conductas. Esta sería la
explicación científica de por qué las terapias propuestas por psicólogos nos ayudarían a sentirnos
mejor y ser más felices.
El ser humano se olvida siempre que la felicidad es una
disposición de la mente y no una condición de las circunstancias. La mentalidad
moderna nos ha llevado a pensar que la búsqueda de la felicidad ha de dirigirse
hacia fuera, es decir, al mundo de las posesiones y los objetos. Parece
decirnos que sólo podemos ser felices si las circunstancias externas son las
adecuadas.
El verdadero origen de la felicidad está dentro de nosotros;
digamos que estamos biológicamente preparados para ser felices, siempre que
trabajemos activamente en esa dirección. La palabra clave aquí es: activamente.
La felicidad se consigue con ejercicios, esfuerzo y disciplina.
Las claves de la felicidad según la Universidad de Harvard
La felicidad, un concepto completamente subjetivo y casi imposible
de definir sin generar polémicas. Numerosos estudios de la Universidad de
Harvard se suman al debate y revelan los secretos para alcanzarla.
Los estudios de Grant y
Glueck de la Escuela de Medicina
de Harvard realizados a partir del año 1939 con distintos sectores de la
población estadounidense generaron datos reveladores. Mediante cuestionarios
aplicados periódicamente y utilizando el método de entrevistas personales,
estos investigadores llegaron a dos
conclusiones que resumen lo observado durante la investigación. La
primera de ellas es que la mayoría de los problemas que disgustaban a la
población estudiada se vinculaban de manera directa al consumo abusivo de bebidas alcohólicas. La segunda conclusión
obtenida es que las relaciones amorosas
mantienen a las personas más felices y saludables.
Una encuesta del 2010 define a la felicidad como “buena” en tres
aspectos: para alcanzarla es necesario
hacer el bien para los demás, hacer las cosas en las que uno mismo es bueno, y
buscar el bien para uno mismo. El primer aspecto se vincula a cuidar y
valorar las relaciones con los otros, dando más importancia a la calidad de las
mismas que a la cantidad. El segundo a que debemos hacer las cosas en las que
somos realmente buenos con mayor frecuencia y dejar de lado aquellas en las que
nuestro desempeño no es el mejor, para evitar los sentimientos de frustración.
El tercer punto se refiere a cuidar de nosotros mismos en distintas áreas, como
la salud, la estabilidad económica y laboral, etc.
Finalmente, de acuerdo a estudios realizados en el 2015, se llegó
a la conclusión de que será más probable alcanzar la felicidad si optamos por ser felices con lo que hacemos, fortalecemos
las relaciones más cercanas y además nos cuidamos en el aspecto físico,
económico y emocional. De acuerdo a los resultados, un 47% de los
encuestados expresó ser feliz con su profesión, ya sea por elegir y poder
ejercer la profesión deseada o por lograr enfocarse en los aspectos positivos
de la misma y dejar de lado los negativos. A su vez, aquellos hombres que
expresaron un vínculo más cercano con sus familias o parejas demostraron
niveles más altos de salud y una esperanza de vida mayor. Por último, quienes
indicaron sentirse muy felices declararon hacer ejercicio varias veces a la
semana, sentirse satisfechos con su situación económica y en armonía con su
vida.
La neurociencia revela los secretos de la felicidad
La gratitud
Hay una correlación entre la cantidad de determinadas sustancias
químicas en nuestro cerebro y nuestros estados emocionales. Así, los estados
emocionales positivos y placenteros tienen una relación directa con la cantidad
de dopamina que están produciendo nuestras neuronas. Por ejemplo, muchos
antidepresivos lo que hacen es incrementar los niveles de dopamina para subir
el estado de ánimo.
La gratitud también produce un aumento de los niveles de dopamina.
Y ésta es la razón por la que las personas agradecidas muestran unos niveles de
felicidad más altos que la media.
Curiosamente, esto coincide con lo que todas las tradiciones
espirituales y de sabiduría han prescrito como un elemento clave del buen
vivir. Ellos llegaron a esta conclusión desde su observación de la experiencia.
Ahora, en la era de la ciencia, sabemos por qué, y esto completa el círculo del
conocimiento.
