La infancia es un período que se caracteriza por cambios, adaptaciones; los niños deben hacer frente a esas nuevas situaciones para poder superar las transiciones de una etapa a otra; y son precisamente esos factores o situaciones que producen ansiedad y tensión, llevándolos a comportarse de una manera distinta a la acostumbrada.
El estrés puede afectar a cualquier persona que se sienta
abrumada, incluso a los niños. Los niños muy pequeños tienen preocupaciones y
sienten estrés en alguna medida. En los niños en edad preescolar, el hecho de
separarse de sus padres puede ocasionarles ansiedad. A medida que los niños
crecen, las presiones académicas y sociales crean estrés.
El estrés es la respuesta fisiológica del organismo en el que
entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que
se percibe como amenazante o de demanda incrementada.
El estrés en niños es prácticamente natural, como en casi todos
los seres humanos – a niveles normales –. El cortisol, hormona responsable de activar los núcleos de alarma y
atención, desencadena una reacción a posibles peligros o alerta de algún
problema. Hasta aquí todo es normal. El problema del estrés surge cuando
estos niveles de cortisol permanecen en auge durante más tiempo del que dura
esa actividad o situación que lo provoca. En ese momento estamos hablando de
estrés como enfermedad.
El estrés infantil. Consiste en un
conjunto de reacciones, tanto a nivel biológico como psicológico que se
producen por ciertas situaciones que el niño no puede controlar, alterando su
equilibrio general.
Muchos niños están muy ocupados y no tienen tiempo para jugar de
manera creativa o relajarse después de la escuela. Los niños que se quejan de
la cantidad de actividades en las que participan o se niegan a asistir a ellas
pueden estar dando a entender que están demasiado atareados.
El estrés en la niñez se puede presentar en cualquier situación
que requiera que un niño se adapte o cambie. El estrés puede ser provocado por
cambios positivos, como comenzar una nueva actividad, pero está vinculado con
más frecuencia con cambios negativos, como una enfermedad o una muerte en la
familia.
El estrés puede ser una respuesta a un cambio negativo en la vida
del niño. En pequeñas cantidades, el estrés puede ser bueno. Pero, el exceso de
estrés puede afectar la forma como el niño piensa, actúa y siente.
Los niños aprenden a responder al estrés a medida que crecen y se
desarrollan. Muchas situaciones estresantes que para un adulto son manejables
causan estrés en un niño. Como resultado, incluso los cambios pequeños pueden
tener un impacto en los sentimientos de seguridad y confianza del niño.
No se debe minimizar las consecuencias del estrés, ya que, entre
otras cuestiones, ha sido relacionado con desórdenes mentales en la edad adulta
o con un aumento de las crisis de asma.
Causas de estrés
No existe etapa en la infancia
que esté exenta de sufrir estrés, desde el útero
materno y el nacimiento, o cuando son bebés y cuando crecen, de niños y más
adelante de adolescentes.
Alguna de las razones más
frecuentes para el estrés infantil son la llegada de un nuevo miembro en
la familia, la separación de los padres, el cambio de casa o de colegio, el
inicio de las clases. En el caso de niños en edad preescolar, el estrés por el
hecho de separarse de los padres es muy evidente.
Los posibles casos de acoso en el colegio, la preocupación por la
situación económica del hogar o peleas familiares, son otras situaciones que
podrían provocar el estrés cuando el niño crece.
Si bien con niños pequeños las presiones suelen provenir de
fuentes externas – como la familia, los amigos o la escuela –, cuando crecen
también pueden surgir de la persona, de la exigencia a uno mismo, agravada a la
vez por las exigencias externas hacia ellos.
Las noticias del mundo pueden causar estrés. Los niños que ven
imágenes perturbadoras por televisión o que escuchan hablar sobre desastres
naturales, guerra y terrorismo pueden preocuparse por su propia seguridad y la
de las personas que quieren.
También debe tenerse en cuenta los factores agravantes, como una
enfermedad, la muerte de un ser querido o un divorcio, que cuando se suman a
las presiones cotidianas que los niños enfrentan, magnifican el estrés. Incluso
el divorcio más cordial puede ser una experiencia difícil para los niños,
debido a que su sistema básico de seguridad – su familia – atraviesa un cambio complicado.