Sentirnos agradecidos nos ayuda a experimentar esa felicidad que
todos decimos desear en nuestra vida. Además, es una fórmula que no depende de
las circunstancias externas o del momento. La gratitud depende sólo de nosotros
mismos y de cómo “miremos” nuestra vida. Sentirnos agradecidos por lo que
tenemos, por lo que otros hacen o han hecho por nosotros, o por la vida en sí,
es una especie de pócima mágica, de piedra filosofal que todo lo que toca lo
convierte en oro, el oro de sentir felicidad.
Hay veces que la vida se pone cuesta arriba y parece que no hay
nada por lo que sentirnos agradecidos. No importa, el simple hecho de buscar
algo por lo que sentirnos agradecidos tiene los mismos efectos en nuestro
cerebro y en la segregación de dopamina. Pero también es verdad que las
dificultades que podemos estar experimentando en un momento dado y las
emociones negativas asociadas nos pueden llevar a no ver nada positivo ni por
lo que estar agradecidos. Por eso es tan importante este descubrimiento. Sólo
por ponernos a buscar y estar en esa intención, nuestro cerebro cambia su
química interior y empezamos a experimentar los estados emocionales más
positivos asociados a esa química.
Así que la conclusión es clara: la gratitud y su búsqueda nos
ayudan a sentirnos felices en nuestra vida. El que tiene placer agradece, disfruta más y socializa mejor, lo cual
todo junto ayuda a ser más felices.
Una clave : compartir
Si realmente compartimos las cosas buenas, podemos compartir que
estamos bien, e iniciar conversaciones de esa manera. En un plazo más largo, la
práctica de una apreciación de lo que es bueno puede conectar el cerebro a una
perspectiva más optimista.
Al igual que los eventos dañosos y el estrés pueden causar cambios
antisociales en el cerebro, un ambiente positivo puede cablear el cerebro para
promover la conducta pro-social y el bienestar.
La
felicidad tiende a agruparse en redes sociales. En otras palabras, las personas
felices se asocian con otras personas felices.
Inteligencia emocional
Se define la inteligencia emocional como el conjunto de destrezas,
competencias y capacidades no cognoscitivas que nos posibilitan apreciar y
expresar de manera equilibrada nuestras propias emociones y entender las de los
demás.
Esta comprensión de las emociones nos ayudará a guiar nuestro
pensamiento y conducta, influyendo en la habilidad de una persona para
conseguir sus objetivos y enfrentarse a los problemas y presiones de la vida
diaria.
Las personas con una inteligencia emocional desarrollada son más
equilibradas, sociales y alegres, se enfrentan mejor a las adversidades, poseen
una gran capacidad de solidaridad y cuentan con una gran habilidad para
comunicar y expresar sus sentimientos de manera adecuada.
Desarrollar nuevos hábitos
El entrenamiento del cerebro para ser positivo no es tan diferente
de la formación de sus músculos en el gimnasio. La capacidad del cerebro para
cambiar, incluso en la edad adulta, revela que a medida que desarrolle nuevos
hábitos, se reconfigura el cerebro.
La experiencia modela el cerebro (hardware), el cual permite que
nuestra mente (software) funcione de manera más saludable y nos haga sentirnos
mejor. Aunque también es cierto que experiencias negativas modelan mentes más
pesimistas, críticas y eventualmente agresivas.
Casi cualquier mente puede
cambiar, incluso las que han sufrido lesión o
patología, excepto aquéllas que están desarrollado procesos patológicos profundos
(como la demencia).
Las emociones son “señales” que el organismo produce ante cambios en el contexto o el
ambiente, por lo cual si tomamos conciencia de ello podemos comenzar a
comprenderlas, salir de la pura reactividad – asociada a emociones más dañinas – y pasar a respuestas más conscientes – emociones altruistas –.
El cultivo de emociones positivas con prácticas como la meditación
puede ayudarnos a desarrollar áreas del cerebro asociadas a bienestar y la
felicidad.
Proceso cerebral para generar felicidad
Podemos controlar nuestra felicidad: Las áreas cerebrales que
inducen a la tristeza, la culpa, el enojo y la frustración son las mismas que
nos ponen felices… Sólo es cuestión de saber cómo usarlas.
Crisis emocional
El orgullo, el enojo, la culpa y la vergüenza activan circuitos
neuronales que nos hacen poner atención, generan conductas poco pensadas que
buscan una recompensa inmediata, la cual si se obtiene genera felicidad. Están
detrás de todos los procesos para aumentar o disminuir el dolor.