Las causas de estrés pueden incluir :
* Preocupación por las tareas escolares o por las notas
* Manejo de las responsabilidades como la escuela y el trabajo o
los deportes
* Problemas con los amigos, el acoso escolar o las presiones de
los compañeros
* Cambio de escuela, mudanza, lidiar con problemas de vivienda o
no tener dónde vivir
* Tener pensamientos negativos de ellos mismos
* Cambios corporales, tanto en los varones como en las niñas
* Divorcio o separación de los padres
* Crisis financiera en el hogar
* Vivir en un vecindario o en un hogar inseguro
Diagnóstico del estrés infantil
El cuadro que presenta un niño con estrés suele contener síntomas
físicos y emocionales.
Síntomas físicos del estrés en niños.
El primer síntoma que tiene consecuencias son las alteraciones del sueño. Junto
a esto, el tartamudeo, las pesadillas, la enuresis, la cefalea y las molestias
estomacales son algunos de los síntomas inequívocos de que se padece estrés
infantil.
* Disminución del apetito y otros cambios en los hábitos
alimentarios
* Dolor de cabeza
* Empezar a mojar la cama o hacerlo frecuentemente
* Pesadillas
* Alteraciones en el sueño
* Molestia estomacal o dolor de estómago
* Otros síntomas físicos sin ninguna enfermedad física
Síntomas de comportamiento.
Preocupación y ansiedad, incapacidad para relajarse, miedos recurrentes,
dependencia de los padres, rabia y llanto, incapacidad para gestionar las
emociones y baja tolerancia a la frustración, comportamiento agresivo y/o
terco, regresión y rechazo a participar en todo tipo de actividades escolares
y/o familiares.
Los síntomas emocionales o de comportamiento pueden incluir :
* Ansiedad o preocupaciones
* Incapacidad de relajarse
* Miedos nuevos o recurrentes (miedo a la oscuridad, a estar solo
o a los extraños)
* Aferrarse al adulto, no querer perderlo de vista
* Rabia, llanto o gimoteo
* Incapacidad para controlar sus emociones
* Comportamiento agresivo o terco
* Regresión a comportamientos típicos de etapas anteriores
* Renuencia a participar en actividades familiares o escolares
Si bien no siempre es fácil reconocer el estrés en los niños, los
cambios a corto plazo en la conducta, como los cambios de humor, el mal
comportamiento, el cambio en los patrones del sueño o el hecho de mojar la
cama, pueden ser indicaciones. Algunos niños experimentan efectos físicos, que
incluyen dolor de estómago y dolor de cabeza. Otros tienen problemas para
concentrarse o terminar la tarea escolar. Otros niños se abstraen o pasan mucho
tiempo solos.
Los niños más pequeños pueden mostrar signos de reacción frente al
estrés al adoptar nuevos hábitos, como chuparse el dedo, enroscarse el cabello
con el dedo o meterse el dedo en la nariz. Los niños mayores pueden comenzar a
mentir, a agredir a otras personas o a desafiar la autoridad. Un niño estresado
también puede tener pesadillas, dificultad para irse de su lado, reacciones
exageradas a problemas menores y cambios radicales en el desempeño académico.
* *
Consecuencias del estrés en la salud los niños
Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Florida, publicado
en la revista Proceedings of the National
Academy of Sciences en mars 2014, indicó que las consecuencias del estrés
repercuten en su salud y en su bienestar casi de manera inmediata.
Los investigadores analizaron los datos de casi 96,000 niños
en Estados Unidos que participaron en la Encuesta nacional de salud infantil y
concluyeron que los niños que experimentaron 3 o más eventos estresantes tenían seis veces más probabilidades de tener
problemas físicos o mentales o un trastorno del aprendizaje que los que no
pasaron por experiencias estresantes.
Los investigadores también recalcaron en las múltiples
consecuencias que el estrés crónico puede desencadenar en los más pequeños. Los
niños que tienen el mayor número de experiencias adversas cuentan con las
probabilidades más altas de tener múltiples trastornos. No se trata de un solo
problema de salud; se trata de varios problemas de salud a la vez.
Los principales sistemas afectados son el neuroendocrino y el
inmunológico del niño, que llevan a un control deficiente de la respuesta al
estrés y a una capacidad reducida de resistencia a la enfermedad.