La ínsula identifica dolor, odio y aversión, activando el núcleo
accumbens que libera dopamina, y el que exige el final feliz.
Este proceso lo aprende el cerebro,
por eso estas emociones tienen en el fondo un proceso de aprendizaje: buscar
siempre una recompensa, una ganancia secundaria en la adversidad.
Cuando decimos lo siento, sabemos agradecer, o reconocemos la
falta, el cerebro libera dopamina y serotonina, generando también relajamiento,
bienestar y sensación de certidumbre.
El giro del cíngulo interpreta mejor la emoción y procura mantener
una adecuada interpretación del entorno. La corteza prefrontal aprende a sentirse feliz con esto.
Conocer e interpretar los sentimientos negativos
Es necesario etiquetar una
emoción: enojo, tristeza, ansiedad, asco. Dar una
explicación de las cosas, permite al cerebro entender a la emoción. Si vemos
una cara – se activa la amígdala cerebral –, sabemos qué emoción tiene la
persona – activación del giro del cíngulo –, la etiquetamos para nunca olvidarla – corteza prefrontal –.
Por eso, mientras más conocemos las emociones, la corteza
prefrontal disminuye la activación de la amígdala cerebral, controlando mejor
las emociones. Ponemos más atención o evitamos generar tensión.
Cuando el cerebro no entiende las emociones que ve, no puede
etiquetarla y esto activa al sistema límbico generando sensaciones de miedo o
enojo.
El bienestar subjetivo está relacionado con prolongar las emociones
positivas por medio de saborear el momento. Los correlatos neurales de
saborear, la habilidad para mantener la emoción positiva por más tiempo, están
asociados con actividad constante en el cuerpo estriado ventral y con conexión
constante entre las regiones del córtex prefrontal y el cuerpo estriado
ventral, mientras que esto no ocurre en las personas deprimidas.
Un cerebro feliz evita emociones negativas. Si están presentes,
las entiende y tratará de evitarlas o controlarlas. Es un proceso de madurez
cerebral.
Nadie que tiene una adecuada
salud mental busca emociones negativas para convivir. Si lo hace, existe un
trastorno de la personalidad.
Tomar la mejor decisión : la inteligencia del cerebro
Una buena decisión nos acerca a la felicidad, varias decisiones
importantes nos otorgan seguridad, aprendizaje y pueden ayudarnos a cambiar
como vemos el mundo.
Tomar una decisión (buena o
mala) hace aprender al cerebro. La madurez radica en entender los resultados de
ellas y afrontarlos. El proceso de toma de decisiones
reduce la preocupación y la ansiedad, además de ayudar a solucionar
problemas.
Decidir y tomar determinaciones ayudan al cerebro a quitar
tensiones. Es una activación cada vez más de la corteza prefrontal, la cual
madura y conecta más neuronas.
La activación de los ganglios basales son los que hacen que
estemos pensando varias veces el problema, dando diferentes respuestas y al
mismo tiempo quitando objetividad, es decir, es el proceso de estar dándole
vuelta al mismo problema. Este evento
es la búsqueda básica de disminuir la dopamina, eliminando al sistema límbico,
jerarquizando decisiones.
No obstante, esto nos puede hacer perfeccionistas, competitivos y
escrupulosos. Entenderlo no puede hacer atenuar en algunas ocasiones la
tendencia obsesiva. Es gratificante tener la razón.
La toma de decisiones incluye "la creación de intenciones y
objetivos", procesos que influyen de una manera positiva en la corteza
prefrontal, reduciendo preocupación y ansiedad. Según los científicos, es
mejor tomar una decisión "bastante
buena" que esforzarse por encontrar la "mejor
decisión", ya que el perfeccionismo puede ser estresante.
La fuerza de la determinación
Esa fuerza interior existe. Es poderosa, inconformista, no repara en lo que otros piensan y potencia las
fortalezas para alcanzar cosas increíbles. Esta fuerza es la de la
determinación. Tener la determinación de hacer algo es mucho más
enérgico que tomar una decisión o querer algo.
Como indica la etimología de la palabra, incluye tres conceptos
(de-termin-acción): Orientación, hacia dónde queremos ir; terminar con una
situación que no nos gusta y ponernos las pilas para conseguirlo. Nacemos determinados; pero nuestra educación,
el miedo o la búsqueda de la seguridad nos anestesian. Pero podemos
despertarla.