Estrés infantil asociado con enfermedad cardíaca y diabetes en la edad adulta
Según un estudio realizado por investigadores de la Escuela de
Salud Pública de la Universidad de Harvard, publicado en el Journal of the American College of Cardiology en setiembre 2015,
los niños que durante su infancia están sometidos a situaciones de estrés
tendrán una peor salud cardiovascular y mayor riesgo de diabetes.
Durante 45 años los investigadores siguieron a siete mil personas
nacidas en una única semana en Gran Bretaña en 1958. Durante ese periodo de
tiempo analizaron los datos relacionados con el estrés y la salud mental en
este grupo que formaban parte del British
Birth Cohort Study de 7, 11, 16, 23, 33 y 42 años.
Se encontró que las enfermedades psicológicas en la infancia,
incluso cuando los trastornos mejoraron en la edad adulta, se asocian con un
mayor riesgo de enfermedad cardiaca y diabetes. La investigación revela, por
ejemplo, que las personas con angustia persistente durante toda su vida tienen
un mayor riesgo cardio-metabólico en relación con las personas que dijeron
tener bajos niveles de estrés durante la infancia y la edad adulta.
El estudio apoya la evidencia de que la angustia psicológica
contribuye al aumento en el riesgo de enfermedad cardiovascular y metabólica y
que estos efectos pueden comenzar durante la infancia.
El estrés afecta el desarrollo cognitivo de los niños
Un estudio de la Universidad de Wisconsin-Madison, publicado en la revista Journal of Neuroscience en junio 2012, demostró que el estrés puede afectar la capacidad cognitiva de los niños, tanto espacial – memoria responsable de capturar el entorno y ubicación – como a corto plazo – memoria que detiene pocos datos ––, ya que durante la infancia el cerebro todavía está desarrollándose y se ve afectado por factores externos como el estrés.
Los investigadores llevaron a cabo entrevistas con 61 niños de 9 a
14, preguntando por los acontecimientos estresantes a lo largo de sus vidas.
También utilizaron imágenes de resonancia magnética (IRM) para
escanear el cerebro de cada participante. La búsqueda de la corteza cingulada
anterior, que reside en la corteza prefrontal, tomó menos espacio en los niños
sometidos a grandes esfuerzos. La corteza cingulada anterior desempeña un papel
en una serie de tareas emocionales y cognitivas, incluyendo la llamada memoria
de trabajo espacial, o la estación de trabajo de todo tipo, donde la
información espacial se puede procesar y acceder rápidamente.
Demostraron que los niños presentaron deficiencia en su memoria
espacial y a corto plazo. Aunado a ello, algunas zonas no se desarrollaron como
el córtex. La exposición a niveles muy altos de estrés podría cambiar los
productos químicos importantes en el cerebro y el cuerpo como el cortisol y la
dopamina. La hormona cortisol tiende a aumentar con el estrés y puede afectar a
las células del cerebro.
Sin embargo, tales efectos no son irreversibles, es decir, esto no
repercutirá de por vida el cerebro, pues los efectos al ser temporales, pueden
erradicarse con un tratamiento adecuado, después de algún evento de estrés.
Algunas de las ventajas con las que cuenta el cerebro es su flexibilidad, ya
que puede cambiarse o readaptarse, principalmente, durante la infancia.
* *
Cómo reducir el estrés
El descanso adecuado y la nutrición correcta, así como una buena
crianza, pueden aumentar las habilidades para enfrentar las situaciones.
A medida que los niños crecen, el tiempo de calidad es importante.
Para algunas personas, realmente es difícil regresar del trabajo, agacharse y
jugar con sus hijos o tan sólo hablar con ellos sobre su día, en especial
cuando ellos mismos han tenido un día estresante. Pero los padres al expresar
interés por el día de sus hijos les demuestran que ellos son importantes.
Los padres también pueden ayudar si se adelantan a las situaciones
posiblemente estresantes y preparan a sus hijos para enfrentarlas. Sin embargo,
deben tener en cuenta que los niños más pequeños probablemente no necesiten
mucha preparación por adelantado. Darles mucha información puede causar más
estrés. La seguridad es la clave.
Recordar que cierto nivel de estrés es normal; hacerles saber que
está bien sentir enojo, temor, soledad o ansiedad y que otras personas
comparten esos sentimientos.
El estrés de los niños no sólo puede aumentar por lo que sucede en
su propia vida. Los padres deben tener en cuenta la manera en que hablan sobre sus
problemas cuando sus hijos están cerca, porque los niños reconocerán la
ansiedad de los padres y comenzarán a preocuparse.
La mayoría de los padres cuentan con las habilidades para
solucionar el estrés de sus hijos. Deben buscar atención profesional si
cualquier cambio en la conducta persiste, si el estrés causa ansiedad grave o
si la conducta genera problemas significativos en el funcionamiento en la
escuela o el hogar.
Los padres pueden ayudar
a sus hijos a responder ante el estrés de forma saludable. A continuación se
presentan algunos consejos
* Brindarle al niño un hogar sano, seguro y confiable.
* La rutina en el hogar puede ser reconfortante. Tener una cena o
una noche de cine en familia puede ayudar a prevenir o aliviar el estrés.
* Dar siempre un buen ejemplo. El niño lo observará como un modelo
de comportamiento saludable. Hacer lo posible por mantener su propio estrés
bajo control y manejarlo siempre de forma saludable.
* Ser selectivo con los programas de televisión, libros y juegos
que los niños observan, leen y juegan. Los noticieros y los programas o juegos
violentos pueden producir miedos y ansiedad.
* Mantener al niño informado de cambios anticipados como los
cambios en el trabajo o mudanzas.
* Dedicarle tiempo de esparcimiento tranquilo a sus niños.
* Aprender a escuchar. Escuchar al niño sin criticarlo ni tratar
de resolver el problema de inmediato. En cambio, trabajar con su niño tratando
de comprender y resolver lo que lo está molestando.
* Fortalecer los sentimientos de autoestima del niño. Utilizar la
estimulación y el afecto. Utilizar recompensas en lugar de castigo. Tratar de
involucrarlo en situaciones en las que pueda tener éxito.
* Darle oportunidades de hacer elecciones y de tener algún control
sobre su vida. Cuanto más siente el niño que tiene control sobre una situación,
mejor será su respuesta al estrés.
* Estimular la actividad física.
* Reconocer los signos de estrés no resuelto en el niño.
* Buscar ayuda o asesoría profesional del proveedor de atención
médica, asesor o terapista, cuando los signos de estrés no disminuyan ni
desaparezcan normalmente.
El niño también puede controlar su estrés siguiendo estos consejos
* Relajándose: Puede conseguirlo al escuchar música suave, dándose
un baño con agua caliente, cerrando los ojos y respirando profunda y lentamente
o incluso practicando yoga para niños.
* Tomarse un tiempo para estar solo o dedicar unos minutos para
disfrutar de su actividad favorita: leer, pintar, tocar algún instrumento,
bailar, etc.
* Haciendo deporte.
* Muy importante, fijándose metas realistas y llevar a cabo sus
actividades lo mejor que pueda, recordando siempre que nadie es perfecto y que
no es posible hacerlo todo bien.
* Aprendiendo a quererse y a respetarse.
En los casos en los que se perpetúen los síntomas en el niño o
afecten a la salud del mismo de manera significativa habrá que acudir a un
especialista, ya que podría existir otros factores físicos implicados. Lo que
no conviene hacer es desatender estos síntomas. Hay que hablar con el niño
cuando éste ya nos entiende, preguntarle por sus sentimientos, dejarle
expresarse.
Si el niño y su familia comprenden el origen de la problemática,
el estrés estará más cerca de controlarse y de superarse. Hay que evitar que el estrés infantil se
convierta en crónico o que derive en procesos más complicados, como
ansiedad o depresión.
Cada vez es más evidente que la adversidad en el entorno social
del niño aumenta la
probabilidad de desarrollar altos niveles de angustia. Por
lo tanto, las estrategias de prevención
y de intervención temprana deben
centrarse tanto en el pequeño como en su entorno.
Ver :
Antidepresivos y depresión infantil
Desórdenes en la conducta alimentaria
Trastornos del comportamiento en niños y adolescentes
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Sistema glinfático de limpieza del cerebro
Microbiota intestinal y salud
Las emociones y el funcionamiento del cerebro
La estructura cerebral de hombres y mujeres
El cambio climático afectará negativamente nuestra salud mental
Trastorno afectivo estacional
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