La determinación es la fuerza
que permite conquistar sueños o afrontar situaciones difíciles. Es una fuerte
decisión de continuar pase lo que pase, y que ayuda a sentirse pleno con lo que
se realiza.
Actividades que recomienda la Neurociencia
Escuchar las canciones que musicalizaron los momentos felices. Varias investigaciones han
comprobado que volver a escuchar aquella música que se amaba en la época en que
se fue más feliz es una excelente estrategia para traer nuevamente la felicidad
a la vida.
Sonreír aunque no se sienta demasiado feliz. Si se sonríe aun en los peores momentos el cerebro entenderá que
se está feliz, por lo que adecuará todos sus procesos en relación a este estado
de ánimo, logrando incrementar esa sensación de felicidad.
Trazar objetivos a largo plazo para recuperar la motivación. Diversas investigaciones han constatado que plantearse objetivos a
largo plazo no sólo hará sentir que se está trabajando para lograr algo, sino
también permitirá liberar dopamina, proceso que hará sentirse más aliviado,
motivado y probablemente más feliz.
Implementar hábitos que permitan dormir bien. Para evitar que el sueño condicione los estados de ánimo, se
debe tener en cuenta las siguientes recomendaciones: dormir en un ambiente con
poca luz, en un lugar que resulte cómodo y tener alguna rutina que prepare al
cerebro para dormir, como por ejemplo: leer, reflexionar, etc.
Tocar a la gente nos ayuda a ser sociables : principio básico de la
felicidad
Tenemos que sentir el amor y la aceptación de los demás, y no
sentirlo puede resultar doloroso. Una de las principales formas de liberar
oxitocina es a través del tacto. Obviamente, no siempre resulta adecuado tocar
a la mayoría de la gente, pero los pequeños detalles como apretones de manos y
palmadas en la espalda son generalmente aceptables. Pero con los más cercanos,
lo mejor es un abrazo.
Las personas que saludan, abrazan o tocan a los demás refieren
sentirse mejor ante problemas. Las parejas que más besos se dan y se abrazan,
indican mayor apego.
Los circuitos del dolor y la
ansiedad disminuyen su activación con oxitocina, entre más abrazos y toque
corporal, el proceso se facilita. Disminuye la
sensación de preocupación y el sentido de pertenencia nos hace más dóciles,
disminuye la agresión e incrementa la sanación de apoyo al grupo. Sentirnos
abrazados y protegidos reduce sus efectos negativos, se activa menos la corteza
insular. Y si no se tiene a quién abrazar, la neurociencia propone una sesión
de masaje como alternativa. Eso sí, una cosa parece estar clara entre los
científicos: el contacto táctil no puede ser reemplazado en ningún caso por
mensajes de texto.
5 abrazos al día por un mes, nos hacen más felices
* La
serotonina aumenta un 30% y la dopamina un 60%, la oxitocina en un 75%.
* Las endorfinas son más fáciles de liberar. Mejora el sueño,
disminuye la fatiga, reduce la tensión, disminuye la depresión y reduce la
tristeza, el cortisol prácticamente desaparece.
Decálogo para ser feliz
1. La felicidad no es un estado, es
una actitud ante la vida.
2. Hay que proponerse ser felices.
3. Creer en nosotros mismos.
4. Aceptar las cosas tal y como nos
vienen. Somos humanos y, por lo tanto, cometemos errores.
5. Ver los problemas desde la
distancia. Anteponer los pensamientos a los sentimientos.
6. Desear lo que tenemos y disfrutar
de ello.
7. Hacer lo que nos gusta. Buscar
actividades que nos diviertan y nos permitan disfrutar del tiempo libre.
8. Adoptar una actitud optimista
ante la vida.
9. Cultivar el sentido del humor. Es
fundamental saber reírse de uno mismo.
10. Apoyarse en la familia. Hacer cosas
por los que están a nuestro lado.
Emociones y cerebro, bioquímica del cerebro, plasticidad cerebral, todos son temas y descubrimientos importantes recientes de la Neurociencia en los últimos años, que demuestran que el cerebro es un órgano en continua reprogramación, evolución. El cerebro es una excelente herramienta para aprender y para ser más feliz.
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